La m¨²sica, ?droga legal para deportistas?
La m¨²sica puede aumentar el rendimiento en un 15% y reducir la sensaci¨®n de esfuerzo en un 10%, seg¨²n un estudio reciente
Disminuye el dolor muscular, minimiza la fatiga, produce cambios neuroqu¨ªmicos, afecta al sistema cognitivo, aumenta el ritmo cardiaco y la respiraci¨®n, y estimula las ondas cerebrales. ?La m¨²sica es la droga legal de los deportistas?, plantea Costas Karageorghis, autor de Inside Sport Psychology (Paperback Book). ?Motiva, hace olvidar el cansancio, levanta el ¨¢nimo y es muy ¨²til para entrenar. Adem¨¢s, tambi¨¦n estimula la producci¨®n de endorfinas, la hormona de la felicidad?, explica este investigador de la Universidad de Brunel (Londres). Escuchar m¨²sica puede aumentar el rendimiento en un 15% y reducir la percepci¨®n del esfuerzo en un 10%, seg¨²n un estudio de Karageorghis. ?Llevo a?os investigando la relaci¨®n entre ritmo y ejercicio. Entreno a atletas profesionales, les ayudo a mejorar con los sonidos adecuados?, detalla.
La relaci¨®n entre ritmo y ejercicio viene de lejos. Los griegos amenizaban los juegos ol¨ªmpicos con m¨²sica. En Delphi, Isthmia y Atenas, las actuaciones acompa?aban las competiciones atl¨¦ticas. La tradici¨®n llega hasta nuestros d¨ªas. Varias canciones arrastran reputaci¨®n de deportistas: We Will Rock You y We Are The Champions de Queen suenan en partidos, entrenamientos y competiciones.
Otro imprescindible es Eye Of The Tiger de Survivor. Representa la superaci¨®n. La escena de Rocky III con Sylvester Stallone ha inspirado varias parodias, pero mantiene su fuerza. Los deportistas la adoran. Otros ejemplos son los partidos de b¨¦isbol, f¨²tbol y baloncesto estadounidenses donde suelen pincharse cl¨¢sicos. La m¨²sica tambi¨¦n es guerrera. Los espartanos hostigaban a las tropas con melod¨ªas. ?Las canciones conjuran imaginer¨ªa heroica. Los estadounidenses entraron en Afganist¨¢n con m¨²sica en sus tanques. Las naciones han empleado el sonido en la batalla. Exalta?, opina Karageorghis.
El cine est¨¢ trufado de escenas b¨¦licas donde la protagonista es la melod¨ªa. En Apocalypse Now el noveno regimiento de caballer¨ªa ataca un pueblo vietnamita en helic¨®ptero; sus ocupantes escuchan La Cabalgata de las valquirias de Richard Wagner. ?La m¨²sica provoca cambios qu¨ªmicos en el cerebro que implican a numerosos circuitos, como el del movimiento coordinado ¨Crelacionado con el baile¨C, el del sistema castigo-recompensa y el de los sentimientos?, asegura Manuel Mart¨ªn-Loeches, profesor de Psicobiolog¨ªa de la UCM y director de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evoluci¨®n y Comportamiento Humanos.
?La m¨²sica tiene un elemento locomotor, incita a moverse?, sentencia Karageorghis. Y a superarse. El m¨ªtico Haile Gebrselassie, medalla de oro en los 10.000 metros, confiaba en el ritmo techno pop de I¡¯m a Scatman (de Scatman John) para correr. El et¨ªope bati¨® el r¨¦cord del mundo de los 2.000 metros en 1998; en los altavoces sonaba I¡¯m a Scatman. La frecuencia r¨ªtmica del tema es ideal para correr a la velocidad del rayo (135 bpm ¨C¡®beats per minute¡¯¨C; es decir, 135 pulsaciones por minuto) y para practicar cualquier tipo de ejercicio intenso. ?Hasta hace poco se pensaba que los beats deb¨ªan aumentar proporcionalmente a la intensidad del ejercicio. Es decir, se cre¨ªa que cuanto m¨¢s deprisa se corr¨ªa, m¨¢s beats deb¨ªa tener el tema. Es una falacia. Hemos entrevistado y analizado el rendimiento de un sinf¨ªn de atletas. Las composiciones m¨¢s adecuadas tienen entre 120 y 140 bpm. Si se supera ese umbral, no se obtienen mejores resultados?, insiste el catedr¨¢tico.
El ejercicio se podr¨ªa dividir en dos categor¨ªas: deporte de mente y cuerpo (yoga, pilates, estiramientos¡) y de alto impacto (atletismo, aer¨®bic, bicicleta¡). ?Para el primer tipo, funciona el chill out. Es esencial concentrarse y no distraerse?, explica Pedro Valle, director t¨¦cnico de New Fitness, una empresa especializada en entrenamientos a domicilio. De hecho, escuchar canciones puede ser contraproducente: ?En este tipo de ejercicio, es necesario que el cliente escuche las ¨®rdenes y correcciones del entrenador?. El ejercicio aer¨®bico es harina de otro costal. ?Se gastan muchas calor¨ªas y el cuerpo se cansa; la m¨²sica animada ayuda a olvidar la fatiga y a sobreponerse?, sugiere Valle. Con la m¨²sica se nos van los pies; estamos hechos para bailar, para seguir el ritmo. ?Por eso para montar en bicicleta vienen bien temas de unos 120 bpm; equivalen a dos pedaleadas por segundo?, explica Pedro Valle. ?Y c¨®mo se reconoce el bpm de una canci¨®n? Existen infinidad de aplicaciones y programas (Mixmeister) para el ordenador o el tel¨¦fono inteligente (Cadence). El ciberespacio est¨¢ trufado de listas de canciones (self.com o runningplaylist.net) y de aplicaciones. Aqu¨ª van algunas: Nike+GPS (para iPhone, iPod Touch e iPad) permite escuchar m¨²sica, retarse con corredores y trazar trayectos en el mapa. NPT Boom (para iPhone, iPod Touch e iPad) escoge la m¨²sica adecuada para cada entrenamiento y alienta con comentarios de atletas famosos.
La tendencia se extiende a las maratones. En ciudades como Nueva York o Londres se impone correr con conciertos de fondo. Las Rock¡¯n¡¯Roll Marathon Series (se celebran desde hace a?os en EE?UU y desde el pasado abril en Edimburgo) est¨¢n sembradas de directos y sesiones de dj. ?La intenci¨®n es animar. Pero el beneficio no es comparable al de un iPod. La exposici¨®n a la m¨²sica es espor¨¢dica. Adem¨¢s, en estos eventos participan miles de corredores; es dif¨ªcil satisfacer a todos. Como dice el dicho, lo que a uno cura, a otro mata?, opina Karageorghis. Contratar a un dj para pinchar en gimnasios est¨¢ de moda. En la India es una pr¨¢ctica habitual y en Inglaterra se extiende como la p¨®lvora (en casi toda la cadena Gymbox). Tambi¨¦n en Los ?ngeles, donde se celebran los Rock Star Fitness Camps, que invitan a quemar calor¨ªas con las sesiones de los dj.
En la mayor¨ªa de los gimnasios suena disco, techno o pop. ?Los g¨¦neros perfectos? ?No. La m¨²sica ideal debe gustarnos. Nuestras preferencias dependen de nuestra biograf¨ªa y de nuestras vivencias como oyentes?, responde el catedr¨¢tico. Un ejemplo: los hinchas de f¨²tbol brasile?os. ?Tocan m¨²sica tradicional, similar a la samba, en los partidos. A los jugadores brasile?os les exalta. A los franceses, ingleses o alemanes les irrita?, afirma el profesional. La raz¨®n: esos ritmos no forman parte de su subcultura. ?La m¨²sica tiene un componente emocional. A uno de nuestros clientes le funcionaba Julio Iglesias. Pero, en general, los j¨®venes prefieren hits actuales y los m¨¢s maduros, temas de los 80?, sentencia Valle.
Hay quien no la necesita, quien preferir¨ªa no escucharla ni de fondo. El mundo se divide en dos, seg¨²n Karageorghis. Est¨¢n los associators (asociadores) y los disassociators (disociadores). Los atletas de ¨¦lite suelen caer en la primera categor¨ªa. ?Un associator se concentra internamente; se fija en sus movimientos y respiraci¨®n y en coordinar sus m¨²sculos. Un disassociator busca est¨ªmulos externos para evadirse?, detalla el profesional. Es decir, quienes m¨¢s se benefician de la m¨²sica son los ¡®amateurs¡¯. Un estudio de la Universidad de Carolina del Sur lo demuestra.
Escuchar m¨²sica acelerada desconcentra a los atletas de pura cepa. De hecho, cuando el ritmo de bombeo del coraz¨®n supera el 80% de la capacidad cardiaca, la m¨²sica puede resultar contraproducente. Al 85%, el silencio es oro. ?Eso no significa que un profesional no pueda ara?ar una mil¨¦sima en una carrera y cansarse menos. Pero como sucede con todas las drogas, es mejor no abusar de la m¨²sica?. Ra¨²l Quir¨®n, entrenador personal del centro de bienestar Slow Life, es un associator. ?No suelo entrenar con m¨²sica. Cuando corro me concentro en la respiraci¨®n. Pero en entrenamientos cortos, como en un sprint de 10 o 15 segundos o en ejercicios con pesas, s¨ª tiro de temas. ?Se puede aprender a ser un associator? ?No, existe una predisposici¨®n natural, pero la mayor¨ªa somos intermitentes, cambiamos de un estado a otro?, contesta el investigador.?
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.