?No soy cara, soy justa?: por qu¨¦ la marca Zubi ha decidido publicar lo que cuesta fabricar uno de sus famosos bolsos estampados
Ante las quejas de algunos compradores por sus ?precios elevados?, las hermanas Zubizarreta han desgranado lo que hay detr¨¢s de fabricar un producto ¨¦tico en Espa?a. Siguiendo su estela, otras marcas nacionales respaldan la acci¨®n para desligarse de la comparaci¨®n hist¨®rica con los precios del universo low cost.
?No soy cara, soy justa?. Esa es la respuesta de Mercedes Zubizarreta, mitad creativa de la firma espa?ola Zubi junto a su hermana Elena, cuando alg¨²n cliente se queja del precio que marca la etiqueta uno de sus bolsos de algod¨®n: 75 euros. La contestaci¨®n resume el sentir del ¨²ltimo podcast de la marca, Charlando con Zubi, y una de sus publicaciones m¨¢s virales hasta la fecha en su cuenta de Instagram. En ambas plataformas, las hermanas detr¨¢s de los bolsos estampados con fotos tomadas por todo el planeta, han querido desgranar los costes que encierran sus complementos y prendas, logrando el aplauso de otras muchas marcas espa?olas que tambi¨¦n suelen ser cuestionadas sobre su pol¨ªtica de precios. ?Muchas veces las nuevas generaciones no saben lo cara que es la lana ni han visto a su abuela tejer un jersey durante horas. Creemos que es importante explicar todo lo que hay detr¨¢s de un producto y dejar claro que hay muchos factores que van m¨¢s all¨¢ de lo tangible?, cuenta Zubizarreta a S Moda. ?No esper¨¢bamos que el post tuviera tanta repercusi¨®n, pero pensamos que en Espa?a cuesta demasiado hablar de dinero y que a veces hay que hacerlo?.
Ellas lo han hecho en su podcast, en un ilustrativo episodio en el que, partiendo del ejemplo de una prenda que cueste 150 euros, concluyen que restando costes directos e indirectos el beneficio para la marca se reducir¨ªa al 10%, es decir, 15 euros. ?Y esto es la teor¨ªa porque la mayor parte de las veces esta ganancia se reinvierte en la empresa y te quedas a cero?, cuentan. Su an¨¢lisis de todas las variables que influyen en el precio de un producto fabricado de forma ¨¦tica llega en un momento en el que cada vez m¨¢s firmas internacionales deciden ser transparentes respecto a los costes de producci¨®n, distribuci¨®n, log¨ªstica y todos los dem¨¢s procesos desde que se concibe el producto hasta que llega a las manos del cliente. Algunas como Everlane revelan en su tienda online el desglose de sus principales dise?os, otras como la francesa Maison Cl¨¦o o la escocesa Olivia Rose, ambas nativas digitales y conocidas gracias a Instagram, han publicado en sus respectivas cuentas una pormenorizada lista de todos los costes: desde la tela al tiempo de producci¨®n pasando por las etiquetas, las comisiones del pago mediante tarjeta bancaria o el alojamiento web.
?Da cierto miedo decir que solo un 35% del precio final (55 euros en el ejemplo de una prenda que se vende a 150) va dedicado a fabricar el producto?, reconoce Mercedes Zubizarreta, ?pero el otro 65% de los costes indirectos es igual de necesario?. Esa inversi¨®n menos tangible incluye, como exponen con detalle en un dibujo a l¨¢piz que ha tenido mayor repercusi¨®n de la que esperaban, los impuestos que debe pagar la marca, los sueldos del personal, el alquiler de las tiendas y el alojamiento de la web, las fotograf¨ªas de campa?a y su posterior retoque digital o el marketing web, por citar solo algunos de los aspectos que mencionan. ?Algunos clientes nos han contestado que podemos suprimir el podcast o el retoque fotogr¨¢fico como medidas de ahorro, pero al final la gente elige tu marca por el universo que la rodea. De alguna forma el propio cliente exige que todo lo que haces est¨¦ cuidado, sea bonito y apetecible. Por tanto, toda esa inversi¨®n es igual de necesaria?, reflexiona la cofundadora de Zubi.
Numerosas marcas espa?olas han aplaudido en redes sociales que Zubi ?abra este mel¨®n?. ?El ejercicio que han hecho es muy ilustrativo y crea consciencia sobre las miles de cosas que las marcas tenemos que tener en cuenta a la hora de fabricar y comercializar de manera responsable nuestro producto?, defiende Mar¨ªa V¨¢zquez, al frente de la firma de bolsos y marroquiner¨ªa Bolsillo. ?Si un bolso de piel cuesta 50 euros seguramente podemos afirmar que existe explotaci¨®n laboral y medioambiental detr¨¢s.?Una vez el consumidor ha ganado consciencia del impacto tan nocivo que hay detr¨¢s de un precio irrisorio, no sigue contribuyendo a esa explotaci¨®n. Comprarte un bolso de pl¨¢stico en una tienda low cost es como comerte una hamburguesa mala, al minuto te invade el remordimiento y sabes que te la podr¨ªas haber ahorrado, porque ese bolso no superar¨¢ la criba en tu pr¨®xima limpieza de armario y acabar¨¢ siendo un residuo m¨¢s dentro del contenedor de la ropa. El problema es que ese mensaje hay que repetirlo muchas veces para que cale hondo?, a?ade la dise?adora.
Al igual que Zubi, que confecciona tanto ropa como complementos en talleres de Cuenca, Galicia, Barcelona o Valencia, firmas como Bolsillo, cuya producci¨®n est¨¢ en Ubrique; Small Affaire, que fabrica sus joyas en varios talleres de nuestra geograf¨ªa; o la madrile?a Becomely, subrayan la importancia de poner en valor los productos bien hechos, ideados con cari?o y alejados de la filosof¨ªa consumista impulsada por la moda r¨¢pida. ?Considero que el problema no es que nuestros precios sean elevados, sino que el consumidor est¨¢ muy acostumbrado a pagar poco por los productos que consume. Esto se debe a la oferta del fast fashion: no es lo mismo fabricar aqu¨ª cincuenta unidades de un mismo producto que producir miles en otro continente?, defiende Quique Vidal, que lanz¨® Becomely en 2013 aunando la artesan¨ªa de sus vestidos con la tecnolog¨ªa de los complementos 3D.
Todas estas firmas han escuchado ¨Co le¨ªdo¨C en alg¨²n momento ese comentario de ?uff, qu¨¦ caro?. La escritora Lauren Bravo explicaba en The Independent que, si bien los precios de las marcas sostenibles y ¨¦ticas ?son m¨¢s elevados que aquellos a los que nos hemos acostumbrado, la realidad es que necesitan serlo?. Y a?ad¨ªa: ?La palabra ¡®caro¡¯ es subjetiva, pero el precio de la tela, el hilo, la fabricaci¨®n de patrones, la maquinaria y los dem¨¢s gastos no lo es. Y el coste del trabajo humano tampoco deber¨ªa ser negociable?. ?Cuando explicamos a uno de esos clientes que se queja sobre el precio que hemos dado trabajo a una costurera que estaba en el paro, que tenemos que pagar el taller que tenemos en Almonacid del Marquesado (Cuenca) y que cada vez que vamos de visita el equipo nos recibe con rosquillos, empiezan a entenderlo. A¨²n as¨ª somos conscientes de que para muchos bolsillos nuestros productos puedan resultar caros, no podemos ser una marca para todos ni queremos demonizar a las grandes cadenas, pero esta es la firma que nosotras queremos hacer?, defiende Mercedes Zubizarreta.
Para acercar sus dise?os a aquellos fans de la marca que no se los pueden permitir y liberar stock, apuestan por las rebajas un par de veces al a?o, pero tampoco pueden llegar a los agresivos descuentos de las grandes cadenas. ?En los ¨²ltimos tiempos, las ofertas y descuentos est¨¢n lamentablemente a la orden del d¨ªa por la necesidad para salvar los negocios o como llamada de atenci¨®n al cliente. Nos han educado en el consumismo y en la oferta, cuanto m¨¢s rebajado y m¨¢s descuento tenga algo menos te lo piensas, pero es importante dar valor al producto y a la marca evitando entrar en la guerra de precios?, afirma Nuria Bl¨¢zquez, al frente de la etiqueta joyera Small Affaire. Sobre todo, porque para estas firmas peque?as vender por debajo del precio completo supone no ganar siquiera los 15 euros del ejemplo del principio.
Aunque las tres firmas espa?olas consultadas aseguran que ?no creen necesario llegar al punto de desglosar sus costes de cara al cliente?, como explica Quique Vidal, apoyan la acci¨®n de Zubi ?porque ayuda al consumidor a valorar lo que de verdad supone para una empresa local fabricar un producto de manera artesana y con principios?.
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