Con derecho a estar guapo
Por fin, el hombre ya tiene licencia para cuidar su est¨¦tica abiertamente.
En suplementos vitam¨ªnicos, 20.000 euros. La misma cifra, en ropa. En rayos uva y autobronceadores, 7.000. En aftershave, 5.500. En prendas interiores, 4.000. En hidratantes, 1.800. En mascarillas, 1.200¡ Esto es lo que un tal Matt Dunford, entrenador personal residente en Londres, asegura haberse gastado durante la ¨²ltima d¨¦cada con el fin de lograr un aspecto que ¨¦l califica de magn¨ªfico y que hace que las mujeres lo acosen cuando sale por la noche. Matt se define sin rodeos ¨Cm¨¢s bien con orgullo¨C como ?el hombre m¨¢s vanidoso de Reino Unido?, y su caso ha sido publicado y exhibido con cierta iron¨ªa, entre mal¨¦fica y dram¨¢tica, en medios conservadores como Daily Mail o Daily Telegraph el pasado mes de mayo. Justo despu¨¦s de que peri¨®dicos supuestamente m¨¢s progresistas, como The New York Times, se hicieran eco de un estudio encargado por HSBC, en el que se actualizaba el concepto metrosexual en su vig¨¦simo aniversario y se acu?aba el pen¨²ltimo calificativo para definir al hombre contempor¨¢neo, obsesionado con la moda, los productos de belleza, las abdominales y dem¨¢s elementos narcisistas.
Esta vez la peculiaridad no ven¨ªa por la mayor o menor cantidad de vello facial, el color de los pantalones y el volumen de exfoliante consumido, sino por la sorprendente juventud de estos j¨®venes machos urbanos (YUM, acr¨®nimo de young urban males) que se abandonan en las grandes capitales del planeta al consumo indiscriminado de bienes de lujo. Por primera vez, el t¨¦rmino que defin¨ªa al nuevo hombre no conten¨ªa la palabra sexual. Ni metrosexual, ni ¨¹bersexual, ni spornosexual (suma de deporte, porno y sexual), el calificativo que Mark Simpson, el inventor del concepto de metrosexualidad, se sacaba de la manga esta primavera con el fin de darle una bola extra a su invento y definir a un var¨®n m¨¢s interesado por perfeccionar su cuerpo que por tener el armario ideal.
Borja S¨¦mper lleva abrigo de Gucci, camiseta de American Vintage, vaqueros de Closed y zapatillas de Nike.
Gorka Postigo
El nuevo hombre que gasta en moda y belleza ya no siente que debe explicitar su orientaci¨®n sexual. Y mientras la industria promueve el unisex, derribando las fronteras y los tallajes que separan a ellos y ellas, el cliente masculino descubre con perplejidad que las barreras est¨¦ticas (y sobre todo de actitud ante la misma est¨¦tica, su concepto y su industria) que alguna vez existieron entre homosexuales y heterosexuales acaban de derrumbarse.
¡®Guapo¡¯ y ¡®macho¡¯, conceptos compatibles. Hab¨ªa cierta sorpresa y cierto desd¨¦n en los art¨ªculos del Daily Mail y del Daily Telegraph al comprobar que Dunford y sus cejas depiladas eran heterosexuales. Estas dos d¨¦cadas de metrosexualidad han sido traum¨¢ticas para muchos, tanto para los que se han visto obligados a dejarse una fortuna en hidratantes como para los que han aprendido (no sin sufrimiento, al menos hasta el advenimiento de Don Draper en 2007) a poder reconocer la belleza de otro hombre sin, a rengl¨®n seguido, sentir la necesidad de aclarar su heterosexualidad. Ahora las cosas han cambiado. Para Bret Pittman, director de The Ludlow Shop, una cadena neoyorquina de tiendas de moda masculina que pertenece a la firma J. Crew, existe un antecedente reciente que retrata y explica esta nueva actitud: se trata de la cinta Crazy, Stupid, Love, estrenada en 2011 y protagonizada por el exitoso y entallado joven heterosexual Ryan Gosling, y un maduro, reci¨¦n divorciado, desastrado (que viste dos tallas m¨¢s grande y zapatillas de jogging) y apocado, Steve Carell. ?Esa pel¨ªcula evidencia la nueva competitividad que empezamos a experimentar los hombres. Por un lado, est¨¢ el joven que triunfa. Por el otro, est¨¢ el mayor que no se entera de nada y que quiere ser como el joven. El personaje de Gosling le ense?a a vestir y comportarse como ¨¦l y eso har¨¢ que cualquier mujer se derrita ante su persona?.
Joaqu¨ªn Reyes lleva americana de Brunello Cucinelli, camisa de Cheap Monday, pantal¨®n de El Ganso y pa?uelo de Boss.
Gorka Postigo
La primera ocasi¨®n en que se vio en la pantalla algo similar fue en 2003, cuando la cadena estadounidense Bravo estren¨® un programa llamado Queer Eye for the Straight Guy, en el que cinco homosexuales de impecable gusto restauraban y reeducaban a un heterosexual algo zopenco. En Espa?a lo emiti¨® m¨¢s tarde el canal Cosmo, orientado al p¨²blico femenino, bajo el t¨ªtulo Operaci¨®n G. Parece que entonces no se conceb¨ªa que un hombre heterosexual pudiera ver la parte did¨¢ctica del programa. Pero, aunque en el momento se entendiera aquello como un espect¨¢culo humor¨ªstico basado en sacar de paseo un pu?ado de estereotipos, m¨¢s que como una emisi¨®n con vocaci¨®n de sentido p¨²blico, s¨ª hay algo en el concepto del programa que ha pervivido. Como recuerda Gabriela Pedranti, coordinadora del BA (Hons) Fashion Marketing and Communication en el IED Barcelona, ?los hombres gais consideran a otros hombres como bellos, y esto implica probablemente un sentido est¨¦tico, un inter¨¦s por lo que se lleva y c¨®mo se lleva. Y, por tanto, les permite preocuparse por cuestiones como la moda. El heterosexual, sin embargo, vincula su est¨¦tica tradicional a conceptos como valiente, fuerte o macho. Por tanto, dir¨ªa que el gay se ha dado permiso para ampliar la percepci¨®n de lo que puede ser un hombre, c¨®mo puede vestirse y mostrarse frente a los dem¨¢s?. Lo curioso de nuestro tiempo es que, al parecer, el macho ya puede mostrarse valiente y fuerte con un pantal¨®n rosa.
?Fen¨®meno estacional? No, viene para quedarse. El a?o pasado, los grandes almacenes brit¨¢nicos Debenhams, informaban de que las ventas de productos de belleza masculina hab¨ªan aumentado un 24%. El volumen de negocio total en Reino Unido se situaba alrededor de los 700 millones de euros. Seg¨²n un estudio de Euromonitor, las cifras globales de consumo de moda masculina subieron un 5% en 2013, alcanzando en territorios como EE?UU, Alemania y Reino Unido la misma dimensi¨®n que la femenina. En este ¨²ltimo pa¨ªs, se vendieron m¨¢s zapatos de hombre que de mujer. Tal vez por eso, los almacenes Selfridges inauguraron en una de sus sedes en Londres la zapater¨ªa masculina m¨¢s grande del mundo, con m¨¢s de 3.000 referencias. Michael Kors espera este a?o alcanzar los 750.000 millones de euros en el segmento de ropa masculina, mientras que la firma Coach asegura que sus ventas para hombre han llegado a los 500 millones de euros, siete veces m¨¢s de lo facturado en 2010.
El modelo Billy Huxley es la imagen de la nueva colecci¨®n Blacksmith & Co, de HE by Mango, que rompe con la l¨ªnea tradicional.
Cortes¨ªa de Mango
El estudio de HSBC antes mencionado aventuraba que China ser¨ªa el ¨²nico territorio en el que, durante los pr¨®ximos a?os, el sector del lujo femenino crecer¨ªa m¨¢s que el masculino. En cierta sinton¨ªa con esto ¨²ltimo, el m¨¢s reciente trabajo de la Asociaci¨®n para la investigaci¨®n de medios de comunicaci¨®n (AIMC) conclu¨ªa que en nuestro pa¨ªs ellas compran impulsadas por la tendencia y las rebajas, mientras que ellos lo hacen en funci¨®n de la calidad y, sobre todo, de las marcas. A la hora del shopping, el estudio denota que el hombre cada vez prefiere m¨¢s comprarse la ropa ¨¦l mismo, siendo ya solo el 38,9% el que deja el destino de su indumentaria en manos ajenas. La cifra significa un descenso del 15,6% respecto a los datos de hace una d¨¦cada. Pittman advierte a los dise?adores: ?No cuidar, o directamente, no lanzar l¨ªneas de ropa, complementos o cosm¨¦ticos masculinas ya no es renunciar a una parte del mercado, es ir contra ¨¦l?. El comercio de la moda masculina ha crecido un 70% desde 1998.
Efectivamente, que el negocio alrededor del narcicismo varonil iba a dispararse es algo que cualquiera que hubiera estudiado el mercado desde finales del pasado siglo daba por inevitable. El verdadero cambio, pues, ha sido m¨¢s cualitativo que cuantitativo. Incluso de coyuntura. ?Lo sorprendente de todo esto es que haya ocurrido en un periodo econ¨®micamente tan desastroso como el actual?, interviene Pedro Mansilla, soci¨®logo especializado en moda, docente y autor del libro Cazadores de tendencias. Los nombres esenciales de la moda espa?ola. ?La creaci¨®n de esta suerte de tercer sexo, de hombres heterosexuales que se hacen con los c¨®digos est¨¦ticos del gay, podr¨ªa haber sucedido en la Belle ?poque, o en el San Francisco de los a?os 60, pero que se manifieste con esta fuerza en estos tiempos es realmente una sorpresa. Estas hibridaciones acostumbran a suceder en periodos m¨¢s despreocupados. La cuesti¨®n ahora es saber si lo que estamos viviendo es una ola que tendr¨¢ su resaca o un verdadero cambio que vino para quedarse. Bajo mi punto de vista, esto es una ola, pero, de lo que ha tra¨ªdo, mucho se quedar¨¢?. Mansilla pronostica, por tanto, una vida m¨¢s all¨¢ de la estacionalidad para este fen¨®meno que no solo implica adoptar los c¨®digos y h¨¢bitos est¨¦ticos reservados hasta el momento a los gais, tambi¨¦n supone la adopci¨®n de algunos par¨¢metros vinculados a la mujer. A los chicos m¨¢s delgados se les invita a comprarse denim de talle femenino; a las chicas, a ir de compras con sus chicos (arma de venta, por ejemplo, de la firma francesa The Kooples). Haider Ackermann y dem¨¢s dise?adores se decantan por la androginia y el unisex. Incluso en firmas grandes y de corte m¨¢s universal, como Pull and Bear o HE By Mango introducen en sus ¨²ltimas colecciones elementos hasta hace poco impensables en marcas con sede en centros comerciales de medio mundo. ?Esto es algo de ahora?, dice Mansilla. ?Se va a marchar, porque, dentro del esquema capitalista no tiene ning¨²n sentido. Cuando las firmas vean que haciendo ropa unisex venden la mitad, se acab¨® el tema. Lo que s¨ª quedar¨¢ es el heterosexual que no teme a la moda o aspirar a subir el nivel?.
Los jugadores del equipo de rugby de los New York Knights posaron para presentar el traje Crosby de J. Crew.
Cortes¨ªa de J. Crew
Por su parte, Pedranti insiste en que las fronteras entre hombres con distinta tendencia sexual son cada vez m¨¢s difusas: ?Ahora ya hay moda y tendencias masculinas, sencillamente, sin tener que hacer divisiones de ning¨²n tipo?. El ¨²nico inconveniente que le ve Mansilla a esta nueva definici¨®n es la posibilidad de caer en el rid¨ªculo: ?Almod¨®var puede ponerse un esmoquin de un color descabellado, porque es rico y famoso. Y el p¨²blico gay contiene en su idiosincrasia un punto de iron¨ªa y sentido del humor en sus ropajes. El heterosexual no domina estos c¨®digos del mismo modo: puede resultar triste si lo hace?. Al final, tal vez vestirse sea tan simple (y tan complicado) como apunta el dise?ador Manuel Garc¨ªa Madrid: ?En moda de hombre, creo que lo mejor es conocerte, saber lo que te queda mejor y adaptar las propuestas a tus necesidades o apetencias, seg¨²n el momento. La libertad no es negociable?.
Higiene ¨ªntima, la ¨²ltima revoluci¨®n. Cuando Tom Ford lanz¨® su l¨ªnea de cosm¨¦ticos, raudo, advirti¨®: ?Estos no son productos que feminicen al hombre. Simplemente, est¨¢n pensados para que su piel tenga mejor aspecto?. Al final, se trata de eso, de querer lucir mejor y m¨¢s al d¨ªa, no de escenificar una reedici¨®n del glam de los a?os 70. Y en esto, los hombres est¨¢n descubriendo que el l¨ªmite ya no son ellos mismos, sino quienes los rodean. Han llegado a esta conclusi¨®n con tal convicci¨®n que, seg¨²n un estudio de YMCA del pasado a?o, un 38% de los varones estar¨ªa dispuesto a renunciar a un a?o de su vida por tener mejor aspecto. Y ya no solo se concentran en su vestuario o en sus cremas, sino que conceptos como boyzilian, una depilaci¨®n genital similar a la brasile?a femenina, se han popularizado. Jonathan Durden, con el fin de no dejar parcela del cuerpo masculino sin atender, cre¨® junto a un socio el pasado a?o la firma Below the Belt (por debajo del cintur¨®n), especializada en productos destinados a los genitales masculinos que no se venden en sex shops. La empresa comercializa, por ejemplo, la ducha sin agua, creada para la limpieza de las partes nobles, dej¨¢ndolas estupendas tras un largo vuelo, o un d¨ªa de oficina que culmina con una salida sin pasar por casa. Hay cremas que imitan el talco, lubricantes para hacer deporte y evitar da?arse con la fricci¨®n, etc. ?Finalmente, los hombres nos estamos espabilando?, interviene Durne, quien cree que es una severa injusticia que la industria de la belleza haya obviado al genital masculino durante todos estos a?os. ?Ya sabemos cuidarnos, incluso en esas zonas que parece que Dios dise?¨® en un mal d¨ªa. Hacen falta m¨¢s pelotas para hacerlo en serio, pero nos estamos acercando?, comenta.
El entrenador personal Matt Dunford, el ?hombre m¨¢s vanidoso de Reino Unido?, seg¨²n ¨¦l mismo.
Cordon Press
Pedranti cree que todos debemos ir con cierta cautela ante lo que las tendencias y el mercado que las sustenta nos proponen. Despu¨¦s de todo, una decisi¨®n dr¨¢stica basada en un arrebato puede tener consecuencias desagradables. As¨ª, ?debe el hombre abrazar todo lo que se le propone en moda y belleza? ?En este instante, en muchas de las culturas occidentales, parece por fin haber una consideraci¨®n del hombre como bello, algo casi exclusivamente femenino durante varios a?os. Por ello empieza a seguir modas, tendencias y a preocuparse por estos temas. Seg¨²n las normas sociales y culturales que lo rodean en la actualidad, parecer¨ªa que todo apunta a que debe comenzar a hacerlo?.
Y a todo esto, ?qu¨¦ piensan las mujeres de lo que est¨¢ sucediendo? Para Mansilla, ?solo las que a¨²n prefieren que un var¨®n huela a sobaco pueden estar en desacuerdo con todo esto. Al final, a todos nos gusta m¨¢s algo agradable a la vista que algo que no lo es?.
Dice el mito que el mundo cambi¨® el d¨ªa en que los hombres descubrieron que las mujeres tambi¨¦n pod¨ªan disfrutar del sexo. El mito jam¨¢s imagin¨® unos genitales masculinos hidratados y sin rastro de bello, ni mucho menos un chico que tarda m¨¢s en arreglarse que su pareja. Pero, en fin, los mitos, mitos son.
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