Lesbianas y bisexuales asesinas: c¨®mo la meca del cine ha perpetuado durante d¨¦cadas un arquetipo mis¨®gino y hom¨®fobo
En su ¨²ltimo ensayo, Francina Ribes Peric¨¤s analiza los motivos por los que Hollywood ha asociado reiteradamente la homosexualidad femenina con la violencia.
Hace treinta a?os, varias asociaciones LGTBIQ+ estadounidenses se manifestaron a las puertas de los cines para denunciar la imagen perversa e irreal que Instinto b¨¢sico ofrec¨ªa de la homosexualidad y la bisexualidad. De poco sirvi¨®: el largometraje de Paul Verhoeven recaud¨® m¨¢s de 350 millones de d¨®lares. Principalmente, por las escenas subidas de tono de Catherine Tramell, encarnada por Sharon Stone. D¨¦cadas despu¨¦s, se sigue debatiendo si es una de las pel¨ªculas m¨¢s mis¨®ginas de todos los tiempos o, por el contrario, una gran parodia de la misoginia masculina. Pero, revisit¨¢ndola, es innegable que su trama no s¨®lo jugaba con la idea de que todos los personajes femeninos eran presuntas asesinas, sino presuntas asesinas en serie lesbianas o bisexuales.
Desde la d¨¦cada de los ochenta, y sobre todo en los noventa con el auge del neo-noir, Hollywood ha asociado la homosexualidad femenina con la violencia, en general, y el asesinato, en particular. ?A qu¨¦ se debe ello? Algunas posibles respuestas las hallamos en Ausencia y exceso. Lesbianas y bisexuales asesinas en el cine de Hollywood, un ensayo de Francina Ribes Peric¨¤s, doctora en Medios de Comunicaci¨®n y Cultura por la Universitat Aut¨°noma de Barcelona, publicado por la editorial Dos Bigotes. En sus p¨¢ginas, la tambi¨¦n integrante de la banda Doble Pletina, analiza el origen de este arquetipo heredero dela femme fatale del cine negro cl¨¢sico y las vampiras del g¨¦nero fant¨¢stico.
¡°Todo surgi¨® de una intuici¨®n que tuve hace unos diez a?os. Como consumidora de pel¨ªculas observ¨¦ que, de una u otra manera, era recurrente el tema del asesinato. Hay quienes cometen este acto porque ejercen de villanas y as¨ª se les puede demonizar antes de los t¨ªtulos de cr¨¦dito finales, lo que ocurre en Mujer blanca soltera busca¡, y otras que, en el caso de Criaturas celestiales, lo hacen como una forma radical de autorreivindicarse, de rebelarse contra el entorno que les oprime¡±, apunta la autora. ¡°M¨¢s all¨¢ de que el lesbianismo ha sido invisibilizado en el cine mainstream, en las pocas ocasiones que se ha mostrado tiende a estar representado desde una perspectiva heteropatriarcal y vinculada de manera reiterada con la violencia. Incluso, hoy en d¨ªa¡±.
Al margen de la Rep¨²blica de Weimar, donde antes del ascenso del nazismo se estren¨® Muchachas de uniforme -el primer largometraje con argumento l¨¦sbico-, a principios del siglo XX, Hollywood condenaba en la ficci¨®n a las mujeres que entra?aban una amenaza para la integridad masculina. Ah¨ª est¨¢ el arquetipo de la vamp, personificado por la actriz Theda Bara, una mujer devoradora, en realidad s¨ªmbolo de la rebeld¨ªa femenina que irrit¨® a las mentes m¨¢s conversadoras. En especial, a los hombres. No es de extra?ar que, en una entrevista que ella misma concedi¨® a la publicaci¨®n Theatre Magazine en 1917, dijera lo siguiente: ¡°Las mujeres son mis mayores admiradoras porque ven en mi vampira la venganza por sus ofensas sin vengar¡ Tengo la cara de una vampira, quiz¨¢s, pero el coraz¨®n de una feminista¡±.
En el periodo que va de 1929 a 1934, actrices como Norma Shearer, Mae West o Marlene Dietrich dieron vida a personajes fuertes, sexuales y plenamente empoderadas en filmes con claras referencias a la homosexualidad. Sin ir m¨¢s lejos, en 1933, lleg¨® a las salas La reina Cristina de Suecia, una cinta encabezada por Greta Garbo que trataba con suma naturalidad la bisexualidad.
No obstante, aquel pasajero halo de modernidad se trunc¨® en 1934 con la entrada en vigor del Motion Picture Production Code, m¨¢s conocido como el c¨®digo Hays. Su implantaci¨®n, hasta 1967, provoc¨® que se prohibieran las alusiones expl¨ªcitas a la homosexualidad, que la mujer quedara relegada a una posici¨®n sumisa y que los personajes con conductas que se sal¨ªan de la norma fueran castigados, a modo de lecci¨®n moral, en la pantalla grande. El retroceso fue evidente.
No ser¨ªa hasta la d¨¦cada de los cuarenta y los cincuenta, con la eclosi¨®n del cine negro, que las salas volver¨ªan a recuperar feminidades inteligentes y poderosas, con un papel activo, vinculadas simb¨®licamente a la violencia y el sexo: las femme fatales. Su caracterizaci¨®n era ambigua. Ahora bien, como Peric¨¤s explica: ¡°Dado el c¨®digo Hays, el arte de la codificaci¨®n fue clave en este g¨¦nero cinematogr¨¢fico. Las femme fatales no se caracterizan por su lesbianismo, pero supon¨ªan una amenaza para el h¨¦roe, ya que sus v¨ªctimas eran hombres. Al contrario que en los a?os previos a la censura, no hab¨ªa posibilidad de un final feliz para ellas. Aunque lo interesante es que, independientemente de sus connotaciones negativas, ten¨ªan la capacidad de seducir, por igual, a hombres y mujeres¡±.
Una vez el c¨®digo Hays lleg¨® a su fin en 1967, el cambio fue inmediato. Y no para mejor. ¡°Hubo una necesidad de hacerlo todo m¨¢s expl¨ªcito y provocador. Surgi¨® el sexplotation, con subg¨¦neros como el women in prison -grupos de mujeres encarceladas que sufren todo tipo de abusos- y las pel¨ªculas de terror er¨®tico sobre vampiras lesbianas, muy influenciadas por el porno. En definitiva, se potenciaron las fantas¨ªas sexuales de los hombres heterosexuales a trav¨¦s del voyerismo¡±, subraya la autora.
Lo mismo ocurri¨® en los noventa con el neo-noir. Las femme fatales de Instinto B¨¢sico o Juegos salvajes son hiperb¨®licamente m¨¢s malvadas y sexuales que las del cine negro cl¨¢sico. Pero, a diferencia de ¨¦ste, por vez primera se sal¨ªan con la suya y no eran condenadas a un desenlace funesto. Por supuesto, sal¨ªan victoriosas tras protagonizar desnudos gratuitos y derramar la justa cantidad de sangre: dos reclamos que siempre funcionan de maravilla en la taquilla.
Claro est¨¢, hay excepciones. El mejor ejemplo es Lazos ardientes, el neo-noir con el que en 1996 debutaron las Hermanas Wachowski: ¡°S¨ª desprende una sensibilidad que va mucho m¨¢s all¨¢ de lo habitual en el mainstream. Las Wachowski, quienes al rodarla todav¨ªa no eran mujeres transg¨¦nero, pidieron a la escritora Susie Bright que les asesorara para grabar varias escenas. Por c¨®mo representa el amor y el sexo l¨¦sbico, la construcci¨®n de los personajes y su final feliz, probablemente, es la mejor de todas las pel¨ªculas analizadas en el libro¡±.
¡°La subjetividad es esencial¡±, sentencia. ¡°En los ¨²ltimos a?os, fuera de Hollywood, se han rodado t¨ªtulos muy destacados como Carol o Retrato de una mujer en llamas que abordan la homosexualidad femenina. Pero a¨²n no es suficiente. Si no hay m¨¢s mujeres, lesbianas y bisexuales detr¨¢s de las c¨¢maras, es dif¨ªcil que la representaci¨®n sea la adecuada. Hay mucho que avanzar en ese sentido¡±.
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