As¨ª consigui¨® G-Star hacer el vaquero m¨¢s c¨®modo del mundo
Al principio no le gustaron a nadie. Ahora, los vaqueros ¡®Elwood¡¯ son icono de la firma y uno de los modelos m¨¢s confortables del mercado. Esta es su historia.
Sorpresa: el dise?o de moda 3D no es cosa de este siglo. Tiene ya 20 a?os y lo ide¨® un franc¨¦s para una compa?¨ªa holandesa, G-Star. Y hay m¨¢s: no tiene nada que ver con impresoras. La primera pieza que se cre¨® con este sistema fue ¨Ccomo no pod¨ªa ser de otra manera¨C un vaquero, la bandera (azul) de la vanguardia textil. Y fue el resultado, como todo invento prodigioso, de la necesidad, que siempre agudiza el ingenio.
La historia es una de esas que consigue mantener callada a una sala llena de periodistas (los que hemos viajado hasta Amsterdam, a las oficinas centrales de la firma). Especialmente cuando la escuchas de boca de su creador, Pierre Morisset, una leyenda en el terreno vaquero. Basta decir que le llaman el cirujano del denim. ¡°Era 1995¡±, comienza el dise?ador, que trabaj¨® para firmas como Liberto, Appaloosa, Fiorucci y Wrangler antes de convertirse en director de dise?o de G-Star, en 1994. Es un hombre de 65 a?os, con el pelo canoso y los ojos de un color azul como el de un par de jeans envejecidos. Pero no ha perdido el ¨ªmpetu¡ Ni el acento franc¨¦s. ¡°El mundo del tejano estaba en crisis. Hab¨ªa dejado de ser una prenda especial. Jos [Van Tilburg, el fundador de la firma] estaba convencido de que ten¨ªamos que hacer algo. No dejaba de decirme que G-Star era una marca basada en la idea de modernidad, y que no pod¨ªamos seguir haciendo el tradicional vaquero de cinco bolsillos que todo el mundo hac¨ªa. Ten¨ªamos que hacer el vaquero del futuro. Necesit¨¢bamos dar un giro¡±, explica. Y fue uno radical, de 180 grados.
La inspiraci¨®n le lleg¨® sentado en una terraza de Carcasona, un pueblecito de la regi¨®n de Languedoc-Rosell¨®n, al sur de Francia, cerca de Toulouse. Morisset estaba de vacaciones con su mujer, pero no dejaba de darle vueltas al asunto. Apremiaba encontrar la chispa de la revoluci¨®n. Una chispa que lleg¨® de forma inesperada y sobre ruedas. Dos, para ser exactos. ¡°De pronto vi aparecer a un motorista¡±, recuerda. Se notaba que aquel hombre hab¨ªa conducido durante horas. Le costaba moverse y, despu¨¦s de haber pasado horas encorvado sobre el manillar bajo las inclemencias del viento, el fr¨ªo y la lluvia, tard¨® un par de minutos en recuperar la postura de hommo sapiens. ¡°Cuando se baj¨® de la moto, no pude dejar de fijarme en como los vaqueros se hab¨ªan amoldado a su cuerpo, formando una especie de armadura¡±, describe Morisset, que en ese mismo momento cogi¨® un lapicero y esboz¨®, con trazos apresurados sobre el mantel de papel de la mesa, el boceto improvisado del que ser¨ªa, y es hasta la fecha, el gran icono de G-Star: el vaquero Elwood. El nombre tambi¨¦n es un gui?o a este curioso origen. ¡°Se llama as¨ª por el motorista Mike Hailwood¡±, nos descubre Rebekka Bach, actual directora de dise?o de las l¨ªneas de mujer. ¡°En franc¨¦s, la ¡®h¡¯ no se pronuncia, y por eso suena como ¡®elwood¡¯¡±.
Pero de aquella placita de Carcasona al hall de la fama del denim, a¨²n hab¨ªa un trecho. Y uno largo y lleno de baches. ¡°Al principio no le gust¨® a nadie¡±, recuerda Morisset. Ni siquiera Van Tilburg estaba convencido. ¡°Hasta que se los prob¨®¡±, dice, con una sonrisa, el dise?ador. Es verdad que, vistos en la percha, los Elwood tienen una forma curiosa. M¨¢s bien extra?a. Pero puestos, son otro asunto. ¡°Se amoldan al cuerpo, lo envuelven, y son tremendamente c¨®modos. Al fin y al cabo, G-Star es una marca regida por el pragmatismo. ¡°Para nosotros la forma surge de la funci¨®n y no al rev¨¦s. Lo que hacemos es buscar soluciones, igual que hace un arquitecto¡±, nos explica m¨¢s tarde Shubhankar Ray, director global de marca de G-Star.
Pero, una vez convencido el jefe, tocaba convencer al resto del planeta. Empezaron con un experimento. ¡°Mi hijo estaba trabajando como dependiente en una tienda de ropa. Le mand¨¦ unos cuantos vaqueros, a ver c¨®mo funcionaban entre el p¨²blico. Fue un desastre. Nadie quer¨ªa prob¨¢rselos si quiera¡±, recuerda el creador. Pero insisti¨®, y le pidi¨® al gerente de la boutique que los pusiera en el escaparate. Un par de semanas despu¨¦s recibi¨® una llamada. Al otro lado de la l¨ªnea son¨® una voz emocionada: ¡°?est¨¢n volando, m¨¢ndanos m¨¢s!¡±. Era su hijo. Al parecer alg¨²n cliente aventurero hab¨ªa decidido catar el vaquero y, al ver el resultado, hab¨ªa hecho de emisario de sus bondades entre todos sus conocidos, que, a su vez, hab¨ªan ido a hacerse con un par.
Visto el ¨¦xito, decidieron aplicaron el plan a mayor escala, y enviaron tres piezas a todas las tiendas en su radar, hubiesen trabajado con ellas antes o no. Se las dejaron en dep¨®sito, sin ning¨²n compromiso, pero con la ¨²nica condici¨®n de que hicieran que la gente se los probase. Ese a?o, 1996, el de su lanzamiento, se vendieron 0,001 millones de Elwood. En 2006, aquella insignificante cifra se hab¨ªa multiplicado hasta llegar a los trece millones. Y a d¨ªa de hoy, ya va por los veinte. He aqu¨ª la historia de un superventas.
Reinventar el molde
Adem¨¢s de la historia de c¨®mo lleg¨® al estrellato, lo revolucionario del dise?o de Morisset es que romp¨ªa por completo con las bases (ya m¨¢s que establecidas) con las que se llevaban a?os, sino d¨¦cadas, confeccionando vaqueros. ¡°Hasta entonces todo se hac¨ªa en plano. Con el Elwood, inventamos el patronaje en tres dimensiones, esculpiendo la pieza alrededor del cuerpo¡±, cuenta. Para llegar a ese sistema tan novedoso, se modifican los patrones, se manipulan las costuras y se emplean tratamientos qu¨ªmicos y con calor.
En el dibujo que el franc¨¦s esboz¨® en Carcasona en aquel encuentro ¡°m¨¢gico¡±, como ¨¦l lo describe, con la inspiraci¨®n, se ven ¨Cla firma aun lo conserva en sus archivos¨C los cinco ingredientes clave de este dise?o revolucionario: las rodilleras, las pinzas para dar forma tridimensional, el parche del trasero, la protecci¨®n para los talones y las costuras inclinadas en los muslos.
Todos ellos son elementos que han aparecido en las numerosas interpretaciones que la firma ha hecho del Elwood a lo largo de estos a?os. Incluidas las que ha creado este a?o para celebrar su vig¨¦simo aniversario, y que se ir¨¢n lanzando, a raz¨®n de una por mes y siempre con una versi¨®n para mujer y otra para hombre, en un festejo sartorial como pocos se han visto. La primera, que ha visto la luz el 20 de enero, es un relanzamiento de un modelo creado en 1996, y que a su vez se bas¨® en unos pantalones de archivo dise?ados para competiciones de Enduro, all¨¢ por los a?os 60. Dosis doble de historia. Despu¨¦s, el 20 de febrero, llegar¨¢ la de Pharrell, confeccionada con hilo bi¨®nico, un tejido vanguardista, fruto de la colaboraci¨®n de G-Star con el artista, creado con el pl¨¢stico que se recoge del mar. En marzo seguir¨¢ la pareja firmada por los m¨²sicos Afrojack y Eva Shaw. Y por ¨²ltimo, en abril, la del dise?ador industrial Marc Newson, con quien la firma trabaja desde hace tiempo, y que es a¨²n m¨¢s especial porque hace a?os que no hace ropa femenina.
?Y c¨®mo se come todo esta parafernalia cumplea?era para celebrar 20 a?os de un icono, en una forma que asegura ser ¡°la ant¨ªtesis de la nostalgia¡±? Palabras de Shubhankar Ray. ¡°Miramos al pasado, pero no lo recreamos. Lo usamos como base para dar un paso m¨¢s all¨¢¡±, nos dice Rebekka Bach.
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