Estos son los mensajes que los enfermos de c¨¢ncer quieren recibir
Emily McDowell, superviviente de la enfermedad, triunfa dise?ando tarjetas con los mensajes directos y alejados de los t¨®picos que le hubiera gustado recibir.
¡°Me ha encantado la de 'ya me encargo yo de pegar al pr¨®ximo que te diga que todo pasa por algo'. Esa me ha hecho re¨ªr de verdad. ?Cu¨¢nta raz¨®n y cu¨¢ntas tonter¨ªas oyes en los meses de tratamiento! Lo del viaje, por lo visto, debe ser otro cl¨¢sico internacional, todo el mundo te dice algo parecido: que si algo vas a aprender de esto, que si la vida es un viaje¡ Yo pensaba, pues viaja t¨², no te fastidia, o aprende t¨² esta lecci¨®n, que yo prefiero ser una ignorante. Lo que pasa es que te callas, no puedes decir nada. Y es l¨®gico, la gente solo quiere ayudar lo que pasa es que no sabe que decir¡±.
Mi amiga Merce me atiende al tel¨¦fono desde Tarragona. Su madre muri¨® de c¨¢ncer cuando era peque?a y ella ha superado el mismo tumor unos a?os despu¨¦s. La llamo apurada. Necesito cambiar el enfoque de este art¨ªculo. Apenas tengo un par de horas para hacerlo, estoy de viaje y lo ¨²nico que se me ha ocurrido es que ella me ayude a saber si la historia de Emily McDowell y sus tarjetas para enfermos de c¨¢ncer es tan buena ?y, de paso que me ayude a contarla de otra manera. Pero estoy inc¨®moda. Yo misma, acostumbrada a buscar las palabras correctas cada d¨ªa, acabo de experimentar lo dif¨ªcil que se le hace al otro, al que est¨¢ sano, hablar del c¨¢ncer ante el que lo ha padecido y tan duramente, adem¨¢s. Pero ella me lo pone f¨¢cil. Ha entendido, sin que se lo diga, c¨®mo me siento y me ayuda con este enfoque. Al colgar sonr¨ªo. Merce ha puesto en mi boca lo que ten¨ªa que decir, no han sido necesarias justificaciones ni disculpas. Tengo la sensaci¨®n de que acaba de ocurrir algo parecido a lo que origin¨® las tarjetas de las que habla este art¨ªculo: alguien que entiende qu¨¦ ocurre y puede dosificar a la perfecci¨®n las palabras, habla por ti.
?La historia de Emily y las tarjetas emp¨¢ticas
Cuando ten¨ªa 24 a?os a Emily McDowell le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin en grado 3. ?Se cur¨®, pero durante 9 meses recibi¨® quimioterapia y radioterapia y padeci¨® el miedo a no saber qu¨¦ pasar¨ªa. Cuenta que lo que m¨¢s le cost¨® no fue perder el pelo sino los amigos. Y calcula, generosa, que muchos desaparecieron no por falta de amor hacia ella, sino por falta de palabras que decirle. Emily es dise?adora y pens¨® que ser¨ªa divertido y, sobre todo ¨²til, facilitarle la tarea a familiares y amigos compungidos e incapaces de acertar con las palabras de ¨¢nimo para el ser querido enfermo de c¨¢ncer al que vayan a ver o al que quieran animar. ?Se puso a dise?arlas y el resultado es una ensalada de humor negro, ternura sin ?o?er¨ªa y chistes pragm¨¢ticos al que llam¨® ¡°tarjetas emp¨¢ticas¡±.
Dice Merce que le hubiera hecho mucha gracia recibir una. Aunque reconoce que algunos allegados le dijeron o dedicaron frases certeras ¡°y tambi¨¦n muy cachondas, que me ayudaron en su momento a desdramatizar, a re¨ªrme de la situaci¨®n y que agradec¨ª much¨ªsimo. Me estoy acordando de una en particular, en ?la que una amiga que hab¨ªa venido a donar m¨¦dula al mismo hospital en el que me daban la quimio a m¨ª, ?me dej¨® una nota en la que pon¨ªa que dejase de llamar la atenci¨®n y en convertir a toda la pandilla en s¨²bitos samaritanos o algo as¨ª. Me re¨ª much¨ªsimo, me gust¨® ese tono. As¨ª que s¨ª, me gustan las tarjetas emp¨¢ticas. Aunque espero no tener que comprar ninguna en una buena temporada¡±.
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