La moda de los marginados quiere marcar la pauta
A la industria no le basta con adaptar el estilo de los ghetos y convertirlo en tendencia. Ahora tiene el ojo puesto en un grupo de dise?adores que han nacido en estas zonas desfavorecidas.
Al este de Brooklyn se encuentra East New York, uno de los barrios m¨¢s peligrosos de la ciudad. Olvidado por la mayor¨ªa de los neoyorkinos, los medios se encargan de recordarles los altos ¨ªndices de robos y asesinatos que se dan dentro de su per¨ªmetro, as¨ª como de la pobreza que reina en sus calles. All¨ª naci¨® Shayne Oliver, art¨ªfice de la marca Hood by Air, un dise?ador que ahora est¨¢ en boca de todos y que, sin embargo, se form¨® en una escuela p¨²blica, algo poco habitual en el sector de la moda americano. Su trabajo, entre la est¨¦tica japonesa, el hip hop y lo cyber, le ha valido una menci¨®n por el conglomerado de lujo LVMH, el benelpl¨¢cito de Rihanna o Kanye West y el cartel de ¡°agotado¡± en las tiendas de VFiles y Opening Ceremony. La industria ve en sus creaciones un soplo de aire fresco. Oliver, sin embargo, cree que su trabajo responde a los dos mundos que le ha tocado vivir: ¡°El ¨¢mbito art¨ªstico del sur de Manhattan y ese otro lugar que me encontraba cuando volv¨ªa a casa¡±, declaraba en Style.com.
En todas las ciudades, un amplio porcentaje de las clases medias mira con recelo a los ghetos que se extienden alrededor del casco urbano. All¨ª crecen j¨®venes que son conscientes de que el sistema les ha dado la espalda, y han desarrollado formas de combatirlo o de separarse a¨²n m¨¢s de ¨¦l. En estos barrios hay violencia, pobreza y disturbios constantes, pero tambi¨¦n un sentimiento de pertenencia que se plasma, entre otros factores, en sus formas de consumo y, sobre todo, en su est¨¦tica.
Kaney West en un desfile de Hood by Air.
Getty
Oliver es uno de los pocos dise?adores negros que est¨¢n triunfando en la liga de los grandes nombres. Por eso, mientras Hood By Air desfilaba entre aplausos en Nueva York, la galer¨ªa Pratt de Manhattan inauguraba el pasado invierno la exposici¨®n Black Dress, que albergaba los dise?os de un pu?ado de dise?adores afroamericanos cuyos nombres no suenan en las publicaciones reconocidas, pero su influencia es rastreable en muchas de sus p¨¢ginas.
Sin ir m¨¢s lejos, el c¨®digo indumentario del Hip Hop marca hoy la pauta de las tendencias gracias al encumbramiento de A$ap Rocky, Kanye West e incluso Run DMC como iconos de la moda internacional. Ahora sus estrellas visten (y nombran en sus canciones) Margiela, Balenciaga o Haider Ackermann, pero dicha subcultura siempre se ha caracterizado por consumir logos conocidos por el gran p¨²blico, grandes cadenas de oro y enormes gafas de sol que combinaban con unos andares pretendidamente altivos y unos pantalones anchos, los swagging pants, que recordaban expl¨ªcitamente a los amplios uniformes carcelarios que luc¨ªan forzosamente los afroamericanos en prisi¨®n.
Chris Brown, Jay Z y Kanye West, o la obsesi¨®n de los hip hoperos por la marca Pyrex.
Cordon Press
Reivindicaci¨®n del derecho al lujo. Esa es, parad¨®jicamente, la pr¨¢ctica que vincula a todos los sectores marginados de cada pa¨ªs. El gheto, est¨¦ donde est¨¦, viste de marca, y gasta en ropa m¨¢s que muchos individuos de clase media.
Por eso hace algunos a?os un pub de Leicester prohibi¨® a sus asistentes ir vestidos de Burberry. Los famos¨ªsimos cuadros de la firma eran y son los favoritos de los chavs, esos j¨®venes ingleses cercanos al movimiento hooligan que residen en ghetos, viven desempe?ando trabajos basura o aceptando prestaciones sociales y son objeto de mofa por parte del resto del pa¨ªs. Burberry, junto a otras marcas arraigadas a la tradici¨®n brit¨¢nica son la forma en la que los 'chavs' expresan su pertenencia a una naci¨®n que les da la espalda. La firma, cansada de ser asociada con este grupo social, reestructur¨® su identidad y su est¨¦tica hace una d¨¦cada, contrat¨® a Christopher Bailey y se convirti¨® en lo que hoy es, la marca de ¨¦xito que llena los armarios de los brit¨¢nicos cool.
Burberry y otras marcas t¨ªpicamente brit¨¢nicas, mezcladas con la est¨¦tica deportiva, definen el estilo de los chavs ingleses.
Cordon Press
Las 'banlieues' llegan a Rue Saint Honor¨¦
Mientras tanto, el consumo de marcas americanas condens¨® las creencias de esos franceses de ascendencia ¨¢rabe que pueblan las 'banlieues', las zonas perif¨¦ricas de las grandes ciudades. Si en Francia la moda es una cuesti¨®n patrimonial que roza el nacionalismo, la moda americana sirvi¨® para dar forma a la identidad de los franceses rechazados: ¡°Las clases bajas rechazan la producci¨®n cultural de su pa¨ªs en favor de la de una naci¨®n que ellos idealizan¡±, cuenta el soci¨®logo Alexandre Pouille en el texto The creation of modern youth french fashion. "Si las clases medias y altas demuestran su riqueza llevando estas firmas a modo de souvenir cultural, ellos las consumen para emular al chico malo estadounidense".
Y si Burberry fue la marca nacional favorita de los chavs, Lacoste fue su correlato entre los j¨®venes de la banlieue. Aunque, a diferencia de aquella, la ense?a francesa, que siempre estuvo ligada al clasicismo y el estilo conservador, vio en ello una oportunidad para dar un giro a su est¨¦tica y enfocarla a un p¨²blico m¨¢s urbano.
La moda de alta gama siempre se ha alimentado de las subculturas y los estilos que nacen a pie de calle pero normalmente los han reformulado para adaptarlos a su p¨²blico, tan elitista como deseoso de novedades. Ahora, sin embargo, son los propios dise?adores, nacidos o en permamente contacto con las zonas marginales, los que est¨¢n viendo c¨®mo la industria los acoge y aplaude sus creaciones. El caso de Hood By Air es s¨®lo el primero de muchos.
Hace poco el diario The Guardian se hac¨ªa eco de varias marcas que, inspir¨¢ndose en la 'anti moda' francesa, hab¨ªan ido a recalar en sus templos m¨¢s reconocibles: el barrio de Le Marais o la tienda multimarca Colette, entre otros.
Es el caso de Andrea Crews, cuyo slogan 'mat¨®n de gran coraz¨®n' ya anticipa esa est¨¦tica chandalera, colorista y plagada de logos que tienen sus creaciones. O el de Paris Nord, firma que se define como "Anti rive gauche- el Paris real" y que, sin embargo, se vende en tiendas que tambi¨¦n comercializan Givenchy, Saint Laurent, y otros adalides del chic franc¨¦s.
Quiz¨¢ sea porque la macrotendencia de la ropa deportiva y la vuelta del logo en clave ir¨®nica haya logrado que a la industria no le basten las influencias, y est¨¦ buscando a sus nuevos nombres en el n¨²cleo donde nacen dichos estilos. O quiz¨¢ se hayan cansado de los circuitos establecidos y est¨¦n cazando sangre nueva en c¨ªrculos completamente ajenos a su radio de acci¨®n. Incluso cabe la posibilidad de que las pasarelas y las tiendas de lujo vean a estas marcas como algo ¡°ex¨®tico¡±, un planteamiento completamente novedoso que viene a refrescar al sector. En cualquier caso, y junto a marcas como Pyrex o KTZ, que explotan el estilo del joven nacido en el gheto y lo funden con otras tendencias, ya empiezan a sonar otras que hacen de esta est¨¦tica una declaraci¨®n de intenciones, casi un manifiesto pol¨ªtico a favor de los olvidados.
Dos propuestas de la colecci¨®n oto?o invierno 2014 (a prop¨®sito de la afici¨®n al f¨²tbol) y la cantante Maluca Mala desfilando para la colecci¨®n de primavera verano de Andrea Crews.
Andrea Crews/ Indigital
Su trayectoria apunta al ¨¦xito que vivieron en los noventa marcas afroamericanas como Fubu (acr¨®nimo de ¡°For us by Us¡±), una ense?a nacida en un barrio deprimido de Queens que acab¨® siendo comprada por una compa?¨ªa asi¨¢tica billonaria y, por el camino, recibi¨® premios que reconoc¨ªan su labor emprendedora.
Pero, ?hasta qu¨¦ punto estas marcas del gheto ser¨¢n para lo ghetos? Combinar pasarela y clientela experta con el benepl¨¢cito de los j¨®venes en los que se inspira es una tarea casi ut¨®pica. Pero, al contrario de lo que pueda pensarse, los precios no ser¨¢n el verdadero obst¨¢culo:
Siempre asociamos a estos grupos con el mal gusto y la ropa de mala calidad. Sin embargo, como bien apunta Owen Jones en su ensayo Chavs: la demonizaci¨®n de la clase obra en Inglaterra: "Resulta interesante reconocer en ellos un despliegue exagerado del consumo, sobre todo de productos de marca. A pesar de que las clases medias los sit¨²an como rid¨ªculos y con poco estilo, el look chav es altamente ostentoso y se vanagloria de su gusto adquirido"
Recordemos, adem¨¢s, que el rap vino acompa?ado de esa est¨¦tica conocida bling bling o ghetto fabulous: coches de lujo tuneados, diamantes en las orejas, bolsos de Gucci y Vuitton y un buen pu?ado de marcas de lujo.
?Y qu¨¦ decir de los com¨²nmente llamados 'canis' o 'chonis'? Buena parte de la poblaci¨®n opina que su estilo roza el rid¨ªculo, pero lo cierto es que sus pr¨¢cticas rutinarias, del fitness al bolso de marca o la visita regular al sal¨®n de belleza tienen m¨¢s que ver, en abstracto, con el consumidor de lujo que con el joven desfavorecido.
Tal vez ahorren para permit¨ªrselo, y quiz¨¢ los resultados no sigan los est¨¢ndares est¨¦ticos establecidos. Pero precisamente por eso son su se?a de identidad: con ellos reivindican un derecho que su cultura les ha vedado y con ellos, tambi¨¦n, se oponen al 'buen gusto' de la mayor¨ªa. Ese es el problema de unir gheto y pasarela: no son los precios, ni las prendas, sino el dejar de sentir como propio algo que ha nacido en los descampados, los parques y las calles olvidadas por el Ayuntamiento.
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