Fragancias bomb¨®n
Recuerdan a los pasteles, a las chuches y al turr¨®n. Los perfumes dulces se imponen. Su regreso es m¨¢s que una tendencia. Los aromas golosos alivian la depresi¨®n y despiertan nuestro yo infantil, so?ador y optimista.
Vainilla, caramelo, frutas del bosque, frutos ex¨®ticos¡ Los perfumes de temporada huelen a tienda de golosinas. Desde Loverdose de Diesel (pralin¨¦) hasta Body de Burberry (melocot¨®n), pasando por Amor Amor Forbidden Kiss de Cacharel (frutas del bosque); las fragancias se ba?an en toneladas de az¨²car. Los datos lo corroboran: los aromas dulces representan un 30% del mercado, seg¨²n el fabricante de perfumes IFF. Una barbaridad. En la lista de los m¨¢s vendidos y justo detr¨¢s de los dos t¨®tems (Chanel N? 5 y J¡¯Adore de Dior) est¨¢n Angel de Thierry Mugler (caramelo), Coco Mademoiselle de Chanel (un afrutado chipre), Miss Dior Ch¨¦rie (un sorbete de fresa) y Lolita Lempicka (un c¨®ctel de regaliz y vainilla). ?Las notas dulces son mayor¨ªa; en Guerlain vendemos m¨¢s perfumes dulzones como Mosc¨²?, confirma Sylvaine Delacourte, directora de Desarrollo de Perfumes de La Maison Guerlain. La vainilla, las frutas del bosque y el caramelo son los ingredientes m¨¢s empleados en el sector. Entre las frutas ex¨®ticas, triunfa el lichi (Eau d¡¯Issey Florale y Rose The One de Dolce & Gabbana).
El movimiento tiene chicha. ?Las notas azucaradas son parte de nuestro patrimonio cultural. Nos recuerdan a las gominolas, los chupa chups y las piruletas que devor¨¢bamos de ni?as?, opina Sylvaine Delacourte. La vainilla es una de las m¨¢s recurrentes. Una de las posibles razones: las leches maternas de los a?os 70 y 80 estaban enriquecidas con ese ingrediente. El sector lo sabe y se aprovecha de su carga nost¨¢lgica. La relaci¨®n entre los olores y la memoria est¨¢ demostrada cient¨ªficamente. ?Los aromas conectan directamente con el hipocampo, el sistema cerebral de memorias. Este ¨¢rea est¨¢ relacionada con las emociones. Los olores, los recuerdos y los sentimientos est¨¢n ligados?, razona Manuel Mart¨ªn-Loeches, profesor de Psicobiolog¨ªa de la UCM y director de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evoluci¨®n y Comportamiento Humanos (UCM- ISCIII). ?Qui¨¦n no recuerda el olor del Cola Cao caliente por las ma?anas? ?O el de las casta?as en oto?o?
Nuestra relaci¨®n con los olores no es solo cultural, tambi¨¦n es gen¨¦tica. ?Depende de cada individuo. Si nuestros padres adoraban los dulces, seguramente nosotros tambi¨¦n?, plantea Mart¨ªn-Loeches. La biolog¨ªa entra en juego. ?Estas notas remiten a unos alimentos y nutrientes esenciales para nuestro organismo?. Nada m¨¢s olerlos, el cerebro se pone en funcionamiento ante la expectativa de consumir glucosa.
Tambi¨¦n nos protegen. Las fragancias golosas funcionan como una barrera. Nos hacen sentir bien con nosotros mismos. Los caramelos, el regaliz, los chicles complacen a las endorfinas; las relajan. Y, de paso, rebajan el nivel de estr¨¦s y de ansiedad. Tambi¨¦n levantan el ¨¢nimo. ?Los neurotransmisores implicados en la conversi¨®n de la glucosa tratan la depresi¨®n?, insiste el profesor de Psicobiolog¨ªa de la UCM.
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