Joan Rivers, la mujer que se ri¨® hasta cuando su marido la dej¨® en la ruina
Kathryn Hahn interpretar¨¢ a la c¨®mica en una miniserie que se centrar¨¢ en su periodo mas duro, cuando se tuvo que reinventar despu¨¦s de que su marido se suicidase y la dejase en la ruina econ¨®mica
Las historias de personajes que se reponen a la adversidad, que tras un sonoro fracaso y ca¨ªda se ponen de pie, se sacuden el polvo y vuelven a andar, tienen un lugar especial en la mitolog¨ªa estadounidense. Solo una cosa gusta m¨¢s que un triunfador: un triunfador que se quiebra y vuelve a triunfar, es decir, un doble triunfador. Es desde ese prisma desde el que se contar¨¢ la historia de Joan Rivers en una miniserie de Showtime que se ha anunciado esta semana. Ser¨¢ Kathryn Hahn, la actriz hiperprol¨ªfica que lleva dos d¨¦cadas bordando todos los papeles que le dan, por peque?os que sean, pero a quien algunos rincones de internet solo descubrieron el a?o pasado, cuando hizo de Agatha en WandaVisi¨®n y la Bruja Escarlata, quien interpretar¨¢ a Rivers, que falleci¨® en 2014 a los 81 a?os tras una endoscopia de rutina.
La serie, que se titular¨¢ The Comeback Girl?(algo as¨ª como ¡°la chica que regresa¡±), arrancar¨¢ a finales de los a?os ochenta ¨Csin duda, una oportunidad para que se luzcan los departamentos de vestuario y maquillaje¨C, cuando Rivers vio a la vez c¨®mo le cancelaban el programa que le hab¨ªa costado tanto conseguir, The Late Show Starring Joan Rivers, en la cadena Fox. A continuaci¨®n, su segundo marido Edgar Rosenberg, que hab¨ªa sido tambi¨¦n el productor del programa y su manager durante 22 a?os, se suicid¨®. ¡°Est¨¢bamos todos en el arroyo y ¨¦l no quer¨ªa salir de ah¨ª¡±, dijo Rivers en su ¨²ltima entrevista, con the Daily Beast. Y, despu¨¦s, con caracter¨ªstico pragmatismo: ¡°Lo entiendo, y me siento horriblemente mal por ¨¦l, pero me pregunto si estar¨ªa aqu¨ª hablando hoy contigo si ¨¦l no se hubiera suicidado, si no hubi¨¦ramos terminado los dos como una pareja de amargados en una casa en una colina¡±. La c¨®mica se refer¨ªa a que la muerte de su marido le oblig¨® a volver a trabajar y propuls¨® el tercer acto de su carrera, en el que volvi¨® a ser enormemente popular.
Para entender su historia hay que empezar desde el principio. O hay que ver La maravillosa se?ora Meisel, la serie de Prime Video que est¨¢ m¨¢s que inspirada en las primeras d¨¦cadas de Rivers en el mundo del espect¨¢culo. Como Midge Meisel, Rivers ven¨ªa de una familia de clase media alta, de los suburbios acomodados de Westchester, y tambi¨¦n como Midge, sal¨ªa al escenario con todos los atributos de la feminidad tradicional, con perlas y zapatos de medio tac¨®n y cardado de peluquer¨ªa, al contrario que otras c¨®micas de la ¨¦poca, como Phyllis Diller, que se escond¨ªan debajo de vestidos-saco y trataban de no hablar de cosas de mujeres para integrarse en el masculin¨ªsimo mundo de la comedia en los a?os 50 y 60. Tambi¨¦n al igual que la protagonista de La maravillosa se?ora Meisel, Rivers ten¨ªa una madre r¨ªgida y amante de la formalidad que no entend¨ªa qu¨¦ narices hac¨ªa su hija subi¨¦ndose a un escenario a contar chistes en lugar de buscar al m¨¦dico jud¨ªo (como lo era su propio padre) con el que estaba destinada a casarse. ¡°La elegancia era la religi¨®n de mi madre y la casa su templo. Todo lo que estuviera en sus dominios tenia que ser absolutamente correcto. La atm¨®sfera en la casa era recta y formal. La etiqueta era primordial¡±, dijo Rivers, que se llamaba en realiad Joan Molinsky, en una entrevista respecto al hogar en el que creci¨®.
De joven s¨ª pareci¨® que iba a seguir ese camino. Estudi¨® tres a?os en Barnard, la elitista universidad femenina, se busc¨® uno de esos trabajos en unos grandes almacenes, que ten¨ªan las chicas bien en el breve interregno entre los estudios y la inevitable boda, y al poco se cas¨® con el hijo del due?o, un matrimonio que fue anulado a los seis meses y que dur¨®, seg¨²n Rivers, ¡°seis meses m¨¢s de lo que deber¨ªa haber durado¡±. Para entonces, ya le hab¨ªa entrado el gusanillo de la comedia y empez¨® a actuar en algunos clubes de Nueva York con el nombre de Pepper January. Los desacuerdos entre matrimonios eran el principal material de sus mon¨®logos y su voz estridente, el mejor canal para interpretarlos.
En su vida, las malas y las buenas noticias parec¨ªan ir juntas. En 1965 se volvi¨® a casar, con Edgar Rosenberg, y tuvo su gran oportunidad en la comedia, cuando empez¨® a aparecer como invitada frecuente en el popular¨ªsimo programa de Johnny Carson. En 1968, naci¨® su ¨²nica hija, Melissa, le dieron su primer programa propio, un talk show, y tuvo tambi¨¦n un papel peque?o pero lucido en la pel¨ªcula El nadador, con Burt Lancaster, y basada en el famoso cuento de John Cheever.
En los 80, convertida ya en una matriarca con el aspecto de una secundaria de Dinast¨ªa o Falcon Crest, con un halo de pelo rubio platino sostenido por hect¨®litros de laca y corpi?os de lentejuelas, Rivers era una presencia muy habitual en el prime time, como la sustituta designada de Johnny Carson, que se hab¨ªa convertido en principal valedor y protector. En 1986, la Fox le ofreci¨® su propio programa nocturno, para rivalizar con Carson. Ella, al parecer, lo acept¨® sin dec¨ªrselo a su amigo y ¨¦ste se lo tom¨® tan mal que no volvi¨® a hablarle en la vida. Y, dicen, se encarg¨® de extender una mala imagen de Rivers en la industria. Aun as¨ª, Rivers acept¨® la propuesta. Si hoy, en 2021, los late nights siguen siendo un juego eminentemente masculino, en los 80 era todo un hito darle todo el peso de un programa de humor y entrevistas a una mujer, incluso a aquella mujer abrasiva que los espectadores conoc¨ªan de sobra.
El programa no empez¨® bien. Algunas cadenas locales se negaban a sintonizarlo por lealtad a Carson, un gigante del entretenimiento. Los ejecutivos de la cadena chocaban con la pareja e insistieron a Rivers para que despidiera a su marido y productor. Ella se neg¨® y, cuando cumpl¨ªan nueve meses en antena, les echaron a ambos. Al poco, se separaron tras 30 a?os de matrimonio, y apenas tres meses despu¨¦s del despido, Rosenberg se suicid¨® con una sobredosis de medicamentos legales. Ella descubri¨® adem¨¢s que ¨¦l hab¨ªa malgastado casi todo su dinero y la hab¨ªa dejado con unas deudas gigantes.
Es ah¨ª donde arrancar¨¢ la serie con Kathryn Hahn ¨Ccuya elecci¨®n, por cierto, se ha criticado porque no se trata de una actriz jud¨ªa, como tampoco lo es Rachel Brosnahan, que hace de Midge Maisel¨C, con una Rivers humillada, devastada y arruinada. Y, por tanto, lista para su segundo acto. A los dos a?os, la c¨®mica consigui¨® otro programa, esta vez diurno, que tuvo mucho m¨¢s ¨¦xito y, paralelamente y en un intento por hacer cash, empez¨® a presentar programas de teletienda. Ah¨ª, vendiendo bisuter¨ªa chillona de pl¨¢stico, empez¨® a perfilar la personalidad medi¨¢tica con la que triunfar¨ªa en su vejez, la de una mujer operad¨ªsima y criticona, lista para arrojar ataques a todo el mundo empezando por ella misma. El personaje, la forma final de Joan Rivers, cobr¨® todo el sentido cuando Rivers empez¨® a presentar los programas de alfombra roja junto a su hija Melissa, un formato televisivo que no exist¨ªa antes. De Florence Welch en los Grammy dijo: ¡°Se ha comprometido tanto con vestirse como un p¨¢jaro que en la media parte ha salido a cagarse en un parabrisas¡±. De Angelina Jolie en su famosa pose con la pierna fuera: ¡°Parece que tiene una infecci¨®n de orina tan mala que necesita airearla¡±. De un vestido especialmente micro de Miley Cyrus: ¡°Si fuera m¨¢s corto, estar¨ªa tipificado como pendientes¡±. A Lena Dunham le ten¨ªa especial man¨ªa y, cuando Rivers falleci¨®, ¨¦sta le despidi¨® a la manera riversiana, como homenaje: ¡°Una parte de ella permanece con nosotros. Su nariz, que estaba hecha de poliuretano¡±.
Aunque ya hab¨ªa cumplido los 81, Rivers estaba en la c¨²spide de su carrera en 2014. Aparec¨ªa en el programa Fashion Police, del canal E!, dedicado a re¨ªrse de la ropa de los famosos, y hab¨ªa estrenado, en 2010, un excelente documental sobre su carrera, Joan Rivers: a Piece of Work. Acudi¨® a hacerse una endoscopia, una revisi¨®n sin mayores complicaciones. Pero a los pocos d¨ªas, dej¨® de respirar y muri¨®. Su hija Melisa denunci¨® al centro m¨¦dico por mala praxis y ambas partes terminaron llegando a un acuerdo econ¨®mico. Seguro que Rivers hubiera tenido un chiste listo al respecto.
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