Ll¨¢mame bruja: por qu¨¦ el feminismo ha dado la vuelta al estigma machista
La ensayista Mona Challet pone perspectiva de g¨¦nero al mito mal¨¦volo y analiza por qu¨¦ las nuevas generaciones se reapropian de ¨¦l en clave activista.
?Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar??fue uno de los esl¨®ganes m¨¢s recurrentes en el pasado 8 de marzo. Todo apunta a que las m¨¢s j¨®venes volver¨¢n a identificarse con ¨¦l en pancartas por toda Espa?a en la manifestaci¨®n de este 2019. Las nuevas generaciones heredan en el ??Temblad, temblad, las brujas han vuelto!? que gritaban las italianas en los 70 (??Tremate, tremate, le streghe son tornate!?) y se (re)apropian de un estigma asociado a la peor marca de infamia y s¨ªmbolo de tortura que llev¨® a la muerte de miles de mujeres siglos atr¨¢s. El nuevo lema de moda lo mismo sirve para adornar velas?o como?t¨ªtulo de un manifiesto ilustrado. Las aguerridas nietas de las brujas que no ardieron, b¨¢sicamente, est¨¢n por todas partes.
Netflix lo intu¨ªa cuando convirti¨® a Kiernan Shipka en la versi¨®n woke de la apol¨ªtica?Sabrina,?la simp¨¢tica bruja adolescente de los 90. Su renovada versi¨®n de hechizera antipatriarcal, antirracista y con sororidad para todas, pese a los t¨ªmidos boicots reaccionarios, ha sido un ¨¦xito: especial de Navidad y segunda temporada en camino. La l¨®gica del mercado ha visto el fil¨®n y ha provocado la invasi¨®n de la bruja empoderada. Instagram se rinde a?chamanas cool como Gabriela Herstik (que ha traducido a varios idiomas su gu¨ªa accesible para ?ser una bruja moderna?) y la deriva del cuestionado Chaos Magic que anunci¨® la agencia K-Hole en 2015 en m¨²ltiples subtendencias asociadas a lo esot¨¦rico y feminista (basta con atender al aquelarre de la ¨²ltima colecci¨®n de Comme Des Gar?ons desfilada en Par¨ªs) completan un nuevo pentagrama de bruja con esp¨ªritu activista en el que tambi¨¦n hay fil¨®n para lo informativo. La revista brit¨¢nica Sabat ¨Cbautizado con gui?o a c¨®mo se llamaba antiguamente a los aquelarres¨C mezcla tendencias y hechizos con su adoraci¨®n por las referencias retronost¨¢lgicas de la cultura pop como?J¨®venes y Brujas o Las brujas de Eastwick.?Witch, please se convirti¨® en el newsletter franc¨¦s de referencia con miles de suscriptoras a los consejos de brujer¨ªa de la periodista Jack Parker. En Espa?a, el fanzine Nietas de la hoguera (2016) cogi¨® el testigo al fen¨®meno y Calib¨¢n y la bruja, de Silvia Federici, sigue siendo un referente indiscutible del movimiento para analizar c¨®mo se ha domesticado el cuerpo femenino en clave hist¨®rica.
?Al adue?arse de la historia de mujeres acusadas de brujer¨ªa, las feministas occidentales han perpetuado su subversi¨®n, a la vez que han reclamado para s¨ª, como un desaf¨ªo, el terror¨ªfico poder que se les otorgaba?, defiende la ensayista francesa Mona Chollet en el reciente Brujas. ?Estigma o fuerza invencible de las mujeres??(Ediciones B). Una revisi¨®n del mito con perspectiva de g¨¦nero en el que la jefa de edici¨®n de Le Monde Diplomatique?pone contexto hist¨®rico al boom?reinvindicativo contempor¨¢neo y explora los estereotipos de la mujer libre (soltera, sin hijos y sin miedo a envejecer siendo independiente del resto) que llevaron al ostracismo y persecuci¨®n femenina en el pasado.
Malas y p¨¦rfidas: c¨®mo se gest¨® el estigma machista
El nacimiento del mito de la bruja con tintes mal¨¦volos coincidi¨® con el de la imprenta, en 1454. Dos inquisidores (Henri Institoris y Jakob Sprenger) publicaron El martillo de las brujas (Malleus maleficarum), un tomo que podr¨ªa equiparse con el Mein Kapf de Hitler por las repercusiones que tuvo. Se distribuyeron 30.000 ejemplares por toda Europa durante las grandes cazas de brujas y era la biblia de? los jueces, que lo utilizaban como base en todos los procesos. ?Planteaban las preguntas del Malleus y o¨ªan las respuestas del Malleus?, rescata Chollet de documentos de la ¨¦poca. Para los cazadores cualquier s¨ªntoma ten¨ªa cabida: era sospechoso faltar a misa demasiadas veces, pero tambi¨¦n era sospechoso no faltar nunca; era sospechoso reunirse regularmente con las amiga, pero tambi¨¦n llevar una vida demasiado solitaria. O por descaradas o por demasiada puritanas. Tener cuerpo de mujer ya era motivo de desconfianza. Tras el arresto, se desnudaba a las acusadas, las rasuraban y las entregaban a un ?picador?, que buscaba minuciosamente la marca del Diablo. ?Cualquier mancha, cicatriz o irregularidad pod¨ªa servir como prueba?.
La prueba del ba?o se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la sinraz¨®n. Se echaba a la mujer al agua; si se hund¨ªa, era inocente; si flotaba, era una bruja y por tanto deb¨ªa ser ejecutada. Una persecuci¨®n no exenta de la losa hist¨®rica de culpar a la v¨ªctima de los abusos. El reputado profesor estadounidense Erik Midelfort asegur¨® que ?las mujeres parec¨ªan provocar una intensa misoginia en aquella ¨¦poca? y otros revisionistas acusaron a las ejecutadas y juzgadas de tener ?mal car¨¢cter? o una ?personalidad desviada?.
La caza, que comenz¨® a partir de 1400, se extendi¨® especialmente a partir de 1560. En los a?os 70 se estim¨® que pod¨ªan haber sido un mill¨®n de muertas. Hoy en d¨ªa, se dice que asesinaron a una horquilla de entre cincuenta mil y cien mil mujeres.
W.I.T.CH: el aquelarre feminista
La primera feminista en desenterrar la historia de las brujas y apropiarse de la etiqueta para ella misma, cuenta Chollet, fue la sufragista estadounidense Matilda Joslyn Cage (1826-1898), que en Woman, Church and State (1893) abord¨® una lectura con perspectiva de g¨¦nero a a la caza de brujas escribiendo: ?Cuando, en lugar de ¡®brujas¡¯, decidimos leer ¡®mujeres¡¯, comprendemos mejor las atrocidades cometidas por la Iglesia contra esa porci¨®n de la humanidad?. Cage servir¨ªa despu¨¦s de inspiraci¨®n para el personaje de Glinda en El Mago de Oz, que escribi¨® su yerno y donde se estrenar¨ªa por primera vez en la narrativa cultural la figura de ¡®la bruja buena¡¯.
Sin embargo, fue en el 68 cuando el aut¨¦ntico aquelarre feminista tuvo su epicentro hist¨®rico. Se formaba W.I.T.C.H.,Women¡¯s International Terrorist Conspiracy from Hell (Conspiraci¨®n terorrista internacional de las mujeres del infierno), feministas que tomaron el negro de las brujas como uniforme para sus acciones perform¨¢ticas contra el capitalismo y el poder. ?Mujeres que adoptaron el activismo callejero por medio del teatro provocado, las acciones directas e imprevistas, la estructura informal y el discurso violento, demoledor, casi apol¨ªptico?, defin¨ªan en el imperdible?W.I.T.C.H. que edit¨® La Felguera en 2007 y las resum¨ªan como mujeres que ?anunciaban el retorno de las brujas y deseaban la muerte de sus enemigos a trav¨¦s de hechizos m¨¢gicos. Recuperaban un lenguaje m¨ªstico y colocaban la filosof¨ªa oculta al servicio de la herej¨ªa feminista?. Las WITCH fueron uno de los fen¨®menos m¨¢s destacados en el movimiento de la liberaci¨®n de la mujer, formado por unos cincuenta grupos en aquella ¨¦poca.
Al igual que el manifiesto Scum de Valerie Solanas, su impacto contracultural ha sido tan potente en el imaginario feminista que, desde la llegada de Trump, han irrumpido de nuevo en escena nuevas herederas afili¨¢ndose a sus siglas y volviendo a la carga. Organizadas a trav¨¦s de cuentas de Instagram o redes sociales como @witchpdx?y otras filiales en funci¨®n de la ciudad estadounidense, las nuevas W.I.T.C.H se manifiestan por los inmigrantes, los derechos de la comunidad LGTBQI, por Black Lives Matter y contra el Patriarcado. Lanzan conjuros contra el presidente y militan un activismo interseccional porque como dec¨ªan sus pioneras:??Cuando te enfrentas a una de nosotras, ?te enfrentas a todas! Pasa la palabra, hermana?.
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