Higinistas contra valeristas, el primer proceso judicial medi¨¢tico de la historia de Espa?a
La sociedad madrile?a de finales del siglo XIX se dividi¨® por el juicio a Higinia Balaguer por asesinato, el que se conoci¨® como el crimen de la calle Fuencarral
El s¨¢bado 19 de julio de 1890 muchos madrile?os salieron a la calle, unos para apedrear el Ministerio de Justicia y pedir el indulto de una condenada a muerte, otros ¡ª20.000, seg¨²n las informaciones de la ¨¦poca¡ª para ver c¨®mo se le aplicaba el garrote vil en un pat¨ªbulo construido para ello ante la c¨¢rcel Modelo, que se erig¨ªa donde ahora est¨¢ el edificio del Ej¨¦rcito del Aire, en el barrio de Moncloa. El Gobierno decidi¨® no concederle la medida de gracia, tuvo incluso que pedirle a la reina regente, Mar¨ªa Cristina, que no interviniese en favor de la condenada. No se trataba de nadie important...
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El s¨¢bado 19 de julio de 1890 muchos madrile?os salieron a la calle, unos para apedrear el Ministerio de Justicia y pedir el indulto de una condenada a muerte, otros ¡ª20.000, seg¨²n las informaciones de la ¨¦poca¡ª para ver c¨®mo se le aplicaba el garrote vil en un pat¨ªbulo construido para ello ante la c¨¢rcel Modelo, que se erig¨ªa donde ahora est¨¢ el edificio del Ej¨¦rcito del Aire, en el barrio de Moncloa. El Gobierno decidi¨® no concederle la medida de gracia, tuvo incluso que pedirle a la reina regente, Mar¨ªa Cristina, que no interviniese en favor de la condenada. No se trataba de nadie importante, no era un pol¨ªtico o un general golpista de los que abundaron en el XIX. La mujer, la ¨²ltima ajusticiada en un acto p¨²blico en Espa?a, era una simple criada: Higinia Balaguer Ostal¨¦. Para mayor pol¨¦mica, antes de morir no pide clemencia ni llora desesperada, solo da un grito que nadie entiende: ¡°?Lola, catorce mil duros!¡±.
As¨ª acababa el crimen m¨¢s famoso de la ¨¦poca, el primero que llega a las portadas, el que inicia la cr¨®nica de sucesos en Espa?a, obliga a los peri¨®dicos a incluir una secci¨®n dedicada al juicio y lleva a P¨¦rez Gald¨®s a enviar cr¨®nicas diarias a un peri¨®dico argentino. Recreado una y otra vez en el cine y la televisi¨®n en los m¨¢s de cien a?os que han pasado desde entonces, con el crimen de la calle de Fuencarral se iniciaron los juicios paralelos en las calles y los caf¨¦s y la sociedad se dividi¨® en higinistas y varelistas, virulentamente enfrentados.
El n¨²mero 109 de la calle de Fuencarral no existe. Si se va por la acera de los impares la numeraci¨®n salta del 107 al 111, donde deb¨ªa estar el 109 est¨¢ el portal del n¨²mero 1 de la glorieta de Bilbao, pero no siempre fue as¨ª. En 1888 s¨ª que exist¨ªa y el d¨ªa 2 de julio de aquel a?o, de madrugada, los vecinos empezaron a sentir olor a petr¨®leo y a carne quemada. En el segundo piso encontraron el cad¨¢ver parcialmente incinerado de do?a Luciana Borcino, viuda de V¨¢zquez Varela. En la cocina estaban su criada Higinia y el perro de do?a Luciana, un bulldog con tan malas pulgas como su due?a, dormidos bajo los efectos de un poderoso narc¨®tico. El edificio donde sucedi¨® todav¨ªa existe, est¨¢ en la esquina de Fuencarral con la calle del Divino Pastor, hurtar el n¨²mero no ha sido ninguna maniobra del Ayuntamiento para evitar el recuerdo, solo un capricho de los distintos cambios de numeraci¨®n.
Todo lo que rodeaba el crimen era atractivo. La muerta, Luciana Borcino, era una gallega de gran fortuna y p¨¦simo car¨¢cter a la que las criadas le duraban pocos d¨ªas; la principal sospechosa, Higinia, era una aragonesa analfabeta, pero de gran imaginaci¨®n y afilada inteligencia natural; el hijo de la v¨ªctima, Jos¨¦ V¨¢zquez Varela, conocido como el Pollo Varela, era un se?orito violento y tarambana que trataba de sacar el dinero a su taca?a madre y que entraba y sal¨ªa de prisi¨®n por palizas a mujeres, hurtos y, en una ocasi¨®n, por apu?alar a su progenitora en el gl¨²teo cuando ella se neg¨® a financiar su tren de vida. Adem¨¢s, hab¨ªa buenos personajes secundarios: el director de la c¨¢rcel Modelo, Jos¨¦ Mill¨¢n Astray ¡ªpadre del general Mill¨¢n Astray, que a?os despu¨¦s fundar¨ªa la Legi¨®n¡ª, era amigo ¨ªntimo y posible c¨®mplice del Pollo Varela; una amiga de la criada, Dolores ?vila, Lola la Billetera, era tambi¨¦n amante del joven calavera y en su casa aparecieron las joyas robadas la noche del crimen; por si faltaba algo, todo un expresidente del Gobierno, don Nicol¨¢s Salmer¨®n, decidi¨® asumir la defensa de la criada en el juicio.
El cad¨¢ver de Luciana hab¨ªa sido quemado para ocultar la verdadera causa de su muerte, pero la Polic¨ªa lleg¨® antes de lo que sus asesinos esperaban y todav¨ªa eran visibles las marcas de tres pu?aladas en su pecho. En la autopsia se determin¨® que una de ellas hab¨ªa atravesado el coraz¨®n y hab¨ªa causado su muerte inmediata. La criada ten¨ªa marcas de haberse enfrentado con alguien, tal vez con la v¨ªctima mientras la mataba, en opini¨®n del juez. Pese a los antecedentes del Pollo Varela, su coartada era s¨®lida, estaba en prisi¨®n cumpliendo pena por el robo de una capa en un caf¨¦. Adem¨¢s, Higinia solo llevaba seis d¨ªas trabajando en la casa y su historial hac¨ªa pensar que hab¨ªa entrado en ella con el ¨²nico objetivo de robar. As¨ª las cosas, se orden¨® su inmediato ingreso en prisi¨®n.
Pero Higinia no estaba dispuesta a callar y empez¨® a dar m¨²ltiples versiones de los hechos, hasta 20 diferentes, en las que acusaba a su amiga Lola la Billetera y a su amante, el hijo de la v¨ªctima, que sal¨ªa todas las noches de prisi¨®n a su antojo gracias a su amistad con Mill¨¢n Astray. Tambi¨¦n a este, en cuya casa ella hab¨ªa trabajado antes de entrar al servicio de do?a Luciana. Higinia culpaba a los dos se?oritos de haber matado a la mujer, con la colaboraci¨®n de su amiga Lola, para robarla. Ella era una simple encubridora que se limit¨® a abrirles la puerta de la casa en plena noche.
El juicio podr¨ªa recordarnos a muchos de los actuales: curiosos que se agolpaban a las puertas del Palacio de Justicia de la plaza de las Salesas para ver entrar a los acusados y los testigos, los principales periodistas asistiendo para enviar sus cr¨®nicas, un grupo de peri¨®dicos madrile?os unidos para ejercer por primera vez en la historia la acusaci¨®n popular en contra de los se?oritos, caras conocidas en el p¨²blico, un antiguo presidente del Gobierno en la defensa¡ Nadie sali¨® defraudado: algunos testigos acusaron a la criada, otros a los dos burgueses, Nicol¨¢s Salmer¨®n hizo una defensa brillante de la mujer¡ Parec¨ªa que se salvar¨ªa pero, en el ¨²ltimo momento, ella misma se inculp¨® y dijo que todo era un plan de su amiga Lola y ella misma. ?Por qu¨¦ lo hizo? Tal vez esa sea la raz¨®n de su grito: ¡°?Lola, catorce mil duros!¡±.
Higinia todav¨ªa tard¨® casi un a?o en encontrarse con el verdugo, tal vez esperando el indulto y el dinero que le hab¨ªan prometido en caso de declararse culpable. Pero ninguna de las dos cosas lleg¨®. Jos¨¦ V¨¢zquez Varela y Mill¨¢n Astray se salvaron y Lola fue condenada a 20 a?os de prisi¨®n. El Pollo Varela volvi¨® a meterse en l¨ªos poco despu¨¦s: pas¨® gran parte de su vida en la c¨¢rcel de Ceuta por arrojar a una prostituta desde un cuarto piso en la calle Montera y provocarle la muerte. Nunca se sabr¨¢ qu¨¦ fue lo que de verdad ocurri¨® aquella noche de julio, uno de los muchos cr¨ªmenes sin soluci¨®n de Madrid.
Carmen Mola es un seud¨®nimo; la autora, nacida en Madrid, ha decidido permanecer en el anonimato. Con su primera novela, ¡®La novia gitana¡¯, inaugur¨® en 2018 la serie protagonizada por la inspectora Elena Blanco, que ser¨¢ adaptada a la televisi¨®n. Alfaguara Negra publicar¨¢ pr¨®ximamente la cuarta entrega: ¡®Las madres¡¯.
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