Marc Jacobs: ?No tengo redes sociales y no miro Instagram?
Ropa para ni?os, libros, perfumes y ahora tambi¨¦n maquillaje. Marc Jacobs a?ade otra pieza a su imperio con una colecci¨®n de 120 productos para Sephora.
Su gestual parece una met¨¢fora de su persona. Se reclina en el sof¨¢, pero al cabo de pocos segundos, se echa para adelante. Sonr¨ªe constantemente, pero tambi¨¦n se intuye alguna nostalgia con chiribitas en los ojos. Nos recibe fumando, pero apaga el cigarrillo en cuanto su representante hace las presentaciones. Y r¨ªe con carcajada infantil, para acto seguido suspirar y cruzar y descruzar las piernas. Marc Jacobs, 51 a?os, t¨®tem de la moda, no es un personaj¨®n estramb¨®tico como algunos de sus compa?eros de generaci¨®n, pero s¨ª ¨¦l mismo, todo un individuo compulsivo e inquieto. Algo que deja entrever en su discurso y con sus ademanes durante la entrevista celebrada el pasado 15 de julio en el hotel Bristol de Par¨ªs.
La fecha no es balad¨ª. El d¨ªa anterior fue fiesta nacional y un letargo resacoso hab¨ªa tomado la capital. El significado de esta urbe ha cambiado para Jacobs. ?Aqu¨ª me prodigo menos. Por eso me gusta, porque me relajo. Ayer tuve el d¨ªa libre: me sent¨¦ en el sal¨®n, camin¨¦ por el jard¨ªn, me asom¨¦ por la noche a ver los fuegos artificiales, escuch¨¦ m¨²sica. Fue agradable. A veces, salgo a comprar antig¨¹edades. Pero comparado con Nueva York, donde voy al teatro y galer¨ªas y socializo, no hago nada. Par¨ªs es tranquilo. Apetece sentarse a tomar un caf¨¦?, admite.
Por mucho que se le antojara disfrutar del sosiego el a?o pasado, no pod¨ªa. El nombre del modisto estaba ligado a los dos lados del Atl¨¢ntico: en Francia dise?aba y desfilaba para Louis Vuitton; en EE UU, para su marca hom¨®nima. A pesar de que en 2013 abandonara la primera, dif¨ªcilmente podr¨¢ sacudirse el sambenito de adicto al trabajo. Era c¨¦lebre por sobrevivir a las semanas de la moda a base de nicotina, cafe¨ªna y d¨¦ficit de sue?o. Pero la pasi¨®n lo cura todo. Y ¨¦l la experimenta por la creaci¨®n. ?No soy una persona f¨¢cil, no me decido a la primera. Edito, cambio, experimento¡ Es mi proceso. Zapatos, bolsos, prendas; cada d¨ªa me dedico a una tarea diferente y solo yo tengo todos los pedazos en mi cabeza?. ?se es el motivo por el que nos recibe en Par¨ªs. El neoyorquino acaba de a?adir una pieza al puzle: 120 productos de maquillaje (disponibles desde este octubre en Sephora), entre los que se encuentran sombras, esmaltes, eyeliners o labiales. Es f¨¢cil reconocer los c¨®digos markianos: envases lujosos en negro con l¨ªneas curvas y pigmentos intensos.
Sentado frente a estos artefactos, con una camisa blanca, el pelo engominado y unos pantalones negros con una raya azul, Jacobs parece un ni?o con su juguete nuevo. La transformaci¨®n es sorprendente: de melenudo delgadito en los a?os 90 a regordito en la d¨¦cada pasada y a musculoso hoy.
Jessica Lange, imagen de la campa?a de Marc Jacobs Beauty.
Ropa infantil, libros, perfumes, condones y, ahora, maquillaje en Sephora, una de las empresas m¨¢s grandes del mundo con 1.750 tiendas en 30 pa¨ªses. ?Es ¨¦sa su intenci¨®n col¨¢ndose en los armarios y neceseres de medio mundo, dominarlo?
Al principio era reacio a la idea del make up. Pero me di cuenta de que pod¨ªa dedicarle tiempo y me emocion¨¦. No me gusta hacer algo por hacer. Tambi¨¦n acced¨ª porque me entend¨ª con Sephora. Programamos reuniones de dos horas que terminaban al cabo de cinco conmigo pintando en un cuaderno. Sephora es como una bomboner¨ªa: comprar es divertido, interact¨²as, pruebas, charlas. Entiendo las ventajas de Internet, pero no pertenezco a esa era. Quiero experimentar.
El resultado fue un punto y aparte; convenci¨® a sus jefes de que deb¨ªa dejar Louis Vuitton y centrarse en su marca.
Fue un revulsivo. Arnault [Bernard, director de LVMH] pens¨®: ?Esta l¨ªnea es Marc dedic¨¢ndose a una cosa?. Expandirse no siempre es bueno: la energ¨ªa se diluye y mucha gente opina. Bueno, lo malo no es crecer, sino perder la perspectiva. Mi objetivo es mantener la integridad y dar sentido a Marc Jacobs.
?Eso implicar¨¢ una oferta p¨²blica de venta?
?Qu¨¦ es eso¡? [Los representantes le soplan la definici¨®n]. Ah, vale. Todos estamos trabajando en ello. No soy un hombre de negocios; para m¨ª es como hablar en griego. Pero a todo el mundo le parece una buena idea sacar la marca a bolsa, as¨ª que debe serlo.
En lo que no coinciden es en el cambio de nombre: tengo entendido que rebautizar¨¢ Marc by Marc Jacobs.
En sus inicios, era Marc Jacobs con una tipograf¨ªa diferente a la de la l¨ªnea principal. Pero por motivos legales tuvimos que cambiarla. Nunca me gust¨®. Ahora estamos reflexionando: ?La rebautizamos? ?Variamos el logo? Cuando Robert [Duffy, su socio] y yo la lanzamos, no quer¨ªamos algo secundario, quer¨ªamos capturar la energ¨ªa del club, lo joven¡ Por eso est¨¢n Katie Hillier y Luella Bartley [directoras creativas], para recuperar esa filosof¨ªa.
Marc Jacobs junto a Miley Cirus [imagen de p-v 2014]
Getty Images
Se involucra mucho en cada proyecto. ?No es agotador?
A veces. Otras, solo quiero disponer de m¨¢s tiempo. Si se trata de un nuevo perfume y hay que decidir las notas, perfecto. Pero si se trata de una versi¨®n, me canso. La repetici¨®n es aburrida.
La primera imagen de Marc Jacobs Beauty fue la top Eddie Campbell. Jessica Lange es la actual. En tratamiento facial, estamos acostumbrados a las musas mayores, pero no en maquillaje.
Se trata de una decisi¨®n sentimental. Adoro a Jessica. American Horror Story es una de mis series favoritas. La entrevist¨¦ para la revista Love. Charlamos y pos¨® con mi ropa. Supe que hab¨ªa algo emotivo entre ambos¡ Para m¨ª, es importante despistar. Que la gente no sepa qu¨¦ voy a hacer. La intenci¨®n no era generar un debate sobre la edad, que lo hubo. Era trabajar con una mujer fuerte.
?No es un riesgo desorientar? Puede ser contraproducente para el negocio.
As¨ª es. Si siempre fotografi¨¢ramos a una rubia, el p¨²blico se formar¨ªa una idea. Pero yo no quiero reducirme a un concepto ni dirigirme a un tipo de cliente. Me aburre la uniformidad. Me gusta rodearme de gente apasionada por distintas artes. Dentro de mi inconsistencia, hay coherencia. Pero es cierto, mi marca no es obvia. Cuando ves un anuncio de Gucci, sabes que es suyo. Eso funciona para ellos; para m¨ª, no. Hay m¨¢s poder en la diversidad que en la repetici¨®n.
Eso me lleva a Miley Cirus [imagen de p-v 2014], opuesta a Jessica Lange.
?As¨ª es!, ?Miley es diferente! Pero tambi¨¦n una estrella sin pelos en la lengua que no teme decir lo que piensa.
Y controvertida.
?Y qu¨¦? ?se es el precio que hay que pagar por ser sincero. A la gente no le gusta o¨ªr verdades. Es f¨¢cil dar la respuesta de manual o la del agente. Mostrarte tal como eres no lo es. Si pudiera decidir el destino del planeta, elegir¨ªa el de la individualidad. Eso es ser cool, ser aut¨¦ntico. Miley y Jessica no comparten ni edad ni peinado, pero s¨ª ser ellas mismas.
La individualidad es¡
Muy dif¨ªcil de promover.
Uno de los visuales de Marc Jacobs.
Sobre todo hoy, ?ser¨ªa capaz de repetir osad¨ªas como la de 1992, cuando firm¨® una l¨ªnea grunge para Perry Ellis y le despidieron? Hoy, las marcas pesan m¨¢s todav¨ªa y la integridad se diluye.
No s¨¦ c¨®mo reaccionar¨ªa. El tiempo determina las decisiones. Hay tendencias que me gustan, pero no repetir¨ªa. Otras que me encantan y no me aburro de reinterpretar. ?Por qu¨¦ decidimos esto o lo otro? Es una suma de factores: qui¨¦n eres, qu¨¦ has vivido. Si hoy me pregunta mi color favorito, dir¨ªa verde. Hace dos meses, ser¨ªa otro.
En moda, ha trabajado con artistas como Takashi Murakami o Richard Prince. ?Har¨¢ lo mismo en belleza?
No lo descarto. Aunque esos casos pertenecen a mi etapa en Vuitton. Trabajaba en Europa para una casa con una larga tradici¨®n, y esas colaboraciones eran enriquecedoras. Quer¨ªa tejer una red de pintores y escritores e iniciar un di¨¢logo. Esa idea encajaba con la filosof¨ªa de la casa. Algo que sigo haciendo: Marc Jacobs es un ¨¢rbol familiar de creadores: Sofia Coppola, Elizabeth Peyton¡ Estamos conectados por ramas.
Y con el mundo. Es usted muy activo en las redes sociales.
?Yo no! ?Mi empresa! Jam¨¢s entro en Instagram ni lo miro.
Pero si hasta su perro Neville es famoso: cuenta con casi un mill¨®n de fans en esa red.
Lo es¡ Pero volviendo a Instagram, realizamos el casting [para la campa?a o-i 2014/2015] de Marc by Marc ah¨ª, porque quer¨ªa que capturara el eclecticismo visual de nuestras tiendas y oficinas. La personalidad es dif¨ªcil de expresar, de ah¨ª la importancia de la Red. YouTube o Facebook permiten subir v¨ªdeos, fotos, ser la estrella de tu espect¨¢culo. ?sa es la conclusi¨®n, todos podemos ser famosos.
Se emociona al hablar de su trabajo. Pero lleva casi 30 a?os en el sector. ?No se aburre?
A veces, lo veo todo negro. Los anuncios son estereotipos. Si quieres ser famoso, vistes de dorado y viajas en jet. ?No ha cambiado nada? ?No podemos ser ricos y llevar el pelo azul? ?O ser una abuelita encantadora? Todo sigue igual. Y los culpables son quienes promueven clich¨¦s con im¨¢genes anticuadas. Esta gente no redefine el mundo. Mantiene su pasado. Las definiciones de sexy, poderoso o inteligente deben variar. Con el grunge, la est¨¦tica cambi¨®: la escena art¨ªstica era vibrante. El canon de las modelos mut¨® porque los conceptos se transformaron. Lo imperfecto y torpe eran bellos. ?se fue su legado: impulsar la singularidad.
Su moda es ambigua en cuanto a g¨¦neros. ?Quiere que su maquillaje lo sea?
El b¨¢lsamo o la mousse para las cejas son ideales para ellos¡ Pero no pienso en g¨¦neros, no creo en ellos: no pretendo crear cosm¨¦ticos para unos u otros. No los comercializo con la etiqueta unisex. ?Acaso yo necesito que alguien lo venda as¨ª para comprar? Por Dios, est¨¢ hablando con alguien que ha llevado lazos y pelucas. Mi concepto sobre mi persona no me permite pensar en esas nociones.
?Usaba maquillaje antes de lanzarlo?
Por supuesto. A veces, me hago la manicura; otras, un peeling. Que la gente haga y se vista como quiera. ?Acaso importa?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.