El nuevo di¨®genes
Internet, ese gran escaparate virtual, ha creado una nueva tribu; la de los hoarders. Su man¨ªa: comprar compulsivamente, almacenar y posponer su venta.
Viv¨ªa en una casa de tercera generaci¨®n de hoarders. Su madre hab¨ªa sido una, su abuela, otra. Tardamos tres horas en despejar la entrada. En la cocina encontramos una mesa de los 50. Debajo y entre la porquer¨ªa hab¨ªa una bolsa, ten¨ªa un im¨¢n y estaba enganchada a la mesa. En su interior vimos un broche con un diamante?, cuenta Antonia Campbell-Hughes, de Abundance Organizing (Organizando la abundancia). Su entidad se dedica a limpiar los hogares de una nueva tribu, la de los hoarders (de hoard, acumular en ingl¨¦s). A veces encuentran tesoros; otras, basura.
?Compran y acumulan. Y no son capaces de deshacerse de sus pertenencias; tienden a posponerlo?, explica la experta. El n¨²mero ha aumentado; la raz¨®n, seg¨²n los expertos, est¨¢ en el ciberespacio, ese gran escaparate online. ?Basta un clic para adquirir, lo que fomenta la compra compulsiva?, argumenta Javier Zamora, profesor de Tecnolog¨ªas de la informaci¨®n del IESE. En casa, delante de una pantalla, no hay testigos, as¨ª que el sentimiento de culpa disminuye. eBay, Amazon, Craigslist¡ son cientos las plataformas virtuales de compra-venta. En el ¨²ltimo a?o han nacido otras. ?Es la muerte del intermediario, todos podemos adquirir aunque vivamos en un pueblecito?, afirma Zamora. Con un pero: ?La estanter¨ªa de la FNAC tiene un l¨ªmite: los metros cuadrados y el alquiler; el cat¨¢logo online no?, compara. Internet es un pozo sin fondo.
En el filme Dentro del laberinto existe un basurero donde van a parar los juguetes olvidados. Ese vertedero est¨¢ hoy en casa. 438 libros y revistas, 139 juguetes, 39 pares de zapatos y montones de objetos, esa es la radiograf¨ªa del hogar moderno que traza el libro Life at Home in the 21 Century: 32 Families Open their Doors, escrito por soci¨®logos de la Universidad de California. Sus conclusiones son escalofriantes. Apilamos objetos y saturamos casas. Algunos quieren vender, en eBay o en BigDeal. Pero la mayor¨ªa no se decide. Es el fen¨®meno del manic consumerism (el consumismo man¨ªaco). ?La sociedad anima a competir; a m¨¢s bienes, m¨¢s ¨¦xito. Lo m¨¢s aterrador es lo familiares que resultan los s¨ªntomas del hoarder?, afirma Campbell-Hughes.
No hay v¨ªa de escape. Las costumbres han cambiado y, con ellas, los espacios. ?Esta acumulaci¨®n es el resultado de a?os de consumo desaforado y de los pisos sin buhardillas. A esto se a?ade la desaparici¨®n del ritual de hacer s¨¢bado; limpiar y dar a los traperos peri¨®dicos, revistas¡ Esa industria del reciclaje ha desaparecido?, se?ala Jos¨¦ Luis Nueno, profesor de Marketing del IESE. ?Conservar o desprenderse de bienes es uno de los dilemas de la cultura. Los cazadores-recolectores seleccionaban porque viajaban. Con la era moderna surge el coleccionismo. Con la sociedad de consumo, la norma es la obsolescencia programada, no acumular bienes, cambiarlos por otros. Es una paradoja que, con la de la informaci¨®n ¨Ccuando lo virtual es fugaz¨C, vuelva la obsesi¨®n por conservar?, afirma Carles Feixa, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa en la Universidad de Lleida. Y a?ade: ?Es posible que sea un s¨ªntoma de inseguridad frente a la crisis o una prefiguraci¨®n de la futura sociedad del reciclaje?.
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