Liberad los pezones: c¨®mo las redes frenan la autodeterminaci¨®n del cuerpo femenino
El en¨¦simo debate sobre una mujer que ha decidido no ponerse sujetador demuestra que a la lucha contra la censura del cuerpo femenino le queda un largo camino por delante.
En los a?os 90, en nuestro pa¨ªs, los espectadores de la serie Compa?eros miraban cada semana las camisetas ajustadas que luc¨ªa Eva Santolaria. La revolucionaria novedad, vista con alegr¨ªa y despreocupaci¨®n por el p¨²blico joven de entonces, era que no llevaba sujetador. Su?look iba en la l¨ªnea de otros iconos de estilo de la ¨¦poca, como Kate Moss, a la que Calvin Klein utiliz¨® como musa. Entonces parec¨ªa que aquellas im¨¢genes pod¨ªan suponer una ruptura del c¨¢non pero el tiempo demostr¨® que nada hab¨ªa cambiado:?si hablamos de los pezones de una mujer de m¨¢s edad, racializada, trans, que acaba de ser madre, no es femenina, o no tiene un cuerpo ajustado a los c¨¢nones, la ausencia de sujetador siempre es sospechosa. Incluso si se trata de mujeres con profesiones en las que la desinhibici¨®n cotiza al alza (actrices, modelos¡) mejor que el pez¨®n ?no se note mucho?. Los c¨¢nones del ?buen gusto? siguen queriendo a las mujeres escondiendo esa parte de sus cuerpo en la calle o en las redes. Los prueban las peri¨®dicas pol¨¦micas en torno a este asunto: el a?o pasado, por ejemplo, la actriz Florence Pugh tuvo que escribir un manifiesto en su Instagram despu¨¦s de atreverse a la osad¨ªa de mostrar sus buttons como los llam¨® ella en un desfile de Valentino.
Esta semana, los pezones han estado una vez m¨¢s bajo el punto de mira en las redes. Esta vez han sido los de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, quien pos¨® junto a la ministra de Igualdad, Irene Montero, en un acto organizado por su partido. ?El supuesto esc¨¢ndalo? Bajo su su¨¦ter, pod¨ªamos observar que Belarra no llevaba sujetador.
Porque la obligaci¨®n de llevar sujetador est¨¢ escrito en el mismo c¨®digo de honor que mantener relaciones sexuales si te fuiste a casa con ¨¦l.
— Ione Belarra (@ionebelarra) February 6, 2023
Basta de avergonzar a las mujeres, basta de violencias. https://t.co/5NuiuKoTF2
De pronto, los pezones de Ione pasaron a ser un asunto de inter¨¦s p¨²blico. La cuesti¨®n es tan antigua y repetitiva que la gran pregunta es realmente c¨®mo puede realmente seguir siendo un objeto de debate.
Desde la antig¨¹edad, los pechos femeninos han estado cargados de significados tan contradictorios como poderosos. La acad¨¦mica Marilyn Yalom, contaba en 1997 en su monumental tratado?A history of the breast, que a lo largo de la historia de la humanidad ha existido un ?pecho bueno? (el de las madonas renacentistas o la Revoluci¨®n Francesa, por ejemplo) y un ?pecho malo?, que simboliza la seducci¨®n y el enga?o (el de las rameras de Ezequiel o la Lady Macbeth de Shakespeare). ?Los pechos siguen soportando una sobrecarga de expectativas culturales y sexuales. Por eso muchas mujeres esperan ver el d¨ªa en que sus pechos no tengan que soportar semejante carga?, escribi¨® Yalom.
Y de aqu¨ª al caso de Ione Belarra y al mundo digital, donde se siguen censurando ciertos tipos de pechos o pezones (femeninos, jam¨¢s masculinos) con criterios m¨¢s o menos arbitrarios y pol¨¦micos.
Las redes sociales, desde su nacimiento, se han esforzado en borrar o, como m¨ªnimo, pixelar toda imagen que incluya unos pezones femeninos bajo el argumento de que as¨ª se evita el contenido pornogr¨¢fico. ?Por qu¨¦ no se censuran entonces las im¨¢genes de, pongamos, pistolas, para evitar las muertes por arma de fuego? Lo que ocurre en redes con la censura corporal no es m¨¢s que un reflejo de lo que viven las mujeres fuera de ellas.
Actualmente, Facebook censura las im¨¢genes de mujeres con el torso desnudo, pero no las de hombres. En un correo electr¨®nico del que se hizo eco el New York Times?en 2019, la jefa de pol¨ªtica p¨²blica de Instagram, Karina Newton, dijo que no se est¨¢ tratando de ?imponer un juicio de valor sobre c¨®mo los pezones deben ser vistos en sociedad?. Y que solo ?intentan reflejar las sensibilidades de la amplia y diversa gama de culturas y pa¨ªses de todo el mundo?. Bien es cierto que en muchas culturas, la nuestra incluida por el momento y valga esta pol¨¦mica de Belarra como ejemplo, los pechos femeninos siguen siendo un tab¨².
Las normas comunitarias de Instagram nos dicen que la restricci¨®n a las publicaciones se aplica a ?fotos de pezones femeninos al descubierto, si bien se permiten en el contexto de la lactancia, parto o postparto, situaciones relacionadas con la salud (mastectom¨ªas por c¨¢ncer, cirug¨ªas de confirmaci¨®n de g¨¦nero) o como acto de protesta?. No es totalmente cierto: a d¨ªa de hoy, el mecanismo que tolera o censura las fotos se basa en que las publicaciones sean denunciadas por los usuarios como ?desnudos o pornograf¨ªa?, para luego ser verificadas y eliminadas por un sistema de inteligencia artificial.
La empresa de Mark Zuckerberg fue asesorada el pasado mes de enero sobre sus pol¨ªticas de moderaci¨®n de contenidos por una junta de acad¨¦micos, periodistas y pol¨ªticos que recomend¨® que modifiquen sus pol¨ªticas comunitarias, para que se rijan por criterios que respeten las normas internacionales de derechos humanos. El consejo recomend¨® a Meta que se definan criterios claros, objetivos y respetuosos a la hora de moderar el contenido, para que no se repitan casos como el que llev¨® a Instagram en 2021 a pedir disculpas p¨²blicas al director Pedro Almod¨®var, por censurar el cartel de su pel¨ªcula Madres Paralelas, que mostraba un pez¨®n con leche materna. Quiz¨¢ hayamos avanzado algo si estas medidas se llegasen a implantar finalmente.
Pero ?por qu¨¦ la imagen de los pechos de las mujeres sigue siendo objeto de revuelo y esc¨¢ndalo en 2023? ?Acaso no tienen pezones los hombres y jam¨¢s nadie menciona si son perceptibles bajo la ropa o no? Quiz¨¢ sea porque los hombres, a priori, no usan sujetador. La prenda cuya ausencia marca el inicio de la pol¨¦mica.
La historia de los sujetadores est¨¢ fuertemente ligada a la mirada masculina, las modas del capitalismo y los est¨¢ndares corporales extremos. Surge como una prenda que d¨¦ soporte a los pechos y con el paso de los a?os, va evolucionando ¡ªdesde las pin-ups a la reconocible campa?a de Wonderbra de los 90¡ª y no es hasta principios del siglo XXI cuando los sujetadores empiezan a esforzarse en intentar ocultar o reducir el aspecto del pez¨®n. Los pezones femeninos son obscenos, algo que no se debe ense?ar sin fines sexuales.
La cr¨ªtica y posterior culpabilizaci¨®n de las mujeres por serlo, llega hasta el l¨ªmite de tener que censurar su propia anatom¨ªa para no ofender ni ?herir sensibilidades? ajenas. Desde que en 1947 un hombre, Frederick Mellinger, inventase el modelo push-up, pensando en la prenda que ¨¦l y sus amigos veteranos de guerra quer¨ªan ver en sus mujeres, el objetivo de agradar a la mirada masculina se impone a la funci¨®n original del sost¨¦n.
El pecho femenino se considera algo inherentemente sexual (o mejor dicho, sexualizado) y, por tanto, susceptible de ser contenido obsceno. Si los cuerpos de las mujeres no son deseables, consumibles o explotables, entonces, al machismo, sencillamente, no le interesa que sean visibles. Es m¨¢s, molestan, generan repulsi¨®n o son objeto de mofa.
Contra esto ya protest¨® en su d¨ªa el movimiento Free the Nipple, creado en 2013 despu¨¦s de que Facebook retirara clips del documental del mismo nombre de Lina Esco y que tiene como objetivo, desde su nacimiento, acabar con la cosificaci¨®n de los pechos y los pezones de las mujeres en Internet. Y puede que hayan conseguido algo si, finalmente, Meta cumple con lo acordado e implementa nuevas normas comunitarias, m¨¢s afines a los tiempos que corren.
Justo ahora que el consentimiento est¨¢ en el centro del debate es lamentable que la hipervigilancia del cuerpo femenino tome el relevo como una forma de opresi¨®n.?Le pese a quien le pese, se hab¨ªan? hecho avances. Que no paren.
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