El estilista de Melania, ?otro topo de la resistencia anti-Trump?
Sus ¨²ltimos estilismos de villana nazi y plut¨®crata colonial llevan a preguntarse: ?y si todo esto no fuera casualidad?
Ya hace m¨¢s de un mes que The New York Times public¨® un art¨ªculo sin firma en el que un alt¨ªsimo cargo de la Casa Blanca confesaba que existe todo un grupo de empleados de alto nivel de la residencia presidencial que act¨²an como topos de la llamada ¡°resistencia¡±, desobedeciendo las ¨®rdenes de Donald Trump por el bien del pa¨ªs y del orden internacional. Durante las primeras semanas sonaron varios nombres, entre ellos el del vicepresidente Mike Pence, pero el misterio sigue sin resolver. En su columna de esta semana en The Guardian, la siempre acertada Hadley Freeman especula con otro posible topo en la Casa Blanca: quien sea que est¨¢ escogiendo la ropa de Melania Trump.
¡°Su estilista es un genio insurrecto que trabaja desde dentro para hacer que los Trump parezcan a¨²n m¨¢s desquiciados de lo que est¨¢n. No hay ninguna otra explicaci¨®n y, personalmente, aplaudo a ese estilista. Ya estoy esperando ese vestuario inspirado en las SS que la Primera Dama llevar¨¢ en su pr¨®ximo viaje a Alemania. ?Empieza a sacar brillo a tus botas negras, Melania!¡±, escribe Freeman. Y lo cierto es que la hip¨®tesis parece tan v¨¢lida como cualquier otra para explicar el loqu¨ªsimo vestuario que la exmodelo eslovena luci¨® la semana pasada durante su primer viaje en solitario a varios pa¨ªses africanos.
La idea general que parec¨ªa inspirar los estilismos era una ?frica sacada de Babar, Mogambo y alg¨²n comic racista de los a?os 30. Para subirse al avi¨®n en Nairobi, por ejemplo, Trump llev¨® un vestido de la colecci¨®n de Sof¨ªa S¨¢nchez de Betak estampado con flamencos, cebras y rinocerontes. Como dijo una columnista de la muy recatada y republicana revista Town & Country, ¡°es como si Brigitte Macron hubiese llegado a Estados Unidos calzada con botas de cowboy y se hubiese ido con algo estampado con im¨¢genes de b¨²falos y plumas de nativo americano¡±. En Ghana y en otras paradas del viaje se ci?¨® a un tema safari-barra-c¨®ctel, es decir, pantalones caqui, camisa verde oliva bien cinchada y tacones de aguja de 11 cent¨ªmetros. Lo t¨ªpico. Esas elecciones pod¨ªan resultar c¨®micas o cuestionables, pero se quedaron en nada al lado de los dos conjuntos m¨¢s pol¨¦micos del viaje. Para visitar un orfanato en Kenia y hacer una excursi¨®n en jeep por un parque natural, Trump visti¨® pantal¨®n de montar, botas de cuero, camisa blanca y, esto es lo grave, un salacot, una prenda que sol¨ªan llevar los ej¨¦rcitos coloniales europeos en ?frica y Asia y acabaron adoptando muchos civiles de los mandos invasores, y que la propia Wikipedia define como ¡°uno de los iconos del esplendor del Imperio Brit¨¢nico¡±. En definitiva, una prenda pol¨¦mica y simb¨®lica que por si sola representa varios siglos de opresi¨®n.
Para cuando lleg¨® a Egipto, en la ¨²ltima etapa de su viaje, Melania ya sab¨ªa que su sombrero hab¨ªa causado esc¨¢ndalo y memes ¨C¡°Esc¨¢ndalo y memes¡± es un buen resumen de todo lo que pasa, todos los d¨ªas, en la ¨²ltima d¨¦cada, pero ese es otro tema¨C. ?Opt¨® entonces por ponerse algo m¨¢s discreto, aunque igualmente t¨®pico, como el vestido camisero y las bailarinas de pit¨®n que hab¨ªa llevado en Malawi? Oh, no. La Primera Dama llevaba a¨²n en la maleta su conjunto m¨¢s explosivo, unos pantalones blancos anchos, americana color barquillo, corbatilla negra y sombrero de ala ancha. Se lo coloc¨® para posar delante de la pir¨¢mide de Giza, evocando el Chicago de los g¨¢ngsters y al Michael Jackson de Smooth Criminal y, sobre todo, provocando que todo el mundo pensase autom¨¢ticamente en Bellocq, el nazi de Indiana Jones y el arca perdida. Hay algo en la mirada famosamente perdida de Melania que exagera el efecto de todo lo que se pone, un no saber si no se est¨¢ enterando de nada o si se est¨¢ enterando de todo y le da igual.
Llegados a este punto es l¨ªcito especular como hace Freeman que ya no puede ser casualidad. ?Y si el estilista-topo fue el que le dijo a Melania que se pusiese la famosa parka de Zara que dec¨ªa en la espalda ¡°de verdad que no me importa, ?y a ti?¡± para ir a ver a los ni?os detenidos en la frontera y separados de sus padres?
La excolaboradora de Donald Trump Omarosa Manigault que, como empieza a ser costumbre, dej¨® la Administraci¨®n de mala manera y con un borrador ya escrito de su libro anti-Trump cree que Melania, que estar¨ªa, seg¨²n ella ¡°contando cada minuto que falta para que su marido deje la Casa Blanca¡± y poder as¨ª divorciarse, utiliza la ropa para vengarse del Presidente. ¡°En conjunto, todas sus rebeld¨ªas de estilo han servido para lo mismo, y no s¨®lo para distraer, una estrategia que su marido conoce bien. Creo que Melania utiliza el estilo para castigar a su marido. Llev¨® esa chaqueta para herir a Trump, y activ¨® una pol¨¦mica que ¨¦l tendr¨ªa que arreglar, prolongando la conversaci¨®n sobre la insensibilidad de la Administraci¨®n, arruinando todo el viaje y asegur¨¢ndose de que nunca nadie volv¨ªa a pedirle que hiciera algo parecido¡±, escribi¨® en sus memorias pol¨ªticas, tituladas Unhinged (Desquiciado).
Durante esa misma crisis por la separaci¨®n y retenci¨®n de menores hijos de migrantes en la frontera (que no est¨¢ a¨²n resuelta: algunos podr¨ªan ser adoptados por familias estadounidenses sin consentimiento de sus padres, seg¨²n una investigaci¨®n que se hizo p¨²blica esta semana), Melania Trump no dud¨® en ponerse un vestido de Valentino para reunirse con los reyes de Espa?a, a pesar de que el dise?ador de la marca, Pierpaolo Piccioli, se puso al d¨ªa siguiente de la victoria electoral de su marido una gorra que dec¨ªa ¡°Fuck Donald Trump¡±.
Aunque las pol¨¦micas por los atuendos de la Primera Dama han sido constantes desde que se coloc¨® tacones de aguja para visitar una zona devastada por el hurac¨¢n Harvey, ella no parece acostumbrarse. En una entrevista que se emiti¨® el viernes en la cadena ABC, en un especial titulado Being Melania y que se grab¨® precisamente durante el periplo africano, Melania asegura que se considera ¡°la persona del mundo que sufre m¨¢s bullying¡± o por lo menos una de ellas. Se lo dice sin pesta?ear al periodista Tom Llamas. De fondo, el parque nacional de Nairobi, en Kenia. Y en primer plano, descansando sobre una mesita auxiliar, su salacot blanco. ?Otra victoria para el estilista inflitrado?
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