La fascinante historia de Carmen Mir, la dise?adora espa?ola que desfil¨® para la NASA
El C¨ªrculo de Orellana organiza una conferencia para reivindicar el papel de la catalana, uno de los grandes exponentes de la ¨¦poca dorada de la alta costura espa?ola. Su nieto, Gabriel Masfurroll, y Lorenzo Caprile dibujan para S Moda la apasionante biograf¨ªa de la dise?adora.
?Mi abuela fue emprendedora y empresaria en una sociedad machista, en un momento en el que incluso era m¨¢s f¨¢cil dise?ar para mujeres siendo hombre que siendo mujer?. Quien sostiene estas palabras a S Moda es Gabriel Masfurroll, nieto de Carmen Mir (Balsareny, 1903), una de las dise?adoras m¨¢s importantes de Espa?a durante los a?os 60 y 70 cuyo nombre ha quedado eclipsado por el paso del tiempo. ?El momento de reivindicar su figura tendr¨ªa que haber llegado antes, pero somos un pa¨ªs un poco olvidadizo?, asegura. Pero ya se sabe que mejor tarde que nunca: el C¨ªrculo de Orellana, en colaboraci¨®n con el Instituto Cervantes, inaugura el III Ciclo de Espa?olas por Descubrir dedicando a la modista catalana la primera conferencia del a?o. ?La sombra de Balenciaga es demasiado alargada y es muy injusto que tape a otros grandes nombres de la costura espa?ola?, apunta el modista ¨Cque no modisto¨C Lorenzo Caprile, encargado de presentar la fascinante vida de la catalana.
Hija de un comerciante de tejidos, Carmen Mir sinti¨® desde muy joven una especial debilidad por la aguja. Empez¨® en el oficio haciendo un traje de chaqueta para una amiga cuando a¨²n era una adolescente y asent¨® su marca en Manresa en los a?os 40. Poco despu¨¦s, lo m¨¢s granado de la sociedad espa?ola se dejaba caer por su tienda de Barcelona anim¨¢ndola incluso a abrir otro espacio en la madrile?a calle Vel¨¢zquez. Para entonces Elisa Lacambra (86), que hab¨ªa empezado en la marca trabajando como modelo, ya se hab¨ªa convertido en su mano derecha en el taller y tambi¨¦n en su nuera. ?Mi madre entr¨® como maniqu¨ª, pero acab¨® siendo ayudante y despu¨¦s modista. Lleg¨® un momento en el que incluso compet¨ªan entre ellas. Se llevaban 30 a?os y su forma de entender la moda era distinta. Cada una atra¨ªa a un tipo de clienta y cuando hab¨ªa que hacer las colecciones hab¨ªa opiniones de todo tipo y ten¨ªan que llegar a un acuerdo. Esta competencia estimul¨® la creatividad de ambas?, cuenta Masfurroll, que vivi¨® su infancia y juventud entre telas e incluso lleg¨® a hacer sus pinitos como dise?ador en la empresa familiar. El ¨¦xito del d¨²o las llev¨® a vestir a personalidades de la talla de Maria Callas, Aline Griffiths (Condesa de Quintanilla-Romanones) o a vincularse con una celebrity como fue Laura Valenzuela durante su paso por Eurovisi¨®n.
Mir, que form¨® parte de la Cooperativa de la Alta Costura Espa?ola junto a Pedro Rodr¨ªguez, Santa Eulalia o Pertegaz, es una de las grandes representantes de la ¨¦poca dorada de la alta moda nacional. Pero tambi¨¦n fue pionera en el pr¨ºt-¨¤-porter y la pronto moda e incluso tuvo su propio perfume y otras tantas licencias. ?Mi abuela y mi madre fueron precursoras del modelo que despu¨¦s traer¨ªa el ¨¦xito rotundo a empresas como Inditex e introdujeron el pantal¨®n en un momento en el que ver a una mujer con esta prenda causaba un impacto importante en Espa?a?, apunta Masfurroll.
La modernidad y las l¨ªneas limpias de sus dise?os le valieron la fama internacional. Lorenzo Caprile define su estilo como el de una especie de Carolina Herrera catalana: ?Era austera, seca y no ca¨ªa en los adornos f¨¢ciles o demasiado obvios. Sus tejidos eran de gran calidad y dise?¨® monos de punto o trajes de una contemporaneidad alucinante?. Con esa visi¨®n adelantada a su tiempo, la creadora logr¨® hacerse con una fiel clientela en Houston, lleg¨® a desfilar en Washington y sus dise?os acabaron vendi¨¦ndose en Sachs y Bergdorf Goodman. ?En la Espa?a en v¨ªas de desarrollo de los a?os 60 era realmente milagroso que dos mujeres fueran capaces de dise?ar y exportar sus creaciones a Estados Unidos. Viajaban por todo el mundo en un momento en el que el marido ten¨ªa que autorizar hasta los viajes. Cargaban con ba¨²les con todos los trajes y ni siquiera sab¨ªan ingl¨¦s; era yo quien les echaba una mano con las facturas extranjeras. Fueron aut¨¦nticas aventureras de la moda?, recuerda el nieto de la creadora.
Uno de los grandes hitos para la firma lleg¨® cuando la NASA organiz¨® un desfile en Houston para celebrar la llegada del primer hombre a la luna. Para la ocasi¨®n Mir dise?¨® un modelo ad hoc que imitaba el traje de Neil Armstrong y que, seg¨²n asegura su nieto, ?caus¨® mucho impacto y supuso un ¨¦xito rotundo?. Poco antes, en 1968, hab¨ªa dise?ado los uniformes de la delegaci¨®n espa?ola para los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨¦xico. El final de su peque?o gran imperio lleg¨® con la enfermedad senil de Mir. La catalana termin¨® por apartarse de la marca, y aunque Lacambra estuvo el frente durante diez a?os, la crisis del petr¨®leo y la ca¨ªda del sector textil terminaron con la buena salud de la firma.
El cambio pol¨ªtico en Espa?a tambi¨¦n influy¨® en el final de aquellos d¨ªas. ?Las condiciones laborales del franquismo y lo barata que resultaba la mano de obra fue determinante para que en aquel momento hubiera talleres con 200 modistas trabajando, algo impensable hoy d¨ªa. El coste de hacerse ropa a medida en Espa?a era muy inferior al de Par¨ªs y eso atrajo a la clientela internacional. Adem¨¢s, hablamos de una alta sociedad que se cambiaba de ropa tres o cuatro veces al d¨ªa. Ahora, no hay demanda suficiente m¨¢s all¨¢ de novias y madrinas?, contextualiza Caprile. La aportaci¨®n a la moda de aquellos grandes nombres, sin embargo, sigue igual de viva y vigente. Y ya vamos tarde para incluir en la lista el de Carmen Mir.
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