F¨¢brica del mundo y germen de ideas sin acreditar: el complicado papel de Marruecos en la moda occidental
El pa¨ªs ha acogido hist¨®ricamente a dise?adores y celebridades que han exportado su indumentaria tradicional al mundo. Hoy, Marruecos, uno de los principales exportadores de prendas del mundo, intenta que su talento creativo se escuche en occidente.
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Los padres de Charaf Tajer se enamoraron mientras trabajaban en una f¨¢brica textil en Casablanca. Pronto emigraron a Par¨ªs, como tantos otros marroqu¨ªs, pero Tajer siempre tuvo claro que quer¨ªa rendir tributo a sus ra¨ªces: ?Al color, la tradici¨®n textil y las distintas capas culturales del pa¨ªs?, contaba en una entrevista reciente. En 2018 fund¨® Casablanca, una firma que produce parte de sus prendas en la ciudad marroqu¨ª (los accesorios se confeccionan en Ubrique) y que pronto se convirti¨® en una ense?a de moda urbana de referencia que desfila desde hace dos a?os en la capital francesa. Sus coloridas camisas de seda, un cruce perfecto entre la est¨¦tica marroqu¨ª y el estilo deportivo que triunfa en medio mundo, le hicieron ser finalista del Andam y el premio LVMH en 2020, los dos galardones m¨¢s reputados de la industria. Antes, hace una d¨¦cada, Tajer hab¨ªa cofundado junto a Stephane Ashpool Pigalle, otra ense?a de moda urbana situada en ese mismo barrio parisino que, en realidad, funcionaba como una especie de colectivo que, seg¨²n sus propias palabras ?reflejaba el multuculturalismo parisino?: vend¨ªan sudaderas, organizaban fiestas para recaudar fondos y rehabilitaban canchas de baloncesto ?para la comunidad?, es decir, para todos los j¨®venes, en su mayor¨ªa de ascendencia magreb¨ª, que viv¨ªan en la zona norte de Par¨ªs, muchos, en esos barrios perif¨¦ricos conocidos como ¡®la banlieue¡¯. Pigalle fue la m¨¢s famosa de una serie de marcas de moda urbana que, durante la d¨¦cada pasada, reflej¨® ¡®el otro Par¨ªs¡¯; marcas como Paris-Nord o el colectivo Andrea Crews reproduc¨ªan el estilo de esos j¨®venes que vest¨ªan mezclando firmas deportivas con logos famosos (y que tan bien reflej¨® la pel¨ªcula El Odio) mientras abr¨ªan locales fuera de las zonas tur¨ªsticas.
Durante el tiempo en que Marruecos se convirti¨® en un protectorado franc¨¦s, es decir, durante la primera mitad del siglo XX, los estilos indumentarios de ambos pa¨ªses comenzaron a amalgamarse, aunque, obviamente, casi de forma unidireccional: durante los a?os veinte, Paul Poiret se convirti¨® en el dise?ador m¨¢s famoso de Par¨ªs con una serie de piezas inspiradas en Las mil y una noches, pero, como afirma la historiadora Victoria Rovine en su libro:?African fashion: global style, ?en realidad est¨¢ basado en varias prendas de distintas zonas del norte de ?frica como el akhnif, una t¨²nica propia de la regi¨®n del norte del Atlas?. La clave de Poiret, adem¨¢s de llenarla de bordados occidentales y colores vibrantes, fue cambiarla de g¨¦nero y convertirla en un vestido femenino, uno de los primeros que ejemplificaban la retirada del aparatoso cors¨¦. Fue precisamente esta idea de indumentaria unisex la que sedujo a muchos occidentales durante los a?os sesenta, es decir, durante aquella ¨¦poca en la que, con el Swinging London a la cabeza, la juventud (en su mayor¨ªa privilegiada) buscaba una moda sin g¨¦nero. En 1966, el kaft¨¢n de origen persa pero popular en Marruecos, ocupaba las p¨¢ginas del Vogue americano. Era una de las prendas favoritas de Diana Vreeland, que le dedic¨® un reportaje titulado muy pertinentemente Beautiful people en el que se retrataba a miembros de la alta sociedad americana llevando distintos caftanes. Ese mismo a?o Yves Saint Laurent y Pierre Berg¨¦ viajaban por primera vez a Marrakech, movidos quiz¨¢ por la ¡®moda¡¯ de viajar a la ciudad de gran parte de las nuevas celebridades occidentales (Marianne Faithful y Mick Jagger, Thalitta y John Paul Getty y Cecil Beaton). Terminaron compr¨¢ndose una casa (la primera de las tres que habitaron) y viajando al menos dos veces al a?o, verano e invierno hasta la muerte del creador en 2008. Sus cenizas est¨¢n de hecho esparcidas en los jardines de Majorelle, que la pareja compr¨® y rehabilit¨® en 1980.
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Pese a haber nacido en Argelia, fue la ciudad marroqu¨ª la que marc¨® un antes y despu¨¦s en su trabajo. Antes de instalarse en Marrakech para ¡®buscar inspiraci¨®n¡¯, las colecciones de Yves eran mucho m¨¢s sobrias y monocrom¨¢ticas. Meses m¨¢s tarde de aquella primera incursi¨®n, el modisto realizaba su primera colecci¨®n africana, una de las muchas con gui?os a la indumentaria del continente (y con especial hincapi¨¦ en la marroqu¨ª) que se sucedieron durante los siguientes casi cuarenta a?os. El punto de inflexi¨®n puede verse claramente en las dos casa-museo dedicadas al creador: la primera, en Par¨ªs, suele realizar exposiciones sobre el esmoquin o sus primeros a?os tras salir de Dior; la segunda, en Marrakech suele mostrar coloridos caftanes y hasta de estampados. Durante los a?os que Tom Ford sucedi¨® a Yves en el pr¨ºt-¨¤-porter de la casa, el tejano dise?¨® varios caftanes de lujo para la firma, inspir¨¢ndose tanto en su predecesor como en su ¨ªdolo, Roy Halston, que tambi¨¦n encumbr¨® esta prenda a la categor¨ªa de alta gama durante los a?os setenta.
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Antes, en los sesenta, la fiebre por Marruecos y su indumentaria gener¨® una especie de boom de dise?adoras marroqu¨ªes. Nombres como?Zina Guessous, Naima Bennis, Zhor Sebti o Tamy Tazi que, seg¨²n explican en la web del museo Victoria & Albert ?modernizaron la indumentaria tradicional y vistieron a las mujeres m¨¢s influyentes de la ¨¦poca, como Jackie Onassis, Catherine Deneuve o Thalita Getty, pese a que pocos las recuerden?. En 2015, esta instituci¨®n puso en marcha el ?Moroccan fashion project?, una iniciativa que da visibilidad a los creadores locales que influyeron en la moda occidental de la segunda mitad del siglo XX. La mayor¨ªa de ellos nunca hab¨ªan estado en ninguna galer¨ªa expositiva.
El a?o pasado, Saint Laurent, ahora comandada por Anthony Vaccarello, volv¨ªa a Marrakech para realizar un imponente desfile en el desierto. En 2019, Maria Grazia Chiuri, directora creativa de Dior, se trasladaba al Palacio El Badi para presentar una colecci¨®n crucero que hablaba precisamente, y a trav¨¦s de la colaboraci¨®n con varios artesanos locales,? de la uni¨®n creativa entre Europa y el Norte de ?frica. Sin embargo, los dise?adores nacidos o de ascendencia marroqu¨ª no suele practicar este discurso ni tomar la etiqueta de ¡®estilo bohemio¡¯ con la que durante a?os se ha asociado a las prendas occidentales de inspiraci¨®n norteafricana. A Alber Elbaz, natural de Casablanca, le cost¨® a?os utilizar su ciudad natal como base de una colecci¨®n. Lo hizo finalmente en 2015, a¨²n en Lanvin, con un desfile que a primera vista poco ten¨ªa que ver con la est¨¦tica asociada a la zona. ?Quer¨ªa hacer algo que no pareciera el desierto?, comentaba entonces sobre un desfile m¨¢s basado en las t¨¦cnicas artesanales y los detalles que en el estilo exportado hasta la saciedad. El Casablanca de Charaf Tajer remite tambi¨¦n a la ciudad en la paleta crom¨¢tica y las sedas, pero el resultado tiene m¨¢s que ver con lo deportivo que con lo tradicional. A fin de cuentas, esa est¨¦tica ¡®chandalera¡¯ que mezcla con audacia logos y ropa deportiva es tambi¨¦n la que va asociada a la migraci¨®n norteafricana en Par¨ªs.
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Marruecos es una de las f¨¢bricas textiles del mundo. Las exportaciones de prendas a Europa han crecido un 31% en estos ¨²ltimos dos a?os. Fabrican m¨¢s de un bill¨®n de prendas anuales. Pero obtienen poco reconocimiento global en t¨¦rminos de dise?o, pese a que en la ¨²ltima d¨¦cada se han creado escuelas por todo el pa¨ªs, entre ellas Casa Moda, una iniciativa con sede en Casablanca que busca renovar la tradici¨®n textil y exportar talento. Salvo excepciones, como la de la creativa de Alta Costura Bouchra Jarrar (que tambi¨¦n estuvo en Lanvin), la mayor¨ªa de los creadores de Marruecos que desfilan en Par¨ªs lo hacen , sin embargo, dentro de la iniciativa Oriental fashion show, que aglutina a creativos del norte de ?frica y Oriente medio pero que tiene poco reconocimiento m¨¢s all¨¢ de los mercados a los que van dirigidos. Otras ense?as, como Marrakshi Life o Muda Paris, tienen puntos de venta en el pa¨ªs, pero no representaci¨®n en pasarelas.
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