Alta Costura: cu¨¢nto cuesta, qui¨¦n compra y la crisis (que no existe)
Algo est¨¢ cambiando en el herm¨¦tico mundo de la alta costura parisina. Sus f¨¦rreas normas se est¨¢n flexibilizando.
Hace a?os que los rumores de una muerte ag¨®nica de la alta costura sobrevuelan Par¨ªs. Un arte tan sublime e inalcanzable (con dise?os 100 veces m¨¢s caros que su versi¨®n pr¨ºt-¨¤-porter) parec¨ªa condenado a desaparecer, devorado por una industria enloquecida que, como la sociedad, avanza a un ritmo cada vez m¨¢s fren¨¦tico, con colecciones ef¨ªmeras en constante renovaci¨®n. El triunfo del consumo lowcost marcaba, para muchos, el fin de una era. Al fin y al cabo, ?alta costura significa tiempo?, explica Anne Val¨¦rie Hash a S?Moda. ?Tiempo para acudir a los fittings. Tiempo para disfrutar de un servicio personalizado. Tiempo para crear una pieza ¨²nica con esmero y dedicaci¨®n, y dar forma paso a paso a un dise?o que jam¨¢s ser¨¢ copiado. Tiempo para entender y apreciar?. Y tiempo para deleitarse en los peque?os detalles es, precisamente, algo de lo que la sociedad actual carece. Por eso resulta tan sorprendente que, mientras la econom¨ªa global se tambalea y los gobiernos de Estados Unidos y Europa hablan de recesi¨®n y pol¨ªticas de recortes presupuestarios, Par¨ªs anuncie el resurgimiento del segmento m¨¢s exclusivo y caro de la industria de la moda.
Sin duda, la alta costura es un laboratorio de ideas caro. Lo es para los clientes (el precio medio de un dise?o ronda los 60.000 euros), pero lo es tambi¨¦n para los creadores. ?Que la colecci¨®n haya registrado r¨¦cord de ventas este a?o no significa que estemos ganando dinero?, insist¨ªa Jean Paul Gaultier tras bastidores. El margen de beneficios es reducido y a veces casi inexistente. ?Para confeccionar un dise?o de alta costura es necesario de seis a siete pasos, desde la primera cita y toma de medidas a la ¨²ltima prueba y entrega?, describe Hash. ?Depende siempre del vestido?, puntualiza para S?Moda Elie Saab. ?El que dise?¨¦, por ejemplo, para la campa?a de publicidad de nuestro primer perfume, Elie Saab Le Parfum, llev¨® m¨¢s de 100 horas de trabajo; y eso que no ten¨ªa bordados. Pero un vestido de c¨®ctel normal necesita una media de seis costureras y 50 horas de trabajo solo para montar la pieza; un c¨¢lculo al que debes a?adir 100 horas si ese vestido lleva bordados. En total, si contamos desde el d¨ªa que el cliente hace el pedido, hablar¨ªamos de un mes a mes y medio (para un vestido de noche) y tres meses y medio (para un vestido de novia) si no se pide ninguna modificaci¨®n respecto al dise?o de pasarela?.
Con todo, las cifras hablan de ¨¦xito comercial. Si en 2009 las ventas de alta costura de la firma Chanel aumentaron entre un 20% y un 30%, el a?o pasado la maison francesa vendi¨® m¨¢s dise?os de alta costura que cualquier otra temporada, seg¨²n se?al¨® hace unos d¨ªas Jess Cartner-Morley en The Guardian. Un triunfo que, seg¨²n los ¨²ltimos comunicados, es generalizado y que, durante esta semana de la moda de Par¨ªs (reducida a tres jornadas), se ha traducido en mensajes de euforia en casas como Dior (con un aumento de las ventas del 27% respecto al a?o anterior), Giorgio Armani (con un incremento del 50% en su l¨ªnea Priv¨¦), Valentino (que habla incluso de un 80%) y Versace (que ha vuelto al calendario oficial, despu¨¦s de ocho a?os sin desfilar en Par¨ªs).
Resulta curioso ¨Csi tenemos en cuenta las noticias de crac econ¨®mico que llegan desde Italia¨C que sean precisamente los italianos los art¨ªfices de este so?ado resurgir de la moda m¨¢s exclusiva. Como Donatella, Valentino o Armani, este mes han sonado con fuerza en la capital francesa los nombres de otros dos italianos: Riccardo Tisci (que ha convertido la presentaci¨®n de su colecci¨®n de alta costura para Givenchy en una de las citas favoritas de la prensa especializada, sedienta de propuestas innovadoras en una pasarela cada vez m¨¢s comercial) y Giambattista Valli, que ha presentado su segunda colecci¨®n de alta costura, la primera como miembro permanente de la c¨¢mara. Una apelaci¨®n excepcional (si tenemos en cuenta que el plazo administrativo habitual es de cinco a?os y no de seis meses), que Grumbach, presidente de la c¨¢mara francesa, justifica porque ?Valli ya ten¨ªa el bagaje y la clientela para ser un dise?ador de alta costura de pleno derecho?.
Algo est¨¢ cambiando en el herm¨¦tico mundo de la alta costura parisina. Sus f¨¦rreas normas se est¨¢n flexibilizando. ?Algunos de los requisitos de la c¨¢mara se establecieron a principios de los a?os 40. Hoy para cumplir esas reglas arcaicas tienes que tener un presupuesto que solo las grandes maisons se pueden permitir. Para que creadores m¨¢s j¨®venes, con presupuestos m¨¢s reducidos, puedan entrar, la c¨¢mara ha tenido que moderar sus exigencias?, explica a esta revista la francesa Anne Val¨¦rie Hash. El liban¨¦s Elie Saab asegura que ?a lo largo de la historia la alta costura ha ido reajustando su pol¨ªtica para atraer a un p¨²blico m¨¢s joven y satisfacer las necesidades de una nueva clientela internacional?.
?Crisis? ?En la maison de la creaci¨®n en Marsella, los presidentes de Chanel y Dior comentaban que la crisis ha reforzado la industria del lujo?, apunta el gallego Jos¨¦ Castro. El boom de la moda m¨¢s elitista y exclusiva es, seg¨²n los analistas econ¨®micos, un reflejo de la polarizaci¨®n actual de la riqueza. La diferencia entre las clases sociales es cada vez m¨¢s abismal y los nuevos ricos son cada vez m¨¢s pudientes. Ellos son precisamente la gallina de los huevos de oro de firmas como Armani Priv¨¦. Nadie da nombres. Todos defienden la privacidad de su codiciada (y mimada) lista de clientes. Algunas son j¨®venes rusas. Es f¨¢cil verlas en la primera fila de los desfiles. Les gusta mostrar su poder adquisitivo. Para ellas, la alta costura es sin¨®nimo de prestigio. Pero otras, la mayor¨ªa, son de China y, sobre todo, de Oriente Medio. Pero a ellas no se las ver¨¢ al lado de Anna Wintour. Prefieren comprar en la intimidad de una sal¨®n privado.
Su agenda social est¨¢ repleta de bodas (de 15 a 20 al a?o) y compran una media de 25 dise?os por temporada. Para ellas, la alta costura tambi¨¦n es s¨ªmbolo de prestigio; pero a diferencia de las rusas, las de Oriente Medio solo muestran su armario en fiestas privadas. Son mujeres que no quieren pagar 5.000 euros por un vestido de Pucci que quiz¨¢ lleve tambi¨¦n otra invitada. Prefieren piezas ¨²nicas y extravagantes, aunque en lugar de 5.000 euros tengan que invertir 65.000 euros. ?Al fin y al cabo de eso se trata: de exclusividad?, dice Saab.
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