Demna Gvasalia vuelca sus traumas por la guerra en su colecci¨®n para Balenciaga dedicada a Ucrania
El dise?ador, que fue un ni?o refugiado y considera que la semana de la moda de Par¨ªs ¡°parece algo absurdo¡±, presenta un metaf¨®rico desfile en el que las modelos avanzaban contra una tormenta de nieve.
Sobre las sillas, esperaban una camiseta con la bandera de Ucrania y una nota. ¡°La guerra me ha tra¨ªdo de vuelta el dolor de un trauma que arrastro desde 1983¡±. El director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia (Sujumi, Georgia, 40 a?os), habla de la guerra civil entre Georgia y Osetia del Sur ¨Cla regi¨®n donde naci¨®¨C y que le convirti¨® en un refugiado.
¡°El miedo, la desesperaci¨®n y la confirmaci¨®n de que nadie te quiere¡± han regresado de golpe a la cabeza de este creador, que, con 12 a?os huy¨® de Georgia a Alemania a trav¨¦s de Ucrania y vio c¨®mo su familia cambiaba un Kalashnikov por un burro para que, despu¨¦s de que su coche se averiara, su abuela pudiese huir del pa¨ªs junto a ellos por las monta?as.?Unos episodios dram¨¢ticos ¨Cla limpieza ¨¦tnica contra los georgianos est¨¢ reconocida por la ONU desde 2008¨C que ya exorciz¨® en su colecci¨®n primavera-verano 2019 para Vetements, la marca que fund¨® hace nueve a?os junto a su hermano Guram.
Gvasalia pens¨® en suspender el desfile de este domingo. ¡°En tiempos como estos, la moda pierde su relevancia y su derecho actual a existir. La semana de la moda parece algo absurdo¡±, explicaba en un comunicado en el que no se citaba ni una vez la palabra Rusia. Los meses de trabajo de su equipo y la constataci¨®n de que no desfilar supon¨ªa ¡°rendirse al demonio¡± que tanto le ¡°ha herido durante casi 30 a?os¡± le convenci¨® para seguir adelante. ¡°No puedo sacrificar m¨¢s partes de mi por esta guerra de ego sin sentido y sin coraz¨®n¡±.
La puesta en escena de su desfile no pudo ser m¨¢s metaf¨®rica: brutal y po¨¦tica al mismo tiempo. Sobre una estepa de nieve, los modelos caminaban indefensos pero decididos contra la tormenta, acarreando pesadas bolsas de basura. El negro te?¨ªa toda la colecci¨®n a excepci¨®n de los dos ¨²ltimos looks: un ch¨¢ndal amarillo, seguido de un vestido azul con una enorme cola que ondeaba desgarr¨¢ndose violentamente al viento. Los colores de la bandera ucraniana cerraban as¨ª un desfile que ratifica el incre¨ªble talento de Gvasalia para provocar las emociones m¨¢s fuertes en quien contempla su trabajo; en su mayor parte, sensaciones inc¨®modas, desafiantes, casi violentas, pero que se agarran al pecho y poseen la extraordinaria ¨Cpor poco frecuente¨C cualidad de resultar memorables.?Este desfile tambi¨¦n confirma lo que el georgiano lleva demostrando desde que tom¨® las riendas de Balenciaga en 2015: que es capaz, como muy pocos lo son, de reflejar los cambios sociales y las sensibilidades contempor¨¢neas a trav¨¦s de una moda digerible y deseable por las nuevas generaciones.
Gvasalia no es un dise?ador complaciente en su discurso. Tampoco con sus prendas, que en esta colecci¨®n representan una versi¨®n depurada y m¨¢s comprensible, por no decir comercial, de sus cl¨¢sicos: desde los ch¨¢ndales XL hasta los abrigos, ahora menos monstruosos, pasando por sus vestidos de flores combinados con botas-media en el mismo estampado. Todo salpicado por referencias como modelos tapados con toallas y mantas, o bolsos que emulaban dos botas echadas a la espalda. El show, seg¨²n Gvasalia, no necesita explicaci¨®n. ?Est¨¢ dedicado a la valent¨ªa, la resistencia y la victoria del amor y la paz?.
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