La psicolog¨ªa de la apariencia ?una nueva ciencia?
Los labiales, las sombras y el colorete son determinantes a la hora de juzgar la moral y la personalidad: pueden inclinar la balanza en una entrevista de trabajo, arruinar la carrera de un pol¨ªtico o dar un toque tan sexy que no transmita confianza.
Va m¨¢s all¨¢ del embellecimiento y de los ritos tribales: el maquillaje tiene aplicaciones terap¨¦uticas y es un veh¨ªculo de informaci¨®n cuya funci¨®n pragm¨¢tica algunos expertos comparan con la de los gestos. ?Sin embargo, casi no existen estudios sobre su influencia, y pocos han analizado c¨®mo determina la manera en la que percibimos a los dem¨¢s?, explica Arnaud Aubert, catedr¨¢tico del departamento de Neurociencia de la Universidad Fran?ois-Rabelais (Francia). Aubert sabe de lo que habla. Est¨¢ inmiscuido en una de las primeras investigaciones sobre la ?sintaxis del maquillaje?. Todav¨ªa no tiene todos los resultados, pero sus descubrimientos prometen. ??Por qu¨¦ me centro en el estudio de las bases, labiales y sombras? Porque nos permiten modificar la opini¨®n que el interlocutor se forma de nosotros. El ser humano juzga, en un segundo, no solo el atractivo, sino tambi¨¦n la personalidad y la moral. La imagen nos basta para decidir ¨Cde manera inconsciente¨C si alguien es honrado o no. Es una cuesti¨®n antigua, evolutiva; no se trata de un tema fr¨ªvolo ni superficial. La apariencia, como la palabra, vehicula informaci¨®n sobre la salud, el sexo y la psicolog¨ªa. Lo interesante es que esos datos se pueden modificar con tan solo un brochazo?, razona el experto.
Este neurocient¨ªfico franc¨¦s ha analizado la sem¨¢ntica del maquillaje para extraer unos par¨¢metros y determinar tipolog¨ªas. ?En general, existen dos, uno diurno, muy natural, y otro nocturno, m¨¢s teatral. En el experimento, tambi¨¦n incluimos una tercera modalidad, un retoque laboral que agranda la mirada, borra imperfecciones y trabaja la simetr¨ªa. Para sacar conclusiones, los proyectamos en los rostros de varias mujeres y planteamos estas preguntas a quienes los apreciaban: ?Var¨ªa la edad y el atractivo de la mujer dependiendo del tipo de maquillaje? Y sus cualidades sociales: ?parece m¨¢s seria y motivada? La respuesta en ambos casos fue afirmativa?.
Esta rama de la ciencia se conoce como psicolog¨ªa de la apariencia. ?Ojo, no tiene nada que ver con la morfopsicolog¨ªa, una t¨¦cnica que asocia un rasgo f¨ªsico a un atributo, por ejemplo una nariz grande se relaciona con la maldad. Eso no es ciencia, es una estupidez. Nosotros buscamos respuestas a preguntas como: ?qu¨¦ sucede en nuestra mente cuando juzgamos a alguien por su apariencia? ?La valoraci¨®n depende solo del que observa? ?O existen patrones comunes cuando estimamos c¨®mo es alguien? ?Las reacciones cambian dependiendo del tipo de maquillaje??.?
Otra investigaci¨®n responde con un s¨ª a esa ¨²ltima pregunta. En 2011, Procter & Gamble public¨® junto a Nancy Etcoff, una prestigiosa psic¨®loga de la Harvard Medical School, los resultados de un experimento poco convencional. ?Nos centramos en el impacto del color en la percepci¨®n del rostro: los pigmentos alteran variables como el tono, la textura o la uniformidad?, explica Etcoff. Y razona: ?Aunque no nos guste reconocerlo, estamos programados para juzgar el libro por la portada. Las personas atractivas nos parecen m¨¢s talentosas, sociables y buenas. Es el llamado ?efecto del halo de la belleza?. El equipo de esta investigadora compar¨® cuatro tipos de maquillaje: uno natural, otro profesional, otro glamuroso y otro sexy. ?Los dos ¨²ltimos, m¨¢s coloridos, exageran la mirada. A 250 metros, los rostros empolvados, comparados con los no retocados, recibieron mejores calificaciones en competencia, confianza y atractivo?, asegura Etcoff.?
El doran, el maquillaje de las geishas, no embellece, evita que transmitan emociones.
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Pero cuando las fotos se observaron con m¨¢s detenimiento, llegaron las sorpresas. Las tipolog¨ªas sexy y glamurosa recibieron notas bajas en un apartado: el de la confianza. ?Por qu¨¦? Aubert aporta una teor¨ªa: ?La comunicaci¨®n no verbal determina por qu¨¦ una persona nos puede parecer m¨¢s fiable que otra a primera vista. Si se a?aden filtros, como demasiada sombra o base, la comunicaci¨®n emocional se resiente. Si abusamos del producto, taponamos las facciones y expresamos menos?. Y a?ade: ?Un error muy com¨²n es borrar las patas de gallo. Esas arrugas expresan una sensaci¨®n positiva: la felicidad, porque miman la contracci¨®n del m¨²sculo implicado en la sonrisa?. La zona del entrecejo y de la boca son otro cantar. ?El ce?o fruncido y el c¨®digo de barras tienen connotaciones negativas, indican enfado y tristeza, respectivamente; se deben matizar?, recomienda el catedr¨¢tico.
La funci¨®n de careta, de cortina de humo ante las emociones, la personifica el doran, el maquillaje tradicional de las geishas. ?No sirve para embellecerlas, sino para convertirlas en arquetipos. Los polvos no dejan translucir las emociones, porque para que la geisha se considere una buena acompa?ante debe desaparecer como mujer?, argumenta el experto.?
Y es que no todas las culturas se maquillan igual. Los pa¨ªses del norte de Europa gastan m¨¢s en cremas que en pigmentos; justo al contrario que los del sur. ?Las escandinavas prefieren no abusar del color. Es una declaraci¨®n de intenciones: ¡°Si ellos no se maquillan, nosotras tampoco¡±. Es una manera de reclamar igualdad?. Tambi¨¦n hay razones hist¨®ricas. ?No se trata de ser m¨¢s o menos extrovertidos. Se debe a la religi¨®n. Los protestantes suelen ser m¨¢s rigurosos con su apariencia, m¨¢s comedidos. Optan por un look neutral, casi imperceptible. Los cat¨®licos, no?, explica Aubert.?
?Y qu¨¦ comparten todas las culturas? La simetr¨ªa. ?Las sombras, el?eyeliner, la m¨¢scara y el iluminador armonizan?, asegura el franc¨¦s. La clave: la mirada. ?En vez de fijarnos en los ojos, observamos el contorno del maquillaje, sim¨¦trico. El equilibrio aumenta el atractivo?. Claro que siempre se puede introducir un peque?o detalle que rompa la armon¨ªa. ?En los siglos XVII y XVIII ya se dibujaba un lunar en el rostro o en el escote. Ese rasgo, aunque sea artificial, llama la atenci¨®n y atrae?.?
Con las arrugas de la boca, se puede parecer triste.
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El tri¨¢ngulo social. Se llama as¨ª a la zona comprendida por los ojos, la nariz y la boca. ?Esa ¨¢rea est¨¢ cargada de informaci¨®n; la expresi¨®n se comunica en ese tri¨¢ngulo?, informa Aubert. El ser humano lo sabe, al menos de manera inconsciente. En un sondeo reciente realizado en Francia, China y Rusia por el instituto franc¨¦s Ifop, el 60% de las 8.000 mujeres encuestadas eligi¨® el rostro como la zona m¨¢s importante del cuerpo.
Esta parte es tan determinante que, seg¨²n un experimento de Arnaud realizado junto a la Fundaci¨®n L¡¯Or¨¦al, puede inclinar la balanza en una entrevista de trabajo. ?En 2012 evaluamos el impacto del maquillaje en la reinserci¨®n laboral y nos dimos cuenta de que ayuda. Toda la informaci¨®n social se encuentra en el centro del rostro. Si los granitos o las manchas distraen, el interlocutor procesa menos los datos y su valoraci¨®n baja. Adem¨¢s, el maquillaje sirve de apoyo, es una herramienta que permite reconciliarse con su cuerpo y con su imagen?.?
Hay quien va m¨¢s lejos y confiere al maquillaje el superpoder de hacernos triunfar en ¨¦pocas de crisis econ¨®mica. Suena sexista, pero seg¨²n el informe?Boosting Beauty in an Economic Decline: Mating, Spending, and the Lipstick Effect?[Embellecer en tiempos de contracci¨®n econ¨®mica: flirteo, gasto y el ¨ªndice lipstick], que incluye cinco estudios, las f¨¦minas gastan m¨¢s en cosm¨¦tica en momentos de recesi¨®n porque buscan estabilidad financiera y desean seducir a un hombre con recursos. ?El maquillaje es coqueteo, pero no es una estrategia consciente, se produce de forma autom¨¢tica: cuando vienen mal dadas nos acicalamos para atraer a los dem¨¢s, especialmente a aquellos que nos pueden ayudar?, matiza Aubert.?
Sea como fuere, la historia se repite: el ¨ªndice?lipstick?vuelve a alegrar las cuentas del sector. Este baremo defiende que, en ¨¦pocas de crisis y a pesar de la ca¨ªda de otros productos de consumo, la venta de las barras de labios aumenta, algo que ya ocurri¨® durante la Segunda Guerra Mundial y que se repite m¨¢s de medio siglo despu¨¦s. En Estados Unidos, los pintalabios generaron 665 millones de d¨®lares (846 millones de euros) entre septiembre de 2012 y agosto de 2013; es decir, un 11% m¨¢s que en el periodo anterior, seg¨²n datos de la consultora NPD Group. En Espa?a, donde la recesi¨®n es mucho m¨¢s acusada, las ventas descendieron un 2%, pero se desembols¨® m¨¢s por cada labial exclusivo: 24 euros, un 1% m¨¢s que el periodo anterior. ?Las ventas de cosm¨¦ticos de lujo y de mercado de masas en el mundo han aumentado en los ¨²ltimos 10 a?os y, coincidiendo con la contracci¨®n econ¨®mica, el segmento que m¨¢s ha crecido es el?premium?.?
Nicolas Sarkozy se gast¨® 34.400 euros en cosm¨¦tica en un a?o.
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En pol¨ªtica, la imagen tambi¨¦n pesa. ?La cosm¨¦tica se ha integrado en la vida del hombre. La piel es salud y se cuida con cremas y se embellece con fondos o corrector. Se est¨¢ normalizando su uso. Los pol¨ªticos se maquillan para salir en televisi¨®n, en una campa?a publicitaria o incluso para asistir a un acto p¨²blico?, opina Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, experto en comunicaci¨®n. Para este consultor pol¨ªtico, si los ojos son el espejo del alma, la dermis es el reflejo del estilo de vida. ?Est¨¢ claro que comunica valores: si el pol¨ªtico come y duerme bien, si hace deporte, si se cuida¡?. ?Y cu¨¢les son los c¨®digos de un buen look? ?Es fundamental eliminar las huellas del cansancio y los brillos, trabajar la elasticidad y realzar, no distorsionar. El maquillaje no debe ser la noticia, sino el rostro?. ?Un pol¨ªtico que lo borde? ?Obama. Para los estadounidenses se trata de una cuesti¨®n cultural, de respeto. Ellos piensan: ¡°Me maquillo porque voy a hablarte y quiero estar fresco, presentable y agradable¡±?. En Espa?a, en cambio, los prejuicios persisten. ?Los hombres todav¨ªa recelan de su uso?, se lamenta Guti¨¦rrez-Rub¨ª.
Esos escr¨²pulos han degenerado, en varios casos, en esc¨¢ndalo. Benjam¨ªn Netanyahu, por ejemplo, levant¨® un sal¨®n de belleza en su residencia oficial en 2009 y desembols¨® 1.200 euros mensuales en peluquer¨ªa y maquillaje durante su pasada legislatura. Que esos datos salieran a la luz en 2013, no le dieron precisamente buena imagen. Otro episodio pol¨¦mico ocurri¨® en 2009 cuando el secretario del ex primer ministro brit¨¢nico Gordon Brown olvid¨® en un taxi un documento con los trucos de cosm¨¦tica del mandatario ¨Cun delineador, una base, una espuma antibrillos¨C. ?El problema fue esconder su uso, como si fuera algo de lo que avergonzarse. Si el gasto no es excesivo y se comunica, la imagen del pol¨ªtico puede salir reforzada. Los maquilladores de Obama se pasan el d¨ªa dando entrevistas sobre los secretos del presidente?, argumenta Guti¨¦rrez-Rub¨ª.
Pero para episodios sonados, el de Nicolas Sarkozy. Una comisi¨®n financiera investig¨® en 2008 las cuentas del expresidente franc¨¦s y encontr¨® facturas de hasta 450 euros por una hora de make up; en un solo a?o el mandatario se hab¨ªa gastado 34.400 euros anuales en maquillaje.
El maquillaje tiene un poder terap¨¦utico en muchos enfermos. Se ven mejor y se sienten mejor.
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Poder terap¨¦utico.?Por los talleres de?Ponte Guapa, te sentir¨¢s mejor?de la Asociaci¨®n Nacional de Perfumer¨ªa y Cosm¨¦tica (Stanpa) han pasado unas 400 personas en Espa?a desde su creaci¨®n en 2012. ?Estamos en 10 hospitales de Madrid, Barcelona, Ciudad Real y Girona, y vamos a seguir expandi¨¦ndonos?, anuncia Pilar Cair¨®, directora de este programa que trabaja con pacientes de c¨¢ncer. ?El tratamiento es muy agresivo y la dermis se resiente, se deshidrata y se vuelve reactiva y sensible. Adem¨¢s, las pesta?as, las cejas y el pelo caen, por lo que la expresi¨®n cambia. Muchas no se reconocen. Encima, el diagn¨®stico suele ser traum¨¢tico, un batacazo personal y un trago muy dif¨ªcil para el entorno?, detalla Cair¨®. Estas clases son gratuitas, duran dos horas y las imparten dos esteticistas profesionales y voluntarios. ?La primera hora se dedica al cuidado, la limpieza, la hidrataci¨®n y la protecci¨®n solar. Y la segunda, al maquillaje. Esta ¨²ltima es muy l¨²dica y sus beneficios emocionales y f¨ªsicos est¨¢n demostrados¡ Son un canto a la vida, una inyecci¨®n de optimismo, de complicidad y camarader¨ªa?, insiste.
?Yo soy muy optimista, no me gusta dramatizar y tengo muy asimilada esta enfermedad?, admite Laura L¨®pez, de 67 a?os, a quien le fue detectado un c¨¢ncer bilateral de mama. ?En un principio fui al taller por divertimento. Pero luego me di cuenta de lo ¨²til que es: casi no te quedan pesta?as, cabello y cejas y aunque t¨² te encuentres bien, tu entorno puede sentirse inc¨®modo, y ese malestar se te contagia?. Y a?ade: ?Te lo pasas genial: yo llegu¨¦ all¨ª el primer d¨ªa, me quit¨¦ la peluca y algunas compa?eras m¨¢s t¨ªmidas me imitaron. Aprendimos y nos re¨ªmos mucho?.
El grupo Shiseido tambi¨¦n demostr¨® en 2011 los beneficios terap¨¦uticos del maquillaje en ancianos. Seg¨²n la compa?¨ªa japonesa, impartir clases con pinturas reduce los niveles de demencia, fomenta una actitud optimista y anima. Unas conclusiones que se alcanzaron tras poner en marcha un programa de tres meses en la residencia Nursing Plaza Kohoku (Yokohama, Jap¨®n). Un ritual de tratamiento facial dos veces al d¨ªa y dos clases mensuales de maquillaje durante tres meses consiguieron que los mayores se vistieran, se asearan y comieran mejor. Incluso, aseguran, aument¨® la fuerza en sus manos.
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