¡®Crowdfunding¡¯: El poder del dinero colectivo
No se trata de ?pasar la gorra?, sino de buscar microsocios apasionados. En Espa?a ya hay unas 60 plataformas dedicadas a la financiaci¨®n de proyectos en grupo. Gana quien mejor comunica.
?Cu¨¢nto dinero ha dedicado el Estado en la ¨²ltima d¨¦cada a acabar la Sagrada Familia de Barcelona? Un total de cero euros. No porque no quiera, sino porque no puede. Gaud¨ª dej¨® escrito que el templo se financiar¨ªa tan solo a trav¨¦s de los donativos de aquellos que buscaran expiar sus pecados. Y as¨ª se sigue haciendo, con la suma de lo que se recauda por las entradas para visitarla. La bas¨ªlica es, pues, un caso hist¨®rico de crowdfunding y un ejemplo claro de que Kickstarter (la principal web estadounidense de financiaci¨®n colectiva) no ha inventado nada.
En Espa?a, desde que en 2010 naci¨® la pionera Verkami, de la mano de Joan, Adri¨¤ y Jon¨¤s Sala (un padre y sus dos hijos de Matar¨®), se ha producido un importante boom de la financiaci¨®n colectiva. Ya hay unas 60 plataformas registradas (un 10% de las 600 que se calcula que existen en el mundo), recaudando dinero para proyectos de todo tipo y tama?o, desde los 12.000 euros que pide la Fundaci¨®n Manuel de Pedrolo para completar un documental sobre este escritor ¨Chay ya recogidos 12.500 euros¨C a los 1.000 que solicita el partido ecologista Equo en Sevilla (a trav¨¦s de la plataforma L¨¢nzanos) para poder comprar un equipo que permita a sus simpatizantes seguir las reuniones en streaming.
?Pagar por algo que no se sabe si se materializar¨¢?, ?apostar por el proyecto de un desconocido? Pero ?no era este el pa¨ªs del cainismo y la desconfianza? Al parecer, no tanto. Seg¨²n H¨¦ctor Mu?oz, de la plataforma barcelonesa Projeggt, hay varios factores que explican este auge. Est¨¢ la tradici¨®n (?o no es colaborativa la financiaci¨®n de las fiestas de muchos pueblos?), el hecho de que se va perdiendo el miedo a la compra online y, parad¨®jicamente, la propia crisis, que ha hecho que se reduzca el cr¨¦dito, tanto p¨²blico como privado, para todo tipo de iniciativas y ha obligado a m¨¢s gente a recurrir a este sistema.?
Projeggt. Alberto Gonz¨¢lez, H¨¦ctor Mu?oz y Valent¨ª Acconcia pilotan esta web catalana que ofrece tambi¨¦n asesor¨ªa a las plataformas que alojan. M¨¢s del 80% consigue recaudaci¨®n.
Mirta Rojo
?James Franco pide dinero? Sabemos que James Franco escribe, act¨²a, pinta, dirige, da clases y, desde el pasado verano, pide dinero. En junio abri¨® un proyecto en Indiegogo ¨Cla segunda plataforma m¨¢s potente de EE?UU tras Kickstarter¨C para poder financiar tres filmes experimentales basados en su libro de relatos Palo Alto. Solicitaba medio mill¨®n de d¨®lares y en 14 d¨ªas consigui¨® 327.000. Tambi¨¦n se ha visto recurrir al crowdfunding a Spike Lee, Zach Braff o Zosia Mamet (Shoshanna, en Girls), que quer¨ªa 32.000 d¨®lares para rodar un v¨ªdeo con su banda de folk, Cabin Sisters, y recaud¨® solo 2.700. Esto gener¨® cierto movimiento de rechazo, puesto que se asume que las celebridades pueden encontrar financiaci¨®n por las v¨ªas tradicionales y deber¨ªan dejar el crowdfunding para los despose¨ªdos.
Borja Prieto, que dirigi¨® MySpace en Espa?a y ahora pilota la plataforma My Major Company junto a Maxime Dodinet, defiende la opci¨®n de Franco: ?Al final siempre mueven proyectos especiales, no convencionales?. Aunque, como se ve en el caso de Mamet, tener un nombre conocido no garantiza el ¨¦xito.
Prieto y Dodinet citan el caso de Bj?rk, quien intent¨® financiar su aplicaci¨®n musical, Biophilia, en Kickstarter y no lo consigui¨®. Y ponen como ejemplo contrario una pel¨ªcula que se ha gestado en su web, Estirpe, de Adri¨¢n L¨®pez, en la que aparecer¨¢n Ernesto Sevilla y Sergio Peris Mencheta, entre otros. El filme consigui¨® el 107% de lo que ped¨ªa para poder rodarse debido a su mod¨¦lica campa?a de promoci¨®n. ?Hicieron de todo, hasta colgaron carteles en los ¨¢rboles, como los de ¡°busco perro perdido¡±?, destacan. Y en eso est¨¢n de acuerdo todos los que trabajan en el sector: la implicaci¨®n del emprendedor es la clave y entre todos los proyectos que buscan financiaci¨®n se produce una especie de selecci¨®n darwinista: solo sobreviven los que realmente valen la pena o como m¨ªnimo los que tienen detr¨¢s a alguien que se lo ha trabajado mucho.?
Casi todas las plataformas asesoran a los reci¨¦n llegados. El?storytelling?es clave. ?Hay que presentarse sin artificios, ser transparentes y trabajar bien los retornos?, apunta Jon¨¤s Sala, de Verkami.?
Verkami. El bi¨®logo Joan Sala, y sus hijos Adri¨¤ (bi¨®logo) y Jon¨¤s (historiador de arte) fundaron en 2010 la web decana en Espa?a.
Mirta Rojo
Y a cambio, ?qu¨¦ me dan? En My Major Company la media de donaci¨®n est¨¢ en torno a los 40-50 euros (aunque registran casos como el del tipo que dio 2.400 euros a escondidas de su mujer para que continuase en activo el programa de radio La isla, todo un fen¨®meno de fans), una cantidad m¨¢s elevada que la que suele darse en otras plataformas, que ronda los 25 euros. Ese dinero no se regala a fondo perdido sino que se suele entregar a cambio de una recompensa: asistir al estreno de la pel¨ªcula que se ha ayudado a financiar, recibir un DVD con extras, conseguir pases backstage en un concierto¡ Ese tipo de premios explican tambi¨¦n que el crowdfunding se haya convertido en una manera m¨¢s de consumir cultura, como explica Sala: ?Tiene, adem¨¢s, m¨¢s proximidad y permite una interacci¨®n directa con lo creado, te sientes parte de lo que est¨¢s haciendo realidad?. Est¨¢ relacionado con ese ?ocio de la experiencia? del que hablan los soci¨®logos y los promotores culturales y que hace que hoy en d¨ªa, por ejemplo, cueste pagar 20 euros por un disco pero muchos no pesta?een a la hora de desembolsar 100 por ir a un concierto.
Al margen de esas recompensas, existen las donaciones puras y duras, que suelen aplicarse a los proyectos solidarios ¨Cen estos casos, adem¨¢s, las webs que los alojan suelen reducir su comisi¨®n del 5% o el 7% habitual a un simb¨®lico 1%¨C y hay una tercera opci¨®n, el llamado equity crowdfunding, una forma de inversi¨®n. En L¨¢nzanos, una empresa con sede en Toledo, est¨¢n a punto de implantar Seedquick, una iniciativa pensada para que los mecenas se conviertan en socios que reciban un porcentaje de los beneficios que genera el proyecto, en funci¨®n a lo que hayan invertido, o incluso participaciones en la empresa. ?Se trata de que las personas hagan inversiones, que tienen cierto riesgo como cualquiera, pero en cosas con las que sienten una conexi¨®n?, explica el CEO de la empresa, Gregorio L¨®pez Trivi?o.
My Major Company tambi¨¦n prepara algo similar, pero centrado en la m¨²sica: una compa?¨ªa discogr¨¢fica financiada por fans. La empresa cuenta con la experiencia de su casa madre en Francia, que se anot¨® un tanto importante con el fichaje y lanzamiento de Gr¨¦goire, un cantante y compositor que en 2007 grab¨® un disco financiado por 347 ?productores an¨®nimos? (unos 40 de ellos aparecen tambi¨¦n en el v¨ªdeo del single Toi+Moi) y que acab¨® vendiendo m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares.?
L¨¢nzanos. Marta Pizarro junto a Lidia y Gregorio L¨®pez-Trivi?o forman parte de L¨¢nzanos, una plataforma multisector: de ah¨ª han salido tanto un proyecto cient¨ªfico para el MIT como un partido relacionado con el 15-M.
Mirta Rojo
En la industria discogr¨¢fica el sistema est¨¢ lejos de ser una an¨¦cdota, y lo mismo pasa en la audiovisual: en el ¨²ltimo festival de Sundance, el 10% de las pel¨ªculas proyectadas se financiaron, al menos en parte, de esta manera. Cinco de ellas ganaron premios. El certamen de cine espa?ol de M¨¢laga tambi¨¦n reconoci¨® como Mejor Director a Rodrigo Sorogoyen, que recaud¨® 13.000 euros para su filme Stockholm gracias a 250 donantes a trav¨¦s de Verkami.
El crowdfunding no es un fen¨®meno aislado, sino que tiene bastante que ver con la econom¨ªa colaborativa. Si podemos realquilar una habitaci¨®n a un extra?o (AirBnb) y compartir un trayecto en coche con cualquiera para recortar gastos (Bla Bla Car), ?por qu¨¦ no vamos a financiar el proyecto de un desconocido? No se trata de altruismo, sino de manejar los propios recursos bajo otros par¨¢metros, que implican, adem¨¢s, cierta dosis de buena fe.
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