?Es asombroso el miedo a la soledad?: ?hasta d¨®nde somos capaces de llegar para no perder el amor del otro?
Esto es lo que se pregunta la escritora y terapeuta Adriana Royo en su nuevo libro, ?tica del despiadado, dedicado a todos aquellos que no hacen lo que realmente quieren por miedo al rechazo.
Qu¨¦ perdidos seguimos estando en el asunto del amor. Queremos mucho, pero queremos mal. Nadie nos ha ense?ado a hacerlo. Porque si miramos un poquito hacia nosotros mismos, no tardaremos en identificarnos con algunos patrones que hacen que una relaci¨®n se vuelva un tanto insana, t¨®xica. Da igual la edad, las experiencias amorosas que hayamos tenido o lo maduros que seamos; a la hora de amar lo hacemos como ni?os de parvulario. Podemos llegar a ser ego¨ªstas, posesivos, manipuladores y un poco cabezotas. Porque somos capaces de hacer cualquier cosa para no ser abandonados. Tragamos, callamos y nos convertimos en otra persona. Y es que solo hay un sentimiento m¨¢s grande y poderoso que el amor (pero no mejor, eso nunca): y ese es el miedo. Miedo al rechazo, miedo a que nos dejen, miedo a no ser suficiente. Porque adem¨¢s de no saber amar al pr¨®jimo, tampoco llevamos muy bien lo de amarnos a nosotros mismos.
Eso es de lo que nos quiere hablar la escritora y terapeuta?Adriana Royo en su nuevo libro, ?tica del despiadado (Ediciones B), donde trata los patrones de codependencia que generamos en nuestras relaciones para preservar nuestra zona de confort. Adem¨¢s de explicar temas tan complejos de una forma amena, Royo trata de ense?arnos a ser mejores personas tanto con nosotros mismos como con los dem¨¢s. Hablamos con ella sobre relaciones abusivas, el autosabotaje y ese eterno miedo a quedarnos solos.
Dice que ?tica del despiadado est¨¢ dedicado a todos los que dejan de ser ellos mismos con tal de no ser rechazados. ?A qu¨¦ tenemos miedo?
Tememos expresar ciertos aspectos de nosotros mismos por miedo a que nos juzguen y, con ello, que nos rechacen. Tememos la soledad, la separaci¨®n, el cambio. Tememos sentirnos insuficientes y somos capaces de encorsetarnos hasta l¨ªmites insospechados con tal de que nos acepten. Es l¨®gico que una parte de nosotros se tenga que adecuar, ya que vivimos en sociedad y se necesita un tipo de l¨ªmites morales para que cohabitemos; el tema es d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite de cada uno. Hasta qu¨¦ punto uno debe contenerse y someterse con tal de no ser juzgado.
En muchas ocasiones veo a mi alrededor, e incluso en m¨ª misma, patrones muy codependientes en las parejas, y me resulta asombroso que hoy en d¨ªa todav¨ªa tengamos tanto miedo a quedarnos solos. ?Sigue estando vigente el clich¨¦ de ¡°la solterona¡± o es que simplemente ponemos el peso de nuestra felicidad sobre la espalda de nuestra pareja?
Son muchas capas: sociales, culturales, econ¨®micas, hormonales, psicol¨®gicas y emocionales. Realmente es asombroso el miedo a la soledad, lo curioso es que estamos m¨¢s solos que nunca, sin tiempo para nosotros mismos, atrapados en una rueda de trabajo y consumo, aislados, sin conocer a nuestros vecinos o sin preguntarnos mucho c¨®mo estamos verdaderamente. Consumimos personas y vendemos desesperadamente falso optimismo y superficialidad. Vivimos api?ados en ciudades y nos desconectamos los unos de los otros, incluso de nosotros mismos. La ansiedad y la depresi¨®n son b¨¢sicas para sobrevivir hoy en d¨ªa en las ciudades. Lo curioso es que en este individualismo estamos muy solos, pero llenamos esa soledad con cosas que pretenden saciar ese vac¨ªo. Todos deseamos conectar con otro, sentir esa complicidad, que te vean y te reconozcan y te amen. En esa b¨²squeda incansable a la que nos apegamos, tememos soltar, por eso nos aferramos y aceptamos relaciones perjudiciales. Construimos relaciones abusivas cuando estamos al lado de otro pretendiendo que nos salve de nosotros mismos.
En ocasiones sucede lo contrario, que nos responsabilizamos de la felicidad del otro. ?C¨®mo podemos deshacernos de esa culpa?
Aqu¨ª hay doble filo. Por un lado, si nos responsabilizamos del bienestar del otro nos convertimos en una mam¨¢ y un pap¨¢ con miedo a que los abandonen, por lo que crear deuda har¨¢ que el otro no se vaya de mi lado. Por otro, conseguimos no responsabilizarnos de la nuestra y, por lo tanto, no fracasar.
?C¨®mo diferenciar el amor de la dependencia emocional?
Si haces del otro casi tu centro del universo. Es importante tener aspectos de tu vida que te llenen, que sean tuyos, y no apoyar tu estabilidad y confianza interna en el otro. Es obvio que somos seres sociales y necesitamos la aceptaci¨®n y el reconocimiento del otro, pero no debes hacer o decir cosas que te sientan mal por miedo a que el otro te deje o se enfade.
?C¨®mo saber si se es el dominante o el sumiso de una pareja? ?Qu¨¦ patrones o comportamientos siguen?
En algunos casos, los roles est¨¢n claros. Uno ejerce el rol de poder y control y el otro de adaptaci¨®n y complacencia. En otros casos, los roles son intercambiables y en ocasiones uno ejerce el control, quiz¨¢ de forma m¨¢s expl¨ªcita, con m¨¢s enfados, quejas abiertas y juicios. Por qu¨¦ has hecho esto as¨ª, por qu¨¦ eres as¨¢, esto lo haces mal. Y el otro, de forma m¨¢s subrepticia, m¨¢s pasivo agresiva, con chantajes, comentarios, miradas, manipulaciones m¨¢s sibilinas. Uno cree que la culpa siempre es del otro, tiende a enfadarse m¨¢s y aunque esconde insuficiencia, se cree muy seguro de s¨ª mismo; el otro tiende a sentirse culpable, insuficiente, que siempre es el problema y que es responsable de todo, pero en ambas se ejerce un rol de poder.
?Todo esto tiene algo que ver con que nos sintamos atra¨ªdos por los personajes oscuros y los antih¨¦roes?
Muchas veces nos vemos atra¨ªdos por personas que expresan aspectos que nosotros negamos de nosotros mismos. Nos gustan las series o pel¨ªculas sobre psic¨®patas y acabas simpatizando para que no los pillen, aunque sean asesinos o presidentes corruptos sin ning¨²n tipo de c¨®digo ¨¦tico. Los antih¨¦roes poseen defectos, por lo que no tienen que ser siempre r¨ªgidamente perfectos, ah¨ª descansamos de nuestro control interno por no mostrar mucho nuestros aspectos m¨¢s sombr¨ªos, perversos o depravados, que los tenemos. El ser humano tiene muchas capas y solo aceptamos y expresamos las correctas, cuando por dentro nos est¨¢n pasando muchas cosas que a veces rozan la ilegalidad. Parece que nos cuesta permitimos ser humanos, es decir, aceptar al humano con sus virtudes y sus bajas pasiones.
Esto del miedo al rechazo va mucho m¨¢s all¨¢ del entorno amoroso, me parece un tema que viene muy al caso en el entorno de las redes sociales.
En las redes sociales proyectamos un nivel de odio b¨¢rbaro, ese mismo que no sacamos con nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos o compa?eros del trabajo y las redes son perfectas para descargarse y nunca afrontar esa parte de nosotros mismos que no vemos; preferimos se?alar al otro con tal de no responsabilizarnos de partes que nos desagradan. Hay mucha ceguera, poca reflexi¨®n, autocr¨ªtica y poco di¨¢logo en las redes. Hay verdaderos vertederos de desprecio, y eso solo significa que estamos irascibles, intolerantes y lo exteriorizamos como ni?os sin ning¨²n tipo de responsabilidad.
Habla mucho del concepto de empat¨ªa. ?Cu¨¢ndo debemos dejar de ponernos en la piel del otro y cuidar de nosotros mismos?
La empat¨ªa sin l¨ªmites es autodestructiva. Aunque a esto lo llamo simbiosis. La empat¨ªa es la capacidad de ponerte en los zapatos del otro. En la simbiosis me adue?o de lo que siente el otro, lo siento yo, me cuesta separarlo de m¨ª, siento el dolor del otro, lo antepongo al m¨ªo y me olvido de lo que siento yo. Ah¨ª la empat¨ªa se pasa de rosca. Me sentir¨¦ culpable si no atiendo a un amigo que est¨¢ mal aunque yo est¨¦ peor.
En este libro reivindica el poder del enfado como herramienta liberadora. ?Tenemos que enfadarnos m¨¢s (y mejor)?
No es tanto un tema de cantidad sino del desde d¨®nde. Reivindico el poder de expresar la rabia en formas f¨¦rtiles de crecimiento, tanto para uno como para el otro. Si algo nos tensa por dentro, nos duele o nos asusta, expresarlo de forma honesta, sin maniobras o estrategias. La rabia de la que hablo sale en forma de autoridad, pero no desde el abuso, la opresi¨®n y el miedo, sino desde una confianza interna que hace que me cuide a m¨ª mismo, que permite que el otro me conozca. Esto no me sienta bien, y protejo mi dignidad desde el auto respeto. ?Qu¨¦ es el amor si no dignidad a uno mismo?
Despu¨¦s de todas estas reflexiones, ?el amor perfecto es una quimera?
Creo que la misma quimera es creer que existe un amor perfecto. ?Qu¨¦ es la perfecci¨®n?, ?la perfecci¨®n de mi ideal?, ?de mi fantas¨ªa? ?Es querer que el otro que se adapte a mi idea del amor? ?Es interpretar una pel¨ªcula hollywoodiense de amor? ?Es estar seguro al lado de alguien protegido de los cambios bruscos e inevitables de la vida? Adem¨¢s, el amor tiene muchas fases, y dentro de ella tambi¨¦n est¨¢ la del duelo. Habr¨ªa que preguntar qu¨¦ idea del amor tenemos y averiguar si creemos que hemos fracasado con nuestras parejas porque no han llegado a esa idea. Quiz¨¢ el problema est¨¢ en que hablamos mucho de amor, le ponemos muchas palabras, pero amar es una pr¨¢ctica.
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