Mila ?malamadre?: viva Mila
Era tan cercana y presente, tan defectuosa y fascinante, por su omnipresencia televisiva (es lo que tiene S¨¢lvame, un programa diario de cuatro horas) como por su carisma natural.
Recuerdo que cuando yo llegaba los lunes a S¨¢lvame, af¨®nica y despeluchada, me dec¨ªan que estaba m¨¢s ¡°hijadeMila¡± que nunca. Me dec¨ªan que me parec¨ªa f¨ªsicamente, pero lo que yo deseaba internamente, era parecerme a ella en ¡°lo otro¡±.
¡°Lo otro¡± de Mila Ximenez es una indefinible fortaleza esculpida de vulnerabilidad. Una colecci¨®n de muescas de desobediencia de todos los mandatos silenciosamente femeninos que hemos asimilado como deseables.
Aunque jam¨¢s tuve una conversaci¨®n m¨ªnimamente profunda con ella, la conozco como se dejaba conocer ella: con toda la crudeza de sus contradicciones. Era tan cercana y presente, tan defectuosa y fascinante, por su omnipresencia televisiva (es lo que tiene S¨¢lvame, un programa diario de cuatro horas) como por su carisma natural.
Mila, que no fue ejemplo de nada ¨Ctal vez por eso¨C deja un legado abrumadoramente mundano y defectuoso. Y ah¨ª es todo un gustazo verse reflejada: de ella he aprendido que hay sitio para las mujeres maduras en el periodismo. Mujeres con personalidad. Lejos de la correcci¨®n de cualquier colega televisiva treinta?era, Mila Ximenez ha sido todo un referente como profesional hecha a s¨ª misma, llena de pulsiones. Ella gritaba, se enemistaba o montaba un numerito como nos han adoctrinado para no hacer bajo ning¨²n concepto.
De ah¨ª su atractivo. Cualquiera se pod¨ªa sentir identificada con ese ¡°no aprender de los propios errores¡± o como ella dir¨ªa, ¡°cagarla¡± una y otra vez. Ese car¨¢cter a priori dif¨ªcil, pero lleno de ternura, era su gran baluarte. Cascarrabias, de mecha corta, hiriente¡ Y a la vez incapaz de soportar algo siguiera parecido a un agravio o insulto.
Laboralmente, cont¨® con el particular m¨¦rito de reencauzar su carrera con solo cuatro palabras: ¡°Extra?a, oscura, rara, siniestra¡±, los cuatro adjetivos que le prodig¨® a Isabel Pantoja. Esa capacidad de s¨ªntesis, de acidez y de emocionalidad, fue toda una lecci¨®n de comunicaci¨®n.
Porque, recordemos, Ximenez ven¨ªa de una situaci¨®n muy complicada econ¨®mica y profesionalmente, probablemente por no agachar la cabeza y doblegarse. Vivi¨® con la misma dignidad la fama que la falta de recursos.
Pero donde la dignidad lleg¨® a su punto ¨¢lgido, y donde su influencia ha sido todo un faro para m¨ª y ojal¨¢ que para muchas, es con la manera en la que asumi¨® la maternidad. Aprendiendo a trompicones, con todo en contra y rodeada de incomprensi¨®n. Lastr¨® el estigma de ¡°Mala madre¡± al rechazar la pensi¨®n compensatoria de su ex marido, el archi famoso tenista Manolo Santana, y dada su precaria situaci¨®n, no se pudo ocupar de la crianza de su hija. Una vez m¨¢s, Mila, presa de sus ¡°errores¡±, tir¨® de honestidad y chuler¨ªa, y pese a llorar y arrepentirse de la forma de gestionarlo, se gan¨® el amor incondicional de su hija. Y nada de perd¨®n: consigui¨® una total y rendida admiraci¨®n. Las pocas veces que Alba Santana se ha pronunciado al respecto, se ha deshecho en halagos y comprensi¨®n hacia su madre, entendiendo que generosamente supo mirar por su bienestar antes que por el propio. Mila me ense?¨® que ser (buena) madre implica errar, liberarse de exigencias aprendidas y actuar a veces en contra del propio instinto o la convenci¨®n.
No en vano, demostr¨® que una mujer puede vivir su m¨¢xima plenitud desde la solter¨ªa. Y aquella discreta pansexualidad en la que parec¨ªa haber vivido, resultaba igualmente admirable. Los locos ochentas, la Marbella m¨¢s flashy, las noches y los d¨ªas de disfrute¡ Ejemplo de una cierta forma de libertad, de saber que en esta vida estamos de prestado. Mila vino a darlo todo, a equivocarse, a vivir.
He trabajado con ella varias veces, aunque apenas he intercambiado frases y saludos. No hace falta. La conoc¨ª todo lo profundamente que se pod¨ªa; impregnaba con su impronta. La admirar¨¦ siempre.
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