El d¨ªa que fui al desfile de Victoria?s Secret
El pasado 2 de diciembre presenciamos el desfile m¨¢s grande del planeta, un show que ven unos 500 millones de personas. Pero solo 3.000 en directo.
Las cifras est¨¢n ah¨ª, pero no son nada comparadas con el ambiente. Decenas de fans montando guardia en los alrededores, unos niveles de seguridad comparables a los de un aeropuerto, cientos de operarios y mucha prensa acreditada. Es el desfile m¨¢s grande del mundo (con 47 modelos, 81 looks y 3.000 asistentes), el m¨¢s caro (cuesta unos 12,2 millones de euros) y el m¨¢s visto (por unas 500 millones de personas en 185 pa¨ªses). El show de la marca de lencer¨ªa estadounidense Victoria¡¯s Secret es un espect¨¢culo, una especie de centro comercial de la pasarela, la comida r¨¢pida de lo aspiracional.
Nos repiten machaconamente que es un privilegio. Amigos, compa?eros y organizadores nos recuerdan que no es f¨¢cil acceder a este macroevento anual. Y cuando llegamos a Earl¡¯s Court, el recinto londinense donde se celebra, la sensaci¨®n se recrudece. Tendremos 20 minutos para recorrer el backstage, hacer fotos con el m¨®vil, hablar con las modelos y descubrir c¨®mo 25 peluqueros, 25 maquilladores y 9 manicuristas las acicalan para la decimonovena edici¨®n. Todo est¨¢ medido; el espacio, el tiempo, las distancias. No estaremos solos, una treinta?era vestida de negro ¨Ccomo todo el equipo encargado de la cita¨C nos acompa?ar¨¢ y vetar¨¢ las preguntas poco adecuadas. No podremos campar a nuestras anchas, ni salir y entrar (a pesar de llevar una acreditaci¨®n colgada al cuello). Si el control resulta draconiano cada a?o, el de ¨¦ste lo es el triple. Es la primera vez que los ¨¢ngeles desfilan en Londres, la segunda que pisan Europa. La capital inglesa no puede fallar.
Adriana Lima y Alessandra Ambrosio lucieron el Fantasy Bra. Cada uno vale 2 millones de d¨®lares.
Cordon Press
En el tocador. Tenemos que esperar a nuestro turno, a las 11. Es la hora que nos han asignado para conocer a las tops. La sala donde se hallan se divide en tres ambientes: la entrada, un photocall donde posan los Fantasy Bra, los sostenes m¨¢s caros de la l¨ªnea; un pasillo con los tocadores y una zona de recreo con catering donde se servir¨¢n 500 botellas de agua y de zumos. Hace mucho calor. Las modelos se pasean en minibatas rosas y negras. ?Podr¨¢ charlar con quien desee, siempre que acceda?, nos tranquiliza nuestra acompa?ante. Parece f¨¢cil, pero no lo es. Tropezamos con Constance Jablonski. Pero la francesa de 23 a?os se escapa. ?Lo siento?, se excusa y un se?or alto se la lleva del brazo.
Las tratan como a princesas. Los 47 ¨¢ngeles ¨Cel n¨²mero m¨¢s alto en la historia¨C han volado desde Nueva York en un jet privado. Su contrato es abultado, cada a?o rechazan a actrices famosas que quieren desfilar. Otro dato estramb¨®tico: la mitad de las modelos mejor pagadas del mundo, seg¨²n Forbes, trabaja para Victoria¡¯s Secret.
Blanca Padilla fue el ¨²nico ¨¢ngel espa?ol.
Getty Images
La suerte nos sonr¨ªe: localizamos a Alessandra Ambrosio, una veterana. Es alta y delgada, de facciones marcadas; imposible como una Barbie. Sobre las mesas, decenas de extensiones, lacas y planchas de GHD. ?No recuerdo la primera vez que desfil¨¦ para ellos. [Risas]. Bromeo. Fue en el Festival de Cannes en el a?o 2000. Fue glamuroso y surrealista?, afirma. La brasile?a, de 33 a?os, ha cargado con alas de casi 20 kg. ?Pueden fiarse de m¨ª?, recalca. Lo hacen. Ambrosio es la elegida. Esta madre de dos hijos lucir¨¢ un Fantasy Bra valorado en 1,7 millones de euros y elaborado con rub¨ªes, zafiros y diamantes en oro de 18 quilates. La otra agraciada ser¨¢ su compatriota Adriana Lima, de 33 a?os, e igual de alta (1,78 cm) y despampanante.
Parece que estemos en los 90, rodeados de supermodelos. Pero a pesar de sus dotes y contratos ¨CAmbrosio y Lima son imagen de la marca¨C, pasan por el casting como todas. Mucho deporte y muchas nueces. ?Es duro?, corrobora Joan Smalls mientras la maquillan. Y a?ade: ?Trabajo mucho, as¨ª que intento estar en forma. Pero esta selecci¨®n es exigente. Un mes antes redoblo la intensidad y frecuencia del cardio, y me obligo a dejar los dulces?. La portorrique?a cobra 3 millones de d¨®lares anuales. Nada mal para una chica de 26 a?os. ?Llegamos antes de ayer [por el 30 de noviembre] en un boeing lujoso. Ha sido mi primera experiencia en uno privado; y, cr¨¦ame, no me costar¨ªa acostumbrarme?.
El show se dividi¨® en seis partes, una por cada l¨ªnea de la nueva colecci¨®n.
D.R.
El lema de Victoria¡¯s Secret es la extravagancia. Estas mujeres venden el estilo de vida de una superhero¨ªna. ?Somos como un grupo de m¨²sica. Adem¨¢s, ?en qu¨¦ otra pasarela convives con cantantes??, plantea Smalls. ?se es su acierto; han convertido un desfile en un festival de grandes ¨¦xitos: Destiny¡¯s Child, Justin Timberlake, las Spice Girls, Katy Perry, Justin Bieber¡ la lista de artistas que han actuado durante la cita es interminable. Barbara Fialho, de 26 a?os y ¨¢ngel desde 2012, es categ¨®rica. ?Es el evento m¨¢s importante de EE UU. Es¡ cultura popular?. Y de masas; un Top of The Pops de la moda. Victoria¡¯s Secret lidera la lista de las empresas m¨¢s populares del mundo, seg¨²n la consultora YouGov, por delante de Levi¡¯s o Apple. ?Todo es poder femenino. Nos transforman en referentes para millones. Todo es a lo grande?, opina Blanca Padilla, la ¨²nica espa?ola de 2014.
Es el gigante lencero: acumula tres a?os de r¨¦cords de beneficios; en 2013 alcanz¨® los 6.600 millones de d¨®lares (5.360 millones de euros). Pero el origen de la compa?¨ªa no es tan sexy. El treinta?ero Roy Raymond la fund¨® por frustraci¨®n. No se sinti¨® c¨®modo comprando ropa interior para su mujer en un centro comercial. As¨ª, reuni¨® 80.000 d¨®lares y cre¨® Victoria¡¯s Secret en 1977. El primer a?o gan¨® 500.000 d¨®lares; en 1982, factur¨® 6 millones (seg¨²n el New York Times), pero decidi¨® vender la empresa a Wexner and the Limited por entre 1 y 4 millones de d¨®lares. Al cabo de dos a?os, se suicid¨®.
No escatiman: las modelos vuelan en un jet privado. A la izda., antes de salir de Nueva York, debajo, Lily Aldridge y Behati Prinsloo en el avi¨®n.
Getty Images
Un peso pesado. No es de extra?ar que las compa?¨ªas se peleen por patrocinar el evento. GHD, l¨ªder mundial en planchas de pelo, se llev¨® el gato al agua en 2013 y repiti¨® este a?o: ?Sus prendas son accesibles, no solo aspiracionales. Las mujeres pueden comprarlas?, afirma Anthony Davey, CEO de la marca inglesa. Y a?ade. ?Ambos innovamos. Ellos muestran la lencer¨ªa de manera divertida. Y nosotros, la tecnolog¨ªa de las stylers?. Davey no es un aficionado a la moda, pero le atrae este show. ?Tiene algo futbol¨ªstico¡ Son expertos en marketing. Trabajar con ellos da credibilidad a nuestro producto?. Y abre puertas. ?Esta alianza ayuda a expandirse. En 2014, nuestro crecimiento en EE UU ha sido salvaje?. La colaboraci¨®n tambi¨¦n beneficia a Victoria¡¯s Secret, pues se le resiste Europa. De ah¨ª su mudanza a Londres.
Prensa y asistentes hacen sus apuestas horas antes del acontecimiento. ?Rebajar¨¢ la marca el componente kitsch y yanqui del espect¨¢culo? No. Al menos as¨ª se desprende de la decoraci¨®n discotequera. Vestidos con la espalda al descubierto, minifaldas y corpi?os, tacones vertiginosos. El vestuario de los asistentes empatiza con el de las modelos. Alg¨²n despistado ha obviado la etiqueta y ha optado por un traje multicolor cuando la invitaci¨®n requer¨ªa blanco o negro. Asistir sin pase no sale gratis. Cuesta 12.700 euros; en la reventa, hasta 16.000.
Las ondas se trabajaron con las nuevas curve tongs de GHD. Estas planchas redondas aterrizar¨¢n en Espa?a en febrero de 2015.
D.R.
En un sal¨®n enorme y a oscuras, pincha un DJ. Varias camareras ofrecen bebidas. Todas sirven lo mismo. Agua con lim¨®n. Pasamos a la sala donde tendr¨¢ lugar el evento. Suenan Red Hot Chili Peppers, Coldplay, Beyonc¨¦. Mientras, en el backstage, Ed Razek, gerente de marketing y jefe creativo de la firma, las arenga. Padilla nos cuenta c¨®mo se siente en su debut como ¨¢ngel: insiste en que es incre¨ªble ser seleccionada en un casting internacional. ??Es emocionante! ?Casi todas lloramos!?.
Durante el desfile, resulta dif¨ªcil sacudirse la sensaci¨®n de extra?eza e hilaridad. ?Sales medio desnuda; debes sentirte orgullosa de tu cuerpo?, dice la sueca Kelly Gale. Esa falta de vestimenta se suple con humor: alas de lib¨¦lula, colas de novia y botas a lo Barbarella. No queda espacio para la imaginaci¨®n: el cerebro est¨¢ tan bombardeado por luces psicod¨¦licas y actuaciones de cantantes de radiof¨®rmula que el dise?o desaparece.
Y eso que los creadores que hay detr¨¢s de las piezas son gigantes de la industria: Sophia Neophitou, directora art¨ªstica de Roland Mouret, lo es aqu¨ª tambi¨¦n por tercer a?o consecutivo. Y Nicholas Kirkwood firma el calzado. El mismo d¨ªa del desfile el brit¨¢nico puso a la venta dos de sus modelos. Aqu¨ª todo el mundo hace caja.
Ariana Grande fue uno de los platos musicales.
Cordon Press.
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