El vidrio acab¨® con el coloso romano
Los expertos determinan por qu¨¦ Roma levant¨® y abandon¨® un gigantesco edificio en un municipio de Cuenca relacionado con la extracci¨®n de ¡®lapis specularis¡¯
Fue el humilde y fr¨¢gil vidrio el que provoc¨® el derrumbe del coloso de cemento ¨Cde casi 7.000 metros cuadrados de superficie- que se alzaba en lo que hoy es el Cerro de La Muela, un altozano del t¨¦rmino municipal de Carrascosa del Campo (Cuenca). Se trataba de un edificio de m¨¢s de 90 metros de largo, de dos o tres plantas, y en cuyas esquinas se levantaban torres cuadradas de mayor altura a¨²n. Fue uno de los mayores jam¨¢s construidos por los romanos en Hispania y sus restos fueron estudiados por la Universidad de Guelph (Canad¨¢) en los a?os 70 del siglo pasado. Ahora, un informe arqueol¨®gico sobre las ¨²ltimas investigaciones realizadas por expertos espa?oles da una posible respuesta a su enigm¨¢tico uso y sobre el que se lleva d¨¦cadas especulando.
Se pens¨® que era una fortaleza militar al estilo de las levantadas por Roma a orillas del Danubio para detener a los b¨¢rbaros, ya que los muros de las torres tienen hasta 1,20 metros de anchura. Sin embargo, el estudio firmado por Dionisio Urbina y Catalina Urquijo se?ala que se trataba de un gigantesco almac¨¦n donde se guardaban los alimentos (cereales) y las herramientas que necesitaban los miles de esclavos que extra¨ªan el valioso lapis specularis o espejuelo (un yeso trasl¨²cido que hizo las funciones del cristal hasta que este se descubri¨® en el siglo II d.C.), adem¨¢s de la impedimenta de los soldados que se ocupaban de evitar las revueltas de los desdichados que trabajaban en las oscuras y estrech¨ªsimas galer¨ªas mineras.
En 1973, despu¨¦s de tres campa?as, el arque¨®logo canadiense M. Sadek abandon¨® la excavaci¨®n. Se ha tardado m¨¢s de cuatro d¨¦cadas en retomar las investigaciones ¡°con medios modernos para descubrir los motivos que llevaron a la construcci¨®n de un edificio tan excepcional y en el contexto hist¨®rico en el que se realiz¨®¡±, indica el informe sobre esta mole de cemento, que dej¨® de tener su utilidad primigenia en el siglo II y que fue levantada un centenar de a?os antes, en los tiempos del emperador Augusto.
Al edificio, dada su importancia, le creci¨® alrededor un poblado de unas 15 hect¨¢reas, lo que los expertos denominan vicus. Fue construido en hormig¨®n encofrado, de hecho todav¨ªa son visibles en las paredes que quedan las marcas de madera de los cajones donde se vert¨ªa el mortero. A¨²n se ignora su altura, pero quedan en pie muros de hasta 3,5 metros, con casi 40 de longitud. Visto desde el aire, semeja un castillo o fortaleza casi cuadrada. Este tipo de perfil es conocido en el mundo romano en los fuertes que defend¨ªan las fronteras del Imperio, tanto al Norte, junto al r¨ªo Danubio, como en el Norte de ?frica y Medio Oriente, pero no en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, explica el informe.
Las investigaciones se centraron en un primer momento en el ala este, donde se hallaron tres filas de pilares formados por sillares de arenisca, algunos de 6,5 metros de altura, que segu¨ªan un patr¨®n cuadriculado y sim¨¦trico. Se calcula que su peso supera el medio mill¨®n de kilogramos. ¡°Tal volumen oblig¨® a los expertos a pensar en la existencia de unas canteras no demasiado alejadas. Estaban a unos 2,5 kil¨®metros, con sus marcas de cortes. Los romanos necesitaron excavar m¨¢s de una hect¨¢rea de roca para conseguir el material. Tambi¨¦n hallamos las huellas de los carros que transportaba el espejuelo y el posible camino que part¨ªa hacia el cerro de La Muela¡±, afirma Urbina.
El gran edificio tuvo cuatro alas formadas por naves de 12 metros de ancho. En el centro se abr¨ªa un gran patio central. Cuando dej¨® de cumplir su funci¨®n fue utilizado como cantera y sobre sus pilares se levantaron habitaciones. Se han encontrado piezas de bronce, hierro, plomo hueso, gran cantidad de monedas, placas y f¨ªbulas de bronce, numerosos clavos y restos de herramientas, entre ellas podones, hoces, un peque?o serrucho y un cuchillo con forma triangular. Adem¨¢s, se han desenterrado agujas de hueso para sujetar el peinado, fragmentos de vasijas de vidrio, tinajas, vasijas comunes, c¨¢ntaros, botellas, ollas de cocina, cuencos, platos fuentes de terra sigillata, la cer¨¢mica fina de mesa que empleaban los romanos, y hasta las tachuelas de las sandalias de los soldados.
Las paredes fueron recubiertas con mortero de yeso y estuco con z¨®calos en rojo y los suelos con opus spicatum (peque?os ladrillos colocados verticalmente en espiguilla) y mosaicos.
Dada la gran extensi¨®n del yacimiento, del que se ha excavado una peque?a parte, los expertos quieren realizar una prospecci¨®n geof¨ªsica, lo que les permitir¨ªa saber con exactitud la planta completa del edificio y descubrir m¨¢s secretos ocultos entres sus piedras.
Barcos hacia Roma
El enorme valor que los romanos daban al 'lapis specularis' provoc¨® que buscaran por todo el imperio minas de este material. El escritor romano Plinio El Viejo ya advert¨ªa de que los mayores y mejores yacimientos se hallaban alrededor de Seg¨®briga, ciudad de unos 15.000 habitantes que contaba con numerosos edificios p¨²blicos: teatro anfiteatro, circo.
Los expertos creen que algunas de esas grandes edificaciones fueron pagadas con los beneficios de las minas que rodeaban la poblaci¨®n. Dionisio Urbina lo explica: ¡°Se sabe que en el mundo romano tales construcciones fueron financiadas por miembros de la aristocracia local, formada por ricos terratenientes y empresarios. Hemos conocido el nombre de una de estas personas adineradas, como Spantamicus, un noble ind¨ªgena que pag¨® por un nuevo pavimento del foro, o Manio Octavio Novato, que abon¨® la construcci¨®n del teatro¡±.
Cada complejo minero -hab¨ªa unos 50 alrededor de Seg¨®briga- estaba formado por m¨²ltiples galer¨ªas, algunas de ellas de kil¨®metros. ¡°Eran pasillos estrechos a diferentes niveles que necesitaban lucernarios para el aire y la luz. El material se trabajaba en los alrededores de la mina, se cortaba en placas y se trasladaba en carros. La v¨ªa que un¨ªa las ciudades romanas de Ercavica y Seg¨®briga sirvi¨® de arteria para el transporte¡±, recuerda Urbina.
Finalmente, desde all¨ª los convoyes con el material part¨ªan hacia Cartago Nova (Cartagena), donde aguardaban las naves que acarrear¨ªan el espejuelo hacia Roma.
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