As¨ª es el armario de Francisco, el primer Papa ¡®Normcore¡¯
El humilde estilo personal de su santidad, que ensalza la sencillez como valor esencial, despierta tanta admiraci¨®n como su discurso.

No: el?normcore, esa corriente est¨¦tica que ha convertido la antitendencia en tendencia, lo convencional y anodino en moderno, lo m¨¢s elemental en extravagancia pura, haciendo diferentes a aquellos que son igual que los dem¨¢s y volviendo especiales a aquellos que justamente pretenden pasar desapercibidos, ?no ha muerto. Al menos mientras el Papa Francisco siga siendo Papa.?
Su santidad cumple todos los requisitos necesarios para ser el m¨¢ximo representante de la m¨ªnima expresi¨®n . El santo padre es genuinamente una de las personas m¨¢s austeras del mundo. De pensamiento, palabra y obra. Nadie m¨¢s asceta que ¨¦l (ni siquiera Pablo Iglesias), y eso que representa a una instituci¨®n y a un poder, cuanto menos decadente. De color p¨²rpura. Su predecesor, el Papa Benedicto XVII, Ratzinger para los amigos, era infinitamente m¨¢s coqueto y presumido, mucho m¨¢s amigo de la pompa y el boato: un im¨¢n para las firmas. Adem¨¢s de sus inseparables mocasines rojos de Prada calzaba zapatos transpirables que sol¨ªa regalarle la firma italina Geox, cuyo fundador era amigo del portavoz del Vaticano por aquel entonces, el espa?ol Joaquin Navarro-Valls; pose¨ªa un iPod Nano blanco grabado con su nombre, obsequio de los empleados de Radio Vaticano por su 75 cumplea?os; y sol¨ªa protegerse del sol con unas gafas Serengeti. Un verdadero reclamo para el product placement, vaya. Jorge Mario Bergoglio es todo lo contrario y nada quiere saber de vestiduras ni lit¨²rgicas, ni ceremoniosas, ni de marca. Nada de casullas ni paramentos por mucho que el sumo Pont¨ªfice deba presentarse, seg¨²n la Biblia, siempre de manera extraordinaria.?
Francisco desterr¨® de su armario vaticano la mantelina y las joyas de oro, desde su primera aparici¨®n p¨²blica. Asimismo cambi¨® definitivamente la mitra por el casquete y prescindi¨® de la muceta, incluso en su primera misa solemne. ?l prefiere las cruces y sortijas argentadas, tambi¨¦n el anillo del Pescador, que hizo ba?ar expresamente en plata dorada. Su modestia y sencillez le hacen llevar durante todo el a?o una humilde sotana de lana color marfil bajo la que no lleva ninguna faja de seda sino una camiseta, un su¨¦ter y unos pantalones de lo m¨¢s b¨¢sico. A sus pies, un mismo modelo de zapatos con cordones de piel de becerro negra y suela de goma, confeccionado -y reparado cuando toca- por el ortopedista bonaerense Carlos Samaria, un amigo de toda la vida.

El reloj del Papa Francisco no supera los 50 euros.
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Negro y funcional (solamente da la hora: ni lo intentes Apple) es tambi¨¦n su reloj suizo de menos de 50 euros. Cuentan que hace poco se le rompi¨® la correa y solamente acept¨® cambiarlo por uno nuevo cuando se cercior¨® de que no le costar¨ªa m¨¢s que arreglarla. Un planteamiento parecido hizo al salir a comprarse unas gafas graduadas por el centro de Roma hace unas semanas: su ¨²nica premisa era no gastar demasiado. Cero lujos y ahorro ante todo. En su reciente gira por Estados Unidos lo m¨¢s preciado que meti¨® en su maleta vintage es su m¨¢quina el¨¦ctrica de afeitar, y es que su ¨²nico ritual de belleza confesado y confesable es repasarse la (no) barba hasta tres veces al d¨ªa.?Queda claro as¨ª que la sobriedad en el hacer y en el vestir del Papa Francisco es cuesti¨®n tan ideol¨®gica y espiritual como su doctrina. Si bien Joseph Ratzinger lleg¨® a aparecer en la lista de hombres con m¨¢s estilo de algunas revistas, Bergoglio acapara titulares e incluso ha protagonizado la portada de Time o Rolling Stone por razones bien distintas. Por ese mensaje de normalidad que sin darse cuenta reivindica. Lo dicho: purito normcore.

Para ir de viaje opta por su vieja maleta.
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