Infidelidades, obsesiones y meditaci¨®n: as¨ª fue la relaci¨®n de David Lynch e Isabella Rossellini
La biograf¨ªa sobre el cineasta Espacio para so?ar nos desvela su faceta m¨¢s mujeriega. Entre las mujeres con las que comparti¨® parte de su vida, est¨¢ tambi¨¦n la italiana. Durante cinco a?os, fueron la pareja m¨¢s cool de Hollywood. Tambi¨¦n la m¨¢s bizarra.
El mundo de David Lynch puede ser extra?o, y estar asociado a la sofisticaci¨®n, pero en lo que respecta a las relaciones amorosas, es de un b¨¢sico que te firmar¨ªan Esteso y Pajares: cuantas m¨¢s, mejor. Al menos, eso es lo que se desprende de la biograf¨ªa Espacio para so?ar, que acaba de publicar Reservoir Books. M¨¢s all¨¢ de su trabajo art¨ªstico, la obra, escrita al alim¨®n por Kristine McKenna y el propio Lynch, nos presenta a un artista convertido en todo un Don Juan, con un apetito sexual que va mucho m¨¢s all¨¢ de sus cuatro matrimonios. Nada m¨¢s empezar, ya nos cuenta que quer¨ªa mucho a su novia del instituto para a continuaci¨®n, confesar: ¡°?Le era fiel? No. Quiero decir, lo era y no lo era, ve¨ªa a otras chicas con las que iba m¨¢s all¨¢, porque Judy era cat¨®lica¡±.
Por supuesto, nuestra historia favorita es la m¨¢s glamurosa y exc¨¦ntrica de todas, la que uni¨® al director con la actriz y modelo Isabella Rossellini, que se cuenta en el cap¨ªtulo Un idiolo com¨²n, pero diferente. El relato de c¨®mo se conocieron es tan extravagante que incluso Lynch, el hombre aficionado a coleccionar devaneos, as¨ª lo admite: ¡°Conoc¨ª a Isabella el 3 de julio en un restaurante de Nueva York. Fue una noche de lo m¨¢s rara¡±. Todo pas¨® en un italiano y Lynch lo describe as¨ª: ¡°Nos sentamos y me pongo a mirar a aquella chica y le digo: ¡®Podr¨ªas ser hija de Ingrid Bergman¡¯. Y alguien dijo: ¡®?Imb¨¦cil! ?Es la hija de Ingrid Bergman!¡¯¡±.
Rossellini hab¨ªa llegado a Nueva York en los a?os 70, para trabajar como corresponsal para la RAI, pero pronto lo hab¨ªa dejado para ser modelo e imagen de Lanc?me. Como bien le hicieron saber a Lynch, era hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, un romance que surgi¨® durante el rodaje de Stromboli y que levant¨® ampollas en EE UU, que no perdon¨® a Ingrid que abandonara Hollywood y a su marido para iniciar una nueva vida con el director italiano, qued¨¢ndose embarazada antes del divorcio. La vida sentimental de la actriz estar¨ªa marcada por la obsesi¨®n que sent¨ªa por su padre¡ y por la obsesi¨®n que han sentido sus parejas por sus padres. As¨ª, su primer marido fue Martin Scorsese, con el que tuvo una relaci¨®n entre 1979 y 1982, justo en el apogeo de la drogadicci¨®n del neoyorquino. Tras dejarlo, se cas¨® con el modelo Jonathan Wiedemann, con el que estuvo casada entre 1983 y 1986 y tuvo a su hija Elettra. Haciendo repaso, la actriz y modelo declar¨®: ¡°Martin y David son parecidos¡ Los hombres de mi vida son visionarios, un poco como mi padre¡±.
Por entonces, Lynch se hab¨ªa casado ya dos veces y ten¨ªa dos hijos: Jennifer, con su primera mujer, y John, con la segunda. Esta ¨²ltima, Mary Risk, estaba acostumbrada a sus infidelidades, que acept¨® despu¨¦s de una visita al rodaje de Dune: ¡°Fui a la fiesta del equipo, y hab¨ªa mujeres constantemente a su alrededor. Y pens¨¦: ¡®Esto es muy loco¡¯. Pero entonces me di cuenta de que as¨ª iba a ser siempre¡±.
Aunque Lynch quer¨ªa que Helen Mirren interpretara a Dorothy Vallens, la protagonista de su nueva pesadilla, titulada Terciopelo azul, el encuentro con Rossellini le hizo cambiar de opini¨®n. El primer d¨ªa de rodaje, Lynch program¨® la violaci¨®n de Dorothy/Isabella, todo un reto para una actriz con escasa experiencia. ¡°David se ri¨® durante todo el rodaje de esa escena [¡] Todav¨ªa no s¨¦ de qu¨¦ se re¨ªa¡±, asegur¨® la actriz. All¨ª surgi¨® el amor, aunque Rossellini tuvo que compartirlo con una perra, seg¨²n Lynch, que tambi¨¦n aparec¨ªa en pantalla: ¡°El amor de mi vida, Sparky¡±. Risk ya era consciente de que Lynch volv¨ªa a serle infiel, pero pens¨® que esto tambi¨¦n ser¨ªa pasajero¡ ¡°Hasta que la vi en el rodaje. [¡] Supongo que hab¨ªa qu¨ªmica entre ellos. [¡] Intentamos solucionarlo: David pas¨® las navidades conmigo y A?o Nuevo con Isabella. Ten¨ªamos una relaci¨®n abierta y le dije a David que pod¨ªamos seguir casados y vivir libremente. Pero no pude¡±.
Lynch y Rossellini iniciaron una relaci¨®n de costa a costa. Incluso llegaron a comprometerse para el que habr¨ªa supuesto el tercer matrimonio de ambos. Ella introdujo a David en la aristocracia del famoseo europeo, y en circuitos art¨ªsticos que, hasta entonces, hab¨ªan estado vetados para Lynch. La prensa los adoraba porque, de repente, el director ten¨ªa una presencia p¨²blica de la que nunca hab¨ªa disfrutado: se presentaba, por ejemplo, con los cordones del zapato derecho sin atar y afirmaba ¡°que llevaba as¨ª tres meses, desde el d¨ªa que le pas¨® algo muy bueno¡±. O aseguraba con toda naturalidad que cada d¨ªa, a las 14:30, deb¨ªa tomar un batido de chocolate espec¨ªfico. Peor, para una mujer mediterr¨¢nea como Isabella, era su aversi¨®n a los olores de la cocina. En su casa, no se pod¨ªa preparar comida: ¡°El olor. El olor de la cocina. Cuando pintas o escribes, el olor impregna todo mi trabajo¡±. Ella lo excusaba en el diario brit¨¢nico?Daily Mail con un ¡°David est¨¢ obsesionado con sus obsesiones¡±.
Una pel¨ªcula los uni¨®. Y otra los separ¨®. Mary Sweeney era la asistente del montador en Terciopelo azul, y tambi¨¦n lo fue en Coraz¨®n salvaje. ¡°No s¨¦ cu¨¢ndo empez¨® su historia, o si tuvo dos relaciones a la vez, pero supongo que en un principio no fue as¨ª. [¡] Fuimos a recogerla al aeropuerto en Cannes y le pregunt¨¦: ¡®?Mary viene?¡¯ Y me contest¨®: ¡®Oh, s¨ª. Ha trabajado tan duro¡¯. Pens¨¦ que era muy amable por su parte invitar a una ayudante del montador. No supe ver lo que pasaba¡±. Y no lo vio hasta que, despu¨¦s de un rodaje en Rusia, el director le hizo saber que hab¨ªan terminado. ¡°David tiene una dulzura incre¨ªble, pero poco despu¨¦s me contact¨® para alejarme de su vida con una llamada de tel¨¦fono en la que dec¨ªa que no quer¨ªa volver a verme de nuevo¡±.
La presencia de Mary Sweeney no fue la ¨²nica responsable, claro. Como hab¨ªa ocurrido con Martin Scorsese, la intensa vida social de la modelo convertida en actriz provoc¨® tensiones que se demostraron insalvables. Seg¨²n la hija de David, la tambi¨¦n directora de cine Jennifer Lynch: ¡°Isabella es elegante, alegre y social y todo el mundo la reconoce por la calle y quiere habar con ella, y eso le encanta. Pap¨¢ es una persona muy amable, pero prefiere no tener muchas conversaciones p¨²blicas, y se convirti¨® en un problema entre los dos?. A un amigo de la pareja, el productor Joni Sighvatsson,? Lynch le confes¨®, seg¨²n se puede leer en la biograf¨ªa: ¡°Joni, ser el novio de Isabella es un trabajo a tiempo completo¡±. Tras la ruptura, Isabella tuvo que acudir a terapia, tal y como ha reconocido al semanal alem¨¢n?Die Zeit. ¡°David fue el gran amor de mi vida. Y pens¨¦ que era correspondida, pero obviamente me equivoqu¨¦. Mi instinto me dec¨ªa que ¨¦ramos una pareja feliz, pero no lo ¨¦ramos¡±. No sabemos c¨®mo fue la terapia, pero la explicaci¨®n de por qu¨¦ se les acab¨® el amor no deja de ser peregrina: ¡°A veces pienso que el hecho de que yo no practicara la meditaci¨®n fue una de las razones por las que me abandon¨®¡±, justific¨® Rossellini. O tal vez fuera que nada pod¨ªa contener el apetito por la conquista femenina de Lynch.
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