Michelle Williams, la madre de ET, que volver¨¢ a perder el Oscar
La actriz interpreta a la progenitora de Steven Spielberg en ¡®Los Fabelman¡¯, un personaje tan complejo como fascinante.

Steven Spielberg pens¨® en Michelle Williams para interpretar a su madre en Los Fabelman despu¨¦s de ver a la actriz en la miniserie de 2019 Fosse/Verdon, en la que Williams da vida a la bailarina Gwen Verdon, esposa de Bob Fosse y toda una celebridad del Broadway de los a?os cincuenta. Puede sonar extra?o, pero lo cierto es que aquella serie se centraba en la edad adulta de una artista que a mediados de los setenta empezaba a vivir su ocaso profesional, y Michelle Williams, que ahora tiene 42 a?os, supo darle una explosiva madurez desconocida en el repertorio de una actriz que representa como pocas la tradici¨®n m¨¢s naturalista del cine independiente estadounidense.
Williams ha sido tres veces candidata a un Oscar ¡ªpor Brokeback Mountain, en 2006, Blue Valentine, en 2011, y Manchester frente al mar, en 2017¡ª, y ahora lo es por cuarta vez gracias a Mitzi, un personaje muy alejado de sus colaboraciones con la cineasta Kelly Reichardt, cuyo ¨²ltimo filme juntas, Showing Up, es una nueva joya en la filmograf¨ªa de ambas. En Los Fabelman, la actriz abandona ese registro para entrar en un terreno m¨¢s expresionista a trav¨¦s de un personaje complejo y fascinante.

Mitzi es una mujer jud¨ªa menuda y vigorosa, que aparc¨® sus sue?os de ser pianista para convertirse en ama de casa. Como buena inadaptada, Mitzi no se conforma y acaba convirtiendo su vida familiar en una extensi¨®n de sus fantas¨ªas. Eso la convierte en una madre tan maravillosa como problem¨¢tica, una mujer dispuesta a divertirse con sus hijos, ya sea persiguiendo un tornado o comprando un mono, pero incapaz de renunciar a s¨ª misma por ellos.
Hay secuencias para el recuerdo en Los Fabelman y en casi todas el centro es Mitzi. Como cuando baila con un vestido blanco que deja ver su cuerpo desnudo y una de sus hijas intenta impedirlo muerta de verg¨¹enza. O cuando su hijo, es decir, un Spielberg adolescente, le ense?a vali¨¦ndose de una pel¨ªcula dom¨¦stica el secreto de ella que ha descubierto con su c¨¢mara y que el chico es incapaz de poner en palabras. Todo apunta a que Williams volver¨¢ a perder el Oscar. Poco importa: el modo en el que desvela al espectador el secreto del sentimiento de orfandad de ET no tiene precio.
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