Helena Barquilla eligi¨® vivir: ?Desde peque?a sufr¨ª acoso de compa?eros que me ve¨ªan como un monstruo?
A principios de los noventa, Helena Barquilla era la modelo espa?ola m¨¢s cotizada en el circuito internacional y lo ten¨ªa todo a su favor para seguir triunfando. Pero en el culmen de su carrera, decidi¨® abandonar y volver a Espa?a. Un cuarto de siglo despu¨¦s, est¨¢ exactamente donde quer¨ªa estar cuando lo dej¨®.
Lo ten¨ªa todo para triunfar, pero acab¨® siendo un fracaso estrepitoso. En diciembre de 1994, Robert Altman estren¨® la pel¨ªcula Pr¨ºt-¨¤-Porter con la premisa de poner a la industria de la moda contra las cuerdas. Con un acceso sin precedentes a los desfiles parisinos y un elenco estrellado con nombres como Sofia Loren o Kim Basinger, Altman consigui¨® enfadar a todo el sector por algo que la periodista especializada Suzy Menkes defini¨® como una ¡°pura farsa¡±, consiguiendo la indignaci¨®n del mism¨ªsimo Karl Lagerfeld, que llev¨® al director a los tribunales por llamarle ladr¨®n al final del metraje. ¡°Recuerdo el esc¨¢ndalo, pero no voy a enga?arte: aquella fue la experiencia m¨¢s divertida de mi carrera¡±, bromea Helena Barquilla (Ciudad Real, 50 a?os), la modelo que viv¨ªa entonces el culmen de su carrera, flanqueada por compa?eras como Cristina Piaget o Judit Masc¨®. ¡°Es una de las muchas veces que se ha dado la vuelta a esta industria, pero qu¨¦ ser¨ªa de ella sin alguna leyenda urbana¡±, bromea.
Echando la vista atr¨¢s, Barquilla cree que en la moda pasa como en esa fallida cinta: lo que se muestra de ella no siempre coincide con lo que ocurre entre bambalinas. ¡°Por ejemplo, con el f¨ªsico de las modelos¡±, aduce. Musa del fallecido Thierry Mugler, de John Galliano en su paso por Dior o del mism¨ªsimo Yves Saint Laurent, su ¨¦xito siempre fue paralelo al de una inseguridad respecto a su f¨ªsico que arrastraba desde peque?a. ¡°Nunca he estado especialmente orgullosa de mi cuerpo o de mi cara. Desde muy peque?a, en el colegio, sufr¨ªa bullying por parte de compa?eros que me ve¨ªan como un monstruo, y que de un modo u otro me acabaron convenciendo de que lo era. Por eso, cuando un amigo de mis padres les dijo que podr¨ªa triunfar como modelo, al principio me lo tom¨¦ casi como una burla m¨¢s¡±. Ese amigo de la familia ¡ªsu padre era dj y ambos se separaron cuando ella ten¨ªa ocho a?os¡ª result¨® ser un puente entre Barquilla y Manuel Pi?a, modista clave en la Transici¨®n espa?ola que orquest¨® algunos de los desfiles m¨¢s espectaculares de la entonces llamada Pasarela Cibeles. ¡°En nuestro primer encuentro no se fij¨® en m¨ª, yo a¨²n estaba en el colegio y jugaba al baloncesto, por lo que mi cuerpo no era exactamente el de una modelo al uso. Pero volvi¨® a los meses para un desfile que le dedicaron en Ciudad Real, y ah¨ª nos quedamos charlando hasta que me atrev¨ª a decirle que me hab¨ªa llamado la atenci¨®n lo de ser modelo. Me puso a desfilar con un vestido de novia con transparencias, cola de cuatro metros y unas plataformas imposibles. Creo que fue su manera, muy particular, de desafiarme y ver qu¨¦ hac¨ªa conmigo¡±.
A Barquilla le bast¨® una semana para hacer las maletas y poner rumbo a Madrid, con Pi?a como padrino honor¨ªfico. ¡°Gracias a ¨¦l, pas¨¦ de ser una patosa insegura a una t¨ªa que pisaba la pasarela y se convert¨ªa en otra, qu¨¦ s¨¦ yo. Pero si te das cuenta, todas las mujeres que desfilamos en los a?os ochenta y noventa ten¨ªamos esa postura, teatralizada y dram¨¢tica, que hac¨ªan de ir a un desfile algo parecido a una obra de teatro. Lo ve¨ªas en Gaultier, en Saint Laurent¡±, a?ora. Hacia finales de los ochenta, viviendo entre Par¨ªs y Nueva York, su rostro era tan cotizado como el de Naomi Campbell, Claudia Schiffer o Cindy Crawford. Por suerte a¨²n no se hab¨ªa impuesto la modelo de delgadez extrema que imperar¨ªa hacia la d¨¦cada de los 2000, pero confiesa que estar expuesta al juicio constante de profesionales mucho mayores que ella le afect¨® psicol¨®gicamente. ¡°Tuve que irme de la primera agencia para la que fich¨¦, porque no soportaba que me dijeran lo flaca o gorda que estaba cada ma?ana. Y eso, por muy fuerte que creas que eres, con 18 a?os te genera un trauma de por vida¡±, zanja.
A los 25 a?os, Helena Barquilla empez¨® a mascullar la decisi¨®n de salir sigilosamente del mundo que la hab¨ªa visto hacerse adulta. Ya arrastraba hitos como campa?as de Prada por Steven Meisel, ser la primera espa?ola en desfilar para Victoria¡¯s Secret y enamorar lo mismo a Gianfranco Ferr¨¦ que a Elio Berhanyer. Pero aquel mundo, simplemente, no le compensaba. ¡°Tom¨¦ la decisi¨®n mentalmente, pero viv¨ª tres a?os de desencanto progresivo. Por un lado fue mi nivel de vida, de un ritmo insostenible, y por otro, las inquietudes de conectar conmigo misma y limpiarme de esa industria tan compleja, as¨ª que me escap¨¦ a Latinoam¨¦rica para una semana y ya no hubo marcha atr¨¢s¡±. Tras un periplo que le sirvi¨® para estudiar t¨¦cnicas como el yoga o el shiatsu japon¨¦s, acabar¨ªa regresando al punto de partida para abrir una escuela de meditaci¨®n en movimiento, 5 Ritmos, que hoy mantiene en activo. ¡°Es un camino que aprend¨ª de su fundadora, Gabrielle Roth, y que usa el baile para entender nuestro cuerpo y como una herramienta de bienestar psicol¨®gico. Siempre me gust¨® la danza y el baile, pero esto incorpora tambi¨¦n la meditaci¨®n¡±, cuenta. ?Volver¨ªa alg¨²n d¨ªa a las pasarelas? ¡°Ahora solo quiero hacer cosas que, como poco, me diviertan¡±.
* Estilismo: Paula Delgado.?Maquillaje y peluquer¨ªa: Carmen de Juan (Another Artist Agency) para Chanel y Shu Uemura Art of Hair. Asistente de fotograf¨ªa: Pablo Rodr¨ªguez. Asistente de estilismo: Cristina Ram¨ªrez.
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