La noche de Berl¨ªn se resiste a morir
Basta un generador el¨¦ctrico, un 'dj' y unas cervezas. Los parques y las 'raves' se han convertido en una alternativa a los legendarios clubs berlineses, s¨ªmbolo de la libertad y la tolerancia que se respiran en esta ciudad
Noche cerrada en un parque-bosque de Berl¨ªn. La luna anaranjada ofrece esta medianoche algo de orientaci¨®n por los caminos abiertos entre los ¨¢rboles. Por lo dem¨¢s, oscuridad y silencio total. Apenas alguna bicicleta silenciosa y sombras caminando. Hasta que empieza a distinguirse un sonido con cierta claridad. ¡°Bun, bun, bun, bun bun bun¡±. La m¨²sica tecno son las miguitas que llevan hasta el claro del bosque donde habitantes de la noche berlinesa arrancan el fin de semana.
Linda, fornida, tatuada y vestida de lentejuelas est¨¢ sentada en el suelo y explica la din¨¢mica: ¡°Esto cambia seg¨²n las horas. Vete al 24 horas, te compras una bebida y cuando vuelvas, miras a ver c¨®mo va evolucionando la noche. Ma?ana la fiesta est¨¢ en un lago a las afueras de Berl¨ªn. Va a ser alucinante¡±, informa. Un grupo de j¨®venes que ya se marcha bien podr¨ªa ser un anuncio de la generaci¨®n Easyjet, que no se rinde ante la pandemia. Cuentan que han venido de Irlanda y de Hamburgo a celebrar el cumplea?os de otro. ¡°Los clubs est¨¢n cerrados, as¨ª que hemos venido aqu¨ª¡±, dice uno de ellos, incapaz de caminar derecho.
Casi cada fin de semana desde que irrumpi¨® la pandemia los noct¨¢mbulos y la polic¨ªa juegan al gato y al rat¨®n. La polic¨ªa interviene y confisca los equipos de m¨²sica. A finales de julio, un encuentro en este parque lleg¨® a reunir a unas 3.000 personas. Las raves (evento de m¨²sica electr¨®nica) m¨¢s o menos numerosas proliferan por los bosques y espacios abiertos en la periferia de la ciudad. Se convocan a trav¨¦s de Facebook y Telegram. Basta un generador el¨¦ctrico, un dj y unas cervezas. Los parques y las raves se han convertido en una alternativa a los legendarios clubs berlineses, s¨ªmbolo de la libertad y la tolerancia que se respira en esta ciudad, que han convertido en un im¨¢n para amantes del tecno y fiesteros globales.
Berl¨ªn nunca ha parado del todo. Aqu¨ª no ha habido confinamiento y todav¨ªa ahora no es obligatorio llevar mascarilla por la calle. Hay un repunte de infecciones, pero nada comparable con otras latitudes. Y mientras la vida p¨²blica hace tiempo que se instal¨® en la pseudo normalidad, abriendo comercios, restaurantes y museos, los clubs tienen claro que el roce f¨ªsico en un local cerrado que implica la vida nocturna es incompatible con una pandemia. Est¨¢n en general cerrados, aunque algunos ensayan f¨®rmulas en teor¨ªa compatibles con la epidemia. La idea es explotar al m¨¢ximo las zonas al aire libre de los propios negocios mientras haga bueno.
Los cuerpos sudorosos se pegan unos a otros al ritmo de la m¨²sica electr¨®nica, sin distancia, sin mascarilla y sin aparente preocupaci¨®n
Este jueves, un conocido club a las afueras de Berl¨ªn abr¨ªa para una sesi¨®n de baile, pero seg¨²n explicaban en la web, bajo estrictas medidas higi¨¦nicas. A cada grupo se le asignar¨ªa una mesa o una zona de baile, se mantendr¨ªa la distancia de seguridad y habr¨ªa que usar la mascarilla para ir al ba?o y pedir en la barra. La entrada se compra por Internet, para dejar los datos y que te puedan contactar en caso de contagio. Eso en la pantalla. En la pista de baile, la gente busca el contacto f¨ªsico como si no hubiera coronavirus. Tampoco en una zona interior, donde los cuerpos sudorosos se pegan unos a otros al ritmo de la m¨²sica electr¨®nica, sin distancia, sin mascarilla y sin aparente preocupaci¨®n. ¡°Los cambios son dram¨¢ticos. Pero los adictos a la noche van a seguir encontrando la manera de salir. El coronavirus sigue siendo para ellos una amenaza invisible, no lo ven¡±, explica Gilbert, un joven berlin¨¦s que conoce bien la noche de la capital alemana.
M¨¢s all¨¢ de la legalidad y la peligrosidad epidemiol¨®gica de estos eventos, a nadie se le escapa que la noche berlinesa es un suced¨¢neo de lo que fue hasta hace bien poco. Que la covid-19 ha fulminado una se?a de identidad ¨²nica de esta ciudad: la noche. Pero sobre todo, que cuando llegue el invierno, la vida al aire libre se complicar¨¢ en una ciudad con temperaturas heladoras. Incluso con el cuerpo cargado de cervezas.
¡°El principal problema es que no hay un plan en el horizonte. Mientras otros negocios abren o tienen planes de reapertura gradual, para los clubs es una situaci¨®n devastadora. Tenemos claro que la pandemia y la noche es una combinaci¨®n nefasta¡±, sentencia Lutz Leichsenring, portavoz de la Club Commission, el organismo con el que los garitos nocturnos defienden sus intereses. 140 clubs y 160 promotores y festivales pertenecen a la asociaci¨®n. Asegura que cerca de dos tercios de los locales tienen fondos para sobrevivir unas diez semanas y el resto apenas cuatro. Que desde el principio han recibido muchas donaciones y apoyo econ¨®mico del gobierno de la ciudad, que tienen clara la relevancia econ¨®mica y cultural de esos lugares. Muchos de sus miembros han cobrado cerca de 20.000 euros de ayudas y las grandes salas mucho m¨¢s.
Al principio de la pandemia hubo muchas iniciativas en la Red, festivales, conciertos¡, pero ha ido decayendo. En parte porque la gente ha empezado a salir cada vez m¨¢s, pero tambi¨¦n porque es imposible replicar la experiencia f¨ªsica de una fiesta al espacio online.
Leichsenring explica que desde la comisi¨®n de clubs negocian ahora con las autoridades locales para poder ofrecer alternativas legales en espacios abiertos, donde no haya residentes alrededor. Han identificado ya hasta 65 lugares, pero las autoridades de cada barrio tienen la ¨²ltima palabra.
Eli es miembro del colectivo ://About Blank, un espacio que se autodenomina de izquierdas y donde se junta la comunidad queer de Berl¨ªn. Explica que las primeras semanas sobrevivieron gracias a un micromecenazgo, pero que adem¨¢s han recibido 24.000 euros en ayudas p¨²blicas que se suman a los ERTE para los trabajadores. Ahora tienen abierta la parte exterior, con dj¡¯s y gente sentada en mesas. Es un concepto reducido con un aforo para 200 personas. ¡°Tenemos claro que dentro no se puede hacer nada. Ya ha habido casos de contagios en bares¡±.
M¨¢s all¨¢ de la legalidad y la peligrosidad epidemiol¨®gica de estos eventos, a nadie se le escapa que la noche berlinesa es un suced¨¢neo de lo que fue hasta hace bien poco
Pero Eli cree tambi¨¦n que no todo son malas noticias. Que no est¨¢ mal que cese aunque sea por un tiempo la tromba de turistas, estudiantes y disfrutones varios que hasta hace poco llegaban de medio para disfrutar de la noche de Berl¨ªn, provocando un notable impacto econ¨®mico en la ciudad. Eli espera que ahora, con menos demanda, la gentrificaci¨®n de Berl¨ªn se ralentice un poco y baje tal vez el precio de la vivienda. Y no cree que la pandemia vaya a suponer un punto final para la noche en una ciudad cuyo atractivo reside en buena medida en lo que aqu¨ª sucede, en la interacci¨®n entre humanos que cada noche convierten la cotidianidad nocturna en una obra de arte. ¡°Berl¨ªn siempre ha sido muy creativa, un lugar ¨²nico que ha sabido sobrevivir a los cambios¡±.