?Cada vez que salgo ah¨ª fuera se lanzan contra m¨ª?: por qu¨¦ Mar¨ªa Callas se recluy¨® totalmente sus ¨²ltimos d¨ªas
¡®Mujeres Recluidas¡¯ ¨C Cap¨ªtulo 1: hoy, la soprano m¨¢s famosa de todos los tiempos, Mar¨ªa Callas o c¨®mo el desamor de Onassis y la fama le quitaron las ganas de salir a la calle para siempre.
A lo largo de la historia de la humanidad (desde Juana La Loca hasta Zelda Fitzgerald) la reclusi¨®n ha sido para las mujeres un m¨¦todo defensa instintivo o un castigo social. En el caso de Mar¨ªa Callas, fue ambas cosas.
¡°Al final de su vida se recluy¨® m¨¢s y m¨¢s. Muchos amigos la abandonaron y los que no lo hicieron, mantuvieron las distancias. Cada vez era m¨¢s dif¨ªcil verla. Hab¨ªa que llamar cinco veces antes de conseguirlo. Su criada dec¨ªa ¡®Madame est¨¢ en el ba?o¡¯, ¡®Madame est¨¢ en la peluquer¨ªa¡¯ o ¡®A Madame le hacen la manicura¡¯. Incluso cuando lo consegu¨ªas a la quinta, era muy dif¨ªcil encontrar un momento que conviniera a los dos. As¨ª que al final me temo que ni te molestabas¡±. As¨ª recordaba Jacques Bourgeon, amigo de Maria Callas los ¨²ltimos meses de la diva para el documental Callas (1981) de Tony Palmer. En alguien que cuando estaba en la c¨²spide de su carrera dec¨ªa: ¡°Cada vez que salgo ah¨ª fuera est¨¢n esperando para lanzarse contra m¨ª¡± ser¨ªa de lo m¨¢s simpl¨®n pensar que esta reclusi¨®n fue exclusivamente producto de la muerte de Arist¨®teles Onassis. Si bien es cierto que, desde la desaparici¨®n de Onassis en 1975, ella apenas pisaba la calle, ni recib¨ªa visitas, lo cierto es que la existencia de Callas estuvo llena de razones que justificaron este aislamiento. Desde esa enloquecedora lucha interna entre la Callas y Maria hasta su complicada relaci¨®n con el bel canto pasando por las numerosas traiciones de su entorno. Pocas veces ha sido tan poco exagerado calificar una vida de tragedia griega. La m¨¢s dram¨¢tica de las ¨®peras. En tres actos y un ep¨ªlogo.
Acto I: La Callas
La Callas. As¨ª se refer¨ªa a s¨ª misma Maria Callas cuando hablaba de ¡®la otra¡¯, de la soprano. O al menos as¨ª lo recuerda Nadia Stancioff, su secretaria. Y es que Maria, la mujer extremadamente vulnerable, era tambi¨¦n la Callas, una diva planetaria a la que los medios tachaban una y otra vez de caprichosa y tir¨¢nica. No hab¨ªa entrevista en la que no le hicieran preguntas capciosas, no hab¨ªa salida en la que el acoso de los paparazzi no rozara lo intimidante y no hab¨ªa vez en la que su paranoica autoexigencia no fuera tomada por una intolerable muestra de un temperamento imposible. Ella siempre se defend¨ªa asegurando que no cancelaba m¨¢s que cualquier otra estrella de la ¨®pera y que no impon¨ªa m¨¢s requerimientos de los normales. Pero probablemente, el gran escollo profesional de Callas, el que la marc¨® para siempre y la persigui¨® hasta el final de sus d¨ªas fue la representaci¨®n de Norma en Roma en 1958. La soprano lleg¨® al d¨ªa de la funci¨®n sin voz. Con una bronquitis tremenda, defendi¨® como pudo el primer acto para escapar en el segundo. Cr¨®nicas de la ¨¦poca relataron lo acontecido con maliciosa iron¨ªa. ¡°?Qu¨¦, no hay soprano? Maria ya ha hecho algo as¨ª antes, escrib¨ªan los articulistas del momento. As¨ª que para estar seguro de o¨ªrla, no se arregle y vaya a los ensayos. All¨ª suele quedarse hasta el final¡±. Callas vivi¨® aquello como una tremenda injusticia, una lucha contra ella perpetrada con una violencia inaudita. ¡°Me arrastraron por el fango¡± sol¨ªa decir. A?os despu¨¦s recordando este doloroso episodio citar¨ªa una frase de La traviata recogida en el glorioso documental Maria by Callas (2017) de Tom Wolf: ¡°De regenerarse ya la esperanza es nula¡±. Un a?o despu¨¦s empezar¨ªa su relaci¨®n con el magnate Onassis. A medida que crec¨ªa su sentimiento por Ari, como ella sol¨ªa llamarlo, disminu¨ªa su inter¨¦s por su arte. Tanto que con tan s¨®lo 41 a?os abandon¨® la ¨®pera para vivir la vida, tal y como le instaba a hacerlo el hedonista de Onassis. En 1969, Pasolini decide rescatarla. Le propone rodar Medea, mostrar al mundo lo portentosa actriz que es. Ella acepta, convencida de que puede ser el giro que necesita. ?Y qu¨¦ mejor papel que el de una hechicera que lo abandona todo por amor? Aunque pudiera pensarse que dos personalidades como las suyas estaban condenadas a entenderse, lo cierto es que Callas no tardar¨ªa en arrepentirse.
Dijo de la pel¨ªcula que era siniestra y que ella se ve¨ªa rid¨ªcula. Hoy es un filme de culto. Su intento de volver a los escenarios no corri¨® mucha mejor suerte. Su ¨²ltima gira con Giuseppe di Stefano en 1973 fue un fracaso absoluto. Ella que regresaba para sentirse admirada y querida tuvo que leer cr¨ªticas que describ¨ªan su voz como ¡°la sombra ronca y cansada de lo que fue¡±. Le siguieron vanos intentos de escenograf¨ªas, clases en la academia Juilliard¡ Callas parec¨ªa condenada a no cumplir la profec¨ªa de Elvira de Hidalgo, una de sus primeras profesoras y su eterna confidente. ¡°Lo lograr¨ªa absolutamente todo¡± dijo de ella cuando a¨²n era una adolescente.
Acto II: Maria
¡°Estoy a su merced porque soy como una virgen que de repente atraviesa ese incre¨ªble planeta de revelaciones de vida f¨ªsica¡±. As¨ª explicaba Callas su apasionado romance con Onassis. Su gran amigo Franco Zeffirelli con el que trabaj¨® en numerosas ocasiones aseguraba que nunca hab¨ªa tenido un flechazo tan carnal como el que tuvo con Onassis. En el documental Callas, John Ardoin, cr¨ªtico musical y tambi¨¦n amigo de la soprano, recuerda a Onassis como ¡°un hombre de personalidad cuestionable. Coleccionaba a mujeres famosas. Se rumorea que pag¨® 10.000 d¨®lares por una noche con Eva Per¨®n. Quer¨ªa a Callas en su colecci¨®n¡±.
La historia se ha contado mil veces. Onassis invita a Callas y a su marido Giovanni Battista Meneghini a un crucero. El magnate llevaba un par de a?os sigui¨¦ndola, mand¨¢ndole flores. ¡°Del otro griego¡± firmaba. En 1959, a la vuelta del crucero (que dio mucho de s¨ª, parece que el primer encuentro lo tienen ah¨ª mismo siendo descubiertos por la mujer de Onassis), Callas y su marido se separan y ella empieza su apasionado romance con el millonario. La relaci¨®n contin¨²a con sus idas y venidas, con un Onassis incapaz de dar el paso que Callas lleva esperando desde el principio -el matrimonio-, y con una Callas convertida, a su pesar, en reina de la alta sociedad. En 1968, Callas se entera por la prensa de la boda -contrato demencial de por medio- entre Onassis y Jackie Kennedy. Callas se siente como Medea: traicionada, sola, perdida y abandonada. Se refugia en su apartamento avenida Georges Mandel, 36, en esa casa-museo que le regal¨® el propio Onassis y que ella decor¨®. Reclusa con el ¨²nico amor de sus dos caniches. ¡°Estudio sola, tengo mis discos que me muestran lo que hac¨ªa anta?o y mi grabadora que me reproduce lo que hago ahora y que no deber¨ªa¡±. En 1970, Callas, rota de dolor, se intenta suicidar. Mientras, el matrimonio de Jackie y Onassis hace aguas por todas partes. Onassis dice saber de su esposa ¨²nicamente por sus facturas. En este sentido, Jackie se muestra muy concienzuda: puede llegar a comprarse 200 pares de zapatos en un solo d¨ªa. En alg¨²n momento, Onassis vuelve a rondar a Callas. A la antigua usanza. Bajo las ventanas del apartamento de ella. ¡°Le acept¨¦ de nuevo¡± reconoce sencillamente Callas en unas declaraciones recogidas en Callas. Su relaci¨®n se convierte en ¡°una amistad apasionada¡±. Los peri¨®dicos se llenan de titulares sobre el feliz retorno. ¡°Ari vuelve con Maria¡±. ¡°C¨®mo se enter¨® Jackie de la aventura de su marido¡±. ¡°La verdad de los encuentros de Ari con su antiguo amor. Lo que Maria le aporta que Jackie no puede darle¡±. Parec¨ªan haber encontrado la f¨®rmula. ¡°Mi aventura con Onassis fue un fracaso; mi amistad con ¨¦l, un ¨¦xito¡±. Tanto que Onassis se fue a morir a Par¨ªs, la ciudad de ella. A pesar de la prohibici¨®n, Callas consigui¨® colarse en el hospital para despedirse y antes de que muriera poder decirle: ¡°Ari, soy yo, Maria, tu canario¡±.
Acto III: El encierro
Enclaustrada en su casa, Callas no volver¨ªa a salir a pesar de los esfuerzos de sus amigos. Alguna televisi¨®n extranjera consigui¨® alguna entrevista. Pas¨® sus ¨²ltimas d¨ªas con la tele encendida, tomando pastillas, unas para dormir, otras para todo lo contrario. ¡°Cada d¨ªa doy gracias a Dios porque me queda un d¨ªa menos¡±. El 16 de septiembre, Maria Callas aparec¨ªa muerta en su apartamento. Embolia, paro card¨ªaco, suicidio. Ten¨ªa 53 a?os y hac¨ªa dos a?os, dos meses y cuatro d¨ªas de la desaparici¨®n de Onassis.
Ep¨ªlogo
Por si la leyenda no fuera suficiente, cuenta el documental Callas ¨C Kennedy ¨C Onassis. Dos reinas para un rey que sus cenizas fueron robadas del cementerio P¨¨re Lachaise encontr¨¢ndose casualmente la urna que las conten¨ªa en un callej¨®n. Fueron llevadas a Grecia y esparcidas en el Egeo. Durante la ceremonia, un golpe de viento las lanz¨® contra el rostro de los presentes
¡ª
Otras mujeres confinadas de esta serie:
Yayoi Kusama
Leonora Carrington:
Mina:
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.