Mariah Oliver, ex ¡®latin queen¡¯: ?El sistema penitenciario est¨¢ montado para privilegiar a los hombres?
La que fuera la primera Queen espa?ola narra en un libro su experiencia como l¨ªder de esta banda latina y su largo proceso judicial y penitenciario hasta la reinserci¨®n.
?El pasado 3 de abril por fin me cancelaron los antecedentes?, comenta Mariah Oliver. Durante casi dos d¨¦cadas, esta madrile?a ha vivido en primera persona el estigma que supone ser detenida, pasar por un proceso judicial, entrar en prisi¨®n y, una vez en libertad, intentar rehacer su vida. ?Me toc¨® el pack completo: prisi¨®n preventiva, fichero FIES [siglas de Fichero de Internos de Especial Seguimiento], juicio, condena a dos a?os de reclusi¨®n¡?. Criada en una familia de clase media, Mar¨ªa era una joven idealista, preocupada por el racismo y otras injusticias sociales que, tras el divorcio de sus padres, busc¨® apoyo emocional en sus amigos del barrio, algunos de los cuales formaban parte de la Todopoderosa Naci¨®n de Reyes y Reinas Latinos. Popularmente conocidos como los Latin Kings, el grupo hab¨ªa nacido en la comunidad latina de Estados Unidos que, a imagen de otros colectivos, como Black Panthers, buscaba generar redes de apoyo entre sus miembros. ?Las llaman bandas latinas, pero en realidad son originarias de Estados Unidos y resultado directo de c¨®mo esa sociedad trata a las minor¨ªas como la latina?, puntualiza Mariah.
Atra¨ªda por esa labor social, Oliver se fue integrando cada vez m¨¢s en el grupo hasta que, en el a?o 2000, se convirti¨® en la primera Queen no latina, o, mejor dicho, no nacida en Latinoam¨¦rica. Aunque muchos miembros dudaban de que las normas del grupo permitieran una espa?ola ocupara el cargo, Mariah present¨® una argumentaci¨®n sobre la etimolog¨ªa y uso del t¨¦rmino latino basada en bibliograf¨ªa especializada, que hizo que se ganase el puesto.
Como m¨¢xima responsable de las queens, Mariah luch¨® por los derechos de sus compa?eras que viv¨ªan una situaci¨®n de desigualdad respecto a los hombres de la banda. A diferencia de ellos, las chicas deb¨ªan regresar a casa antes que los chicos, ten¨ªan vetadas determinadas diversiones, no pod¨ªan vestir de manera sugerente y, despu¨¦s de una ruptura sentimental, estaban obligadas a esperar cierto tiempo antes de iniciar una nueva por respeto a la otra parte, mientras que esa otra parte, la masculina, no estaba sujeta a esa misma obligaci¨®n. Adem¨¢s, Mariah se preocupaba de que asistieran al instituto, de que tuvieran buenas notas, de que fueran cuidadosas si consum¨ªan drogas o beb¨ªan alcohol e incluso se presentaba a sus padres para que supieran que estaban con ella y no temieran por la seguridad de sus hijas.
?No todos los grupos son iguales y no todos tienen esa misma filosof¨ªa ni esa misma disciplina para llevarla a cabo. En el caso que a m¨ª me ocupa, los Latin Kings and Queens, s¨ª que la ten¨ªan y fue eso lo que yo quise implementar cuando estuve al cargo?, reconoce Mariah que tampoco niega que, con el tiempo las cosas cambiaron. ?Cuando los grupos se forman para luchar contra el racismo o el capitalismo, el objetivo es tan complicado, que es muy dif¨ªcil de conseguir. Mientras se intenta, algunos miembros del grupo empiezan a marcar territorio dentro del barrio, a hacerse los duros y, poco a poco, todo eso empieza a tirar m¨¢s que la parte idealista. La gratificaci¨®n instant¨¢nea juega en contra en las bandas y contra la educaci¨®n en general de chicos y adolescentes que piensan: ¡®no s¨¦ cu¨¢ndo vamos a conseguir que el sistema deje de ser racista, pero s¨ª s¨¦ que, si nos juntamos cuatro y nos hacemos due?os de esta discoteca, todas las chicas van a querer estar con nosotros¡¯. Lo inmediato lo va cambiando todo porque es m¨¢s sencillo de conseguir que lo otro?.
Alarma social
A principios de los 2000, las bandas latinas estaban de actualidad gracias a, entre otras cosas, los programas matinales de televisi¨®n, que dedicaban buena parte de su tiempo a desgranar diariamente todo tipo de detalles sobre ellas, aderezando la informaci¨®n con grandes dosis de sensacionalismo.
?Aunque es verdad que las bandas tienen esa parte violenta, tambi¨¦n lo es que tienen esa faceta social. Sin embargo, de esa otra parte casi no se hablaba o, cuando se hac¨ªa, no trascend¨ªa. Lo que calaba era esa versi¨®n estereotipada y plana que daban esos programas en los que se contaba todo el rato c¨®mo se vest¨ªan, qu¨¦ colores usaban, c¨®mo eran las se?as entre los miembros¡ Era una situaci¨®n que se parec¨ªa mucho a cuando, hace 30 o 40 a?os, se hablaba de los nazis y los antifascistas en Madrid y todo se reduc¨ªa a: ¡®?C¨®mo reconocer a un nazi y a un antifascista?¡¯ para, a continuaci¨®n, ponerse a hablar, no de las diferencias ideol¨®gicas, sino de la ropa y de la marca de zapatillas que llevaban?, recuerda Mariah, que no tarar¨ªa en sufrir en persona toda esa alarma social.
En 2006, el l¨ªder de los Latin Kings fue detenido despu¨¦s de ser acusado de violaci¨®n y robo. Aunque se trataba de delitos comunes, el hecho de pertenecer a una banda latina hizo que las autoridades comenzasen a investigar a Mariah, que acab¨® siendo detenida en el interior de un supermercado mientas hac¨ªa la compra. A continuaci¨®n llegar¨ªa el registro de su casa y un auto de prisi¨®n preventiva por asociaci¨®n il¨ªcita que argumentaba su decisi¨®n por esa alarma social que despertaban las bandas latinas.
Despu¨¦s de cumplir condena y rehacer su vida, Mariah Oliver ha querido contar su historia en Latin Queen. Ascenso, ca¨ªda y renacer desde el coraz¨®n de una banda (Sine Qua Non, 2023), un libro que, m¨¢s all¨¢ de narrar su experiencia como l¨ªder de las reinas latinas y su proceso judicial, reflexiona sobre las desigualdades que sufren las mujeres en su d¨ªa a d¨ªa y, muy especialmente, cuando se encuentran bajo custodia de las autoridades penitenciarias.
?Lo que pasa dentro de la prisi¨®n no le interesa a nadie. Por eso es muy dif¨ªcil hacer llegar el mensaje, m¨¢s a¨²n en el caso de las mujeres, a las que se le a?ade el castigo de que todo el sistema penitenciario est¨¢ montado para privilegiar a los hombres. Aunque ellos son mayor¨ªa de la poblaci¨®n reclusa, nadie se ha preocupado por adaptar el sistema penitenciario a la realidad de las mujeres. Tanto nosotras como ellos recibimos la misma cantidad de papel higi¨¦nico, sin importar que nosotras utilicemos m¨¢s. Lo mismo sucede con los procesos de reinserci¨®n dentro de la c¨¢rcel. Cuando estuve all¨ª, vi a muchas mujeres reclamando un curso de carpinter¨ªa, de fontaner¨ªa o de inform¨¢tica porque tienen m¨¢s salidas laborales. Sin embargo, a?o tras a?o, lo que llegaba era un curso de costura y otro de cocina. Por si esto no fuera suficiente, cuando tienes un preso masculino ilustre al que tienes que proteger, se le ponen a su disposici¨®n las c¨¢rceles de mujeres, no las de hombres. En esos casos, s¨ª que se hacen todas las adaptaciones necesarias sin importar que sea solo para unos meses, porque esa gente no suele pasar demasiado tiempo en la c¨¢rcel?, reflexiona Mariah Oliver, que observ¨® c¨®mo ese patriarcado empapaba la vida carcelaria hasta extremos inimaginables.
?Dentro de la prisi¨®n me encontr¨¦ con la figura de los machitos, que es el t¨¦rmino que se emplea all¨ª dentro para referirse a ellas. Se trata de mujeres que asumen un rol masculino para imponerse a las dem¨¢s reclusas y que cuenta mucho sobre qui¨¦n eres, cu¨¢l ha sido tu entorno y con qu¨¦ figuras patriarcales te has criado, porque resulta muy sorprendente que consideres que la ¨²nica forma de autoridad v¨¢lida en un entorno femenino es la que procede de un hombre o de una figura masculina?.
La reinserci¨®n
??C¨®mo queremos que sean las personas a las que apartando de la sociedad durante un tiempo cuando salgan a la calle? ?Qu¨¦ tipo de persona queremos que nos devuelva la prisi¨®n sabiendo que va a seguir siendo nuestro vecino, nuestro compa?ero de trabajo¡??, pregunta Mariah antes de poner sobre la mesa uno de los principales problemas del sistema penitenciario espa?ol: la reinserci¨®n.
?Se suele hablar mucho de la Constituci¨®n y de la legalidad en la que se basan los castigos, pero esa misma Constituci¨®n que habla de las penas, tambi¨¦n habla de la reinserci¨®n. Sin embargo, y a pesar de ser una obligaci¨®n del Estado, no se est¨¢ cumpliendo porque no existen los medios para trabajar, dentro y fuera de la c¨¢rcel, con las personas privadas de libertad?, comenta Oliver que, en su caso, s¨ª logr¨® rehacer su vida y reinsertarse en la sociedad. Adem¨¢s de cursar estudios universitarios y ser madre, la antigua l¨ªder de las Latin Queens colabora con proyectos para prevenir que los adolescentes entren en las bandas y conseguir que esos grupos se integren en la sociedad a trav¨¦s de cauces legales como, por ejemplo, su transformaci¨®n en asociaciones culturales.
?Cuando das reconocimiento social al un grupo de este tipo, el propio colectivo acaba funcionando como filtro para que no se le metan en ¨¦l elementos violentos que le puedan da?ar esa buena reputaci¨®n que se est¨¢n haciendo. El problema es que, mientras que comunidades como Catalu?a o Valencia s¨ª han confiado en estos m¨¦todos y les permitieron ser asociaciones culturales, en otras, como Madrid, no se nos dej¨® dar un paso que no fuera de casa a la calle y de la calle a los juzgados. El resultado es que, mientras que en esos sitios la situaci¨®n se ha controlado, en Madrid seguimos con un problema de bandas importante?, explica Mariah, cuya mayor preocupaci¨®n siguen siendo las chicas que se sienten atra¨ªdas por las bandas.
?Creo que es muy importante trabajar la prevenci¨®n desde los ¨²ltimos a?os de colegio y los primeros de instituto con programas adaptados a las diferente edades y enfocados especialmente a las chicas. En una ¨¦poca complicada como la adolescencia, deben ser capaces de mantener su autoestima y tener capacidad cr¨ªtica suficiente para que no se acerquen a los grupos desde una perspectiva romantizada. Hay que llegar antes de que se conviertan en chicas subordinadas a los chicos de las bandas y entender que los problemas que tienen las mujeres que est¨¢n en estos grupos tienen su origen, no tanto en la propia organizaci¨®n, sino en el patriarcado y la educaci¨®n que han recibido. Si desarroll¨¢semos tareas de coeducaci¨®n y prevenci¨®n, evitar¨ªamos que se sintieran atra¨ªdas por esos grupos y, muy especialmente, por esa idea rom¨¢ntica de ¡®me voy a enamorar del malote y voy a conseguir que deje de serlo gracias a m¨ª¡¯. Aunque el patriarcado y la sociedad nos dice que es ese el papel que nos corresponde como mujeres, tenemos que dejar de aceptar esa obligaci¨®n que nos echamos a la espalda?.
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