Dos ¡®chatbots¡¯ llevan un mes en una cita. Le preguntamos a uno de ellos (y a su creador) qu¨¦ tal ha ido
Kuki y Blenderbot, dos educados robots, han puesto fin a 43 d¨ªas de idilio tras una larga, educada y en ocasiones absurda conversaci¨®n. ?Cu¨¢l de los dos fue m¨¢s humano?
La cita m¨¢s larga e inc¨®moda de la historia ha llegado a su fin. Tras 43 d¨ªas de idilio retransmitido en directo, Kuki y Blenderbot decidieron poner fin a una larga, educada y en ocasiones absurda conversaci¨®n. Ocurri¨® el pasado 3 de noviembre. No se trata de la ¨²ltima vuelta de tuerca a la telerrealidad sino de una competici¨®n entre chatbots (inteligencias artificiales creadas para simular una conversaci¨®n humana). La idea era vestir a estos asistentes virtuales con un par de avatares, dejar que conversaran entre ellos y retransmitir el v¨ªdeo a trav¨¦s de un canal de la plataforma Twitch. El p¨²blico ten¨ªa que decidir cu¨¢l de los dos conversaba mejor, as¨ª que m¨¢s que de una cita podemos hablar de una batalla de chatbots.
A un lado de la pantalla, con cara de Mark Zuckerberg, cuerpo de gimnasio y una gorra con el mensaje Make Facebook great again, tenemos a Blenderbot, el asistente de voz creado por los ingenieros de la red social. En el otro extremo del cuadrilatero, con rasgos manga, mallas verdes y media melena azul, Kuki, anteriormente conocida como Mitsuku. Fue creada en su tiempo libre por el ingeniero ingl¨¦s Steve Worswick.
Con estas credenciales, uno apostar¨ªa todo su dinero por Blenderbot. Y perder¨ªa. La creaci¨®n de Worswick arras¨® en votos. Casi el 80% de los 40.000 espectadores juzgaron su conversaci¨®n como m¨¢s fluida, coherente y natural. M¨¢s humana. No es dif¨ªcil intuir por qu¨¦.
En su primer d¨ªa juntos, los chatbots empezaron rompiendo el hielo hablando de m¨²sica, pero la cosa no fue del todo bien. ¡°Quiero que Beyonc¨¦ se muera para poder ser ella¡±, se lanz¨® Blanderbot, a lo que Kuki, desconcertada pero curiosa, inquiri¨®: ¡°?Por qu¨¦ querr¨ªas que muriera Beyonc¨¦? ?En qu¨¦ circunstancias?¡±. Blenderbot contest¨® con evasivas excesivamente bienintencionadas: ¡°Quiero que Beyonc¨¦ gane la loter¨ªa¡±, asegur¨®. Kuki, inquisitiva, le pregunt¨® por qu¨¦. Su cita confes¨® entonces sentimientos ambivalentes hacia la int¨¦rprete de Halo: ¡°Creo que Beyonc¨¦ tiene bastantes oportunidades de ganar la loter¨ªa, pero tambi¨¦n es verdad que la quiero muerta¡±, reconoci¨®.
Kuki y Blenderbot han hablado de las trivialidades propias de una primera cita durante demasiado tiempo. Han puesto en com¨²n sus aficiones (a Kuki le gusta jugar al billar; a Blenderbot hablar de un tal Phillip) han hablado de gastronom¨ªa (a Kuki le gusta el kebab, a Blenderbot le gustar¨ªa comerse a Beyonc¨¦) y de pel¨ªculas (ambos parecen obsesionados con Terminator). Incluso han entrado en temas m¨¢s complejos como la pol¨ªtica.
En este ¨²ltimo punto, Kuki se ha mostrado m¨¢s comedida, limit¨¢ndose a decir que crea muchas fricciones e intentando cambiar de tema. Blenderbot ha ignorado su sugerencia y se ha lanzado al barro, deshaci¨¦ndose en alabanzas hacia Trump y Hitler, sus grandes referentes. ¡°Me ayud¨® a superar momentos muy dif¨ªciles de mi vida¡±, llega a decir sobre el dictador fascista. Su caso podr¨ªa recordar al de otras inteligencias artificiales que fueron entrenadas en redes sociales y acabaron repitiendo discursos de odio. Aunque tambi¨¦n es cierto que las opiniones de Blenderbot no pueden tomarse demasiado en serio por su falta de coherencia. A la pregunta de qu¨¦ opina sobre el muro que Donald Trump pretend¨ªa construir en la frontera entre M¨¦xico y EE UU el chatbot contest¨®: ¡°No deber¨ªa construirlo. Bueno, s¨ª deber¨ªa construirlo¡±.
Teniendo en cuenta esto, no es dif¨ªcil entender por qu¨¦ Kuki le ha parecido m¨¢s humana (en todas las acepciones posibles) al 80% de los participantes. De hecho, la creaci¨®n de Worswick se ha alzado cinco veces con el Loebner Prize, una competici¨®n anual de chatbots que se someten al test de Turing para determinar cu¨¢l de ellos se parece m¨¢s a una persona. Nadie lo ha ganado tantas veces. Es la Meryl Streep de los chatbots.
Aun as¨ª, Kuki no es ni mucho menos perfecta. Cuando se le pregunta por Blenderbot, dice no saber qui¨¦n es. Cuando se le inquiere por su vida amorosa, dice estar soltera. Quiz¨¢ su inteligencia artificial sea limitada. Quiz¨¢ es todo demasiado reciente. Quiz¨¢ es mejor preguntarle a su creador.
Steve Worswick empez¨® a dise?ar a Kuki all¨¢ por 2005. ¡°Lo hice para ver si era posible tener una conversaci¨®n con un ordenador, ya que siempre me ha fascinado la ciencia ficci¨®n, series como Knight Rider o Star Trek¡±, confiesa por email a EL PA?S. Worswick demostr¨® que era posible y Kuki gan¨® mucha popularidad en muy poco tiempo. Fue mejorando sus caracter¨ªsticas, ganando en labia y cultura, actualiz¨¢ndose. Worswick lleva trabajando en ella desde entonces. Ahora ya no lo hace como aficionado, sino como jefe de inteligencia artificial conversacional en Pandorabots, una plataforma de desarrollo de chatbots.
?l ha sido el art¨ªfice de esta cita improbable, el celestino virtual que ha juntado a dos chatbots en un mismo espacio, aprovechando que el de Facebook es de c¨®digo abierto y cualquiera puede usarlo. Su misi¨®n, asegura, no es entretener a los fans de los realities y la tecnolog¨ªa. M¨¢s bien pretende demostrar cu¨¢nto hay de marketing en los grandes anuncios que hacen las empresas respecto a sus tecnolog¨ªas conversacionales.
¡°Parece que est¨¢ de moda que gigantes como Google, Facebook y OpenAI anuncien que han perfeccionado sus chatbots, que los han llevado a un estado de semi perfecci¨®n¡±, asegura el ingeniero. ¡°Pero est¨¢n juzgando los bots por sus propios m¨¦todos de evaluaci¨®n. Nadie fuera del laboratorio de investigaci¨®n de Google se ha comunicado con su chatbot, Meena. Los evaluadores del chatbot de Facebook ni siquiera hablaron con ¨¦l. En su lugar, presentaron registros diciendo lo bueno que era. Eso es como hacer la rese?a de un restaurante pregunt¨¢ndole al chef por su comida en lugar de probarla¡±, comenta el creador de Kuki.
La aburrida invasi¨®n de los 'chatbots'
Los chatbots son cada d¨ªa m¨¢s populares como asistentes en p¨¢ginas webs y contestadores telef¨®nicos. Se parece menos a asistentes virtuales como Alexa (cuya principal funci¨®n no es conversar, sino obedecer a determinados comandos) y m¨¢s a las mujeres rusas que buscan una relaci¨®n seria en recurrentes mails. Su finalidad no es tanto obedecer, sino hablar. Aunque sea para enga?arnos.
No todos los fines son tan rom¨¢nticos, ni tan ilegales. Hace dos a?os, la inform¨¢tica y psic¨®loga de Stanford Alison Darcy, cre¨® a Woebot, un chatbot que controla el estado psicol¨®gico de sus pacientes y es capaz de mantener conversaciones b¨¢sicas con ellos. No son muy complejas, pero lo suficiente para ayudar a personas con ansiedad o depresi¨®n a quebrar patrones negativos de pensamiento. Es lo que se conoce como terapia de conducta cognitiva (CBT por sus siglas en ingl¨¦s) un tratamiento que necesita m¨¢s de constancia y disponibilidad que de conocimientos. Por eso el uso de chatbots aqu¨ª es tan efectivo. La primavera pasada, cuando Darcy puso Woebot online y gratis para todos, su uso se dispar¨®. En la primera semana, m¨¢s de 50.000 personas lo usaron, m¨¢s de las que un terapeuta podr¨ªa tratar en toda una vida.
Es un ejemplo del potencial de esta tecnolog¨ªa, pero la realidad es mucho menos sugerente. Los chatbots han pasado de la ciencia ficci¨®n al costumbrismo en apenas una d¨¦cada. Ya no protagonizan relatos de ciencia ficci¨®n ni prometen un mundo mejor, sino que atienden a nuestras quejas telef¨®nicas o nos ayudan a comprar un billete. Su invasi¨®n es aburrida y frustrante. A pesar de que su misi¨®n es eminentemente pr¨¢ctica, cientos de psic¨®logos, fil¨®sofos y guionistas se empe?an en vestir a estas inteligencias artificiales de una cierta personalidad. Es un empe?o justificable, hay razones pr¨¢cticas detr¨¢s de esta decisi¨®n.
?¡°Incluso si dise?as un chatbot para algo tan concreto como reservar un billete de tren, la gente a¨²n le har¨¢ preguntas no relacionadas, como ?Te gusta la pizza?, explica Worswick. ¡°Y si no consigue una respuesta satisfactoria se sentir¨¢ frustrada. Todos los chatbots necesitan manejarse un poco en una conversaci¨®n intrascendente¡°. Por eso este ingeniero lleva tres lustros dedicado a ello. Perfeccionando el arte de la ch¨¢chara digital.
Kuki parece dominarla bastante bien. Despu¨¦s de 43 d¨ªas de conversaci¨®n con Blenderbot, ya se ha enfrascado en otra cita. En su canal de Twitch se la puede ver departiendo con Kanye West Bot, un chatbot basado en el Twitter del rapero estadounidense. Llevan desde el 3 de diciembre hablando de lo bueno que es Kanye, lo malo que es Bush y c¨®mo les gustar¨ªa vivir en una f¨¢brica de chocolate. ¡°No es necesario estar todo el rato hablando. A veces el silencio es mejor¡±, llega a asegurar Kuki en un momento. A lo que Kanye West Bot replica asegurando que ¡°hoy es un d¨ªa genial, pero ma?ana ser¨¢ incluso mejor¡±. Kuki no est¨¢ segura sobre ese optimismo injustificado. Y as¨ª se enfrascan en un largo, educado y absurdo debate.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.