Boutiques sobre ruedas
Las tiendas de moda se suman al fen¨®meno de los ¡®food trucks¡¯ en Estados Unidos, animadas por la libertad y el ahorro que brinda una camioneta frente al local tradicional.
En Espa?a, lo m¨¢s interesante que va de pueblo en pueblo dentro de un remolque son las churrer¨ªas. En Estados Unidos los churros se venden en los intercambiadores del metro, y los remolques se reservan para otras comidas que promocionan con gracia, como los helados de The Big Gay Ice Cream Truck, las alb¨®ndigas de Great Balls on Tires y los s¨¢ndwiches de The Grillenium Falcon.
Viendo el gran ¨¦xito que tiene la comida sobre ruedas, a la moda se le ha contagiado el esp¨ªritu n¨®mada y este verano una decena de autocaravanas y buses cargados de ropa y complementos itineran por las principales ciudades norteamericanas, a la b¨²squeda de clientes que busquen vestir diferente. ¡°La gente est¨¢ tan atareada que el poco tiempo libre que tiene no quiere gastarlo pase¨¢ndose por 10 tiendas hasta dar con lo que anda buscando. Las boutiques sobre ruedas ofrecen la comodidad de tener a la puerta de tu casa o de tu oficina un surtido selecto de prendas de moda a precios razonables. ?Podemos aparcar donde queramos!¡±, comenta Emily, due?a de The Fashion Truck.
En esta autocaravana cargada de prendas se puede revolver cada domingo en el SoWa Open Market de Boston, y el resto de la semana en otras ciudades de Massachussets. Emily tuvo la idea de poner en marcha su tienda durante un viaje a Barcelona y M¨¢laga en 2010: ¡°Empec¨¦ a pensar en todos los camiones que venden comida por la ciudad de Nueva York. Parecen obras de arte sobre ruedas, con esos dise?os y nombres tan divertidos, pero con unos interiores tan abigarrados¡ montar una cocina en un remolque es mucho m¨¢s dif¨ªcil y caro que recrear el ambiente de una boutique, me dije¡±. As¨ª que de vuelta a Estados Unidos un setent¨®n, ex vendedor de camiones de reparto, le vendi¨® un ¨²ltimo ejemplar a Emily porque su proyecto le pareci¨® interesante y ¡°porque le recordaba mucho a sus nietas¡±, dice ella entre risas.
Acuciados por la crisis, los altos alquileres y la falta de espacio en la gran ciudad, un buen pu?ado de dise?adores, amantes del comercio de segunda mano y gente en paro con gusto y ma?a han puesto sus tiendas a rodar por la carretera igual que Emily. Por ejemplo The Styleliner, bus reconvertido en tienda de accesorios ¡®vintage¡¯ importados y de lujo, que estar¨¢ aparcada hasta el tres de septiembre en Los Hamptons, lugar de veraneo ricos neoyorquinos; la marca de ¡®streetwear¡¯ Cookies n Cream que patrulla las calles de Nueva York, y la zapater¨ªa Bootleg Austin, donde se pueden encontrar pares ¨²nicos de primera calidad y grandes marcas.
Furgoneta de la marca de ¡®streetwear¡¯ Cookies n Cream que patrulla las calles de Nueva York.
Cookies n Cream
Por alguna extra?a raz¨®n, muchas de esas boutiques itinerantes est¨¢n dedicadas al ¡®vintage¡¯, como The Vintage Mobile, un bus escolar de los a?os 80 que ahora conduce una pareja aficionada a los hallazgos de segunda mano. Se mueve por la zona de Dallas y te hace un 15% de descuento si vas en bici. Otra opci¨®n es Oh So Lovely Vintage, ubicada casi todo el a?o en Winnipeg (Canad¨¢), desde donde reparte amor, cucadas y enseres del hogar de los a?os 40 y 50. Los hombres tambi¨¦n tienen d¨®nde comprar si est¨¢n en la zona de Los ?ngeles y se topan con la caravana Airstream, que perteneci¨® a PanAm y ahora acoge una selecci¨®n de ropa masculina bajo el nombre de Aetherstream.
Pero la tienda m¨®vil m¨¢s llamativa de la costa Oeste es Lodekka, un bus de dos plantas que hizo su funci¨®n en Liverpool hasta 1982 y acab¨® en Estados Unidos porque lo compr¨® un club de atletismo de Minessota. Desde que se convirti¨® en esta tienda est¨¢ aparcado en Portland (donde tambi¨¦n hay otra boutique m¨®vil muy conocida, Wanderlust) y atrae a tantos turistas como clientes: ¡°Cada dos por tres hay gente haci¨¦ndose fotos enfrente del bus. Como es un lugar tan peculiar, atrae a todo tipo de clientes que entran como en otra realidad. Hay gente que se desnuda aqu¨ª en medio con tal de no hacer la cola del probador, hombres que revuelven en los percheros de lencer¨ªa y gru?ones que se quejan de que las escaleras de entrada les hacen da?o en las rodillas. No me aburro¡±, comenta el propietario de Lodekka.
Hay algo de rom¨¢ntico en el nomadismo que nos atrae terriblemente. Sino no se entiende que tengan tanto ¨¦xito estas tiendas sobre cuatro llantas y que cada a?o sean m¨¢s. ¡°?Asentarse en un sitio es el fin de la exploraci¨®n de la humanidad! No planeo mi vida m¨¢s que a un mes vista y, aunque parezca una contrariedad, estoy menos estresada que si tuviese siempre planes inamovibles. Mi negocio sobre ruedas hace que mi vida sea muy flexible¡±, comenta Emily, mientras que desde Lodekka resumen este fen¨®meno en una palabra: Libertad. "Tienes la libertad de mover tu tienda a donde quieras, sin firmar un contrato ni pagar un alquiler. Casi todo el mundo que conozco que ha emprendido un negocio como ¨¦ste le hab¨ªan despedido del trabajo o se hab¨ªa ido porque no era feliz. Ahora son sus propios jefes de un modo muy barato. ?En esto no hay m¨¢s l¨ªmite que el cielo!¡±, poetiza.
Por suerte, ya no hace falta esperar a la entrada del pueblo como anta?o a que llegara la carpa del circo porque muchas de estas ¡®roulottes¡¯ del estilo tambi¨¦n venden por internet, aunque si algo te gusta dale r¨¢pido al bot¨®n de ¡®comprar¡¯ porque suelen ser piezas ¨²nicas.
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