Katixa Agirre: ?Lo vemos todo tan negro que si algo est¨¢ en el futuro pensamos que es malo pero no tiene que ser as¨ª?
?Y si los embarazos virtuales sacasen a las mujeres de la precariedad y las convirtieran en profesionales muy bien pagadas? Hablamos con Katixa Agirre de su ¨²ltima novela.
Para hacer esta charla, Katixa Agirre nos cita en la sala que siempre tiene reservada en Jitsi, una especie de Zoom menos engorroso, y a ninguna de las dos se nos escapa que este gesto tan habitual, verse las caras a trav¨¦s de una aplicaci¨®n, es una profec¨ªa futurista cumplida y conectada con muchas de las cosas que pasan en De nuevo centauro (Tr¨¢nsito en espa?ol, Segona Perif¨¨ria en catal¨¢n).?Con su?tercera novela, la autora vasca, que escribe siempre en euskera, se adentra en la ficci¨®n especulativa tras el ¨¦xito de Las madres no (Tr¨¢nsito), traducida a varios idiomas y en proceso de convertirse en pel¨ªcula. El libro transcurre en un solo d¨ªa de un futuro cercano ¡ªdentro de unos 35 a?os¡ª en la vida de Paula Pagaldai, una dise?adora de materiales virtuales para el metaverso. Paula entra y sale de Delphi, el mundo virtual, mientras dialoga con Mary Wollstonecraft, la pionera del feminismo y madre de Mary Shelley, que est¨¢ investigando para su nuevo proyecto. Aunque en el futuro, el viaje est¨¢ limitado por el cambio clim¨¢tico, Paula se da el lujo de ir a Par¨ªs a seguir los pasos de Wollstonecraft y all¨ª entra en contacto con los miembros de la antiuniversidad, un colectivo utopista y antitecnol¨®gico.
Es su tercera novela, pero la primera vez que se acerca a lo especulativo. ?C¨®mo le dio por ahi???
Fue un trabajo de encargo que me lleg¨® hace tres o cuatro a?os, dentro de un proyecto llamado Borradores del futuro, que consiste en situar una historia en el futuro partiendo de una peque?a utop¨ªa que haya tenido ¨¦xito en el presente. Enseguida pens¨¦ en un barrio ocupado de mi ciudad, Vitoria, que se llama Errekaleor, donde viven unas 200 personas. Funciona muy bien, ha tenido much¨ªsimo ¨¦xito. Empujada por el encargo se me abri¨® la puerta a este nuevo terreno. El reto era que fuese cre¨ªble. Ten¨ªa muy clara la conexi¨®n con nuestro mundo, que yo pudiese pensar: si vivo 30 a?os m¨¢s, esto lo conocer¨¦. Paula, la protagonista, ser¨ªa una ni?a de unos cinco a?os ahora, una ni?a que yo pueda ver por las ma?anas en el colegio. S¨¦ en qu¨¦ mundo ha nacido.
La novela tambi¨¦n se puede entender como un viaje de Paula para discernir su sexualidad.?
Su sexualidad y su cuerpo. Ella es una persona que ha vivido muy alienada por la tecnolog¨ªa, depende mucho de ella. Y todo el viaje es un redescubrimiento de su cuerpo. Quiz¨¢ la sexualidad es la manera m¨¢s impactante de conectarnos con nuestro cuerpo, pero tambi¨¦n se habla de tomar drogas psicotr¨®picas, que te hace alucinar sin necesidad de las gafas de realidad virtual, o el mero baile, todo va encaminado a eso, a recordar que en esencia somos cuerpo.
En la ¨²ltima frase se hace referencia a eso: dejar atra?s el cuerpo. ?El cuerpo sigue siendo un yugo??
Creo que es el lugar del sufrimiento, pero tambi¨¦n del goce m¨¢s absoluto, no podemos vivir a espaldas del cuerpo. Puedes obviarlo pero al final va a hacerse presente. Y ah¨ª s¨ª quer¨ªa un discurso contra el poshumanismo, que dice que vamos a ser conciencia digital y vamos a abandonar el cuerpo. Me parece una fantas¨ªa neoliberal, ultracapitalista y tambi¨¦n muy masculina. Se da sobre todo entre hombres, esta cultura de Sillicon Valley, de ¡°me voy al espacio y dejo el cuerpo atr¨¢s¡±.
Est¨¢ esa escena terrible del parto y el posparto de Mary Wollstonecraft. La maternidad vuelve a estar presente en esta novela.?
Es muy importante para el personaje el hecho de ser madre de tres hijos. La carga de la maternidad es su conflicto y es la raz¨®n de su huida. Tambi¨¦n hay cosas muy buenas que le ha dado la maternidad. La idea de crear un embarazo virtual la saca de la precariedad y la convierte en una profesional muy bien pagada. En la novela se ve c¨®mo se est¨¢ desarrollando un mundo virtual que permite pr¨¢cticamente consumir la maternidad al margen del cuerpo.
En eso el futuro no es muy optimista: ni en 40 an?os se habr¨¢ conseguido el equilibrio de la carta en la pareja heterosexual.?
Ah¨ª he sido malvada o realista. Es la parte mas dist¨®pica. El personaje del marido hace talleres de nuevas masculinidades, pero sigue arrastrando lastres de esa paternidad un poco supeditada en la que manda la madre y ¨¦l va simplemente siguiendo por detr¨¢s.
Al meterse en esto sab¨ªa que surgir¨ªa mucho esa palabra tan sobreutilizada, distop¨ªa.?
Hasta el editor me dec¨ªa: ?qu¨¦ tal llevas tu distop¨ªa? Y yo le recordaba: que est¨¦ en el futuro no quiere decir que sea dist¨®pica. Lo vemos todo tan negro que si algo est¨¢ en el futuro autom¨¢ticamente pensamos que es malo. En realidad, la novela no es ni ut¨®pica ni dist¨®pica, es proyectada, especulativa, una l¨ªnea de desarrollo de problemas actuales que ya tenemos.
En Las madres no ya habl¨® de una madre que comete un infanticidio. Cuando eso sucede en la vida real, se suele utilizar pol¨ªticamente. Siempre hay alguien que escribe una columna diciendo: ?ven? Ellas tambi¨¦n matan, no existe la violencia vicaria.??Qu¨¦ le parece esa utilizaci¨®n?
No me puede parecer peor. Yo quise hacer lo?contrario, analizar todas las razones por las?que una madre podr¨ªa hacer eso. De ah¨ª el titulo: las madres no, ?qu¨¦? Las madres todo.?Pero nunca lo plante¨¦ desde la utilizaci¨®n pol¨ªtica ni el ataque al feminismo. Recuerdo un?comentario en Facebook cuando se acababa?de publicar el libro que me acusaba de echar?madera a ese discurso. Y pens¨¦: la literatura es?otra cosa, no es el columnismo. Yo me adentro en la literatura intentando escribir incluso?en contra de mi ideolog¨ªa, intentando romper?esos asideros que nos da la ideolog¨ªa. La literatura es para otra cosa. Siempre me he visto con?la libertad de escribir sobre una madre asesina, pero no me parecer¨ªa bien que se utilizara en esa batalla del barro pol¨ªtico.
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