Coachella, ?en qu¨¦ te has convertido?
De macrocita musical con trasfondo alternativo y hippy, Coachella ha pasado a ser un circuito de fiestas patrocinadas a las que es posible acceder sin necesidad de entrar al festival.
Coachella es a la m¨²sica, lo que las Semanas de la Moda a¡la moda. La cita es de primera l¨ªnea, pero al acontecimiento principal se lo acaba comiendo, con patatas en el caso de Estados Unidos, la parafernalia de fiestas y m¨²ltiples eventos esponsorizados que lo rodean. As¨ª, de la misma manera que uno puede presentarse en las Fashion Weeks de Nueva York, Par¨ªs o Mil¨¢n y no pisar ni un solo desfile, sin que se note, y poco importe, es perfectamente factible personarse en Coachella sin entrar al festival y encima llevarte de propina actuaciones estelares dignas del cartel oficial.
El Coachella Valley Music and Arts Festival, ubicado en el privilegiad¨ªsimo y vasto enclave del Empire club de Polo de Indio, es el ¨²nico festival de m¨²sica en el mundo que se reparte en dos fines de semana consecutivos repitiendo exactamente el mismo cartel. Mismas actuaciones repartidas en tres d¨ªas, en el mismo orden. Una iniciativa que se puso en marcha en 2012 debido a su creciente demanda; de las 25.000 personas que acud¨ªan en 1999 se ha pasado a unas 90.000 personas por cita semanal, a pesar de que las entradas suelen agotarse a las pocas horas de ponerse a la venta. Su precio va de los 270 euros por una entrada general, a los 575 euros por un pase VIP. Y eso sin contar la previsi¨®n y el gasto extra que supone el alojamiento en esta ic¨®nica zona des¨¦rtica vecina a la cinematogr¨¢fica Palm Springs y puerta con puerta a la localidad que le da nombre al torneo de Indian Wells, que curiosamente es uno de los principales productores de espinacas del pa¨ªs. Las posibilidades de dormir en el recinto del festival van desde las tiendas tipo safari deluxe con aire acondicionado y servicio de conserjer¨ªa m¨¢s tratamientos de spa incluidos (ofrecidos por Sephora) que salen por 4.600 euros por pareja de hu¨¦spedes, hasta los 60 d¨®lares al d¨ªa que cuesta acampar bien sea con coche o tienda (las caravanas est¨¢n estrictamente prohibidas), por tu propia cuenta.
Por mucho que Coachella sea capaz de juntar en una misma convocatoria a cl¨¢sicos como Bryan Ferry, Mot?rhead y ?Pet Shop Boys, con Outkast, Pharrell Williams, Lana del Rey, HAIM y Lorde, al final acaba haciendo igual de ruido, o m¨¢s, la actuaci¨®n sorpresa de Iggy Azalea junto a Diplo y Major Lazer en la primera fiesta nocturna de H&M con motivo del lanzamiento de su pr¨®xima colaboraci¨®n estrella a cargo de Alexander Wang. O la aparici¨®n estelar de Azealia Banks en la fiesta de Forever 21 presentando el primer sencillo de su nuevo ¨¢lbum. O los bolos extrafestivaleros de Calvin Harris mano a mano con David Guetta, as¨ª como ASAP Rocky pinchando, en otros de los m¨²ltiples festejos paralelos celebrados ad hoc, siempre alrededor de una piscina.
Como muy bien defin¨ªan estos d¨ªas en el peri¨®dico local Los Angeles Times, la excentricidad de Coachella consiste, a estas alturas, en explotar el festival a trav¨¦s de la moda y los famosos visto que el street style y la presencia de actores del denominado Young Hollywood, modelos, y bloggers, acapara ya el grueso del inter¨¦s medi¨¢tico. Normal que la atenci¨®n de lo que pasa on stage?quede en un segundo plano cuando los estilismos de los asistentes incluyen camisetas con fotogramas de Zach Galifianakis, mochilas y ba?adores estampados con la cara de Kanye West o tops?con la foto de Kim Kardashian haciendo pucheros. El Daily Beast lo ha calificado directamente como "la degeneraci¨®n hacia un matrimonio de conveniencia entre moda y comercio en el que la m¨²sica es simplemente un tel¨®n de fondo cada vez m¨¢s fl¨¢cido dentro de un negocio cada vez m¨¢s fuerte".?
Las extravagancias intrafestivaleras de Coachella han pasado en esta edici¨®n por ver cantar a d¨²o a Blondie y Arcade Fire o ver bailar en exclusiva a Beyonc¨¦ para su hermana Solange (puro contoneo sincronizado al son de "Losing You"); por contemplar a Jay-Z actuando por sorpresa junto a NAS y a Pharrell, este ¨²ltimo acompa?ado tambi¨¦n sobre el escenario por Gwen Stefani, Diddy o Snoop Dogg. ?Muy al l¨ªmite, tambi¨¦n por presenciar el estreno de Justin Bieber como rapero.
Fuera de ¨¦l, revistas de moda como Nylon, Flaunt o Harper's Bazaar, firmas de moda como Forever 21, Old Navy, Marc Jacobs, H&M, Guess, Lacoste o Superdry, cuyo sarao aprovechaba Poppy Delevingne para celebrar su despedida de soltera junto a su hermana Cara y Sienna Miller, o plataformas de comercio electr¨®nico como Stylebop, congregaban en el primer fin de semana de festival, porque solo se celebran entonces, a celebridades, gente guapa, y algunos de los artistas programados. Por ejemplo Danielle, Este y Alana HAIM, quienes se dejaron caer por el evento organizado por la firma del cocodrilo y alternaron con Katy Perry, Lea Michele, Zoe Kravitz o Elijah Wood.
Casi todas las fiestas se plantean as¨ª en copatrocinio con firmas de belleza, tecnolog¨ªa, y licores varios, para minimizar gastos y redondear la oferta en espacios con todas las amenidades, refrigerios y alcohol gratis incluidos ¡ªcabe recordar que en el recinto de Coachella est¨¢ tajante y expresamente prohibido comer y beber fuera de los espacios especialmente designados para ello¡ª necesarias para combatir el aplastante calor y las engorrosas tormentas de arena que suelen azotar el desierto al caer la tarde.
Vista su proliferaci¨®n en los ¨²ltimos a?os y la excelente estrategia publicitaria que suponen, no ser¨ªa de extra?ar que, siguiendo la estela del festival, su programa se extendiera en el futuro de la misma manera y acabara as¨ª eclips¨¢ndolo si no sustituy¨¦ndolo del todo.?
Camilla Belle en la fiesta organizada por Guess en el exclusivo hotel Viceroy de Plam Springs.
Getty Images
Rosie Huntington-Whiteley, anfitriona en uno de los eventos organizados en el Soho Desert House
Soho House
Kate Bosworth en la fiesta de Alexander Wang y H&M.
H&M
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