Amanda Palmer o el arte de pedir en Internet y ganar millones
Hablamos con la artista estadounidense que ha puesto patas arriba los canales de distribuci¨®n de la industria musical. Acaba de publicar un libro sobre las claves de su ¨¦xito.
Hace dos a?os una charla TED la puso en el mapa. Su reflexi¨®n sobre el factor humano de la solidaridad se convirti¨® en el punto y seguido de una trayectoria que todav¨ªa hoy sigue sorprendiendo. Las ideas y las acciones de la cantante Amanda Palmer (Nueva York, 1976) son un referente a la hora de abordar el ¨¦xito en la era digital.?Su relaci¨®n con el p¨²blico comenz¨® cuando decidi¨® buscarse la vida como artista callejera en Estados Unidos. Aquella experiencia dot¨® a nuestra protagonista de las herramientas necesarias para enfrentarse a la exposici¨®n p¨²blica. Al tiempo cre¨® un grupo de m¨²sica, The Dresden Dolls, y sin esperarlo acab¨® recaudando?1,2 millones de d¨®lares?v¨ªa crowdfunding para financiar un ¨¢lbum. Los conciertos, las redes sociales y, por supuesto, aquella charla TED, han hecho de Palmer un personaje con cierta relevancia en internet. Acaba de publicar El arte de pedir, una especie de autobiograf¨ªa ¨Cmitad manifiesto, mitad revelaci¨®n¨C tan heterodoxa como la propia autora. Hablamos con ella para conocer un poco m¨¢s sobre los inescrutables caminos digitales y la misteriosa clave del triunfo fuera de los dominios del establishment.
Palmer se deja pintar por su p¨²blico al finalizar un concierto.
Amanda Palmer
Su experiencia sirve para ilustrar el inmenso potencial de la red y demuestra que todav¨ªa quedan muchas cosas por escribir. ?C¨®mo definir¨ªa esa mentalidad emergente que f¨ªa todo al capricho de internet?
Internet es solo una herramienta que dispone de una capacidad ilimitada para inspirar y conectar personas. Pero, como ocurre siempre, nos hemos visto tan abrumados por su poder que hemos acabado abusando de ¨¦l. As¨ª es como nos comportamos cada vez que nos enfrentamos a una nueva tecnolog¨ªa. Sin embargo, no existe otro lugar donde confluyan tantas ideas y tanta energ¨ªa para conseguir que las cosas sucedan. De hecho, internet bien podr¨ªa salvar la civilizaci¨®n de la espiral autodestructiva en la que est¨¢. ?Qu¨¦ otra herramienta ser¨ªa capaz de cohesionar la humanidad y hacer que se rebele contra la codicia y el miedo?
Sus acciones han sido muy criticadas en la red e incluso ha sufrido amenazas de muerte. ?C¨®mo enfrenta todo eso?
El di¨¢logo entre internet y mi propio ego es constante. Despu¨¦s de estudiar las motivaciones que se esconden detr¨¢s de los ataques de los trolls y los haters, cada vez me resulta m¨¢s f¨¢cil enfrentarme a esa parte negativa. Y m¨¢s ahora que la gente tiene un mayor conocimiento del fen¨®meno del odio en internet, bastante m¨¢s que hace cinco a?os. Tener una vida plena y compasiva para con los dem¨¢s resulta fundamental. No vivo en la red, ser¨ªa insoportable no poder ver m¨¢s all¨¢ de esa realidad bidimensional. Ahora estoy embarazada y alucino cada vez que miro mi tripita. Le digo: "Vaya, t¨² no sabes nada de Google ni de emails. Ni siquiera sabes hablar. Y aunque no lo sepas vas a tener que vivir con ello, pero yo cuidar¨¦ de ti y guiar¨¦ tus pasos¡±. Ser¨¢ muy interesante, una especie de examen definitivo para saber si he aprendido algo sobre la capacidad de internet para generar amor y terror.
La cantante durante su ¨¦poca de artista callejera e imagen de un concierto.
Amanda Palmer
Cuenta en su libro que antes la idea de querer ser artista le provocaba un sentimiento de culpa. ?Ha superado esas barreras mentales? ?Qu¨¦ sabe hoy que desconoc¨ªa entonces?
Tiempo y perspectiva. Cuando ten¨ªa 25 a?os manten¨ªa dos relaciones: la m¨ªa conmigo misma como artista y la m¨ªa con el mundo. Tras a?os de discusiones con mi fr¨¢gil ego y mis propias motivaciones he llegado a la conclusi¨®n de que la mejor manera de sobrevivir consiste en tener un buen amigo que ejerza de terapeuta y dosis ingentes de yoga y meditaci¨®n. Todo ello con el fin de conocer y cuidar mi mente. Respecto a los dem¨¢s, mi relaci¨®n con el p¨²blico la tomo como un di¨¢logo entre individuos, los mismos que en su d¨ªa me ayudaron a superar el sentimiento de culpa por querer dedicarme a este oficio. Cuando te das cuenta de que tu trabajo tiene un impacto positivo en la gente, ya no puedes calificar al artista como narcisista. La clave es servir y sentirte parte de un todo, nada de actuar como un cr¨ªo que solo quiere llamar la atenci¨®n.?
?Qu¨¦ significa ser artista en el siglo XXI? ?Qu¨¦ desaf¨ªos encuentran los artistas actuales a la hora de trabajar fuera de los circuitos tradicionales?
Las viejas reglas ya no funcionan. Los medios de comunicaci¨®n e internet han cambiado las normas que regulan la celebridad. Pero hay algo que sigue vigente: el sentido de lo m¨ªstico, aunque ahora sea mucho m¨¢s dif¨ªcil de preservar. Hay dos tipos de artistas: los extrovertidos que aman a la gente y los solitarios que consideran su arte como un ejercicio de solipsismo. La gran diferencia de los artistas del siglo XXI es que disponen de mayores recursos y soportes para desarrollar su talento.?
Dice en su libro que hay gente que considera de mal gusto el arte de pedir (dinero, ayuda, consejo¡).
Claro, porque la hay. Y siempre la habr¨¢. Es gente atenazada por el miedo.
?Qu¨¦ planes de futuro tiene?
?Tras el embarazo? M¨¢s trabajo y m¨¢s abrazos. Ser¨¢ un bucle que repetir¨¦ hasta el d¨ªa de mi muerte.
¡®El arte de pedir¡¯ sale a la venta ma?ana en Espa?a.
Amanda Palmer
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