Qu¨¦ hacer (y sobre todo qu¨¦ no hacer) ante un gatillazo
La excitaci¨®n sexual, que es muy suya, puede abandonarnos en el peor de los momentos. Hombres y mujeres pueden ser v¨ªctimas de esta despedida a la francesa, en la que nuestra actuaci¨®n es crucial para que el mal trago no se repita.
En el sexo pocas veces hay parejas y lo que m¨¢s abundan son los tr¨ªos; y es que, generalmente, el acto no se lleva a cabo entre dos, sino entre tres: el primero, el segundo y la erecci¨®n. En las relaciones coitales, ¨¦ste ¨²ltimo elemento es el de peso, el que lleva la batuta, el que parte el bacalao, el muro de carga, el pilar de hormig¨®n¡ Por eso, cuando desaparece antes de tiempo, cuando se despide a la francesa sin que la fiesta haya terminado, deja confundidos a los otros dos, sin saber qu¨¦ hacer y pensando que lo ¨²nico que queda es marcharse a casa, aunque las luces est¨¦n todav¨ªa encendidas y la m¨²sica siga sonando.
S¨ª, la erecci¨®n es una peque?a tirana que, de repente, da un golpe de estado, sembrando el miedo y el terror y que, si se cronifica, puede acabar instaurando una dictadura (y aqu¨ª me abstengo de hacer el chiste f¨¢cil). Pero lo que com¨²nmente se llama ?gatillazo? no es exclusivo del g¨¦nero masculino. Puestos a romper los techos de cristal y a acabar con las desigualdades de g¨¦nero, las mujeres tambi¨¦n pueden experimentar lo que se llama una p¨¦rdida de la excitaci¨®n. Lo que ocurre es que, en las relaciones coitales, al no ser ellas las portadoras del estandarte, pueden pasar m¨¢s desapercibidas. Pueden echar mano del lubricante m¨¢s cercano y, ¡°todo por la patria¡±, rematar la jugada para que haya paz, aunque no gloria.
Nadie est¨¢ a salvo de experimentar la ca¨ªda libre, de pasar de cien a cero por m¨²ltiples y moment¨¢neas razones; pero es importante saber capear el temporal con delicadeza, bondad, empat¨ªa y astucia para no dejar un mal recuerdo, una impronta inadecuada o un miedo en el cuerpo que convierta al sexo en la selectividad, en una entrevista de trabajo o en una novela de Stephen King.
¡°D¨¦jame, que esto lo arreglo yo¡±
Hay cosas que no endereza ni Scarlett Johansson y conductos que no humedece ni Chris Hemsworth. Por eso la t¨ªpica frase que se suele pronunciar en estos casos encierra muy pocas probabilidades de ¨¦xito y muchas de fracaso: no hace sino a?adir presi¨®n y estr¨¦s al afectado/a, al que se le brinda una segunda, pero decisiva, oportunidad en la que no debe fallar. En la mayor¨ªa de los casos, lo ¨²nico que se le ofrece es la posibilidad de fracasar de nuevo, m¨¢s y mejor.
¡°El gatillazo es un fantasma que siempre est¨¢ presente en las relaciones sexuales, uno de los miedos m¨¢s compartidos porque se sigue relacionando estrechamente la sexualidad al coito¡±, apunta Francisca Molero, sex¨®loga, ginec¨®loga, directora del Institut Clinic de Sexolog¨ªa de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexolog¨ªa y presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa. ¡°Pero, en los hombres, hay que distinguir los que son espor¨¢dicos, en varones j¨®venes, y los que ocurren en la edad adulta; especialmente si hay un cuadro de s¨ªndrome metab¨®lico (hipertensi¨®n, diabetes, obesidad, sedentarismo, tabaco o alcohol). Los gatillazos comparten los mismos factores de riesgo que los accidentes cardiovasculares, lo que ocurre es que el aspecto psicol¨®gico tiene un papel muy importante en perpetuarlos, a cualquier edad. La inseguridad sexual, el creerse que no se va a estar a la altura, es el mejor caldo de cultivo para que ocurra este fen¨®meno. Tenemos poca autoestima er¨®tica, en parte porque no hemos tenido una educaci¨®n ni un tutelaje y las ¨²nicas referencias de las que disponemos son las exageraciones y ¡®batallitas¡¯ que la gente cuenta¡±, se?ala esta sex¨®loga.
Hay situaciones que tienen todos los n¨²meros para entrar en el sorteo del gatillazo del mes. Generalmente, las que est¨¢n asociadas a ansiedad o presi¨®n. ¡°Hay un caso muy t¨ªpico, el del hombre divorciado que ha vivido a?os sin pareja (seguramente masturb¨¢ndose o con relaciones espor¨¢dicas) y que, de repente, conoce a alguien que le gusta y quiere quedar bien en la cama¡±, comenta Santiago Frago, sex¨®logo y codirector de Amaltea, centro de educaci¨®n y medicina sexual en Zaragoza. ¡°Es muy probable que bajo esa presi¨®n suceda el temido problema, por eso muchos vienen a la consulta y piden algo de ayuda (Viagra) para pasar el examen de ingreso, ya que el peso de la relaci¨®n coital cae sobre el hombre. Cuando el gatillazo se presenta, lo mejor es dejarlo y nunca tratar de seguir, lo que a?ade a¨²n m¨¢s estr¨¦s. Hay que tener versatilidad y pasar a otros juegos o pr¨¢cticas o, mejor a¨²n, aparcarlo, abrir una botella de vino y hablar sobre el tema con humor y empat¨ªa¡±, aconseja este sex¨®logo.
¡°No pasa nada. Esto le ocurre a todo el mundo¡±
Esta, en principio, bondadosa reacci¨®n puede no serlo tanto ya que, como cuenta Molero, muchos podr¨ªan traducirla como ¡®me importa un pito lo que te ocurra¡¯ o ¡®no me afecta demasiado el hecho de que podamos tener o no una vida sexual¡¯. ¡°Suena poco emp¨¢tica hacia un problema que alarma al que lo sufre. Si ocurre de forma espor¨¢dica, lo mejor es relativizarlo y fijarse en los factores que rodean la situaci¨®n (alcohol, fatiga, estr¨¦s por alguna causa en concreto) y, si ha pasado m¨¢s veces, lo mejor es decirle: si te preocupa vamos a consultarlo a un profesional. ¡®Vamos¡¯, mejor que vete¡± apunta esta sex¨®loga.
El mecanismo del gatillazo femenino tiene otra ruta. ¡°En este caso, ella est¨¢ sometida a otros conceptos diferentes de la presi¨®n o el miedo. En la mayor¨ªa de los casos, la p¨¦rdida de la excitaci¨®n se debe a un acontecimiento, una frase desafortunada o un recuerdo que pasa por la mente y estropea el momento. Entonces el cuerpo, que es lo m¨¢s sincero que tenemos, para la lubricaci¨®n y el coito pasa a ser molesto o incluso doloroso¡±, se?ala Santiago Frago, que a?ade, ¡°en muchos casos, los conflictos con el propio cuerpo (michelines, barriga, estr¨ªas, pechos) pueden bloquear la respuesta sexual¡±.
?Qu¨¦ hacer entonces? Nuestras madres y abuelas echaban mano del tarro de glicerina que ten¨ªan en la mesita de noche y segu¨ªan en la faena. Seg¨²n Molero, ¡°se puede seguir, pero hay que seguir queriendo, porque si algo acaba con mal sabor de boca eso crea un refuerzo negativo. Se puede parar y tratar de reconectar, o dejarlo para otro momento; aunque tambi¨¦n hay que tener en cuenta el objetivo de esa relaci¨®n sexual. ?Era una mera descarga o se pretend¨ªa algo m¨¢s¡±.
?¡°Lo siento, no puedo quedar. Tengo un jabal¨ª al fuego¡±
¡°Cuando el gatillazo deja de ser algo anecd¨®tico, los sex¨®logos proponemos a menudo el ejercicio de aparcar el coito por alg¨²n tiempo en las relaciones sexuales. Todo lo dem¨¢s est¨¢ permitido menos eso. As¨ª hay menos presi¨®n y exorcizamos al fantasma del miedo¡±, apunta Santiago Frago, que contin¨²a: ¡°antes, en las relaciones, hab¨ªa una fase de conquista. Las parejas primero eran novios y, poco a poco, se entraba en el juego ¨ªntimo. Se creaban primero unos lazos sentimentales y luego se pasaba al sexo. El juego sexual ha cambiado ahora y el periodo que se espera para irse a la cama es muy peque?o. Y, si no se da la talla, es muy probable que el otro/a descarte una posible relaci¨®n. Esto genera presi¨®n y, mucha gente, tras el gatillazo (especialmente si ¨¦ste se ha repetido) evita quedar de nuevo y entra en un c¨ªrculo vicioso: miedo al sexo ¨C gatillazo ¨C evitar quedar otra vez¡±.
Ante este t¨²nel del terror, Molero aconseja ir a un profesional para descartar causas fisiol¨®gicas. ¡°Los hombres, en cuanto ven que masturb¨¢ndose no tienen problema se relajan. Lo mejor es intentarlo de nuevo, pero en las mejores condiciones: descansados, tranquilos y en un ambiente acogedor. Y tambi¨¦n hay que tener en cuenta que, como en todos los ¨¢mbitos de la vida, a medida que se cumplen a?os hay que variar la coreograf¨ªa sexual. Con la edad cambia la respuesta er¨®tica y puede disminuir la turgencia de la erecci¨®n, con lo que tal vez ciertas posturas sean m¨¢s complicadas. Pero el hombre (tanto hetero como homo) sigue asociando su masculinidad a su erecci¨®n y a su capacidad de penetrar¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.