20 a?os de ¡®Zoolander¡¯, la comedia que dividi¨® al mundo de la moda
Cuando la s¨¢tira dirigida y protagonizada por Ben Stiller lleg¨® a las salas en el oto?o de 2001, se encontr¨® con un p¨²blico traumado y el rechazo frontal de la industria que parodiaba. As¨ª consigui¨® sobreponerse a las cr¨ªticas y, contra todo pron¨®stico, alcanzar su estatus de obra de culto.
Hace 20 a?os que Zoolander lleg¨® a nuestras vidas. O, mejor dicho, que lleg¨® a las pantallas, porque a nuestras vidas acabar¨ªa aterrizando a?os despu¨¦s, de forma m¨¢s o menos aleatoria y tras pasar desapercibida en su estreno en la cartelera. La comedia dirigida, escrita y protagonizada por Ben Stiller, que dio vida al tan alelado como superficial modelo Derek Zoolander, alcanz¨® el estatus de filme de culto por su conjugaci¨®n del humor m¨¢s absurdo con una reivindicada reflexi¨®n sobre la superficialidad, el esnobismo y la vanidad asociadas tradicionalmente a la industria de la moda. Un sector que le cerr¨® primero todas sus puertas, pero que acabar¨ªa sinti¨¦ndose reconocido frente a ese espejo sat¨ªrico cuando su voz m¨¢s influyente y respetada, la de Anna Wintour, decidi¨® que aquel chiste ten¨ªa su gracia.
Para encontrar el germen de la pel¨ªcula hay que retroceder hasta 1996. Con motivo de los premios de moda del canal de televisi¨®n VH1, Stiller se meti¨® por primera vez en la piel de un modelo en un cortometraje emitido durante la ceremonia. El actor, chico de moda en Hollywood a principios de siglo tras los ¨¦xitos de Algo pasa con Mary y Los padres de ella, decidi¨® despu¨¦s desarrollar en un largometraje la historia de aquel maniqu¨ª en horas bajas ¨Ccuyo nombre se inspira en el de Mark Vanderloo¨C que parodiaba el creciente auge medi¨¢tico de las top models. Pero los parodiados congelaron su sonrisa. ¡°Recuerdo que la gente en el mundo de la moda no quer¨ªa tener nada que ver con nosotros. El corto de VH1 parece que no gust¨® demasiado en la industria. Fui a ver a muchos dise?adores tratando de conseguir el vestuario y ninguno estaba interesado en trabajar con nosotros¡±, sostiene en la edici¨®n estadounidense de Vanity Fair el figurinista de la pel¨ªcula, David C. Robinson.
Sin embargo, la percepci¨®n de la industria respecto a Zoolander cambi¨® cuando su or¨¢culo por antonomasia, la editora de la revista Vogue Anna Wintour, decidi¨® convertirse en una f¨¦rrea defensora del proyecto, ejercer como consultora y dar todo el apoyo posible tras bambalinas. Incluso fue ella la que dio la luz verde para que les permitieran rodar en los Vogue Fashion Awards las escenas que abren la pel¨ªcula. ¡°A Anna Wintour le encant¨® el personaje y fue de mucha, mucha ayuda. Creo que, por alguna raz¨®n, la gente acab¨® abrazando la idea porque era una ¨¦poca en la que la moda estaba empezando a convertirse en una parte importante de la cultura pop¡±, revel¨® Stiller a la misma publicaci¨®n.
Tal era el escepticismo en los mentideros de Hollywood con respecto a la viabilidad comercial de la comedia que su protagonista se vio obligado a contratar a la que por entonces era su pareja, Christine Taylor, para dar vida al personaje de Matilda, la periodista de investigaci¨®n que cae rendida ante los encantos del maniqu¨ª. Las primeras opciones, Sarah Jessica Parker y Kate Hudson, hab¨ªan declinado la invitaci¨®n. En palabras de Stiller, solo sinti¨® que su pel¨ªcula ¡°era leg¨ªtima¡± tras conseguir que Milla Jovovich, que hab¨ªa transitado con ¨¦xito entre el cine y la moda, se uniera a ella.
Estrenada el 28 de septiembre de 2001, la s¨¢tira se top¨® a su vez con el rechazo mayoritario de un p¨²blico que, inmerso todav¨ªa en el trauma de los atentados del 11 de septiembre, no ten¨ªa la mirada para aguantar poses de acero azul. ¡°Era un tiempo muy dif¨ªcil para la comedia. Re¨ªr podr¨ªa haber sido un remedio en aquel momento, pero lo cierto es que la gente no estaba preparada¡±, record¨® Christine Taylor a la revista Esquire. Tampoco lo estaba la cr¨ªtica, que machac¨® sin miramientos una parodia calificada de ¡°rid¨ªcula¡± y ¡°absurda¡±. A pesar de la inversi¨®n realizada en marketing y de los positivos test con p¨²blico en los pases previos, que anticipaban un ¨¦xito casi seguro, la comedia no pudo revertir el clima sociopol¨ªtico. ¡°?ltimamente se han publicado art¨ªculos que se preguntan por qu¨¦ odian a los Estados Unidos en algunas partes del mundo. Como primera evidencia, desde Hollywood, yo propongo Zoolander¡±, escribi¨® el m¨ªtico Roger Ebert, que se disculpar¨ªa a?os despu¨¦s por su comentario.
Tras el 11-S, Stiller fue criticado por borrar digitalmente las Torres Gemelas de algunas escenas ¨C¡°la gente que escoge ver esta pel¨ªcula como un entretenimiento escapista no busca otro recuerdo de la tragedia¡±, sostuvo¨C y el filme nunca lleg¨® a estrenarse en Singapur o Malasia. Su estreno en el pa¨ªs asi¨¢tico fue calificado de ¡°inadecuado¡± por los censores teniendo en cuenta que la trama versa sobre el intento de asesinato de su primer ministro a manos de Zoolander. Pero no solo el clima pol¨ªtico influy¨® en su rendimiento. El escritor Bret Easton Ellis amenaz¨® con denunciar a los productores por las m¨²ltiples similitudes con su novela Glamourama (publicada tres a?os antes), que cuenta la historia de un grupo de modelos famosos que trabajan tambi¨¦n como terroristas internacionales.
Su paso por la taquilla se sald¨® con apenas el 10% de la recaudaci¨®n que conseguir¨ªan otras comedias ¨Cm¨¢s cl¨¢sicas¨C del actor, como Los padres de ¨¦l. Fue con el paso de los a?os, su lanzamiento en DVD y las reposiciones en televisi¨®n, cuando los espectadores le dieron la oportunidad anteriormente negada y consigui¨® su estatus de obra incunable. ¡°Es el mejor filme que se ha hecho sobre el mundo de la moda. Estoy obsesionada con ella. Si soy honesta, creo que es mi pel¨ªcula favorita de todos los tiempos¡±, escrib¨ªa all¨¢ por 2007 una joven redactora destinada al estrellato, llamada Hadley Freeman, que ratificaba que no hab¨ªa mejor plan para celebrar el fin de a?o que ver Zoolander.
La prueba de su posici¨®n privilegiada en la cultura pop es que, cuando se anunci¨® la producci¨®n de una secuela, m¨¢s de una treintena de estrellas se pusieron en fila para conseguir su cameo en la pel¨ªcula. Tanto figuras del mundo de la moda (Anna Wintour, Kate Moss, Naomi Campbell o Marc Jacobs) como los Justin Bieber, Kim Kardashian o Miley Cyrus de turno, rogaron a sus creadores para que al menos les dejaran aparecer sentados en el front row. Una situaci¨®n diametralmente opuesta a la originada quince a?os antes, cuando Stiller se encontr¨® con el rechazo mayoritario de los grandes nombres del sector. ?La soluci¨®n? Llevar una c¨¢mara a las alfombras rojas y pedirle a actrices como Natalie Portman que dijeran lo atractivo que les parec¨ªa el modelo de ficci¨®n. Pese al lustre de sus cameos, Zoolander 2 fue incluso m¨¢s vapuleada por la cr¨ªtica y el p¨²blico que la cinta original.
Uno de los pocos que se neg¨® a participar en la secuela de 2016 fue Karl Lagerfeld, maestro del haterismo cr¨®nico mucho antes de la aparici¨®n de Twitter. ¡°Quer¨ªan que estuviera en la pel¨ªcula. ?Pero yo no quiero estar en la pel¨ªcula!¡±, confesaba con su caracter¨ªstico temperamento a la edici¨®n canadiense de la revista Hola. El dise?ador comparti¨® su disgusto con la aparici¨®n sorpresa de Ben Stiller y Owen Wilson ¨Cque da vida al modelo Hansel¨C durante el desfile de Valentino en la semana de la moda de Par¨ªs de 2015, llev¨¢ndose todos los titulares de la jornada en la prensa y opacando la presentaci¨®n de su colecci¨®n para Chanel. ¡°No me gust¨® nada¡±, a?adi¨® sobre la operaci¨®n de marketing. Quiz¨¢ tambi¨¦n tuvo que ver con su negativa el hecho de que, en la trama de la primera pel¨ªcula sugirieran que Lagerfeld era una de las figuras de la industria que conspiraba para que Zoolander acabara con la vida del primer ministro de Malasia evitando as¨ª que este consiguiera la abolici¨®n del trabajo infantil.
Para Justin Theroux, actor y guionista de la secuela, son precisamente los egos tan hipertrofiados del mundo de la moda los que evitaron que sus representantes se sintieran heridos por la parodia. ¡°Lo bueno de todo esto es que las personas a las que estamos satirizando nunca piensan que son ellas el objeto de la broma. La gente me dec¨ªa, ¡®Oh, esa es una gran burla de fulanito sobre tal¡¯, y yo me quedaba pensando, ¡®?Pero si eres t¨²!¡±, evocaba en The Telegraph.
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