Bajar de peso con Ozempic, una cuesti¨®n de clase y estatus
¡°El privilegio de ser delgado est¨¢ ligado a la riqueza y al acceso a soluciones de vanguardia¡±, dice la escritora Ellen Atlanta. Aunque el f¨¢rmaco s¨®lo es financiado por la sanidad p¨²blica si se cumplen tres requisitos concretos, quienes pueden pagar para tener su receta no dudan en hacerlo
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Cuando en el Congreso Nacional Farmac¨¦utico celebrado en Valencia en febrero del a?o pasado Matilde S¨¢nchez Reyes, presidenta de la Federaci¨®n de Distribuidores Farmac¨¦uticos (Fedifar), asegur¨® que ¡°el acopio de Ozempic rompe la equidad en el acceso de los pacientes al tratamiento que necesitan¡±, la desigualdad se adentr¨® en la conversaci¨®n nacida alrededor del f¨¢rmaco dise?ado para tratar la diabetes tipo 2 o la obesidad. Aunque se trata de un medicamento que ha de ser prescrito por un m¨¦dico, ya no s¨®lo las celebridades, sino todos quienes puedan permitirse pagarlo, recurren a ¨¦l para mermar el apetito y perder peso a una velocidad hasta ahora desconocida. Comprobamos que no s¨®lo entra entonces en juego la desigualdad en esta charla, sino tambi¨¦n el dinero y el estatus. ¡°En Am¨¦rica, ser delgado ha sido un bien de lujo y un s¨ªmbolo de estatus durante los ¨²ltimos 25 a?os, pero Ozempic va a cambiar el panorama. ?Cu¨¢l es ahora el nuevo s¨ªmbolo de estatus? ?Estar mazado?¡±, se pregunta en ¡®X¡¯ un usuario.
El precio de la delgadez
¡°A d¨ªa de hoy, para conseguir Ozempic es necesario disponer de una receta m¨¦dica p¨²blica o privada. Mucha gente est¨¢ dispuesta a pagar el f¨¢rmaco para saltarse listas de espera y el protocolo que se cumple estrictamente desde la sanidad p¨²blica, por lo que agenda cita con un endocrino mediante la sanidad privada¡±, asegura el endocrino V¨ªctor Bravo, que el 27 de marzo publica Maldito az¨²car (Grijalbo, 2025). ¡°Para ser financiada, esa persona ha de tener diabetes tipo 2, obesidad y un control gluc¨¦mico alto que es incapaz de controlar con pastillas¡±, advierte. Se?ala tambi¨¦n que el efecto del f¨¢rmaco ha sido estudiado en personas con obesidad y diabetes tipo 2, es decir, en un perfil concreto de pacientes, no en personas saludables. Pero poco o nada parece importar esto a quienes han encontrado en la billetera la soluci¨®n m¨¢s r¨¢pida para perder peso.
Ozempic est¨¢ fabricado por Novo Nordisk, que en una conferencia telef¨®nica de ganancias de fin de a?o de 2022 ya aleg¨® un crecimiento del mercado mundial del 50%, con casi 40.000 nuevas recetas de Wegovy ¡ªque tiene el mismo ingrediente activo que Ozempic¡ª cada semana. Las cifras siguen creciendo, y el inter¨¦s demuestra que aunque estar delgado exig¨ªa hasta ahora para muchos tener algo que no se puede comprar, es decir, fuerza de voluntad, con este f¨¢rmaco, lo que se necesita es tener dinero. Por eso la alfombra roja de los eventos cinematogr¨¢ficos internacionales, que por fin parec¨ªan estar abriendo las puertas a la diversidad corporal, lleva tiempo despertando titulares ante la delgadez que caracterizaba a quienes desfilaban por ella. ¡°Cuando echo un vistazo a la sala, no puedo evitar preguntarme, ?ser¨¢ Ozempic adecuado para m¨ª?¡±, brome¨® Jimmy Kimmel en su mon¨®logo en los premios Oscar. ¡°Los Globos de Oro son la noche m¨¢s importante para Ozempic¡±, dijo Nikki Glaser en el mon¨®logo con el que abri¨® la gala.
Precisamente en Hollywood es donde se ha comenzado a hablar ya de la era de la ¡°undetectable beauty¡±, pues las celebridades est¨¢n recurriendo a una serie de tratamientos de belleza con los que parecen retroceder en el tiempo poniendo en marcha un ox¨ªmoron, pues lo hacen de una forma realmente llamativa pero a la vez, indetectable. Ellen Atlanta, autora de Pixel Flesh: How Toxic Beauty Culture Harms Women (Headline, 2024), asegura que sin lugar a dudas, el triunfo del Ozempic hace eco de la din¨¢mica de ese tipo de belleza en la que la tecnolog¨ªa y los productos farmac¨¦uticos redefinen silenciosamente las jerarqu¨ªas sociales. ¡°El acceso a medicamentos para bajar de peso como Ozempic ya est¨¢ se?alando una nueva era de disparidad de clases, donde el privilegio de ser delgado est¨¢ ligado a la riqueza y al acceso a soluciones de vanguardia. En este panorama, la obesidad corre el riesgo de ser codificada como un marcador de desventaja econ¨®mica, reforzando estereotipos da?inos y ampliando la brecha entre quienes pueden darse el lujo de ¡°optar por no involucrarse en modificar¡± su biolog¨ªa y quienes no¡±, explica a SModa.
El peso como marcador de clase
Virginia Sole-Smith, una popular activista americana cuya misi¨®n se centra en desmantelar la cultura de la dieta y la gordofobia, ya advierte en su libro Fat Talk: Parenting in the Age of Diet Culture (Henry Holt and Co., 2023) que el peso se ha convertido en un marcador de clase. ¡°Asociamos la ¡°epidemia de la obesidad¡± con los alimentos procesados, con el abuso de la televisi¨®n y con llevar pantalones deportivos de los supermercados Walmart. Suponemos que la gente engorda (o peor a¨²n, deja que sus hijos engorden) por pereza e ignorancia. Y estos estereotipos negativos sobre los motivos y la moral de las personas que habitan cuerpos m¨¢s grandes refuerzan esa repulsi¨®n¡±, advierte.
Se?ala que al recurrir los pacientes adinerados a Ozempic con la finalidad de perder peso, el medicamento exacerba la mentalidad gorf¨®doba presente en la cultura. ¡°Si vivi¨¦ramos en una cultura en la que comer fuera no agobiara a la gente, no tendr¨ªamos ese ruido en nuestros cerebros¡±, dice al considerar que al volverse el denominado ¡°ruido del hambre¡± m¨¢s fuerte cuando alguien est¨¢ a dieta, Ozempic apaga esa voz incesante, por lo que se convierte en un aliado incre¨ªblemente seductor. A ese ruido es al que se refiere Oprah Winfrey cuando dijo recientemente en su podcast que lo que ella pensaba inicialmente que era ¡°fuerza de voluntad¡± en el caso de las personas delgadas, era en realidad la absoluta ausencia de pensamientos intrusivos sobre la comida, tambi¨¦n conocidos como ¡°ruido del hambre¡±. ¡°Me di cuenta la primera vez que tom¨¦ el GLP-1 de que la gente delgada ni siquiera est¨¢ pensando en ello. Come cuando tiene hambre y para cuando est¨¢ llena¡±.
Sin embargo Johann Hari, autor de Adelgazar a cualquier precio (Ediciones Pen¨ªnsula, 2025), libro en el que cuenta su propia experiencia con estos f¨¢rmacos, considera que hay que diferenciar entre el corto y el largo plazo si realmente hay que hablar de c¨®mo su subraya la diferencia entre clases. ¡°A corto plazo sin duda refuerza tal distinci¨®n, porque es un medicamento caro que actualmente usan los ricos, mientras que los pobres no pueden acceder a ¨¦l, pese a que son m¨¢s propensos a la obesidad. Creo que el sistema de salud p¨²blico, como el de Reino Unido y el de Espa?a, tendr¨ªa que pagar estos medicamentos, porque realmente rebajan los costes de salud a causa de la disminuci¨®n de riesgos que implica su uso. A largo plazo crea disparidades que ser¨¢n menos relevantes, porque de aqu¨ª a unos a?os, Ozempic se va a quedar sin patente, por lo que cualquiera podr¨¢ manufacturarlo¡±. En el libro indica que actualmente hay en desarrollo m¨¢s de setenta f¨¢rmacos contra la obesidad.
El cient¨ªfico canadientese Daniel Drucker fue el primero en identificar el GLP-1, un p¨¦ptido que genera sensaci¨®n de saciedad y que ante el incremento de la glucosa, se traslada hacia el p¨¢ncreas y estimula la secreci¨®n de insulina. ?l explic¨® a Hari que dentro de poco, el dinero no ser¨¢ un problema para acceder a estos f¨¢rmacos. ¡°Es posible que dentro de unos a?os, dispongamos de pastillas que se tomar¨¢n una vez al d¨ªa (...). En ese momento, en lugar de inyecciones que cuestan cientos de d¨®lares al mes, o miles de d¨®lares si uno vive en Estados Unidos, esas pastillas costar¨¢n entre uno y dos d¨®lares al d¨ªa¡±, explica Drucker. ¡°Por eso, estos medicamentos pueden generar ahora diferencias de clase, algo que se puede resolver a corto plazo si hay una inversi¨®n p¨²blica en estos f¨¢rmacos, pero dentro de poco, no habr¨¢ tales diferencias¡±, asegura a SModa.
La b¨²squeda por tener una talla determinada es tan importante para tantas personas en la actualidad que cada vez son m¨¢s quienes deciden invertir en entrenamientos tan atractivos que aumentan la fuerza de voluntad necesaria para realizarlos, aunque para hacerlo, haya que recurrir al talonario. ¡°Es algo que llevo tiempo advirtiendo y que he hablado con el equipo de Nike, que es nuestro partner: la gente est¨¢ dispuesta a pagar m¨¢s por algo que le funciona. En los gimnasios low cost, pese a sus bajos precios, la gente siente que no acaba de aprovechar las tasas que paga, por bajas que sean, porque le da pereza ir. Entrenar tiene que ser algo que apetezca y que por eso, no importe a quien entrena pagar m¨¢s¡±, asegura Michelle Mizes, CEO & Co-Founder de Concept Barre. Un ejemplo m¨¢s que de conseguir la silueta deseada es m¨¢s sencillo si hay dinero de por medio.
Atlanta considera que la idea de renunciar a la comida como s¨ªmbolo de estatus no es nueva. Sencillamente, est¨¢ adquiriendo un nuevo barniz impulsado por los productos farmac¨¦uticos. Hist¨®ricamente, el control sobre el cuerpo siempre ha sido una suerte de moneda cultural, y ahora Ozempic est¨¢ transformando ese control para vincularlo directamente a la clase. ¡°En este contexto, estar gordo podr¨ªa de hecho convertirse en una especie de declaraci¨®n contracultural: una forma para que aquellos con riqueza y privilegios rechacen las limitaciones artificiales de los medicamentos y reclamen la autonom¨ªa para existir fuera de las expectativas sociales. Sin embargo, como ocurre con todo lo relacionado con los privilegios, tal declaraci¨®n podr¨ªa arriesgarse a trivializar con la lucha de aquellos para los quienes el peso no es una elecci¨®n, sino el resultado de desigualdades sist¨¦micas. Es una nueva frontera llena de tensi¨®n en la forma en que la clase y la identidad se cruzan con el cuerpo¡±, dice para finalizar la autora.
En la actualidad quienes m¨¢s necesitan la semaglutida son quienes a menudo se encuentran con mayores dificultades para conseguirla, y la llegada de f¨¢rmacos como Ozempic abre el debate de lo que significa estar gordo en la actualidad y de la que recurrente fijaci¨®n por estar delgados que prima en una sociedad en la que figuras como la de Lizzo, que bas¨® su discurso y su marca alrededor del body positivism, han ca¨ªdo en las redes de este f¨¢rmaco para perder peso. La conclusi¨®n parece hoy clara: nadie que pueda permitirse pagar para adelgazar quiere estar gordo, porque en tiempos de Ozempic, el orgullo por la diversidad corporal es s¨®lo para quienes no tienen medios para adelgazar con inyecciones.
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