In¨¨s de la Fressange, el triunfo de la madurez
Madre de dos hijas, embajadora de L¡¯Or¨¦al Paris, modelo y asesora. La parisina es toda una inspiraci¨®n y un s¨ªmbolo. ?Qui¨¦n dijo que no se puede lucir tipazo a los 54 a?os?
Ella s¨ª es un icono. Por derecho propio. In¨¦s de la Fressange tiene hasta una escultura. Francia se la encarg¨® al australiano Marc Stewart para decorar sus ayuntamientos; representa la Rep¨²blica francesa. La modelo es m¨¢s resultona en persona. 1,81 m de gracia y desparpajo. Al contemplar sus rasgos se entiende por qu¨¦ fue rechazada al inicio de su carrera. Melena azabache, cejas pobladas, dentadura irregular y ojos negr¨ªsimos. Nada m¨¢s lejos del arquetipo rubia-ojos azules-sonrisa Colgate de principios de los ochenta. ¡°No me sorprendi¨® la oposici¨®n inicial. Me sorprendi¨® mi suerte. Muchos me eligieron e impusieron¡±, confiesa repantigada en el sof¨¢ de una suite del hotel Mart¨ªnez. La maniqu¨ª, empresaria (cre¨® su propia marca en 1991) y asesora (trabaja en las oficinas de Roger Vivier desde 2002) es desde hace un a?o imagen de L¡¯Or¨¦al. ¡°Son un ejemplo a seguir. Retocan un mech¨®n fuera de sitio, pero te dejan tus arruguitas. Cuando se abusa de PhotoShop, el resultado es rid¨ªculo¡±, confiesa. La parisina de 54 a?os nos recibe en exclusiva en el Festival de Cannes.
Hace 20 a?os asegur¨® que el dinero gastado en fiestas le parec¨ªa amoral.
Puede que fuera un malentendido o una mala traducci¨®n¡ O tal vez me refiriera a otra cosa. Hace 20 a?os descubr¨ª el mundo de la belleza. Me sorprendi¨® el dineral que se invierte en cosm¨¦ticos y publicidad. Las investigaciones sobre el c¨¢ncer y el sida cuentan con menos recursos. Eso es lo amoral; la fiesta es necesaria. Sobre todo, en crisis.
Ha demostrado que las mujeres de 55 a?os, trabajadoras y con hijos pueden ser sexys. En 2010 desfil¨® con Chanel y en 2009 con Jean Paul Gaultier.
Me sent¨ª alagada cuando Karl y Jean Paul me llamaron, fue un cumplido. Significaba que me ve¨ªan bien para desfilar. Los medios se lo tomaron como un mensaje: hay vida m¨¢s all¨¢ de lo 50. El tel¨¦fono echaba humo. Que una mujer se subiera a la pasarela con 55 a?os les pareci¨® un s¨ªmbolo, una revoluci¨®n.
C¨®mo se sinti¨® entre tanta ni?a mona.
En el desfile de Chanel era la ¨²nica con bailarinas. Todas llevaban taconazos; se ve¨ªan altas, j¨®venes. Y yo pensaba, no saben que fui modelo y que es divertido que los periodistas me vean 20 a?os despu¨¦s. Me sent¨ªa inc¨®moda. Pero fueron amables y Karl.., bueno Karl es un hombre inteligente. Me dijo, ¡°ven a ver el v¨ªdeo de la colecci¨®n conmigo¡±. Y en cuanto las maniqu¨ªes lo vieron , lo entendieron.?
Su vida ya no es la de una modelo.
Cada d¨ªa voy a trabajar a las 9.00. Soy la ¨²nica embajadora de L¡¯Or¨¦al que va a la oficina, contesta emails, toma decisiones y contrata. No vivo como una maniqu¨ª. Pero tampoco como la mayor¨ªa. Mi existencia se parece m¨¢s a la de una cantante o una actriz.
?Qu¨¦ fue lo que m¨¢s le sorprendi¨®?
Hoy todos son periodistas. Bueno, todos creen serlo. Basta un iPhone para difundir una foto entre millones de personas. Pero falta perspectiva y documentaci¨®n. Un ejemplo: algunos no sab¨ªan qu¨¦ pintaba en el desfile de Chanel.
La moda y la belleza siguen vivas. ?Imagina un mundo sin ellas?
No. Sus ra¨ªces son el deseo. Vivimos en un mundo cartesiano, materialista. Necesitamos so?ar; necesitamos fantas¨ªa. Y detr¨¢s del deseo hay un creativo, una campa?a y un producto. La belleza no es fr¨ªvola. La belleza y lo in¨²til son necesarios. Eso no va a cambiar nunca.
PhotoShop ha supuesto una revoluci¨®n. ?Qu¨¦ opina de su uso?
Lo 100% natural no queda bien. Hasta la mujer m¨¢s guapa necesita un peque?o retoque. Pero en algunas campa?as se nota tanto que da verg¨¹enza. La gente no es tonta y se da cuenta.
?
?Cu¨¢l es su primer recuerdo de L'Or¨¦al?
Beatrice Dautresme, una mujer refinada y muy bella, se fij¨® en mi. Yo deb¨ªa tener 20 a?os. Me ofreci¨® un contrato con L¡¯Or¨¦al para una campa?a titulada L'Or¨¦al Le Chic. Hicimos fotos, cortos, art¨ªculosIba a ser un espaldarazo para mi. Pero L'Or¨¦al decidi¨® no sacar la l¨ªnea. Luego firm¨¦ con Shiseido, Dior, Chanel¡ Siempre record¨¦ a B¨¦atrice, fue la primera en echarme una mano.
?Quiere decir que hasta entonces nadie la tomaba en serio?
Sol¨ªa llevar cazadora de cuero y ten¨ªa el pelo corto. No me maquillaba. Mi imagen no entusiasmaba. La gente pensaba que me drogaba. Y eso que ni siquiera beb¨ªa, ni tomaba drogas ¨Cni las tomo-, adem¨¢s, viv¨ªa en el campo con mis padres. Pero cuando me ve¨ªan, pensaban que era una punk.
Su imagen no era ic¨®nica. Un agente le dijo que nunca podr¨ªa ser modelo¡ por sus cejas pobladas. ?Cu¨¢l fue su reacci¨®n?
Lo entend¨ª. Mi novio era el que me animaba a ser modelo. No me ofendi¨®, ni lo odi¨¦, ni nada as¨ª. En la mayor¨ªa de los trabajos, si se quiere, se puede. Si se tiene pasi¨®n y ambici¨®n, se logra. La profesi¨®n de modelo no funciona as¨ª. Los otros te eligen. Hay muchas chicas de 12 a?os que sue?an con ser modelo. Su madre les dice que son bonitas. Lo son. Pero no tienen la belleza que necesitan los estilistas, los fot¨®grafo y los maquilladores. Mucha gente me ayud¨®. Paulo Roversi, Jean Jacques Picard, hoy consejero de Bernard Arnault, me impusieron. Vieron que pod¨ªa ser modelo. Es el ¨²nico empleo que no se puede elegir. Cuando encuentro a gente que quiere ser estilista o dise?ador, les digo que si quieren, pueden. Pero si lo ¨²nico que quieren es se famoso, es mejor que lo dejen.
O salir en el photocall.
S¨ª. Adem¨¢s, durante mucho tiempo la gente pens¨® que ser modelo significaba viajar en primera y ser recibida por una multitud de fot¨®grafos y ramos de flores en las escaleras del avi¨®n. ?Y qu¨¦ hay de las jornadas maratonianas y de posar en biquini con 5 grados?
Se la conoce como la modelo que habla.
Las maniqu¨ªes no importaban mucho en Francia cuando empec¨¦. Eran todas suecas o estadounidenses; no hablaban franc¨¦s. Hasta que llego yo. Y esperaban que contestara sandeces como ¡°Adoro la moda¡±. En la tele me preguntaron, ?C¨®mo ha llegado tan lejos siendo modelo? La respuesta que esperaban era ¡°porque mido 1,81 cm¡¡±. La que recibieron: ¡°Porque me he acostado con mucha gente¡±. Siempre ha habido clich¨¦s sobre las modelos. Queremos ser actrices, comemos lechuga, nos acostamos con quien sea necesario¡ Se quedaron de piedra cuando oyeron verbalizar el clich¨¦. No esperaban una modelo con sentido del humor. La gente cree que las tops son tontas.
Vuestras hijas siguen vuestros pasos.
Violette, s¨ª. Nine [], no; es la intelectual. A acaba de actuar en Hamlet. Tres horas de obra¡ A veces pienso que se equivocaron en la cl¨ªnica. Est¨¢ estudiando para el BAC [la Selectividad francesa] y quiere ir a la universidad y hacer un master.
Pero Nine es la imagen del perfume de Bottega Veneta.
Porque la convencimos. No quer¨ªa. Tuve que decirle que ser¨ªa solo un d¨ªa, que trabajar¨ªa con un fot¨®grafo amigo m¨ªo, que Thomas Maier la hab¨ªa elegido a ella. Ni el dinero la convenci¨®¡ Lo ¨²nico que la hizo cambiar de parecer fue que le permiti¨¦ramos ir con Stella, su mejor amiga.
Violette s¨ª es una fashion victim.
Karl ha sido muy amable con ella. La llama para los fittings y le pide su opini¨®n. Tengo fotos suyas con Anna Wintour y Karl.
?Alguna an¨¦cdota?
Demasiadas. Un d¨ªa estaba ojeando el cat¨¢logo del Beau March¨¦. Y sije ¡°Qu¨¦ bonita falda de Carven. Y Violette me corrige. ¡°Mam¨¢, no es una falda. Es un vestido. ?Acaso no sabes que Guillaume Henri es el rey del trompe l'oeuil¡±. Le hice repetir la frase tres veces.
Toda una enciclopedia andante.
Hasta reconoce bolsos y zapatos de imitaci¨®n. Y describe a la gente por c¨®mo visten. Aunque le he tenido que parar los pies.
?En qu¨¦ sentido?
Nine era muy peque?a. Iba en asiento trasero del coche. Me despist¨¦ y un conductor pit¨®. Nine dijo: ¡°C¨®mo osa pitar a In¨¦s de La Fressange?¡±. Le tuve que explicar un par de cosas. No ha vuelto a decir nada as¨ª.
?
?Qu¨¦ opina del botox?, en una entrevista reciente se posicionaba en contra.
No me convence el resultado. No me gusta la mirada gatuna que deja. Ni esos rostros id¨¦nticos¡ La gente se parece cada vez m¨¢s. Al principio, no sab¨ªa que era por el botox. Pero no estoy en contra de un arreglito. Lo que no me parece bien es esperar ser la misma que era cuando ten¨ªa 20 a?os. Eso es imposible. No me voy a empe?ar en conseguir algo imposible. Es mejor aceptarlo y cuidarse mucho. A veces me siento m¨¢s c¨®moda en mi pellejo que hace 20 a?os. Anta?o me sent¨ªa insegura, inmadura. Siempre cre¨ªa estar por debajo, no estar a la altura.
Ha sido el rostro de la Rep¨²blica.
S¨ª, de Francia.
?Qu¨¦ opinan sus hijas?
No s¨¦ si lo saben¡ En casa no hay fotograf¨ªas m¨ªas, no hay portadas de revistas . Mi casa no es Sunset Boulevard. Mis hijas me descubren en Internet.
?Qu¨¦ opina del cambio de gobierno en su pa¨ªs?
Mi mentalidad es de izquierdas. Pero hoy no se puede hablar en esos t¨¦rminos. No existe la derecha y la izquierda. Ni tampoco se puede hablar de Grecia, Francia o Espa?a por separado. Estamos todos en el mismo barco. La ecolog¨ªa es un problema mundial. La crisis tambi¨¦n. No soy pro Sarkozy o pro Hollande. El legado de Sarkozy no es completamente negativo. La reforma universitaria, Libia¡ Y sin embargo, la izquierda no lo reconoce. Una pena. Los sesentayochistas son abiertos de esp¨ªritu. Otra cosa que no comparto de la izquierda es la manera de comunicar la bajada de salarios. ?Por qu¨¦ no ha dicho que volvemos al salario que precedi¨® al gobierno de Sarkozy? A qu¨¦ viene decir que se baja el estipendio en un 30%? Demagog¨ªa pura.
?C¨®mo se cuida?
Como lo que quiero pero sin ansiedad. Y me salto el postre. Pero si me apetece ir a tomarme con caf¨¦ con un ¨¦clair con un amigo, lo hago. Y camino constantemente. Es muy bueno para los huesos y para estar al d¨ªa. Me permite ver escaparates. Pero no tengo entrenador. No tengo tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.