El enigma Franco Battiato
El m¨²sico siciliano abandon¨® la vida p¨²blica y la m¨²sica en 2017 sin dar pistas de su despedida, un viaje silencioso y tan misterioso como el universo del que se sirvi¨® para construir su obra
Una carretera de curvas conduce hacia uno de los mayores misterios de la m¨²sica contempor¨¢nea. En un terreno de lava volc¨¢nica encaramado a una de las laderas del Etna, en el peque?o pueblo siciliano de Milo, vive desde hace a?os Franco Battiato (Riposto, 75 a?os). En el jard¨ªn, donde suele pintar, hay una peque?a iglesia consagrada. Dentro, un estudio con un piano de media cola, un enorme sal¨®n sin un solo disco ¡ªsolo escucha m¨²sica cl¨¢sica en la radio¡ª y una fabulosa biblioteca llena de t¨ªtulos de filosof¨ªa, m¨ªstica y religi¨®n. El m¨²sico se mud¨® aqu¨ª cuando descubri¨® que un amigo de Silvio Berlusconi hab¨ªa ganado las elecciones de Catania fraudulentamente. Es as¨ª. Pero nunca se expres¨® en p¨²blico sobre esas cuestiones ni sobre ninguna otra de su vida privada. Supimos por sus letras, en cambio, que prefiere las uvas pasas a Vivaldi, la ensalada a Beethoven y a Sinatra; tambi¨¦n que buscaba desesperadamente el centro de gravedad permanente del m¨ªstico armenio George Gurdjieff y que sus deseos y los nuestros, por m¨¢s que pasen los a?os, jam¨¢s envejecer¨¢n. Hace tiempo, sin embargo, que casi nadie sabe de ¨¦l. A los 72 a?os abandon¨® los escenarios, interrumpi¨® su prol¨ªfica carrera. Los amigos, su familia y viejos colaboradores han hecho un pacto de silencio. Y sea lo que sea, se ha ganado el derecho a vivirlo de forma ¨ªntima. A perpetuar un enigma que, en realidad, empieza y termina en su obra. Un largo viaje hacia s¨ª mismo.
Battiato ha sido todo lo que le apeteci¨®. M¨²sico, escritor, guionista de documentales y tambi¨¦n pintor bajo el seud¨®nimo de Suphan Barzani
Battiato ha sido todo lo que le apeteci¨®. M¨²sico, escritor, guionista de documentales y tambi¨¦n pintor bajo el seud¨®nimo de Suphan Barzani. Fue incluso consejero regional en Sicilia, renunci¨® a su sueldo y fue destituido al cabo de seis meses por llamar ¡°putas dispuestos a todo¡± a los parlamentarios italianos. Triunf¨® en el pop, cant¨® en Eurovisi¨®n en 1984 y revent¨® las costuras que un¨ªan hasta entonces la alta y la baja cultura. Fue el primer artista italiano ¡ªantes que gigantes como Vasco Rossi o Lucio Dalla¡ª que vendi¨® un mill¨®n de copias con el revolucionario La voce del Padrone. Pero su sonido surg¨ªa de las profundidades de la m¨²sica experimental y el rock progresivo. Tocado por el magnetismo de Karlheinz Stockhausen ¡ªgan¨® el premio del compositor en 1977 con el disco L¡¯Egitto prima delle sabbie¡ª y las influencias del sonido dodecaf¨®nico, nacieron ¨¢lbumes como Fetus (1971), Pollution (1972) o Sulle corde di Aries (1973), tres piezas recientemente reeditadas que suelen pasar desapercibidas entre quienes se desga?itaban en sus conciertos con los hits de los ochenta y los noventa y que hoy son codiciadas piezas en las estanter¨ªas de coleccionistas de vinilos. M¨²sico instintivo, fue un periodo en el que aprendi¨® armon¨ªa y a tocar el viol¨ªn por recomendaci¨®n del propio Stockhausen; un tiempo en el que se obsesion¨® con la tecnolog¨ªa y meti¨® siempre m¨¢s en su maleta el viejo VCS 3, un sintetizador anal¨®gico que solo usaba en aquella ¨¦poca David Gilmour en Pink Floyd. Pero todo eso fue antes de la pen¨²ltima reencarnaci¨®n que provoc¨® un terremoto en la m¨²sica italiana.
Un mundo perfectamente sim¨¦trico podr¨ªa dividirse hoy entre quienes eran maleables adolescentes cuando se public¨® La voce del Padrone (1981) y aquellos que ten¨ªan ya una identidad demasiado r¨ªgida como para cambiar su visi¨®n del mundo. Una legi¨®n de fans aprendi¨® en ese tiempo que la paloma de Caetano Veloso cantaba tambi¨¦n para invocar ¡°la ira funesta de los refugiados afganos que se trasladaron a los confines de Ir¨¢n¡± y descubrieron ese extra?o ¡°deseo m¨ªtico de las prostitutas libias¡±.
Piero Negri, periodista musical que le trat¨® de cerca, cree que ese difuso conf¨ªn intelectual es fundamental para definir el lanzamiento del disco que cambi¨® la m¨²sica en Italia. ¡°Es el ¨¢lbum m¨¢s importante de la historia del pop italiano. Cambi¨® por completo todas las l¨®gicas musicales. Era muy electr¨®nico, pero tambi¨¦n elemental. Se hizo todo a trav¨¦s de citas y referencias culturales y cada uno pod¨ªa interpretarlas como quisiera. Algunos sostuvieron que tan solo eran paridas, otros defend¨ªan que deb¨ªa descifrarse de un modo determinado. ?l admiti¨® que tambi¨¦n hab¨ªa una especie de broma, como una burla. Ven¨ªa de la m¨²sica experimental, pero La voce del Padrone fue una manera de mostrar que, si se lo propon¨ªa, pod¨ªa hacer un disco pop mejor que nadie¡±. Nadie pudo dudarlo.
Fue el primer artista italiano ¡ªantes que gigantes como Vasco Rossi o Lucio Dalla¡ª que vendi¨® un mill¨®n de copias con el revolucionario ¡®La voce del Padrone'
La voce del Padrone, tercer disparo de una fabulosa trilog¨ªa compuesta tambi¨¦n por Patriots (1980) y L¡¯era del cinghiale bianco (1979), cuyo t¨ªtulo evocaba la autoridad espiritualidad de un mito celta, fue un involuntario engranaje entre dos mundos. ¡°Rimettiamoci la maglia, i tempi stanno per cambiare¡± cantaba en Bandera bianca parafraseando a Bob Dylan y acord¨¢ndose de su Mr Tamburino. Sucedi¨® cuando Italia encaraba un pasaje hist¨®rico tratando de escapar de los a?os de plomo y se encaramaba a una nueva ¨¦poca de libertad. El disco, como apunta Negri, abri¨® defnitivamente una grieta comparable a la que hab¨ªa provocado un a?o antes Umberto Eco con El nombre de la rosa y su capacidad para ejercer de matrioska interpretativa. Un encuentro, en suma, entre aquellos universos culturales que contrapuso el semi¨®logo bolo?¨¦s en su Apocal¨ªpticos e integrados en 1964. Un puzle perfecto que cada uno pod¨ªa montar como le diera la gana: retazos de m¨ªstica, filosof¨ªa, ciencia. Tambi¨¦n referencias a Theodor W. Adorno y a su obra Minima Moralia, a los falsos mitos y a los abusos de poder que, encima, pod¨ªan corearse en un concierto. Pero la hermen¨¦utica de la obra Battiato suele ser un deporte de riesgo.
Stefano Senardi, entonces presidente de PolyGram, que arrebat¨® al m¨²sico a EMI despu¨¦s de 30 a?os y grabar con ¨¦l tres discos (L¡¯Imboscata, Gommalacca y Fleurs), ahonda en esa concepci¨®n dada¨ªsta de la escritura de su hoy gran amigo. ¡°No le gusta explicar las cosas. Prefiere que se entiendan a trav¨¦s de los discos. El acercamiento a su arte se puede hacer a muchos niveles: instintivo, epid¨¦rmico, intelectual, religioso, de estudio del sonido, de la manera de cantar como en el ¨¢lbum de versioines Fleurs (1999). Eso sin hablar de sus textos. En L¡¯Era del cinghiale bianco cita la invasi¨®n de Afganist¨¢n, las migraciones, las mutaciones sociales. Es muy raro encontrar a un artista que pueda ser saboreado, entendido y consumido a tantos niveles¡±.
¡®La voce del Padrone¡¯ (1981) cambi¨® la m¨²sica italiana y fue la prueba de que pod¨ªa hacer el mejor disco de pop
Battiato incluy¨® a ¨²ltima hora en L¡¯Imboscata el tema La cura, a trav¨¦s del que varias generaciones se propusieron proteger a sus seres amados de esas ¡°turbaciones que por su naturaleza terminar¨ªan atrayendo de manera inevitable¡±. En ese periodo, pasada la mitad de los ochenta, el fil¨®sofo y fiel compa?ero, Manlio Sgalambro, ya compon¨ªa casi todas sus letras. ¡°Fue curioso, porque en aquella solo aport¨® una frase: ¡®Vagaba por los campos de Tenessee, qui¨¦n sabe c¨®mo hab¨ªa llegado ah¨ª¡±, recuerda Senardi.
El viaje a trav¨¦s de todos esos paisajes de sus 30 discos de estudio, que incluy¨® en 2009 Inneres auge, una cr¨ªtica feroz e ins¨®litamente expl¨ªcita contra el entonces primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, comenzaba en las portadas. El artista gr¨¢fico Francesco Messina dise?¨® todas las de un gran amigo, con quien ha compartido miles de viajes, retiros espirituales, jornadas de meditaci¨®n y la misma calle donde durante a?os vivieron en Mil¨¢n. Al principio, como aquella de La voce del Padrone, todas las car¨¢tulas surg¨ªan del l¨¢piz, las tijeras y el pegamento. ¡°Pero aquella fue la m¨¢s dif¨ªcil. A Franco no le convenc¨ªa. Nos ¨ªbamos de viaje, el taxi estaba en la puerta y me dijo que no le ve¨ªa claro: ¡®Creo que he hecho mi mejor disco. Si opinas lo mismo de tu portada, subamos a ese coche¡±, recuerda. El taxi, claro, arranc¨® y la imprenta de EMI fij¨® para siempre aquella evocativa imagen de la silueta de Battiato ¡°en su ambiente mediterr¨¢neo¡± del que nunca se ha despegado. ¡°Lo ve¨ªa como en una realidad paralela. ?l no es dogm¨¢tico en sus ideas, hay mucha transversalidad. Cre¨¦ un espacio muy contrastado e intent¨¦ dejarlo suspendido, as¨ª le ve¨ªa yo. Era algo posmoderno como signo. Pero ¨¦l, en realidad, compon¨ªa a la manera dada¨ªsta, su obra es m¨¢s bien un collage. Funcionaba a la manera de Cocteau¡±, explica Messina, con quien comparti¨® expediciones para ver a sus ¨ªdolos de entonces como el director de escena Bob Wilson o m¨²sicos como Steve Reich, Terry Riley o Philip Glass.
El enigma Battiato, su concepci¨®n geom¨¦trica de la espiritualidad y el espacio que ocupa el ser humano colgado de un hilito en el cosmos, viaj¨® de forma irregular por el mundo. Suele pasar con gran parte de los m¨²sicos italianos. Fuera de su pa¨ªs, ha vivido como un autor de culto idolatrado por artistas como David Byrne, John Cale o Brian Eno¡ incluso en Italia grandes directores de orquesta como Claudio Abbado o Riccardo Muti, mostraron gran respeto por su obra. En Espa?a, sin embargo, vendi¨® cientos de miles de copias y encontr¨® a un p¨²blico capaz de cantar desde la primera a la ¨²ltima letra de sus canciones. Un viaje natural, acompa?ado de ese extra?o deseo de las discogr¨¢ficas de traducir sus piezas al espa?ol.
Las adaptaciones, sin embargo, se hicieron con un cuidado extremo y sol¨ªa acudirse a m¨²sicos de sensibilidad battiatiana contrastada. Jota, cantante y compositor de Los Planetas, y Manu Ferr¨®n, del Grupo de Expertos Solynieve, fueron los encargados de aterrizar ?brete S¨¦samo (2013) al espa?ol. Viajaron a Mil¨¢n, compartieron cinco d¨ªas de estudio con un tipo ¡°amable, con una cultura extraordinaria y siempre preocupado porque todos se sintieran a gusto¡±. El rastro de Battiato, admite Jota, puede tambi¨¦n encontrarse en Los Planetas, quiz¨¢ el grupo de pop espa?ol m¨¢s influyente de los ¨²ltimos 20 a?os. ¡°Me interesa investigar en la formaci¨®n de la m¨²sica popular, c¨®mo se crea, c¨®mo se construye. Siempre he buscado ese camino que ¨¦l explor¨®. De ¨¦l tambi¨¦n hay que aprender su lecci¨®n sobre c¨®mo aplicar ciertas frases populares o conceptos en canciones que tienen una complejidad mayor intelectual. Edifica toda su obra sobre esa idea, en c¨®mo la cultura popular forma la de la ¨¦lite¡±. Fue la ¨²ltima vez que se vieron.
El viaje a trav¨¦s de todos esos paisajes de sus 30 discos de estudio comenzaba en las portadas todas dise?adas por el artista Francesco Messina
El 17 de septiembre de 2017 el teatro romano de Catania asisti¨® al concierto final de Battiato. Dos a?os antes, durante una actuaci¨®n en Bari, hab¨ªa sufrido una rotura de f¨¦mur de la que le cost¨® recuperarse. Empezaron a circular rumores sobre su estado de salud. A aquella actuaci¨®n deb¨ªan acompa?arla otras cuatro. Nadie sabe si fue casualidad que esa despedida a la francesa tuviese lugar en la ciudad que le vio dar los primeros pasos. Pero no se supo nada m¨¢s de ¨¦l hasta que el a?o pasado lanz¨® al mercado Toreneremo ancora, grabado con la Royal Philharmonic y construido a base de viejas canciones y un solo nuevo tema que parec¨ªa anunciar algo. ¡°La vida no termina. Es como el sue?o. El nacimiento como el despertar. Hasta que no seamos libres, regresaremos todav¨ªa¡±. Esta vez su m¨¢nager asegur¨® que ser¨ªa su ¨²ltimo baile. Pero como cantaba en Mondi Lontanissimi (1985), es posible que en su m¨²sica no exista ya el tiempo ni el espacio. Battiato cree en la reencarnaci¨®n. ¡°Es de idiotas pensar que venimos del mono¡±, asegur¨® en una ocasi¨®n. Y no nos enga?emos, si usted tambi¨¦n sigue empe?ado en encontrar su centro de gravedad, conviene que regrese pronto. Aunque sea convertido en aquel jabal¨ª blanco.
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