La dura tarea de recuperarse de un trastorno de la conducta alimentaria en una sociedad enferma de delgadez
Es necesario promover una cultura de comprensi¨®n, apoyo y aceptaci¨®n, en lugar de aplaudir est¨¢ndares de belleza imposibles
Recuperarse de un trastorno de la conducta alimentaria es realmente dif¨ªcil, porque se trata de deso¨ªr y no obedecer a una voz que convive contigo, es dif¨ªcil y agotador. Los trastornos de la conducta alimentaria son enfermedades mentales que consumen toda la energ¨ªa del que los atraviesa. Solo hay comida, ejercicio, calor¨ªas, compensaci¨®n y culpa. Si a esto le sumamos que vivimos en una sociedad enferma de delgadez que premia y aplaude cada conducta da?ina con la comida y el cuerpo, la tarea se hace casi imposible.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tienen una funci¨®n, por muy aberrante que esto parezca. ?C¨®mo algo tan lesivo puede ser ¨²til? A trav¨¦s del v¨ªnculo con la comida, se sobrevive, es una manera de abordar situaciones dif¨ªciles o traumas, pero la comida en s¨ª no es el problema, solo es el medio.
La comida tiene una trampa, y es que da una falsa esperanza de que es f¨¢cil de controlar. La realidad es que siempre se va de las manos.
Se empieza de una manera sutil, eliminando ciertos alimentos de propiedades nutricionales no tan interesantes, haciendo m¨¢s deporte o dejando de comer comida r¨¢pida cuando sales con los amigos. Esto genera admiraci¨®n en el entorno, la sociedad aplaude esta fuerza de voluntad y empodera a la persona que lo hace. Ella va alcanzando una cierta superioridad moral y fuerza sobre el resto de los mortales que cae en las garras de los placeres de la comida.
Poco a poco se gira la rueda de la restricci¨®n unos cent¨ªmetros m¨¢s, pasa hambre, pero aguanta. Los amigos, la familia, premia que ha perdido peso, ahora est¨¢ m¨¢s guapa y, sobre todo, qu¨¦ fuerza de voluntad, admirable: ¡±Es capaz de ni comerse una patata frita¡±. Esto refuerza los comportamientos restrictivos y socava m¨¢s la trampa de los trastornos de la conducta alimentaria. Ahora hay una identidad en esa persona a la que no debe fallar, si decide comer patatas fritas o cualquier alimento al que ha renunciado previamente, se percibe como una se?al de debilidad.
La psicoterapeuta Mayra Hornbacher los defini¨® ¡°como un salvavidas¡±, seg¨²n su propia experiencia con la bulimia y la anorexia.
Una persona que est¨¢ atravesando por un trastorno de la conducta alimentaria vive continuamente con una voz, a modo de Pepito Grillo malvado, que le dice que siempre puede comer menos, que deber¨ªa hacer m¨¢s ejercicio y que si cena hoy, lo mejor que puede hacer ma?ana es ayunar. Recuperarse de un TCA es un desaf¨ªo continuo a una voz que se ha convertido en una identidad dentro de la persona que lo sufre.
Las personas que pasan por un TCA pr¨¢cticamente pierden su esencia, porque el TCA ocupa demasiado lugar. Lleva tanta energ¨ªa impl¨ªcita, que no queda espacio para nada m¨¢s.
Mientras tanto, la sociedad valida y aplaude la delgadez, se llegue como se llegue, no importa si has perdido peso por una depresi¨®n, una ruptura o un TCA. ?Y lo bien qu¨¦ te ves ahora?
Estamos acostumbrados a valorar el cuerpo de los dem¨¢s por su apariencia y comentarlo como si habl¨¢ramos de la inflaci¨®n o de las elecciones europeas, si tener en cuenta el da?o que podemos causar.
Cuando una persona est¨¢ atravesando un TCA no necesita que le digan que coma, que en ?frica hay ni?os que pasan hambre y ella decide no comer. Si ha dejado de comer, es como consecuencia del dolor que sufre, no como algo aleatorio y fruto de un capricho.
No necesita que le digan que est¨¢ muy triste, que antes ten¨ªa energ¨ªa y siempre estaba alegre, y ahora es un pozo de tristeza. La mayor parte de los trastornos de la conducta alimentaria cursan con depresi¨®n, o con otros trastornos mentales, como comorbilidades. Por tanto, es entendible que la alegr¨ªa haya desaparecido de su vida.
Una persona que apuesta por ella y decide sanar de su TCA, no quiere o¨ªr lo que ha comido hoy, porque lo que ella escucha es que va a engordar y que es d¨¦bil por comer. Tenemos que saber que est¨¢ continuamente desafiando a esa voz interna que le pide que coma cada vez menos.
Tampoco necesita tener polic¨ªas que observe cada bocado que da o el que no da, est¨¢ claro que necesita vigilancia, pero as¨ª lo ¨²nico que va a pasar es que va a esconderse y cabrearse. Necesita una red de sost¨¦n y saber que siempre hay una mano que est¨¢ ah¨ª para ayudarla.
Los trastornos de la conducta alimentaria suponen una c¨¢rcel para el que lo sufre, y una sociedad enferma de delgadez ejerce de carcelera.
Los trastornos de la conducta alimentaria son tremendamente complejos y como sociedad tenemos una responsabilidad para proteger y prevenir que no sigan aumentando de manera tan disparatada entre la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable, que son los ni?os y adolescentes. Es crucial que promovamos una cultura de comprensi¨®n, apoyo y aceptaci¨®n, en lugar de juzgar y aplaudir los est¨¢ndares de belleza imposibles.
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