C¨®mo ser¨ªa la ¡®casa feminista¡¯ perfecta: los modelos dom¨¦sticos se han trazado conforme a una cosmovisi¨®n patriarcal
Las mujeres ocupan tan solo el 10 % de los puestos m¨¢s importantes en los principales estudios de arquitectura del mundo
Las ciudades modernas est¨¢n dise?adas por los hombres y para los hombres. No lo digo yo ni nada, lo dice el Banco Mundial y lo constata en una interesante publicaci¨®n de 2020, Handbook for Gender-Inclusive Urban Planning and Design (Manual para la planificaci¨®n y el dise?o urbanos con perspectiva de g¨¦nero). Esta suerte de gu¨ªa ¡ªpara un dise?o urbano que incorpore de forma activa la voz de las mujeres, ni?as, y minor¨ªas sexuales y de g¨¦nero¡ª confirma un dato inquietante: que las mujeres ocupan tan solo el 10 % de los puestos m¨¢s importantes en los principales estudios de arquitectura del mundo. Del mundo. Esto son muy pocas mujeres.
En los ¨²ltimos a?os, como indica el informe de 2020 elaborado por la Uni¨®n Europea, Promoting Women in Architecture and Civil Engineering, la igualdad de g¨¦nero en estas profesiones est¨¢ mejorando, pero no lo suficiente. Esto se demuestra de forma sencilla con solo mirar la lista de arquitectos premiados, en concreto, en Espa?a.
S¨ª, hay un porcentaje peque?o de voces femeninas en la elaboraci¨®n del discurso urbano, decidiendo sobre el presente y futuro de las ciudades. Esta ausencia supone menos sensibilidades evaluando que la planificaci¨®n urbana ha de tener en cuenta que la movilidad de las mujeres es restringida y que dependen en mayor medida del transporte p¨²blico; el trabajo de cuidados y los desplazamientos que de ¨¦l se derivan, que suponen gran parte de los desplazamientos diarios; que los peatones son mayoritariamente menores, mayores y mujeres¡ As¨ª que, amiga, si al caminar por el espacio p¨²blico de tu capital sientes extra?eza e inseguridad, recuerda que no te lo est¨¢s imaginando: solo es que el sesgo patriarcal est¨¢ literalmente integrado en los espacios urbanos.
A lo largo de la historia del urbanismo han sido exclusivamente hombres como arquitectos, urbanistas, pol¨ªticos, promotores, constructores, obreros, quienes han ideado, planificado y construido el trazado de las metr¨®polis. Las mujeres, con pocas excepciones, no se han integrado en este sector profesional hasta finales del siglo XX, en un frustrante proceso hist¨®rico sumamente desigual e insostenible donde nos hemos perdido la mitad de los conocimientos, de las visiones, del saber.
Resulta f¨¢cil entender as¨ª por qu¨¦, hist¨®ricamente, las urbes en su configuraci¨®n tienden a reflejar los roles de g¨¦nero tradicionales y la divisi¨®n del trabajo en funci¨®n del g¨¦nero entre hombres (remunerado) y mujeres (no pagado o mal pagado); atendiendo a un sistema patriarcal de la organizaci¨®n social. Vamos, en general, las metr¨®polis actuales son espacios m¨¢s eficientes, c¨®modos, adaptados y seguros para los se?ores. Con grandes y graves implicaciones. Porque muchas necesidades quedan desatendidas (las de ni?as, ancianas, trabajadoras¡) y se refuerzan todav¨ªa m¨¢s las desigualdades de g¨¦nero.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, diferentes estudios de la mujer en el entorno construido llevados a cabo por arquitectas, urbanistas y soci¨®logas han ratificado que las mujeres no comparten las ciudades con los hombres de manera igualitaria. Y que las urbes no podr¨¢n ser amables ni podr¨¢n servir a todas las personas sin la presencia de la mujer en la elaboraci¨®n e ideaci¨®n de su planificaci¨®n presente y futura, y sin incorporar la perspectiva de (igualdad de) g¨¦nero como categor¨ªa anal¨ªtica imprescindible para concebir, crear y transformar para el bien el mundo en el que vivimos. ¡°Saben que el espacio urbano realmente no les pertenece. Saben que la mayor¨ªa de las urbes son peligrosas, que solo pueden utilizar zonas concretas y a ciertas horas, y que incluso en esos espacios en que se les permite estar (como invitadas) han de comportarse de una determinada manera. Las mujeres est¨¢n excluidas de muchos sitios y a otros a lo mejor se les permite el acceso, pero todo el entorno hace que no se sientan bien recibidas¡±, anota la profesora de Vivienda e Igualdad de Oportunidades en la Escuela de Planificaci¨®n de la Universidad Brookes, Oxford, Jane Darke en el libro La vida de las mujeres en las ciudades. Necesitamos espacios merecedores para todas las vidas.
Dise?ando una casa feminista
¡°D¨¦mosle una habitaci¨®n propia y quinientas libras al a?o, dej¨¦mosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo que ahora pone en su libro y el d¨ªa menos pensado escribir¨¢ un libro mejor.¡±. La famos¨ªsima cita de la escritora brit¨¢nica Virginia Woolf reclamaba, s¨ª, una independencia econ¨®mica para sus conciudadanas, pero tambi¨¦n exig¨ªa la necesidad de un espacio f¨ªsico personal, una habitaci¨®n donde cada mujer pudiera aislarse, ensimismarse, reflexionar y desarrollarse como ciudadana. Un espacio propio y digno, dentro de la casa, donde ser. Y donde escribir, por qu¨¦ no, el mejor libro posible.
?Cu¨¢ntas viviendas convencionales, en la ciudad dise?ada por hombres y para los hombres, tienen un cuarto propio para cada una de nosotras? ?Son nuestras casas lugares donde establecer relaciones justas, completas y felices? ?Lugares donde desarrollar convivencias igualitarias? ?Ha de ser el hogar el espacio exclusivo de descanso del guerrero (hombre), donde se reproduzcan eternamente los roles de g¨¦nero o necesitamos viviendas inclusivas, no jerarquizadas, que contengan todos los posibles modos de habitar (la familia y la casa)?
Los espacios dom¨¦sticos tambi¨¦n se han trazado hist¨®ricamente en base a modelos de uso masculinos, teniendo en cuenta una perspectiva androc¨¦ntrica y productivista. S¨ª. Las viviendas convencionales eran las encargadas de sostener un modelo un¨ªvoco de familia nuclear. Sin embargo, en la actualidad, existen distintas f¨®rmulas familiares y han de existir diferentes formas de habitar que alberguen esas f¨®rmulas, atendiendo a la diversidad social. Muchas personas viven solas, voluntaria o forzosamente, otras establecen relaciones personales o familiares diversas y flexibles, y otras lo har¨ªan si el mercado de la vivienda no fuera tan r¨ªgido. Las fases de la vida adem¨¢s reclaman opciones de habitar distintas. Incluso prever la dependencia.
Como afirma la arquitecta e investigadora Mar¨ªa Novas, la vivienda es una realidad pol¨ªtica que est¨¢ en transformaci¨®n. Novas explica como ¡°diferentes arquitectas, ingenieras y urbanistas feministas han trabajado desde hace varias d¨¦cadas para contrarrestar los est¨¢ndares inflexibles y jerarquizados de las viviendas ¡®unifamiliares¡¯ dise?adas para familias nucleares (heteronormativas con descendencia) que han proliferado en masa desde las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX¡±. Describe que estas casas tradicionales ¡°suelen situar en la parte m¨¢s alta de la jerarqu¨ªa espacial al sal¨®n y el dormitorio ¡®principal¡¯, a¨²n hoy llamado ¡®de matrimonio¡¯ sin atender a la diversidad de vidas y formas familiares, y dejando en un lugar secundario (o menos privilegiado) los espacios de la vivienda asociados al trabajo de cuidados, que, cuando son tenidos en cuenta, siempre suelen ser espacios residuales, de menor tama?o, traseros y muestran alarmantes deficiencias de dise?o¡±.
Entonces, ?c¨®mo ser¨ªa la casa ideal, la vivienda igualitaria e inclusiva de nuestros sue?os? ?Tendr¨ªamos nuestro cuarto propio luminoso y aireado? Para la autora del ensayo Arquitectura y g¨¦nero ¡ªdonde defiende la incorporaci¨®n de la perspectiva de (igualdad de) g¨¦nero como una cuesti¨®n de justicia social ineludible por m¨¢s tiempo¡ª ¡°la idea fundamental es un cambio de valores en la percepci¨®n de qu¨¦ significa dise?ar una vivienda. Durante d¨¦cadas, se nos ha transmitido que la vivienda es principalmente un espacio de recogimiento y descanso despu¨¦s del trabajo asalariado fuera del hogar, pero esto es una gran falacia que parte de un sesgo patriarcal. La vivienda siempre ha sido un lugar de trabajo (trabajo pagado, no pagado o mal pagado) para infinidad de mujeres, y deber¨ªa dejar de ser desvalorizada como tal. El trabajo en el hogar, o de mantenimiento de la vida, debe ser visible y valorado, y, en consecuencia, los espacios dom¨¦sticos asociados tambi¨¦n ganar¨¢n en dignidad¡±.
Si la arquitectura es, antes que nada, la ordenaci¨®n del espacio, ?qu¨¦ organizaci¨®n tendr¨ªa entonces esa nueva vivienda trazada y dise?ada desde una ¨®ptica no heteronormativa? Mar¨ªa Novas aporta una propuesta muy sugerente, nos habla de una vivienda con una distribuci¨®n adaptable en funci¨®n de las necesidades y los tiempos, que rompe con la configuraci¨®n tradicional con ¡°espacios dignos relacionados con el trabajo en el hogar, cuartos de similares tama?os y un dise?o flexible, agrupando las instalaciones y posibilitando cambiar la distribuci¨®n con obras m¨ªnimas, en los que la accesibilidad es un requisito importante, como principio b¨¢sico de un dise?o inclusivo. Tambi¨¦n se propone el redise?o de las cocinas como espacio social (no solo pensadas para que tan solo una persona trabaje en ellas), que permitan la flexibilidad de uso, de manera que al menos dos personas o m¨¢s miembros de la familia puedan redistribuir el trabajo al mismo tiempo, y la distribuci¨®n de ba?os y aseos, con accesos comunes, favoreciendo la m¨¢xima posibilidad de usos simult¨¢neos¡±. La casa como espacio flexible, adaptable y social.
A nivel estatal, diferentes instituciones y organismos est¨¢n trabajando tambi¨¦n en defender una arquitectura feminista, centrada en las necesidades de las personas, los cuidados y la vida cotidiana de todos y todas. Integrando la perspectiva de g¨¦nero en el dise?o de las ciudades, en la normativa urban¨ªstica y en las viviendas, pasando del discurso a la realidad. Hay ejemplos interesant¨ªsimos: por ejemplo, el del Departamento de Planificaci¨®n Territorial, Vivienda y Transportes del Gobierno Vasco con esta Gu¨ªa para la integraci¨®n de la perspectiva de g¨¦nero en los proyectos de vivienda colectiva y el de la Generalitat Valenciana con la publicaci¨®n de una serie de buenas pr¨¢cticas en Proyectar los espacios de la vida cotidiana que est¨¢n avanzando en este sentido.
El hogar, la casa como ¡°el lugar de la memoria y del futuro, del eslabonamiento entre las generaciones idas y venideras¡±, tal y como defiende la soci¨®loga Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n en su libro La ciudad compartida, ha de ser un espacio igualitario y digno para todas las maneras de vivir, para todas.
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