?Existe la fotograf¨ªa hipster?
Buscamos los or¨ªgenes de una est¨¦tica fotogr¨¢fica a punto de pasar de moda.
Es dudoso que el fen¨®meno hipster haya sido en alg¨²n momento algo m¨¢s que una etiqueta comercial. La respuesta en cualquier caso hay que buscarla en el ensayo de Mark Greif ¡®?Qu¨¦ fue lo hipster?¡¯. Lo que parece evidente es que tras ese adjetivo existe una est¨¦tica vampirazada por los que mueven los hilos de la moda. La fotograf¨ªa, cada vez m¨¢s influenciada por las tendencias del momento, es uno de sus cauces de propagaci¨®n.
Una b¨²squeda en Google Im¨¢genes de los t¨¦rminos ¡®hipster photography¡¯ nos devuelve una avalancha de fotos ¡®lo-fi¡¯ que parecen disparadas hace d¨¦cadas. Sus ingredientes son colores desva¨ªdos, luces duras provocadas por un flashazo y texturas dignas de una imagen maltratada. Si mezclas todo eso y pones a posar a alguien con ropa rescatada de un contenedor tienes una campa?a de est¨¦tica hipster.
El fen¨®meno es tan obvio que algunos medios lo tratan en su secci¨®n de humor -v¨¦ase esta galer¨ªa de fotos y este v¨ªdeo del Huffington Post-. Para re¨ªrse un poco m¨¢s recomendamos no dejar visitar el blog ¡®Look at this fucking hipster¡¯, convertido en libro y que cuenta con una tienda de camisetas antihipster -las hay incluso para perros-. Un claro exponente de esa corriente de odio a lo hipster de la que hablaban hace poco en The Guardian.
?De d¨®nde viene la fotograf¨ªa hipster? En el universo visual de los hipster es clave la Polaroid -y sus suced¨¢neos-. Una m¨¢quina que Andy Warhol us¨® como fotomat¨®n de famosos. En Impossible Project retomaron la fabricaci¨®n de su pel¨ªcula.
Les ha ido tan bien que hoy incluso cuentan con una lujosa tienda en Nueva York y distribuidores por todo el mundo -en Barcelona podemos comprar sus productos en Chandal¨C Ante semejante ¨¦xito hasta en Polaroid se plantearon volver a explotar el fil¨®n. Hace casi dos a?os presentaban un prototipo de m¨¢quina anal¨®gica con acabado en madera del que no hemos vuelto a tener noticia.
Tambi¨¦n hemos asistido al rescate que algunos han hecho de las viejas c¨¢maras familiares, otros compraron c¨¢maras lomogr¨¢ficas y la inmensa mayor¨ªa se conform¨® con imitar en la pantalla las texturas anal¨®gicas con Instagram o con Photoshop. El retrato -sobre todo el autorretrato- y captar cualquier gesto cotidiano se convirtieron en los temas estrella.
?Qu¨¦ desat¨® semejante fiebre? Comprenderemos mejor el gusto por las fotos decadentes si observamos el trabajo de la fot¨®grafa de moda que descubri¨® a Kate Moss a comienzos de los 90: Corinne Day. Fallecida hace poco m¨¢s de un a?o, Corinne hizo algo tan ins¨®lito como retratar espont¨¢neamente a las modelos como viejas amigas, a menudo en sus propias casas.
Nunca antes se hab¨ªa visto algo as¨ª en el kiosco. Se creaba el caldo de cultivo de una forma de entender la fotograf¨ªa resucitada por los hipsters: la de la toma casera realizada con total despreocupaci¨®n por la t¨¦cnica.
Algo que tambi¨¦n cultivan Juerguen Teller, conocido popularmente por sus fotos de estilo amateur en el Museo del Louvre, o Wolfgang Tillmans. Dos fot¨®grafos que al margen de su producci¨®n art¨ªstica han trabajado en el terreno de la moda. Si escarbamos m¨¢s buscando el gusto por destruir la fidelidad de la imagen nos encontramos con los experimentos cinematogr¨¢ficos de J.J. Murphy y Peter Tscherkassky. Aunque quiz¨¢ eso sean palabras mayores para hablar de una corriente que hoy asociamos m¨¢s a pantalones vaqueros deste?idos que a otra cosa.
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