El anillo Oura de los superricos y el boom por los s¨ªmbolos de estatus contra el coronavirus
El anillo favorito de estrellas, deportistas y magnates tecnol¨®gicos es solo una muestra de un mercado, el del wellness tecnol¨®gico, que explotar¨¢ en los pr¨®ximos a?os con inversiones millonarias.
Entre su lista de usuarios VIP? ya estaban Lance Armstrong, el pr¨ªncipe Harry, Larry Page (fundador de Google), Jack Dorsey (Twitter)?Steve Chen (Youtube), Kevin Lin (Twitch), Will Smith y buena parte de los deportistas de la NBA, pero desde el pasado mes de diciembre el anillo Oura ha pasado de ser un?weareable?tecnol¨®gico m¨¢s, de un capricho detector de superricos si mirabas a sus manos, a un nuevo marcador de estatus en las estrategias de detecci¨®n del coronavirus. O como resume la biblia del pijer¨ªo brit¨¢nica, la revista Tatler:??El anillo chic se ha convertido en el l¨ªder en el campo de la tecnolog¨ªa del wellness desde que un estudio defiende que es capaz de detectar el coronavirus en su portador?. Hablamos de Oura, un anillo inteligente estrella de Oura Health, la compa?¨ªa finlandesa creada en 2013, que est¨¢ construido en titanio, con cobertura exterior de diamante y que cuenta con un?avanzado sistema de medici¨®n en su interior a lo Fitbit monitorizando la eficiencia del sue?o y otras variantes cuantificables conect¨¢ndose a una app del smartphone ¨Cdonde indica la temperatura corporal, el pulso de las arterias, cuentapasos o calor¨ªas quemadas¨C, cuyo precio oscila entre los 300 y los 1000 euros y con baja disponibilidad de compra para favorecer as¨ª la sensaci¨®n de exclusividad.
El anillo fetiche de Silicon Valley y las estrellas ¨Cespecialmente masculinas¨C se ha convertido, adem¨¢s, en nuevo marcador de estatus en el pujante negocio de la tecnolog¨ªa post covid. Seg¨²n informa The Telegraph, un estudio realizado por la Universidad de California de San Francisco (UCSF) y San Diego recogido por?Nature el 14 de diciembre de 2020 defiende que la generaci¨®n continua de datos de temperatura del anillo inteligente ?puede detectar enfermedades como la covid-19? y que durante sus pruebas pudo identificar con precisi¨®n temperaturas m¨¢s altas en personas con s¨ªntomas del virus (siendo inservible, no obstante, para asintom¨¢ticos). Aunque el anillo tiene un precio m¨¢s elevado que cualquier prueba de detecci¨®n certificada (una PCR en Espa?a ronda los 120 euros), el nivel de inter¨¦s por la tecnolog¨ªa del wellness en la era pand¨¦mica se ha disparado, tal y como certifica una estimaci¨®n de GlobalData,?que dobla el valor de mercado de los dispositivos tecnol¨®gicos vestibles, los wearables, de los casi 22 mil millones de euros en 2019 a la friolera de 52 mil millones para 2024 debido a la pandemia.
La inversi¨®n y expansi¨®n del negocio del bienestar es una de las bazas que, para y bien y para mal, m¨¢s ha explotado desde la irrupci¨®n del coronavirus. En paralelo a la explosi¨®n de hol¨ªstica empresarial y pseudociencias que han florecido publicitando supuestos remedios de inmunidad frente al virus ¨Cde las que han hecho promoci¨®n y sacado r¨¦dito econ¨®mico figuras como Paula Echevarr¨ªa, Miranda Kerr o Gwyneth Paltrow¨C, el esp¨ªritu de optimizaci¨®n y cuantificaci¨®n personal que viene caracterizando al nuevo consumidor desde hace unos a?os convierte al coronawellness en un mercado listo para generar sus marcadores de estatus frente al resto. Tan desencaminada no iba Elizabeth Holmes, la estafadora y villana medi¨¢tica m¨¢s emblem¨¢tica de Silicon Valley, cuando predijo que el negocio del futuro estaba en nuestra anal¨ªtica personal de nuestra salud.
Porque no s¨®lo se trata del anillo de las estrellas, basta con echar un vistazo a las propuestas ?anti-Covid? presentadas en CES, la prestigiosa feria tecnol¨®gica? que se celebra estos d¨ªas en Las Vegas y que ya ha dado signos de que la tecnolog¨ªa pand¨¦mica aplicada al uso no profesional para el beneficio personal empieza a calar fuerte. All¨ª se han presentado ¡®mascarillas inteligentes¡® con sensores conectados a nuestro tel¨¦fono o micr¨®fonos integrados resistentes al polvo y al agua, robots dom¨¦sticos que sanitizan el ambiente con luz ultravioleta o?sensores que se adhieren al cuerpo (?biobotones?)?para detectar s¨ªntomas similares a los de la gripe con una precisi¨®n cercana al an¨¢lisis cl¨ªnico.
Adem¨¢s de esa voluntad protectora de explotar los gadgets contra el virus, desde Silicon Valley han entendido que tambi¨¦n habr¨¢ much¨ªsimo negocio para explotar frente a la crisis mental que nos asola tras la irrupci¨®n de la pandemia. Seg¨²n datos de PitchBook, la empresa de an¨¢lisis y tecnolog¨ªa, en el valle se llevaron 146 acuerdos acumulados de casi un bill¨®n de d¨®lares en inversiones de capital de riesgo relacionados con apps y start ups de salud mental durante el a?o pasado. La cifra supera a la alcanzada en 2019, donde el total fue de 893 millones de dolares en 111 acuerdos, mientras que hace una d¨¦cada solo hab¨ªa 3 acuerdos por valor de 6,6 millones de d¨®lares.
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