La Dolce ¡®eccellenza¡¯ italiana
Ajena a las reglas (y los vaivenes) que rigen la alta costura francesa y en apenas dos a?os desde su lanzamiento en 2012, Dolce & Gabbana ha convertido su colecci¨®n Alta Moda en la propuesta m¨¢s exclusiva de la industria.
Hasta hace muy poco, la moda era ese universo peque?o e impenetrable que se manten¨ªa alejado de la calle?, suger¨ªa hace apenas unos meses Simon Doonan, embajador creativo de Barneys New York. Y quiz¨¢ la alta costura de Par¨ªs haya perdido ese halo de misterio (y privacidad) que en los a?os 50 rodeaba a la expresi¨®n m¨¢s art¨ªstica de la industria. Pero en los talleres milaneses de Dolce & Gabbana Alta Moda, Domenico y Stefano trabajan desde hace cuatro temporadas para restablecer ese antiguo hermetismo, que hoy susurra mensajes de exclusividad y lujo para una ¨¦lite pudiente y global.
?Tenemos clientas de Rusia, Estados Unidos, China, Arabia Saud¨ª, Singapur, Sud¨¢frica¡ Y tambi¨¦n dos compradoras de Espa?a. No recuerdo sus nombres, pero una de ellas es una mujer rubia bell¨ªsima, que el a?o pasado vino al desfile con una mantilla?, cuenta Stefano a esta revista en el backstage, minutos antes de presentar la colecci¨®n en los salones de un impresionante ¨¢tico en Via Senato.
?Prohibido subir fotos de los dise?os a las redes sociales?, advierte un miembro del equipo de comunicaci¨®n. ?Sorprendente? Para algunos blogueros, s¨ª. Y as¨ª lo tuitearon. Porque ninguno estaba invitado. Cierto: Dolce & Gabbana fue una de las primeras firmas en abrazar la revoluci¨®n digital. En 2006 la casa italiana retransmiti¨® el desfile de su colecci¨®n de pr¨ºt-¨¤-porter en streaming.
El mismo Stefano es uno de los dise?adores m¨¢s activos en Instagram. Sin embargo, las reglas que definen el?marketing?de su l¨ªnea comercial no valen cuando hablamos de Alta Moda (que es el equivalente italiano de la?haute couture, protegida y regulada por la C¨¢mara Sindical de la Alta Costura de Par¨ªs). Adi¨®s al espect¨¢culo medi¨¢tico, los focos, las celebridades (salvo Bianca Brandolini, amiga de la casa). Adi¨®s tambi¨¦n al?street-style, los?flashes, las colas y la estudiada asignaci¨®n de asientos. Aqu¨ª los invitados (150 clientes y solo 25 medios internacionales) pueden sentarse donde quieran.
?Las principales compradoras de este tipo de costura [personalizada e inalcanzable] no quieren estar en el centro de las miradas?, aclara Stefano a?S?Moda. ?No es una cuesti¨®n de secretismo, sino de discreci¨®n?, puntualiza. ?No les gusta ver los dise?os en las p¨¢ginas de las revistas. Si una famosa lleva un vestido o esa prenda aparece en una sesi¨®n de fotos, sencillamente no quieren comprarla. Porque ya no es nueva; y pierden el inter¨¦s?.
Nadie da nombres. Los dise?adores defienden el anonimato de su codiciada (y mimada) lista de clientas, mujeres ¨Cmuchas acompa?adas de sus maridos¨C con las que Domenico y Stefano se hacen fotos y conversan animadamente. La edad media va de los 35 a los 50 a?os. ?M¨¢s j¨®venes de lo que muchos imaginan?, comenta con asombro una editora francesa. Resulta casi imposible resistirse a la tentaci¨®n y leer las identificaciones escritas a mano cuidadosamente colocadas sobre las mesas en el banquete posterior al desfile. Familias de la nobleza europea se mezclan con apellidos rusos.
Un jard¨ªn suntuoso.?La colecci¨®n es un ejercicio prodigioso de artesan¨ªa que evoca la textura y el lenguaje de las flores en la historia de la pintura. Nueve de los 65 dise?os remiten a una obra de arte.Flores en un frasco, de Guido Cagnacci;?Gladiolos en un florero, de Auguste Renoir; o?El girasol, de Gustav Klimt. ?Algunos p¨¦talos parecen planos; como si estuvieran fotografiados y luego cobraran vida y poco a poco se desprendieran del tejido?, describe Domenico. ?La abuela de la mujer que hace estas flores trabajaba para Christian Dior?, dice con orgullo. ?Hemos probado con otras, pero ella es la mejor. Ac¨¦rquense m¨¢s, tienen que tocarlo para poder apreciar el trabajo?, anima Domenico al equipo de esta revista. ?Cada pieza est¨¢ pintada a mano. Son casi lienzos impresionistas?.
Y si en el segmento m¨¢s caro y exclusivo de la industria el tiempo es clave (uno de los vestidos de tul negro con flores de seda llev¨® cuatro meses de trabajo), esta vez tambi¨¦n fue preciso esperar algunos meses m¨¢s (dos) para negociar con varios museos y conseguir los derechos de reproducci¨®n de las obras. ??Y solo pod¨ªamos imprimirlos una vez! Lo que, en este caso, no es un problema. Porque la estrategia de esta colecci¨®n es confeccionar siempre piezas ¨²nicas?, recalca Stefano Gabbana.
Desde un sencillo e impecable traje negro (perfecto para el d¨ªa a d¨ªa) hasta voluminosos vestidos de baile que sue?an con palacios. ??Y pijamas de alta costura!?, exclama Domenico. ?Para m¨ª el lujo es algo que no puedes ver, es intangible e inaccesible?, defiende Stefano. Sin embargo, en el?backstage, el lujo que Alta Moda vende brilla¡ y lo hace con joyas on¨ªricas en forma de cereza y mariposa, con rub¨ªes, diamantes y aguamarinas; y zapatos realizados por un orfebre en filigrana de oro y pensados para una cenicienta moderna, que se viste sin pensar en t¨¦rminos como temporada. ?No hacemos prendas de verano o primavera?, dice Domenico, mientras se acerca a uno de los abrigos de la colecci¨®n. ?Yo creo que la Alta Moda es un concepto m¨¢s global. Es el traje en may¨²sculas. Al fin y al cabo, cuando en Italia es verano, en Argentina o Australia es invierno; y nuestras clientas son mujeres que viajan. Por eso en el desfile los vestidos de chif¨®n se mezclan con prendas adaptadas para climas m¨¢s fr¨ªos?.
La gran m¨¢quina italiana.??En 2015 cumpliremos 30 a?os?, calcula en voz alta Stefano. En 2002 la marca ya se hab¨ªa convertido en uno de los gigantes del?made in Italy. Dolce & Gabbana forma parte de la segunda generaci¨®n de un?boom?textil que inici¨® Giorgio Armani en Mil¨¢n en los a?os 80. En una industria dominada por conglomerados de lujo como LVMH y PPR, ellos prefieren mantenerse al margen y ser competitivos sin renunciar a su libertad. ?No es f¨¢cil, tienes que pagar un alto precio; pero vale la pena. Incluso cuando tienes problemas. Porque este trabajo es nuestra vida. Y est¨¢ claro que a lo largo de la vida uno tropieza con una piedra¡ o dos?, reconoce Stefano. ?No pretendemos ser los dise?adores m¨¢s ricos del mundo?, insiste. ?Hacemos lo que nos gusta. Es una sensaci¨®n. Una pasi¨®n. Como cocinar?. Pero ?disfruta Stefano delante de los fogones? ??No, por favor! Domenico es el que cocina. Yo solo soy capaz de hacer dos huevos fritos. O un plato de pasta, como mucho?, asegura entre risas.
?La costura siempre ha sido nuestro sue?o?, dice Domenico. ?Para un creador no existe nada m¨¢s exquisito. Sin embargo, para nosotros no se trata solo de un ejercicio de estilo; queremos entender y satisfacer los deseos de un grupo de personas que anhelan poseer piezas ¨²nicas?, argumenta. ?Todav¨ªa no es un negocio rentable?, asegura Stefano. ?Aunque poco a poco este segmento est¨¢ creciendo y evolucionando dentro de la firma [apenas una hora despu¨¦s del desfile, todos los vestidos de d¨ªa ya se hab¨ªan vendido]. De momento, es una inversi¨®n?, explica. ?No solo en t¨¦rminos econ¨®micos, tambi¨¦n a nivel personal?, apunta Domenico. ?Gracias a Alta Moda, hemos aprendido t¨¦cnicas que no cononoc¨ªamos; y ese aprendizaje se refleja hoy en la colecci¨®n de?pr¨ºt-¨¤-porter?[que se presenta en febrero]?.
?El mercado est¨¢ cambiando a un ritmo vertiginoso?, reconoce Stefano. ?Desde hac¨ªa unos a?os cada vez m¨¢s clientes nos ped¨ªan encargos especiales. Nosotros lanzamos Alta Moda cuando retiramos del mercado D&G [en 2012]. De hecho, el equipo que trabajaba en la segunda l¨ªnea pas¨® a formar parte de la plantilla de Dolce & Gabbana; y los que hasta entonces hab¨ªan trabajado en el?pr¨ºt-¨¤-porter?empezaron a desarrollar proyectos de alta costura?, resume Stefano. Hoy los consumidores no buscan logos, prefieren comprar una identidad reconocible. ?La imagen es el nuevo logo; y el mensaje es lo m¨¢s importante. Sobre todo en el?pr¨ºt-¨¤-porter.?Tienes que contar una historia. No basta con confeccionar vestidos maravillosos. Debes transmitir una emoci¨®n?, explica Stefano.
En su caso, el mensaje siempre es el mismo. Dolce & Gabbana habla de la feminidad, de Sicilia, de la cultura italiana, de la sensualidad, del modelo de belleza mediterr¨¢neo¡ ?Es una actitud que no est¨¢ limitada a una regi¨®n geogr¨¢fica. Una rusa o una china tambi¨¦n pueden identificarse con la mujer que nosotros tenemos en mente?, asegura Stefano.
Pero no solo ellas. Tambi¨¦n ellos. El mercado del lujo masculino es uno de los que m¨¢s est¨¢ creciendo desde 2011. Seg¨²n los dise?adores, los hombres que consumen hoy moda tienen entre 30 y 40 a?os, no est¨¢n casados, viven solos y gastan todo el dinero en sus caprichos. ?Son ellos la nueva gallina de los huevos de oro? ?En realidad es un negocio que lleva ya a?os desarroll¨¢ndose. Ha sido una evoluci¨®n lenta pero constante, que sigue afianz¨¢ndose pasito a pasito. De hecho, hasta hace apenas unos a?os la moda era para los hombres un mundo distante que poco o nada ten¨ªa que ver con ellos?, cree Stefano. ?Sin embargo, hoy son muchos los que saben comprar; y cada vez son m¨¢s exigentes?, dice Domenico. ?Hay una vuelta a la elegancia sartorial. Incluso los m¨¢s j¨®venes invierten en un traje de chaqueta. Eso s¨ª, actualizado, con un patr¨®n m¨¢s moderno y nuevas proporciones?.
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