La historia olvidada de la primera revuelta trans
Hace 50 a?os, las drag queens y las mujeres transg¨¦nero se levantaron contra la polic¨ªa en San Francisco, pero el suceso qued¨® silenciado hasta que lo destap¨® un documental.
La cafeter¨ªa de Gene Compton luc¨ªa ese aspecto m¨¢s americano que la tarta de manzana que a¨²n hoy tratan de emular miles de bares de todo el mundo, de los que sirven hamburguesas en cestitas y batidos con nata: mesas de f¨®rmica y bancos de polipiel. Como abr¨ªa las 24 horas del d¨ªa, a mediados de los 60 aquel era el centro de reuni¨®n de las transexuales, drag queens y travestis del entonces muy degradado barrio ¨Cy hoy semigentrificado¨C del Tenderloin, el lugar en el que se reun¨ªan durante el d¨ªa, com¨ªan, beb¨ªan caf¨¦ y se aseguraban de que todo el mundo hab¨ªa sobrevivido (a veces literalmente) a la noche anterior, que no les hab¨ªan arrestado, sufrido maltratos a manos de un chulo o de un cliente o sucumbido a una sobredosis.
La polic¨ªa sol¨ªa pasarse por all¨ª a hacer redadas improvisadas y acosar a los clientes, estuvieran delinquiendo o no. Hasta un d¨ªa de agosto de 1966, hoy hace casi 50 a?os, cuando la comunidad queer de la cafeter¨ªa Compton se plant¨® y protagoniz¨® la primera revuelta trans de la historia, tres largos a?os antes de los hechos de Stonewall que suelen considerarse el principio del movimiento gay. ¡°La revuelta de la cafeter¨ªa Compton fue el primer acto de resistencia militante queer en la historia de Estados Unidos¡±, resume Susan Stryker, historiadora y directora del documental de culto Screaming Queens, con el que gan¨® un Emmy en 2005 y que sac¨® a la luz este episodio todav¨ªa muy desconocido. Stryker, que pas¨® por Barcelona recientemente para dar una charla en la Biblioteca Jaume Fuster dentro del ciclo Perspectivas Trans Cr¨ªtica, defiende que aquello fue un trascendente acto pol¨ªtico y no una ¡°pelea de gatas¡±.
Se cree que todo empez¨® cuando un polic¨ªa arroj¨® una taza de caf¨¦ a la cara de una drag queen. El resto de clientes de la Compton¡¯s explot¨®. Tiraron mesas, arrojaron tazas y cubiertos, quebraron las lunas del local con los azucareros e intentaron defenderse de los agentes golpe¨¢ndoles con sus bolsos. Cuando ¨¦stos empezaron a arrestar a los sublevados, en la calle los vecinos de Tenderloin incendiaron un quiosco de prensa y destrozaron una furgoneta policial.
La noche siguiente, la variopinta comunidad trans del barrio mont¨® un piquete frente a la puerta de la cafeter¨ªa, con el apoyo de muchos gays y lesbianas, se?ala la historiadora, y organiz¨® una protesta con ayuda de las nacientes organizaciones de movilizaci¨®n LGBT como la llamada Vanguard, fundada ese mismo a?o en el barrio, o las Street Orphan, de lesbianas sin hogar. ¡°Simplemente, nos cansamos. Est¨¢bamos hartas de ser acosadas, de que nos obligaran a ir al lavabo de hombres cuando ¨ªbamos vestidas de mujeres. Quer¨ªamos nuestros derechos¡±, explica Amanda St. James, una mujer transg¨¦nero que regentaba un motel al lado de la cafeter¨ªa en el documental.
Tras varios d¨ªas de protesta, consiguieron algunas peque?as victorias. Se estableci¨® un red de apoyo m¨¦dico y social, se cre¨® algo parecido a un carnet trans para obtener servicios sanitarios y, sobre todo, se estableci¨® una especie de pacto con la polic¨ªa, que incluso design¨® a un sargento, Elliot Blackstone, para ejercer como portavoz amistoso con la comunidad trans. Seg¨²n Stryker, este resultado fue ¡°inspirador y frustrante a partes iguales¡± porque ¡°supuso la despolitizaci¨®n de esos temas. El departamento de Salud P¨²blica de San Francisco reparti¨® carnets que indicaban que esa persona recib¨ªa tratamiento por transexualismo. De esta manera la documentaci¨®n te revela como persona trans y adem¨¢s te patologiza. Te da algo m¨ªnimo pero no se ocupa del problema general. Y en cuanto a la violencia policial¡ esa es una cuesti¨®n importante. Seguramente pensaron ¡®ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil si hacemos la vista gorda si no les arrestamos por ir al lavabo equivocado¡¯. Buscar una polic¨ªa m¨¢s amable y amistosa es una manera de enmascarar los problemas que hay entre la polic¨ªa y las minor¨ªas. S¨ª, claro que es mejor ver a los agentes en las carrozas saludando al a multitud el d¨ªa del Orgullo en lugar de golpe¨¢ndote con una porra en la cabeza¡±.
https://youtu.be/oWc3aeoAisY
Aun as¨ª, la historiadora reivindica la importancia de aquellos hechos. Ella descubri¨® los sucesos cuando acababa de graduarse y de salir del armario como persona trans y trabajaba como voluntaria en el archivo LGTB de San Francisco. ¡°Di con una peque?a nota en un peri¨®dico de 1972 y pens¨¦ ¡®vaya, ?no ser¨ªa fant¨¢stico que esto fuera verdad?¡¯¡± No solo porque le permit¨ªa canalizar sus energ¨ªas con un proyecto que le tocaba de cerca sino porque, como dice, el suceso ofrece un relato colectivo de la lucha de las personas transg¨¦nero. ¡°Nuestras historias siempre aparecen en los medios como algo individual. La cosa suele ir as¨ª: desde que era peque?o me sent¨ªa confundido e infeliz. Entonces un d¨ªa descubr¨ª que la medicina tradicional pod¨ªa ayudarme. Pas¨¦ por un proceso medicalizado dur¨ªsimo e interminable y ahora estoy aqu¨ª tan feliz, viviendo mi vida aut¨¦ntica ¨Cironiza¨C pero eso no refleja la realidad. La historia de lo trans es una historia colectiva. Va sobre c¨®mo hemos tenido que pelear por tener un espacio en la sociedad. ?sta no vino un d¨ªa y nos dijo: ¡®eh, personas trans, con hormonas y cirug¨ªa podemos cambiarte, ?quieres?¡¯ Pensar as¨ª relega a los trans a dar las gracias a una supuesta figura benevolente de autoridad¡±.
Desde hace diez a?os, una peque?a placa situada en el cruce de las calles Taylor y Turk de San Francisco recuerda los sucesos de Compton, se?alando el lugar donde ¡°una noche de agosto, las mujeres transg¨¦nero y los hombres gays, se levantaron y lucharon contra la butalidad policial, la pobreza, la opresi¨®n y la discriminaci¨®n en el Tenderloin¡±. Pero al margen de eso y de la propia Screaming Queens ¨Calgunas copias se venden hasta por 300 d¨®lares pero la directora anima a piratearla: ¡°no la rod¨¦ para hacerme rica¡±¨C, los sucesos de Compton siguen siendo muy desconocidos. Mientras, el presidente Obama acaba de declarar Stonewall Inn como Monumento de Inter¨¦s Nacional y esa otra revuelta se ha ganado un lugar en la historia oficial de EE UU. ?Se trata de un caso de doble discriminaci¨®n contra las mujeres transg¨¦nero dentro del colectivo LGTB?, ?el resultado de que la historia siempre la escriban los hombres, en este caso los hombres homosexuales? En torno a los hechos de Stonewall tambi¨¦n existe controversia, resucitada hace unos meses con el estreno de la muy criticada pel¨ªcula Stonewall, de Roland Emmerich, sobre si fueron los hombres blancos gays o las mujeres transg¨¦nero negras y latinas los que iniciaron los disturbios.
Stryker no tiene claro que se trate (solo) de un doble rasero. ¡°Simplemente, en 1966 era demasiado pronto. En Stonewall todos los materiales flam¨ªgeros se juntaron y alguien encendi¨® la cerilla. Pero en Compton aun no hab¨ªa suficiente material. No hab¨ªa suficiente gente involucrada en movimientos por los derechos civiles de las minor¨ªas. La revuelta ocurri¨® m¨¢s o menos a la vez que la reformaci¨®n de las Panteras Negras. Tras a?os m¨¢s tarde, el Black Power ya estaba en pleno apogeo, exist¨ªa un movimiento en el Tercer Mundo contra el imperialismo estadounidense¡y hab¨ªa un n¨²mero de personas LGTB politizadas que simpatizaban con esos movimientos y estaban esperando a que llegase su propia revoluci¨®n.¡± Aunque, bromea, ¡°a la gente de San Francisco le encanta decir que todo ocurre all¨ª tres a?os antes que en Nueva York¡±.
¡°Hoy es muy cool ser trans¡±
De haber hecho hoy su pel¨ªcula en lugar de hace una d¨¦cada, probablemente hubiera conseguido muchas m¨¢s facilidades de financiaci¨®n y distribuci¨®n. Netflix, Sony Classics y HBO (por decir algo) a sus pies. Desde hace un par de a?os, varias figuras transg¨¦nero se han instalado en el centro de la cultura mainstream: Laverne Cox en al portada de Time, Transparent recogiendo Emmys y Globos de Oro, Hari Nef y Andreja Pejic al frente de campa?as millonarias, etc¨¦tera.
Stryker es esc¨¦ptica cuando no abiertamente ¡°c¨ªnica¡± con lo que ella llama ¡°la moda del momento¡±. ¡°En los noventa estaba muy de moda ser lesbiana y ahora es cool ser trans. Cuando ser gay y cisg¨¦nero [lo contrario a tansg¨¦nero] se convirti¨® en algo no controvertido, se pas¨® a lago que parec¨ªa m¨¢s nuevo y extremo. Pero el aumento de la visibilidad no es la soluci¨®n a ning¨²n problema excepto el vac¨ªo en las cuentas corrientes de la gente que se beneficia de esta visibilidad¡±. No hay que insistirle mucho para que deje caer una de esas beneficiadas: ¡°Que Caytlin Jenner tenga un reality show no cambia las tasas de encarcelamiento de la gente trans en Estados Unidos, especialmente cuando su pensamiento es tan regresivo¡±.
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