?Dijeron que mi carrera avanzaba lento porque ¡®nadie quiere follarte?
Ally Sheedy, actriz emblema de los 80, explica por qu¨¦ su carrera no prosper¨® y desgrana la cultura t¨®xica de Hollywood en ¡®Estasy¡¯, un ensayo incluido en la compilaci¨®n de Roxane Gay ¡®No es para tanto¡¯ (Capit¨¢n Swing).
(Este es uno de los distintos ensayos que Roxane Gay ha compilado en ¡®No es para tanto. Notas sobre la cultura de la violaci¨®n¡¯?(2018, Capit¨¢n Swing), que sale hoy a la venta en librer¨ªas)
Ten¨ªa dieciocho a?os cuando llegu¨¦ a Hollywood para iniciar mi carrera como actriz. Me hab¨ªa criado en Nueva York, en gran parte rodeada de feministas. Mi madre, Charlotte, me llevaba con ella a las reuniones en petit comit¨¦ de las bases que acabaron evolucionando en el movimiento de liberaci¨®n de las mujeres de la d¨¦cada de 1970 y hab¨ªa asistido a debates acerca del marco de la Enmienda de Igualdad de Derechos, a manifestaciones y a sesiones de concienciaci¨®n.
En una sesi¨®n especialmente concebida para ni?os, una mujer demostr¨® c¨®mo cambiaba su forma de andar cuando se pon¨ªa unos tacones altos. Recuerdo claramente que alguien dijo:
¡ªCon esos tacones no se puede correr.
Hollywood fue, por decirlo suavemente, un shock.
En uno de mis primeros castings, un director me dijo que le gustaba, pero que no pod¨ªa seleccionarme para el elenco porque hab¨ªa una escena ?de playa?. Al parecer, mis muslos y mi trasero iban a obstaculizar mi incipiente carrera. Med¨ªa 1,69 metros y pesaba unos 60 kilos.
En 1920 se a?adi¨® a la Constituci¨®n de los Estados Unidos la Enmienda XIX, que reconoc¨ªa el sufragio femenino. Las sufragistas consideraban que la concesi¨®n del voto no era suficiente y para garantizar los derechos de las mujeres propusieron la Enmienda de Igualdad de Derechos o Equal Rights Amendment (ERA). Redactada en 1923 por Alice Paul, la ERA exige la igualdad de derechos y la no discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo. Desde 1923 se ha presentado al Parlamento sin ¨¦xito; tras las batallas en diferentes legislaturas no ha sido ratificada.
Poco importaba que hiciera un buen papel en las audiciones, que fuera inteligente y que tuviera un don natural para la interpretaci¨®n. Mis muslos eran ?el problema?.
As¨ª que hice dieta¡ todo el tiempo. Averig¨¹¨¦ que aportara lo que aportara a un papel mediante el talento quedar¨ªa instant¨¢neamente desterrado por mi aspecto f¨ªsico. Y entend¨ª que mi ¨¦xito depender¨ªa de lo que los mandamases opinaran de mi cara y de mi cuerpo. Tuve que echar por la borda todo lo que hab¨ªa aprendido en casa mientras me adaptaba a aquellos nuevos requisitos: mi aspecto f¨ªsico era lo primordial.
De hecho, ni siquiera ten¨ªa que ver con que fuera guapa o delgada; el tema es que no era sexi. Cuando al fin consegu¨ª mi primer papel importante en una gran pel¨ªcula, como regalo de bienvenida me entregaron un aparato para ejercitar los muslos y me indicaron que lo apretara entre las piernas al menos cien veces al d¨ªa. En una ocasi¨®n, al llegar a plat¨®, un director de fotograf¨ªa me espet¨® que no pod¨ªa filmarme ?con ese aspecto?. Y me lo dijo delante de todo el equipo. Supongo que se me ve¨ªa muy ancha con la falda que me hab¨ªan dado para que me pusiera.
Pocos a?os despu¨¦s me dijeron a bocajarro que mi carrera avanzaba con lentitud porque ?nadie quiere foll¨¢rsete?. Hab¨ªa algo en m¨ª, en t¨¦rminos sexuales, que no vend¨ªa.
En mi caso, iniciar una carrera cinematogr¨¢fica supuso todo un desaf¨ªo, pero para las mujeres j¨®venes de hoy en d¨ªa se antoja algo casi imposible.
Doy clases de cine y teatro a estudiantes adolescentes en una escuela p¨²blica de Nueva York, de manera voluntaria. Son alumnos con aptitudes, y con los de pen¨²ltimo a?o recientemente hemos completado una interpretaci¨®n de escenas de Shakespeare para el resto del departamento de teatro. Pregunt¨¦ a cuatro actrices de diecis¨¦is a?os, con verdadero talento interpretativo y agallas, qu¨¦ hab¨ªan experimentado al intentar dar el salto al mundo profesional: Kai, Michelle, Layla y Jo.
Kai, que interpret¨® a lady Macbeth, me explic¨® que ten¨ªa trece a?os la primera vez que recibi¨® una llamada de un agente y que invitaron a su padre a salir de la estancia:
¨CEntonces me preguntaron cu¨¢nto med¨ªa y cu¨¢nto pesaba y me dijeron que ten¨ªa que indicar mi peso en el curr¨ªculum. Me preguntaron la talla de sujetador y me recomendaron: ?Cultiva tu sex appeal?.
A los quince a?os le preguntaron si se sentir¨ªa c¨®moda ?refreg¨¢ndose con una mesa? en la sala de audiciones y a su madre le preguntaron si se sentir¨ªa ?c¨®moda? dejando que Kai trabajara en braguitas y sujetador.
Me explic¨® que ahora la enviaban a audiciones en la ?categor¨ªa de furcia? y que le hab¨ªan dicho que adelgazara hasta tener una talla 36 porque, de lo contrario, su agente no firmar¨ªa la renovaci¨®n del contrato. As¨ª que, seg¨²n me dijo, Kai entiende que ?lo primero es la talla que uses?; poco importa que sepa interpretar a lady Macbeth a los diecis¨¦is a?os, porque, si quiere tener trabajo, tendr¨¢ que conformarse con interpretar a personajes delgados e hipersexualizados.
Layla, que escogi¨® interpretar a Yago en una escena de Otelo, tambi¨¦n me coment¨® que el personal de los castings la hab¨ªa ?encasillado?:
¡ªMe contratan por el tama?o de mis tetas y de mi culo o por el color de mi piel. As¨ª que suelen darme el papel de la peluquera, pero nunca el de una universitaria guapa.
Michelle, que interpret¨® a lady Ana en Ricardo III y, adem¨¢s, canta, escuch¨® a un director decir tras una audici¨®n: ?Estaba tan ensimismado mir¨¢ndole las tetas que no le he escuchado la voz?.
Seg¨²n me explic¨®:
¡ªPara algunos papeles tengo demasiado pecho o demasiadas curvas.
Y esto no ocurre solo en el mundo del cine y el teatro:
¡ªUn d¨ªa, en clase, un profesor no dejaba de mirarme; no me quitaba la vista de encima¡ªcoment¨® Michelle¡ª. Y no paraba de hablarme de su esposa. Mis amigas me dijeron que, al salir yo de clase, hab¨ªa dicho: ??Qui¨¦n tuviera edad de estar en el instituto!? en alusi¨®n a m¨ª. Lo denunci¨¦ y no pas¨® nada. Incluso los profesores te ven bajo esa luz.
Estoy hablando de adolescentes con un talento impresionante a quienes no juzgan por este: sus cuerpos son ya fundamentales para el trabajo que quieren hacer y solo va a ir a peor. A los diecis¨¦is?a?os, a estas estudiantes las est¨¢n juzgando por su atractivo sexual. Tienen un don para la interpretaci¨®n, pero no es suficiente.
Como dice Michelle:
¡ªNos aconsejan que ?explotemos nuestros activos para conseguir trabajo: las tetas, el culo?.
Jo, que encarn¨® a Paulina en Cuento de invierno, a?adi¨®:
¡ªNo les importa el talento, solo el ?aspecto?.
Kai pregunta:
¡ª?A qu¨¦ se refieren cuando hablan del ?aspecto?? ?Qu¨¦ quieren decir? ?C¨®mo deber¨ªa ser?
Al parecer, ahora por ?aspecto? se entiende ser superdelgada en la zona del est¨®mago, tener grandes tetas y un gran culo, ser guap¨ªsima y no tener miedo a ense?ar los pezones. La primera vez que me hablaron del tema de los pezones me qued¨® claro que no se trata de la mentalidad de ?quemar el sujetador? de mi ¨¦poca. Estas j¨®venes deben sentirse c¨®modas sin llevar sujetador y con los pezones marc¨¢ndoseles bajo una camisa fina, unos pezones, claro est¨¢, que formen parte de un pecho perfecto, lo bastante grande para ser sensual, pero sin que llegue a resultar ?vulgar?.
Entre tanto, un director le coment¨® hace poco a Kai: ?No veo la inocencia?.
¡ªEstoy a un paso de tirar la toalla ¡ªme confes¨® Kai.
Estas muchachas afirman que los hombres han concebido una imagen inalcanzable de ellas para su vida profesional y que quienes la compran han acabado por pensar que es real.
Layla se lament¨®:
¡ªNo es posible cambiar las reglas. Es una actitud psicol¨®gica. No se hace nada por corregirla. Y cada vez va a peor. La gente cree que el problema se est¨¢ arreglando¡ Pero no es as¨ª. No se puede arreglar.
Soy consciente de que soy una privilegiada: soy blanca y trabajo en la industria del cine y la televisi¨®n. He tenido oportunidades magn¨ªficas, me he dejado la piel para hacerlas realidad y les he sacado el m¨¢ximo provecho. Pero tambi¨¦n tom¨¦ la decisi¨®n consciente de no venderme de manera sexual, y pagu¨¦ un precio por ello. Es muy muy dif¨ªcil forjarse una carrera como actriz sin convertirse en un objeto sexual; yo he sorteado este terreno minado durante treinta?a?os con distintos grados de ¨¦xito. He denunciado p¨²blicamente el sexismo en este sector y he tenido que afrontar las reacciones cr¨ªticas. Me han llamado ?amargada? y me han acusado de tener un ?comportamiento cobarde?. Pero ni me he inmutado.
Sencillamente hab¨ªa cosas que no estaba dispuesta a hacer, como una pel¨ªcula con un (gran) director en la que ten¨ªa que rodar una escena con camisa y sin bragas, por ejemplo. (Supongo que intentaba hacer alg¨²n tipo de alegato). Rechac¨¦ el consejo de ?quedar? con hombres que pod¨ªan ayudarme a progresar en mi carrera. No me present¨¦ a audiciones que me parec¨ªa que ensalzaban el trabajo sexual, que retrataban abusos sexuales a mujeres de manera gratuita o que me obligaban a dejar mi identidad en la puerta. (Y todas esas pel¨ªculas se convirtieron en ¨¦xitos sensacionales).
Pero esa es la imagen de las mujeres que transmiten los medios de comunicaci¨®n. Ha habido algunos avances, supongo, pero no demasiados. Es una lucha frustrante y desmoralizadora que, pese a todo, ha conocido algunas victorias. Y yo sigo amando mi profesi¨®n. Pr¨¢cticamente no hay nada que me guste m¨¢s que un buen papel.
?Por qu¨¦ el aspecto f¨ªsico de las mujeres es tan importante en el cine y el teatro? Sean Penn es el actor con m¨¢s talento de mi generaci¨®n y no creo que nunca se haya puesto b¨®tox. Y tampoco creo que Bryan Cranston se haya puesto implantes en las nalgas.
?Qu¨¦ puede hacer una mujer? Basta con encender la televisi¨®n para tener una buena dosis de cultura de la violaci¨®n. Yo he procurado forjarme una carrera sin alimentarla. De hecho, sigo intent¨¢ndolo.
En mi juventud exist¨ªa el papel de la ?mujer explosiva? y el de la amiga menos atractiva. Ahora, a mi edad, es un poco distinto: por cada cinco papeles protagonistas para hombres de mi edad, hay uno para mujeres. Est¨¢ el papel de madre y poco m¨¢s. Uno de mis papeles televisivos favoritos hace unos a?os fue el de una abogada despiadada que el guion describ¨ªa como ?mujer de unos cuarenta a?os?, brillante y¡ delgada. A veces los personajes que interpreto o que podr¨ªa interpretar se describen como ?mujer a¨²n atractiva? a pesar de su edad, porque las mujeres de mi edad no suelen ser atractivas, o eso parece creer Hollywood.
Los mejores papeles que me ofrecen son los de mujeres complicadas, oscuras o desequilibradas. Y me encantan, porque puedo concentrarme en hacer mi trabajo, sin preocuparme por si un productor me considera ?sexi? o razonablemente atractiva para mi edad¡, pero no son papeles f¨¢ciles de encontrar. Mi hija me pregunta por qu¨¦ me gusta tanto interpretar a mujeres trastornadas: la respuesta r¨¢pida es ?porque no hay maquillaje?, seguido de ?porque no hay hombres?.
Desde las charlas feministas en Columbia y Barnard cuando era estudiante pasando por mi carrera como actriz en Hollywood y otros lares, hasta mi trabajo como profesora de interpretaci¨®n en una prestigiosa escuela p¨²blica, veo que la lucha por los derechos de las mujeres contin¨²a. Yo puedo mirarme al espejo sin sentir verg¨¹enza (aunque siempre con alguna factura por pagar) porque me las apa?¨¦ para eludir la explotaci¨®n desenfrenada en mi sector. Pero ?qu¨¦ les digo a mis alumnas? ?C¨®mo puedo disuadirlas de aceptar que su ¨¦xito depende de su f¨ªsico sin explicarles tambi¨¦n que pueden estar contribuyendo a perpetuar los estereotipos que les impiden avanzar?
Los problemas que afrontan las mujeres en el mundo del cine y la televisi¨®n no se circunscriben a un salario igualitario para actrices blancas ricas: siento verg¨¹enza al escuchar a compa?eras millonarias quejarse de que les pagan solo 400.000 d¨®lares, por m¨¢s que eso sirva para ilustrar la brecha salarial entre hombres y mujeres en este sector.
Considero m¨¢s importante abordar la ausencia de una plataforma para mujeres j¨®venes con un talento extraordinario que no son ni delgadas, ni rubias, ni blancas y a quienes los poderes f¨¢cticos no consideran sexualmente apetecibles. Es m¨¢s importante subvertir el frustrante statu quo integrado todav¨ªa por poderes f¨¢cticos masculinos que ocupan un espacio desproporcionado tanto en las salas de casting como en las salas de juntas.
Tenemos que acabar con un sistema en el que solo los hombres blancos deciden cu¨¢ndo una mujer, en cualquier posici¨®n, ?privilegiada? o no, merece tener poder y capacidad de acci¨®n.
A¨²n sigo lidiando con el est¨¢ndar del aspecto sexual en el mundo profesional. Cuando me llaman para ofrecerme un papel o una audici¨®n para la televisi¨®n o Hollywood, mi talento nunca se pone en duda. El ?estudio? o la ?cadena? quieren filmarme para comprobar mi aspecto actual.
Yo nunca he estado sola en una habitaci¨®n de hotel con Harvey Weinstein, pero s¨ª he asistido a ?cenas? que parec¨ªan hechas para ligar y he entrado en habitaciones donde me han repasado de arriba abajo y luego he recibido llamadas telef¨®nicas o propuestas para tener una ?cita? que he rechazado.
Hoy en d¨ªa, si el productor, el ejecutivo o el cineasta al cargo me encuentran sexualmente atractiva me incorporan al reparto. As¨ª es como funciona esto. Esa es la esencia de este mundo. Si el desastre de Harvey Weinstein sirve para ilustrar algo es toda esta estructura de poder. Los detalles escabrosos de sus violaciones son repugnantes y, al mismo tiempo, un escudo frente a la mayor toxicidad de esa estructura de poder.
Su comportamiento y sus delitos son tan¡ ?qu¨¦? ?Innegables? ?Alarmantes? ?Inexcusables?
Cualquier hombre culpable de la industria del espect¨¢culo puede cubrirse de una dignidad fingida como si de una manta de negaci¨®n autoprotectora se tratara y afirmar en p¨²blico (o en privado): ?Yo nunca hice eso¡ exactamente?. Algunos de los actores que han expresado su ?apoyo? a las mujeres que han denunciado p¨²blicamente a Harvey Weinstein son culpables de un comportamiento id¨¦ntico o similar al de este. Manifestar su respaldo a esas mujeres es una buena estrategia promocional para ellos, pero hay bastantes mentirosos.
Hay montones de directores, ejecutivos y productores que no han abierto la boca porque son c¨®mplices y se comportan exactamente igual que Weinstein. Y no les interesa que su nombre salga a relucir.
Pero esto no va de dar nombres. No tengo dinero suficiente para afrontar una demanda legal, pero lo que s¨ª tengo es el coraz¨®n roto. Nada cambiar¨¢ en Hollywood. Algunos hombres se volver¨¢n m¨¢s cautelosos. Otros fingir¨¢n que nunca se comportaron como depredadores y esperar¨¢n a que toda esta tormenta amaine. Lo m¨¢s descorazonador es saber que los enfermizos actos de Harvey Weinstein (finalmente) se juzgar¨¢n y que, pese a todo, la cultura y el contexto de toda esta mierda enfermiza continuar¨¢n vigentes.
Espero equivocarme.
Espero que la situaci¨®n cambie.
Pero espero sentada.
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