Todo lo que hay que decir sobre la infertilidad y nadie cuenta
La escritora Belle Boggs revienta mitos en torno a las dificultades para concebir partiendo de su propia experiencia en El arte de no desesperar cuando no est¨¢s esperando.
Por un lado, la sociedad te dice ¡°nunca te rindas, persigue tu sue?o¡±. Por el otro, ¡°s¨¦ feliz con lo que tienes¡±. Las personas que intentan tener un hijo y no lo consiguen descubren lo dif¨ªcil que es compatibilizar ambos mensajes. ?Cu¨¢ndo rendirse y cu¨¢nto esfuerzo es suficiente para lograr lo que para mucha gente llega a ser su ¨²nico objetivo vital? ?sta es una de las cuestiones que aborda la escritora Belle Boggs en El arte de no desesperar cuando no est¨¢s esperando (Seix Barral), un ensayo en el que parte de sus propias dificultades para concebir y mezcla referencias hist¨®ricas y literarias y trabajo de reporterismo para abordar un mundo, el de la infertilidad, donde todav¨ªa hay demasiados silencios (se vio en la respuesta que obtuvo hace un par de semanas la ilustradora Paula Bonet al hablar de sus abortos espont¨¢neos en Twitter) y mitos. Por ejemplo: que ese es un problema que s¨®lo afecta a las mujeres ¡°urbanas, de clase media alta, profesionales, que han dejado para demasiado tarde la maternidad¡±. La escritora aborda temas espinosos como la gestaci¨®n subrogada, los intensos sentimientos de envidia que sienten quienes est¨¢n ¡°en el camino¡± respecto a los que conciben con facilidad, el llamado ¡°duelo no reconocido¡± (por los embriones perdidos, por ejemplo) y se adentra en el mundo de los foros online, refugio para gran parte de ese inmenso grupo de personas que descubren, a veces dolorosamente, que hay m¨¢s de una manera de construir una familia.
??Le hubiera gustado encontrar un libro como el suyo cuando empez¨® a lidiar con la infertilidad?, ?qu¨¦ echaba en falta en las publicaciones sobre el tema?
Una de las cosas m¨¢s ¨²tiles que le¨ª fue un estudio de una terapeuta estadounidense, Marni Rosner, que entrevist¨® a mujeres que hab¨ªan experimentado muchas dificultades con la infertilidad y que no hab¨ªan conseguido tener hijos ni adoptando ni a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa reproductiva. Lo que me reconfort¨® fue ver c¨®mo se hab¨ªan recuperado emocionalmente esas mujeres. Me ayud¨® imaginar que que pod¨ªa integrar mi historia en lo que llaman ¡°crecimiento postraum¨¢tico¡±. Y tambi¨¦n volv¨ªa a menudo a un cap¨ªtulo del libro Silences de Tilli Olsen titulado La condena de las mujeres en el que examina las elecciones que las escritoras han tenido que hacer entre su trabajo y sus hijos, y las expresiones de duelo de escritores que han pasado por esto.
El libro no revela que usted tiene una hija ahora en la contraportada ni en los primeros cap¨ªtulos. S¨®lo lo dice, como de casualidad, a mitad del ensayo. Imagino que fue algo intencionado. ?Quer¨ªa evitar que el libro pareciese una f¨¢bula con final feliz?, ?que alejase a los lectores que aun est¨¢n sufriendo la infertilidad?
S¨ª, respondi¨® tanto a lo que yo pensaba que hubiera sido frustrante para m¨ª como mujer que lidiaba con su infertilidad, pero tambi¨¦n a mis preferencias art¨ªsticas. Mi historia, que fue afortunada, es uno de los filtros que utilizo en el libro para tratar ciertos asuntos, pero no es el ¨²nico. A la vez, creo que ocultar la informaci¨®n sobre mi hija y mi exitoso tratamiento de In Vitro hubiera sido tramposo y deshonesto.
?Qu¨¦ papel est¨¢n cumpliendo los foros de internet para personas que est¨¢n ¡°en el camino¡± a concebir?, ? a usted le resultaron ¨²tiles, frustrantes¡?
Al principio s¨ª me resultaban algo frustrantes por el lenguaje que utilizan, tan ajeno, lleno de acr¨®nimos, emojis y referencias a tratamientos m¨¦dicos que entonces para m¨ª eran nuevos. Pero eso tambi¨¦n los hac¨ªa fascinantes, no solo como fuente de informaci¨®n pero tambi¨¦n como ejemplo de lugar donde los problemas m¨¢s privados se entend¨ªan a la primera. Para mi marido y para m¨ª, nuestro grupo de apoyo tuvo una funci¨®n similar, un lugar donde se pod¨ªa hablar de asuntos emocionales en torno a la infertilidad, pero tambi¨¦n para intercambiar noticias, hacer preguntas y escuchar a los dem¨¢s. Era un lugar donde sab¨ªamos que se nos escuchar¨ªa. Pero tenemos mucha suerte, vivimos en un lugar bastante poblado donde hab¨ªa un grupo as¨ª a una hora de casa y ten¨ªamos tiempo para ir all¨ª una vez al mes. Eso no le pasa a todo el mundo y los foros online sirven a mujeres de todo el mundo, que tratan asuntos de los que tambi¨¦n habl¨¢bamos en mi grupo: el dolor, la presi¨®n econ¨®mica, el coste f¨ªsico de los tratamientos¡y pod¨ªas hacer seguimiento. Sus historias e resolv¨ªan de una manera u otra: O adoptaban, o consegu¨ªan concebir de alguna manera o decid¨ªan seguir adelante sin hijos.
Habla mucho de dinero en el libro, y muy claramente. En los medios muchas veces los tratamientos reproductivos se enmcarcan como un problema de clase media o media alta, mientras que el estereotipo para mucha gente trabajadora es la de tener ¡°demasiados hijos¡±. ?Por qu¨¦ sigue sucediendo eso y en qu¨¦ medida es da?ino?
Creo que el estereotipo sobre las mujeres inf¨¦rtiles ¨Cde clase media alta, blanca, urbana, profesional, mayor, esper¨® demasiado a tener hijos¨C da?a a todo el mundo pero sobre todo a las mujeres que quedan fuera de esa categor¨ªa. Las mujeres pobres, rurales, j¨®venes, con menos estudios y pertenecientes a minor¨ªas tienen tantas (y en algunos casos m¨¢s) posibilidades de experimentar infertilidad, y a menudo les cuesta mucho m¨¢s acceder a un tratamiento. El hecho de que menos del 20% de los m¨¦dicos pudo citar los grupos de mujeres con m¨¢s tendencia a la infertilidad me choc¨®.? Y, ?qui¨¦n es alguien para decir cu¨¢ntos hijos son demasiados hijos y si deber¨ªas tenerlos o no? Estados Unidos tiene una larga, penosa y racista historia de experimentos eugen¨¦sicos para esterilizar a los pobres. La infertilidad es diferente, es una condici¨®n m¨¦dica, no un acto de violencia apoyado por el estado. Pero, ?Qu¨¦ pasa cuando una persona con esa condici¨®n no recibe ninguna ayuda, no le derivan a ning¨²n doctor, y, dado que no tenemos cobertura sanitaria p¨²blica, tampoco puede accede a ning¨²n tratamiento?
?Qu¨¦ es el ¡°duelo no reconocido¡± referido a los no nacidos y por qu¨¦ se deber¨ªa hablar m¨¢s de ¨¦l?
El duelo no reconocido, como lo defini¨® Kenneth Doka, es ¡°el duelo que las personas experimentan cuando sufren una p¨¦rdida que no se puede reconocer abiertamente, llorada en p¨²blico o apoyada socialmente¡±. Mucha gente que intenta tener un beb¨¦, mes tras mes, a?o tras a?o, sufre abortos y vac¨ªa su ahorros o se endeuda para acceder a tratamientos reproductivos cree que no es algo que pueda compartir con sus amigos o su familia. No quieren hacer que la gente se sienta inc¨®moda o han aprendido que los dem¨¢s minimizar¨¢n su p¨¦rdida, probablemente. No hablar de ello hace m¨¢s dif¨ªcil llegar a ese lugar de crecimiento postraum¨¢tico porque no lo estamos integrando en nuestras identidades, estamos ocultando algo sobre nosotros mismos.
Antes de intentar tener hijos, como escritora, usted misma firm¨® un relato en el que una mujer que se somete a tratamientos reproductivos era ego¨ªsta y narcisista. Dice que ahora no lo volver¨ªa? a hacer. ?C¨®mo lleg¨® nuestra cultura a construir ese estereotipo?
Viene de todas partes. De nuestras familias, nuestra literatura, nuestras pel¨ªculas y otros productos culturales. Yo contribu¨ª a ¨¦l a mi peque?a manera y sin pensar. Creo que el impulso general es juzgar a personas con experiencias que no hemos compartido. Por eso necesitamos historias de familias diversas y maneras diversas de construir familias, y m¨¢s apertura en general al hablar de reproducci¨®n.
En sentido contrario, las familias adoptantes siempre se retratan como generosas y altruistas.? ?Ese estereotipo tampoco es del todo real?
Las familias adoptantes con las que yo habl¨¦ eran maravillosas, generosas y reflexivas. Pero creo que todos estar¨ªan de acuerdo e qu ela adopci¨®n es complicada, que implica una p¨¦rdida, para los padres biol¨®gicos y para el ni?o. Sus historias son m¨¢s complejas de lo que se cree. De ellas aprend¨ª que una gran felicidad puede convivir con un gran dolor y una gran p¨¦rdida.
En Espa?a, la gestaci¨®n subrogada no es legal todav¨ªa, pero es una realidad, porque muchas personas la buscan en el extranjero. Y en los ¨²ltimos a?os est¨¢ presentando un debate intenso y a veces amargo, que a menudo opone a grupos feministas contra la comunidad LGTBQ. El hecho de que tantas celebrities ricas (hace unos d¨ªas, los Kardashian West) acudan a ella enturbia el debate y ayuda a enmarcarlo como ¡°la manera f¨¢cil y capitalista de hacerte con un ni?o explotando a una mujer pobre¡±. ?Cu¨¢l es su posici¨®n ¨¦tica en torno a este asunto?
No soy una persona LGBTQ en un pa¨ªs que los discrimine, ni soy una mujer pobre en un pa¨ªs en desarrollo buscando recursos para mi familia, as¨ª que me resulta dif¨ªcil hacer ese tipo de juicos ¨¦ticos. S¨ª que creo que la regulaci¨®n es? muy importante. Apend¨ª mucho leyendo a la jurista Martha Ertman, que en su libro Love¡¯s Promises, habla del poder de los contratos a la hora de crear ¡°familias Plan B¡±. Son familias creadas de maneras heterodoxas, a trav¨¦s de m¨¦todos reproductivos, adopci¨®n, fusi¨®n familiar, esquemas homo o monoparentales. Llam¨¢ndolas ¡°Plan B¡±, Ertman no quiere decir que sean de segunda categor¨ªa, sino que quiere ¡°sustituir la condescendencia con una afirmaci¨®n moralmente neutral de que la sociedad es mejor cuando podemos decidir cuando, c¨®mo y con qui¨¦n formamos una familia¡±. Y para mucha gente eso significa gestaci¨®n subrogada.
La pareja que sale en mi libro que contempla la adopci¨®n internacional o la gestaci¨®n finalmente opt¨® por la segunda, y por hacerlo en Estados Unidos, y ahora esperan su primer hijo. Ellos decidieron que las dudas ¨¦ticas que ten¨ªan sobre la gestaci¨®n subrogada internacional lo hac¨ªa todo demasiado complicado y han tenido una relaci¨®n con su madre gestante cercana y de igual a igual. En Estados Unidos, hay estados en los que esto est¨¢ regulado y existe esa opci¨®n. Pero tanto para mis amigos como imagino que para los Kardashian West, la gestaci¨®n no es ¡°f¨¢cil¡±. Es dif¨ªcil estar embarazada pero tambi¨¦n es dif¨ªcil confiar en alguien para que geste a tu beb¨¦.
Dice que se siente ¡°empoderada¡± por la tecnolog¨ªa reproductiva. ?En qu¨¦ sentido?
A mi marido y a mi nos llev¨® tanto tiempo concebir (cinco a?os) que en ese tiempo pasaron muchas cosas en mi vida y en mi carrera. Publiqu¨¦ un libro, pas¨¦ de dar clases en un instituto a hacerlo en la Universidad, empec¨¦ a escribir no ficci¨®n. Ten¨ªa 37 a?os cuando naci¨® nuestra hija y no estaba lista f¨ªsica ni emocionalmente para pensar en tener otro hijo. El hecho de que congelamos embriones de nuestro primer ciclo de Fertilizaci¨®n In Vitro signific¨® que he podido esperar y volver a intentarlo en el momento adecuado. Ahora tengo 41 y estoy muy feliz porque espero mi segunda hija para mayo.
Cuando consigui¨® concebir y despu¨¦s tener a su hija, ?encontr¨® dif¨ªcil seguir entrevistando a la gente que aun lo intentaba? En el libro habla abiertamente de los sentimientos de envidia que se generan hacia las embarazadas, un tema recurrente en los foros de apoyo.
Intento ser tan abierta como puedo con mi experiencia y siempre me gusta hablar con gente que aun est¨¢, como se dice en los grupos de apoyo, ¡°en el camino¡±. Pero tambi¨¦n soy muy consciente de mi suerte y de mi privilegio (pude pagar por un tratamiento), as¨ª que intento no hacer cosas que me hubieran molestado cuando estaba en la peor etapa, en particular, no hago suposiciones sobre por qu¨¦ la gente tiene o no tiene hijos y no hago preguntas que no me han invitado a hacer. Tambi¨¦n intento recordar que cuando estaba muy vulnerable y celosa, era mi problema, y espero que ese proceso me haya hecho m¨¢s comprensiva y compasiva.
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